Semana Santa pasada por agua (I Parte).

 

La Semana Santa es cómo un repentino oasis en medio del desierto de después de Navidad. Esos meses largos, fríos y monótonos de Enero, Febrero y Marzo. De repente aparece ahí en el calendario unos días para respirar después de tan larga cuesta, unos días de bajada, que además coinciden con el aumento de temperatura, los días cada vez más largos y que animan a hacer algo diferente.

Semanas antes ya planeamos una escapada para esos días, cómo tengo contactos en mis orígenes costeros conseguí muy bien de precio una casita, un poco separada del bullicio de la costa, pero muy cercana a apenas 15 minutos de coche, además con la costa incluida en forma de piscina. El miércoles, último día laborable, cargamos maletas y nos fuimos a desconectar cuatro días, que nos convenía. 

La idea era descansar lo más posible, paz y buenos alimentos. 

Llegamos aquella misma noche sin más tiempo que descargar y descansar. Los días siguientes hicimos un par de excursiones por los alrededores y decidimos que los dos últimos serían de relax total y disfrutar de las posibilidades de la casa. 

El sábado, nos levantamos tarde, desayunamos y decidimos pasar el día disfrutando del patio y la piscina, además hacía un día precioso soledado y con los termómetros flirteando ya con los 25 grados. Así que estuvimos en el patio, tumbados tomando el sol y de vez en cuando una cervecita bien fría, hasta la hora de comer. Me atreví con una paella para dos, que no salió del todo mal y al terminar de comer de vuelta a las tumbonas de la piscina. Ella en bikini en busca del sol.

- Nena deberías ponerte protección, este primer sol es muy engañoso, pero quema...

No me contestó haciéndose la dormida. Yo cogí "Elogio a la mano" un muy interesante libro de Henri Boucillon, aunque entre la comida y la calma, apenas había leído una docena de páginas cuando empezó a entrarme sueño, de ese sueño de tarde tan bueno. Medio adormilado me despertó el sonido de agua correr, abrí un ojo y la vi con el bikini y la manguera.

- ¿Que haces?

- Regar las plantas, que me aburro...

- Así me gusta "jardinera"

Cómo me había desvelado retomé el libro, y de repente me sobresaltaron unas gotas de agua fría que me salpicaron. No soporto el agua fría del golpe, así que cerré el libro y le tiré una mirada de esas...

- Jajajaj, perdona se me escapó...

No dije nada y volví al libro, aunque inquieto, ella con la manguera en la mano y aburrida, algo me daba que el juego se le iba a ir de las manos. Un par de salpicaduras más seguidas de risas, y a la tercera reaccioné.

- Para ya!!! Venga cierra el grifo y recoge la manguera.

- Me quedan los rosales de las esquinas, un momento gruñón...

Quise pensar que con la advertencia sería suficiente, mal por mi. De repente no fueron unas salpicaduras sino el chorro directo que hizo que me levantara sobresaltado, allí estaba riendo y con la manguera en la mano. 

- Se acabó la tontería.

Me levanté y me fui hacia ella...

- Valeeee aburridos ya paro..

Le quité la manguera de con energía y la cogí del brazo, tiré la manguera al suelo, la puse delante de mí y un par de azotes bien sonoros sobre la braga del bikini. 

- Llevas en la cuerda floja un rato y te acabas de caer...

- Sólo jugaba un poco...

- Pues ahora me toca a mí.

Sin soltarla hasta el grifo, lo cerré y del grifo al porche, saqué un silla de la mesa, me senté y sin soltarla a mi regazo, no estaba muy preocupada al revés se reía nerviosamente, cuando pasé mi pierna por encima de las suyas, dejó de reírse y cuando empezaron a llover palmadas con ganas, la risa se le cortó del todo.

- ¿Así que la niña quería jugar? pues nada ahora me toca a mi.

En ese momento aparte la tela del bikini hacia la grieta de las nalgas, cómo si fuera un tanga y descubrí entonces una importante diferencia de color, entre la piel que cubría el bikini, blanquecina y el rojo sol, dónde estaba al aire.

- Y encima te has quemado y mira que te he avisado.

