sábado, 2 de julio de 2022

Un mal día.

 



A medida que se va acercando el periodo vacacional a todos, nos cuesta más, el cansancio acumulado, el año atípico que nos había tocado vivir, el calor y los días largos, que invitan a no hacer nada. En definitiva que nos volvemos un poco irritables e irascibles. Ella desde que la conozco tiene tendencia a refugiarse en el trabajo, cuando animícamente está baja, lo cual consigue un efecto inverso, al asumir más carga, se cansa más, cómo se cansa más no llega, cómo no llega se frustra y va subiendo la presión como una olla con  la válvula rota.

Era un día que había amanecido ya caluroso, por lo que se presentaba tórrido, estábamos desayunando juntos, ella no estaba muy habladora, en su mundo y me dí cuenta de la hora y sin ninguna mala intención, le dije.

-Nena, son menos 20, deberías ir terminando y vestirte que vas a llegar tarde.

Y ese comentario inocente, fue la mecha que encendió la bomba.

-Joder Santi, parece mi padre, estoy cansada, bastante tengo con las putas horas de más que hago, para encima tenerte a ti, en plan policía. Así que olvídame que no pasa nada si llego 5 minutos tarde.

Le cogí la taza, y tiré lo que quedaba del cafe con leche al fregadero.

-Mira nena, ya está bien de niñerías, yo no soy el culpable que asumas más trabajo del que puedes y encima soy yo el que tiene que aguantarte la cara hasta el suelo, que te pregunte y ni me contestes y cuando lo hagas sea  para morder. Así que vístete de una puta vez y la próxima vez te lo piensas antes de coger más trabajo del que puedes hacer. 

Sé me quedó mirando, cómo sorprendida.

-Va, mueve el culo que ya vas tarde.

Se levantó, la escuché vestirse, coger las llaves y el bolso y sin decir nada salió dando un portazo. Ni me inmuté, me acabé de tomar el café tranquilo y pensando que aquella tarde habría un culo bien rojo.

Me fui a trabajar y al poco recibí un mensaje.

-Hola feo....¿Cómo estás? ¿Mucho calor?

-Bien ¿y tú? más tranquilita.

-Pufff ya sabes cómo soy, no me hagas caso, además a estas alturas ya no debería sorprenderte.

-Vaya pensaba que me escribías para disculparte, pero ya veo que sigues en tu línea infantil de tirar pelotas fuera y echar la culpa a los demás....

-Es lo que hay y si no te gusta ya sabes.

-Encima chula, muy bien, pues estás castigada.

-Cuéntame algo que no sepa.

-Tu sigue así, que en vez de rojo como pensaba te voy a poner el culo morado esta tarde y cómo veo que tienes mucho tiempo libre. Cuando llegues, quiero que me traigas copiadas 100 líneas: "Gracias a mi actitud infantil, caprichosa e impertinente, esta tarde voy a tener un severo castigo".

-Jajajajaj, ahora corro. Sabes que no me gusta mezclar lo privado y el trabajo.

-Ya por eso estás escribiendo ahora. Lo dicho y pobre de ti, que no tengas las líneas y te recuerdo que hoy llego yo antes.

Ya no contesté más, y eso que recibí al menos cuatro o cinco mensajes más, pero no había nada más que hablar. Yo en aquella época hacía ya horario intensivo y a las 15:00 ya estaba en casa, ella llegaba cómo una hora más tarde. Así que me puse cómodo y a esperar. Cuando escuché la cerradura abrirse y los pasos acercarse al salón, me incorporé, estaba medio adormilado en el sofá con el bochorno. Entró seria dejó el bolso y las llaves.

-Hola

-Hola ¿Creo que tienes algo para mi no?

-Puffffff.

Abrió el bolso y sacó un papel, me lo dio y me dijo.

-Es a lo que me ha dado tiempo

Conté,37 líneas.

-Ve a ponerte cómoda y ven aquí y no tardes.

Resopló, pero lo hizo, cuando apareció de nuevo llevaba un pantaloncito corto, a rayas azules y blancas y una camiseta blanca de tirantes a juego, era un pijama de verano. Yo había puesto el papel encima de  la mesa,  junto a un bolígrafo y otro papel  más.

-Ven aquí

Le dije con el tono serio y seguro. Se acercó hasta ponerse frente a mis piernas, sin decir nada, busqué el nudo que sujetaba el pantaloncito, los deshice y como era holgado, el sólo cayó hasta sus tobillos, debajo no llevaba nada, entonces le indiqué la silla de la mesa y le dije.

-Ahora, señorita orgullo, termina las copias y luego ya me ocuparé de tu culo como se merece, así que más te vale...

No me dejo terminar, una sería de resoplidos, quejas y pataditas en el suelo, que corté levantándome cogiéndola del brazo y llevándola yo hasta la silla, con algún que otro azote por el camino.

-He dicho que te sientes y termines las líneas y no lo voy a repetir.

El golpe de autoridad surgió efecto, eso sí, con alguna queja, pero con menos convicción se sentó con el culo desnudo sobre la silla de madera y empezó a copiar. Tenía toda la tarde por delante así que tampoco le metí prisa, me dediqué a obsevarla, quería que se sintiera castigada, y allí sentada en la dura silla de madera con el culo al aire y el pantalón en los tobillos era un buen inicio. Cuando estuvo, y me lo dijo, el tono de voz ya era diferente.

