martes, 5 de mayo de 2020
Confinados V.
Siempre digo, que uno de los trucos de este juego, es saber administrar bien los tiempos. No puedes caer siempre en lo fácil, osea en dar ya cuando se reclama y a veces puede ser muy divertido dejar hacer, requiere paciencia cierto, pero descentra, perturba y de alguna forma te hace más "fuerte".
Llevábamos ya más de 30 días de encierro, por aquella puñetera pandemia, estábamos ya en ese punto en le que no sabes ni en que día vives, pese al esfuerzo en mantener una rutina, unos horarios y una serie de actividades que más o menos nos permitieran seguir teniendo contacto con la vida cotidiana, pero siempre algún día te dejas llevar, es normal y lógico.
Desde que nos despertamos supe que aquel día no pararía hasta conseguirlo, todo el día estuvo comportándose entre dos extremos: diva y niña malcriada. Estuvo exigente, demandante, caprichosa, impaciente, contestona a ratos juguetona y otros borde, siempre ahí en el límite, con esa sonrisa de quien está a punto de hacer algo que sabe que no puede. Yo llevaba la procesión por dentro, aguantando, tragando y esperando el momento o porqué no, al igual que ella jugaba con mi paciencia, yo con la suya, como una partida de póker, en las que ambos tenemos malas cartas pero vamos haciendo más grande el farol.
Mi baza consistía en hacer todo lo contrario a la reacción esperada y eso hice, la traté todo el día como una princesa o mejor como una reina, cuanto más me provocaba más servil me mostraba, hasta que bajó la intensidad por la noche, preparé la cena, no una cualquiera, su cena favorita, puse la mesa, mientras ella yacía holgazana en el sofá, la serví y nos sentamos a cenar. Ahí ya había bajado del todo sus provocaciones imagino que se había dado por vencida, no lo se. Cenamos tranquilamente charlando, incluso me felicitó por como me había quedado la cena. Al terminar cogí la media cerveza que me quedaba y me senté en el sofá a terminarla, ella se levantó enseguida y estirándose al levantarse se dispuso a venir al sofá.
-¿Donde vas?
-¿Donde voy a ir?....no escuchas como me está llamando.
-Ya, digo yo que al menos podrías recoger la mesa ¿no?
-Pufffff ya que te has puesto haz la gracia completa.
Sin gritar, sin alternarme, pero cambiando totalmente la entonación, le dije un firme pero calmado.
-Recoge la mesa.
-Puffff paso, mañana.
-Mañana no ahora.
Sonrió y vino hacia el sofá, pero olvidó algo decisivo, para apalancarse en el sofá debía pasar por delante de mi, mas en concreto entre mis piernas y la mesilla. Me lo puso en bandeja, consciente o inconsciente pero al pasar un movimiento rápido y directa sobre mis rodillas, ahí se inició un forcejeo, que terminó cuando conseguí pasar una de mis piernas por encima de las suyas y sujetar con la mano izquierda sus dos muñecas detrás de su espalda, inmovilizada sobre mis rodillas empecé a azotarla con la mano sobre la fina tela del pijama que cubría su piel. Mientras mi mano caía pesada sobre sus nalgas le decía.
-Insolente, terca, desobediente, caprichosa, borde.....es lo que buscabas ¿no? pues lo has encontrado.
Seguí impasible zurrándole el culo por encima del pijama, a los cinco minutos de azotaina sin pausa ya se había rendido, entonces le solté las manos que sujetaba en su espalda, no hizo la más mínima intención de rebelarse, ni tan siquiera cuando agarré la cintura del pijama y tiré de el habia abajo, para dejar al descubierto su precioso culo, ya bastante enrojecido. La acaricio suavemente, la piel emana calor, no digo nada, solo disfruto de la vista y el tacto, un instante, antes de seguir dando buena cuenta de su piel ya totalmente desprotegida, cambia hasta el sonido de las palmadas cuando es piel contra piel, me aplico a conciencia, no es la típica azotaina a mano de calentamiento, es ya castigo, la primera parte de un largo castigo buscado a conciencia.
