jueves, 3 de marzo de 2022

Azotar la mente.

 



Durante un tiempo, fuimos pareja de juegos.

Conectamos enseguida, a los dos nos gustaba lo mismo y del mismo modo, todo lo demás vino rosado a pesar de las grandes diferencias. Pero entre nosotros había un paralelismo que nos ataba. Los dos habíamos sentido una extraña atracción desde que teníamos uso de razón, incluso antes de ser seres sexualmente activos. También compartíamos vivencias y sensaciones, la vergüenza, el conflicto entre deseos que por más que entierres vuelve a brotar, y eso conflicto con uno mismo, entre lo supuestamente correcto y eso que te hace retorcer el estómago. 

Las redes hicieron el resto, nos conocimos, conectamos y un día dimos el paso. Durante un tiempo fuimos compañeros de juegos, creo que ambos éramos muy conscientes que lo nuestro tenía fecha de caducidad. Nos unía algo muy fuerte pero nos separaba la vida. Yo era bastante mayor que ella y ella debía vivir cosas que yo ya había vivido. Un día me dijo que había conocido a alguien y que quería intentarlo y la dejé volar.

Tiempo después me escribió, me dijo que le había contado a aquel chico sus gustos, que los había aceptado, pero que no era igual, que cuando jugaban terminaba con el culo caliente, pero que no sentía lo mismo, que las mariposas se habían ido.

Lo escrito hasta ahora, es una invención, aunque está basada en la consulta que más se me ha repetido esto años y es que azotar es fácil, jugar es otra historia y para jugar por cursi que suene antes que azotar un culo, tienes que azotar la mente.

La parte física, los azotes son cómo un coche, algo que te lleva de un origen a un destino, una herramienta, pero para que eso suceda, hay que poner combustible, hay que conducir, por la tanto saber llegar al destino y aún así dependiendo de muchos factores ( clima, tipo de carretera) el viaje puede ser muy distinto y es que si los azotes son el vehículo o la herramienta, el juego es el viaje y lo realmente importante es el viaje. Sin la parte emocional, lo físico no tiene sentido, cómo un coche sin gasolina, no sirve de nada.

Los azotes más punzantes, se dan en la mente, son lo que prepara el vehículo para el viaje y no al revés, son la gasolina que hace funcionar todo. De ahí esa queja tan habitual de "si jugamos pero..." Ese pero, significa que no hay azotes mentales, ni tampoco tengo consejos mágicos para conseguirlos, sólo puedo hablar de mi, pero claro en mí esto viene de serie, incluso antes de saber que era ya estaba. Podría decir que es básico escuchar y escuchar mucho, hasta en las conversaciones más banales se dan pistas, de como poner en tus rodillas una mente. 

Todo esto es muy sibilino y sigiloso, cuando conoces a alguien, te contará su fantasía y puedes reproducirla más o menos igual, pero tampoco se trata de eso, no vas a repetir siempre la misma escena. Este es un juego de aprendizaje continuo y de prestar mucha atención, no siempre en lo explícito. Conoces a alguien y no siempre la conversación va a ser monotemática, es más cuando se tratan otros temas puedes obtener mucha información. Alguien que te habla de su pasado, presente y planes de futuro, del trabajo, de sus relaciones sociales, seguramente de ahí saques mucho material para jugar, si sabes interpretarlo. 

Se trata un poco de eso, de descubrir esos resortes del rincón más escondido de la cabeza, saber que funciona, que deseos hay más allá de los conocidos. En definitiva cual es el destino del viaje y como se llega. Todo el mundo sabe azotar un culo, pero no todo el mundo sabe que primero hay que azotar esa mente, para que la experiencia sea algo más. Tal vez la culpa sea nuestra, cuando contamos nuestra fantasía, contamos que tenemos un vehículo, pero no, que está sin gasolina y que no sabemos cómo llegar a destino. 



1 comentario:

  1. Siempre que te leo digo "Santy lee la mente de los que nos gusta el spanking" Definitivamente la conquista en este mundo tiene que ver mucho con lo que te hace sentir la otra persona antes de llegar a los azotes. Y no cualquiera lo sabe hacer, de echo creo es un privilegio que pocos tienen.
    Me encantó como todo lo que escribes.
    Ojalá y en el mundo hubiera muchos Santys como tú.

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