Estirando de la cintura de la braga del bikini hacía arriba con la mano izquierda, empecé de nuevo a usar mi mano derecha contra sus nalgas sin cubrir.

- Pues nada, voy a tener que igual arte todo, que las marcas están feas.

Cinco minutos después de zurra seguida no sólo le había igualado, sino que su culo presentaba un rojo brillante e intenso bastante superior al resto de piel. Con la mano echando humo paré.

- Levanta 

Nada más levantarse, me levanté yo, la cogí de la oreja y la puse mirando contra una de los pilares de piedra del porche. Y allí le bajé la braga del bikini hasta los tobillos. 

- Voy a ponerme algo de ropa que me ha dado frío y a recoger, cuando termine, me ocupo de ti, mientras no te muevas de aquí. 

Entre dentro me quité la camiseta mojada, me sequé y salí a recoger. Antes de volver a salir, fui al baño a buscar el pequeño cepillo de ducha redondo y con el en la mano salí de nuevo al porche. Lo dejé sobre la mesa y la fui a buscar. La tomé otra vez del brazo y la puse mirando hacia dentro. 

- Pon las manos en las rodillas y saca bien el culo.

- Pffff tampoco hay para tanto. 

- Ya me conoces lo suficiente para saber dónde están las líneas rojas y que me mojen con agua fría es una de las líneas más rojas. 

Un par de azotes sin soltarla de pie y de inmediato se puso en posición. Las manos apoyadas encima de las rodillas, espalda inclinada y el culo rojo bien expuesto. Me fui a por la manguera, abrí el grifo y me acerqué. Un suspiro cuando sintió el agua correr por su piel caliente, bien mojado el culo, cerré el pitorro de la manguera, pero l dejé a mano, entonces cogí el cepillo de ducha redondo, me puse a su lado pero con mi cuerpo invertido con respecto al suyo, la sujeté con fuerza de la cintura con mi brazo izquierdo a la vez que la pegaba a mi, y sin más ceremonia el cepillo empezó a "castigar" su culo mojado, alternando mejilla y mejilla, el sonido era algo diferente con la piel mojada y la piel mojada aumenta el efecto. Una docena de azotes más tarde la piel volvía a estar seca, así que cogí de nuevo la manguera y volví a mojársela en un alivio engañoso, ya que por un momento se la refrescaba para acto seguido volverla a secar a base de cepillo y eso lo repetí tres veces. Hasta que en la mitad inferior de sus nalgas habían dos círculos casi perfectos en un tono algo más que rojo. 

Dejé el cepillo sobre la mesa y sin soltarla de la cintura, empecé a pasarle los dedos por la piel, caliente a pesar de haberla mojado tres veces. 

- ¿Te ha quedado claro, lo que pasa cuando no sabes parar a tiempo?

- Pfffff y ahora no me vas a echar agua fresquita, quema!!!

- No, ahora te vas a dar un baño y luego iré a ponerte crema. 

Le di un palmada en el culo, que hizo que se incorporará de un salto.

- Joder....quema!!!

Le di el cepillo y le dije.

- En diez minutos subo.

Se terminó de quitar el bikini, cogió el cepillo y se perdió dentro de la casa, me encendí un cigarrillo y al terminar yo también subí.

Al entrar en el baño, estaba todo lleno de vapor, había llenado la bañera y se había metido, me senté en el borde, estaba tumbada boca abajo y de entre la espuma sobre salía su culo bien rojo. Sin decir nada empecé a acariciar selo mojado. 

- Odio tus manos!!!

- ¿Seguro? Tu piel no dice eso ahora... Levántate.

Se levantó, la enjaboné primero por delante, después le hice darse la vuelta y también por detrás, al pasarle la esponja por las nalgas, se quejó un poco. Le hice apoyar las manos contra la pared, piernas separadas y empecé a jugar con la esponja entre sus piernas, al poco ya no había esponja y eran mis dedos, que ya no pararon hasta que medio un orgasmo en la bañera. Así que la enjaboné otra vez, luego ella misma se aclaró, mientras yo la esperaba con la toalla para secarla a conciencia sin dejarme ningún rincón de su cuerpo.

Y después un buen masaje con aceites y cremas para aliviar el sol y sobre todo el culo que había pagado su travesura.