Unos cinco minutos más tarde su culo es como un lienzo de piel y carne de un solo color: rojo cereza, paro. Acerco mi mano a escasos dos milímetros de su piel y sin tocarla me llega el calor.
-Levanta.
Saco mi pierna que aun sujetaba las suyas, se levanta, mira al suelo. El pantalón del pijama cae solo hasta los tobillos, le pido que me lo de. Lo hace y su cara se pone roja como su culo cuando me lo da. Está de pie a mi lado, desnuda de cintura para abajo, paso un dedo por entre sus labios, lo levanto como mostrándoselo, esta húmedo, se ruboriza aun más y entonces le digo.
-La próxima vez que quiera farolearme, asegurate de que no tenga yo todos los ases, traéme el trió de plugs de castigo.
Resopla.
-Lo tengo que repetir.
Se da media vuelta y desaparece, de vuelta trae un estuche como de terciopelo, me lo da, lo abro, en el hay tres plugs de acero, lisos en forma de pica, ordenados de mayor a menor grosor. Cojo el más pequeño, le indico mis rodillas, se queja un poco pero se coloca.
-Ahora te toca ser "servicial" y correcta a ti, no voy a hacerlo todo yo.
Sabe perfectamente que significa esa frase encriptada, pero se hace la loca, una ráfaga de azotes rápida y en cuanto paro, milagrosamente sin decir nada, lleva sus manos agarra un nalga con cada una y las separa, vuelvo a coger el plug más pequeño, lo paso un momento por su sexo, entre los labios, el frio del acero hace que suspire y sin más lo intruduzco en el más estrecho y oculto de sus agujeros, entra sin problema, la acaricio un instante, hasta que le doy una palmada y le digo.
-Ahora te levantas, te quitas la camiseta la doblas, la dejas en la mesilla y recoges la mesa.
Se levanta se quita la camiseta obediente ahora está completamente desnuda, la dobla la deja encima de la mesilla y se va a recoger la mesa, desnuda con el culo rojo, el plug dentro y mojada, yo me siento a terminarme la cerveza, da tres viajes a la cocina, en la vuelta del último deja la mesa como está siempre antes de acercarse a mi.
-¿Contento?
-¿Como?
-Nada lo siento...
-Contento estaría si hubieras hecho caso a la primera, hubieramos jugado igual seguro, pero es que ahora estás castigada. Siempre te pasa igual...pero ya aprenderás.
Le indiqué de nuevo mis rodillas, resopló pero se dejó caer sobre ellas. Cogí el segundo plug, el de tamaño intermedio, le separé las piernas, lo pasé por su coño también y le dije.
-Ya sabes que tienes que hacer.
Esta vez lo entendió a la primera, separó las nalgas, le quité el plug pequeño y le puse el mediano. Palmadita en el muslo.
-Ahora te quiero ver en el rincón un rato, voy a por otra cerveza y quiero que pienses bien, como va a continuar el castigo. Porque vas a ser tú la que elija tu propio castigo.
Esperé a verla en el rincón, desnuda, las manos entrelazadas en la cabeza, fui a por la cerveza, de vuelta me senté la abrí, le di un trago, mirándola, allí quieta, expectante, avergonzada y mojada. Allí la tuve diez minutos, hasta que la llamé, el ritual es siempre el mismo, abandonar el rincón, venir hacia mi quedarse de pie entre mis piernas, manos de nuevo en la cabeza, no dije nada, le acaricié los pechos, los pezones duros eran síntoma y no de frio precisamente.
-¿Has pensado que castigos merece tu comportamiento de todo el día?
Silencio...
-¿Lo decido yo?.
-No!!!!!!!!!
-Pues ya puedes prepararlo todo y te lo aplicaré.