-Pues a que esperas ven y trae las copias.

Se levantó e hizo el gesto de subirse los pantalones.

-¿Se puede saber que haces? ¿Estás castigada?

-Santi esto es humillante.

-No, humillante es comportarte como una adolescente maleducada, así que ahora te aguantas.

Otro resoplido, pero se acercó roja como un tomate, con los pantalones en los tobillos y me entregó las dos hojas de papel con las líneas. Las conté una a  una, y cuando terminé partí las hojas en cuatro trozos, las dejé en la mesilla de café y de un tirón la puse en mis rodillas.

-Ahora vamos a por la segunda parte, espero que no tengas planes de piscina los próximos días o vas a tener que dar muchas explicaciones, de porqué tienes el culo así.

Si decir nada más, empecé a zurrarla progresivamente con la mano, sobre su piel ya desnuda desde el primero. A los dos minutos de haber empezado más o menos cuando tenía ya toda la piel rosadita, aumenté el ritmo y lo matuve sostenido unos 10 minutos más, sin pausas de ningún tipo, hasta conseguir ese rojo intenso y brillante tan propio de una buena e intensa azotaina a mano. Cuando paré la hice levantarse, me levanté, la cogí de la oreja y la llevé al rincón, allí el hice poner las manos sobre la cabeza para evitar tentaciones de frotarse el culo, que debía hervirle y me senté un rato a mirarla. Imagina el hormigueo caliente en su culo, pero también como seguro, ese calor seco, se volvía húmedo entre sus piernas. Cuando me cansé de mirarla, me levanté cogí un cojín del sofá lo puse sobre el brazo del sofá y la llamé.

Cuando se dio la vuelta y vio el cojín sobre el brazo, resopló otra vez, ya sabía que significa, mientras se acercaba empecé a desabrocharme el cinturón de cuero marrón, pasó por mi lado sin decir nada, se colocó en la posición, me encanta esa  posición, es a la altura ideal, las piernas quedan estiradas, la elevación del brazo, levanta a la perfección el culo, y dentro de lo que cabe es una posición cómoda, cuando terminó de colocarse, apoyando la cara en el asiento del sofá y las manos dentro de la hendidura del último cojín. Estiré el cinturón haciendo que silbara con el roce de las presillas, lo doblé, y lo dejé un momento sobre su culo bien rojo ya.

-Te dije 100 líneas y me has entregado 37 sólo, con lo que he tenido que esperar que las terminaras, lo suyo serían 63 azotes con el cinturón, que son las líneas que te faltaban, pero cómo por lo menos has hecho la intención, lo vamos a dejar en 37, que son las líneas que has hecho. Cuéntalos.

En ese momento cogi el cinturón, en esa posición es ideal, el golpe cae de arriba a abajo y no hace falta poner posiciones raras para acertar de lleno y que pique. Empecé lentamente, dando espacio entre azote y azote, viendo como a cada azote se dibujaba  una franja más roja que el fondo en su piel. Lo hice en tres tandas de diez, tras las cuales hacía una pequeña pausa de descanso, dejando el cinturón en sus riñones y acarciando muy suavemente su piel castigada con la yema de mis dedos. Ella iba contando, sin mostrar signos de dolor, es orgullosa, pero los últimos 7, al ser menos decidí aplicárselos de  una tacada seguida, el sonido del cuero contra su piel, sin descanso 7 veces mientras ella contaba apresurada y retorciéndose un poco, cuando paré suspiro profundamente, las manos apretaban con fuerza el cojín. Entonces volví a colocar el cinturón sobre su espalda y le dije.

-Ahora señorita orgullo, vas a estar aquí un rato sin moverte para que sientas bien, las consecuencias de ese carácter y ni se te ocurra tocarte o  moverte, que aunque salga voy a estar muy pendiente.

Si lo hizo o no, no lo sé, fui a la habitación a por unas cosas, de vuelta al menos seguía en posición y las franjas del cinturón en su piel aún se notaban más. Me puse tras de ella, con los pies separé sus piernas, la cogí de la cintura y la estiré un poquito hacia mi, su culo estaba rojo, marcado y ardiendo, pero su sexo estaba hinchado y empapado. Cogí uno de los objetos que llevaba conmigo, el plug de acero estriado, lo lubriqué y sin mucho preparativo, lo metí en su culo, al terminar de meterlo, llevé mi mano a su coño y empecé a frotarlo, me mojó toda la mano y no pude resistir la tentación de desabrocharme el pantalón, liberar mi polla llevarla a su coño y poseerla en la misma posición que acababa de castigarla severamente. La polla entró sin problema, la cogí de las caderas y empecé a embestirla con furia chocando contra su culo caliente y castigado, hasta corrernos los dos.

Luego ya, desfogados, le puse crema hidratante en el culo sobre mis rodillas, un largo y caliente masaje de nalgas. Al terminar, ya entre una cosa y la otra era hora de cenar. Aquella noche cenó con el culo al aire, el plug y cojín en la silla.

Ya en la cama, le quité el plug y otro  masaje que nos llevó a otras cosas, eso sí, le dije antes de irnos a dormir, que lo que quedaba de semana, haríamos una revisión de marcas cada día y tendría una azotaina a mano de recuerdo después.


Fin.

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