Desapareció camino de la habitación, de vuelta llevaba consigo el cinturón de piel de búfalo marrón doblado, me lo dio, sin decirle nada, puso un cojín en el brazo del sofá, me levanté, se colocó, tumbada boca abajo por encima del brazo, los pies en el suelo, las manos escondidas dentro del sofá y el culo bien expuesto y levantado. Antes de nada comprobé que el plug siguiera en su sitio, puse el cinturón sobre sus nalgas rojas, cogí la medida bien, debe golpear la piel de las nalgas, no rodear, así que lo acorté un poco. Y empecé a usarlo contra su piel, sin prisa, azote a azote, cada azote deja una marca alargada y rectangular que se desvanece a los segundos, quedando solo, algún punto marcado. Tras un veintena paro, compruebo con mis dedos ahí donde más se nota el cinturón, ella suspira, un descanso, compruebo también que el plug siga en su sitio, bien metido y compruebo que su coño sigue chorreando, sonrió, vuelvo a coger el cinturón y le caen una veintena más ahora más rápidos casi seguidos, sus músculos se tensan, los gemidos se escapan y vuelvo a parar. Para volver a comprobar algunos puntos parecen como diminutas ampollas llenas de sangre, mañana serán como moratones trazados en su piel, al principio solo rozo su piel magullada, poco a poco las caricias son más intensas, mis manos agarran sus nalgas, las aprietan, las amasan, no se si alivio o más castigo. Entonces paro. Cojo de la mesilla el plug más grueso, me ve y suspira, me colocó entre sus piernas espero que sus propias manos vuelvan a separar sus nalgas, y cuando lo hacen, hago el cambio, saco el mediano y le pongo el más grueso, cuesta un poco más de entrar, pero entra. Le digo que aguante así que ahora vuelvo.
Voy a la habitación, cojo un vibrador pequeño pero potente, negro en forma de bala, de vuelta con el empiezo a jugar entre sus labios sin darle a la vibración, lo meto en sus coño, entra sin problema juego a meterlo y sacarlo un ratito, hasta dejarlo metido, los dos agujeros llenos y el culo marcado, es una bonita imagen, que disfruto mientras me desnudo. Ya desnudo saco el vibrador de su coño, llevo la punta de mi polla, que es acogida por su calor húmedo un golpe de riñones y hasta el fondo, un gemido, con una mano me sujeto de su cadera, aprieto quiero notar la piel caliente de su culo en mi piel, estoy así un instante quiero con mi polla hasta el fondo y piel con piel, entonces me separo un poco, lo justo para apuntar con la punta del vibrador, a la piedra de adorno del plug que hace de tope, y le doy a la vibración, que se transmite por el plug y de ahi a dentro de su cuerpo llegando a mi polla, ella jadea, dice algo...
-¿Que has dicho?
-Para eso y fóllame!!!!!
-Que se dice
-Por favor
-Mucho mejor.
Paro el vibrador, lo dejo en la mesilla, la cojo con las dos manos de la cadera y empiezo a moverme, entrando y saliendo chocando contra su culo castigado, cada vez más rápido, más fuerte, más duro...Se corre un par de veces la primera enseguida, pero no paro, sigo moviéndome, el sonido me pone más cachondo se parece al de los azotes, me concentro, noto como me sube el orgasmo y me dejo ir, justo me quedo quieto con mi polla hasta lo mas profundo cuando eyaculo dentro de su cuerpo y aun estoy ahí cuando noto como con su mano se provoca otro orgasmo.
Un rato después ella está desnuda boca abajo en el sofá y yo refrescándole el culo con unas toallitas húmedas y frescas, mientras me deleíto observando las marcas del castigo.
Continuará....
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Now, this is what I call a fantastic sex story! Looking forward the sequel!
ResponderEliminarAbrazos
Magnífica historia sensual y apasionada!
ResponderEliminarEncuentro que tener que abrir tus nalgas es incluso muy perturbador, inquietante y excitante da tanto calor, vergüenza y mariposas...