sábado, 18 de octubre de 2025

Para que te acuerdes de mí





Estaba metido en la habitación que uso de despacho, con la puerta abierta, cuando la vi salir de baño, sólo cubierta con una toalla. 

- Nena, ven un momento por favor.

Se quedó en el umbral de la puerta, me llegaba ese olor tan especial a gel y cremas. Me miraba con media sonrisa, la miré.

- Entra y cierra la puerta por favor.

Lo hizo, yo estaba sentado tras la mesa, tenía el portátil abierto, me crucé de brazos y la miré. 

- Santi, tendría que ir vistiéndome, he quedado en un rato. 

Miré la pantalla del portátil fugazmanente, aún quedaba un largo rato hasta la hora que me había dicho antes. 


- Está bien, ya hablaremos en otro rato. 

- Gracias.

No dijo nada más y salió cerrando la puerta. Diez minutos más tarde salí yo, para mí sorpresa estaba sentada en el sofá aún con la toalla y jugueteando con el teléfono. Me fui para allá, directo, sin titubeos, le quité el teléfono y la cogí del brazo con fuerza haciendo que se levantase. 

- ¿Que haces? -dijo sorprendida- 

- ¿No tenías tanta prisa? 

- Bueno no viene de 10 minutos!!!

- Llevas toda la tarde buscándome y al final me has encontrado. 

Durante los pocos metros que separan el comedor del dormitorio forcejeamos, ella intentaba liberarse de mi agarre, mientras yo la arrastraba a la fuerza hasta la habitación, cuándo entramos cerré la puerta con el talón, en un gesto más simbólico que otra cosa, me senté en la cama a la vez que estiraba la toalla que le cubría el pecho justo por encima, al abrirse y caer quedó completamente desnuda. Un tirón enérgico y cayó en mi regazo, desnuda en indefensa, empezó a moverse pero pasé mi pierna derecha por encima de las suyas y con mi brazo izquierdo rodeé su cintura, sin decir nada más una lluvia de fuego empezó a caer sobre sus nalgas desnudas, aún las podía notar algo húmedas pero sobre todo suaves e hidratadas. 

Durante un par de minutos mi mano cayó implacable y rápida sobre su culo.  Cuándo paré estábamos los dos jadeantes del esfuerzo, aunque sus músculos ya se habían relajado. 

- He aguantado tus niñerías toda la tarde ¿Pensabas que por salir hoy no iban a tener consecuencias? Vas a pasarte una cena de amigas muy divertida sin saber cómo sentarte cómodamente y te vas a acordar de mí.

Metí mi mano izquierda por debajo de su cadera haciendo fuerza hacía arriba y empecé otra vez a aplicarle el tratamiento para las niñas traviesas, esta vez más metódico y rítmico no cómo antes más caótico y errático. 


- No me has dejado hacer la siesta, has estado picando toda la tarde, si querías "atención" especial, objetivo cumplido. 

Durante unos cinco minutos estuve cocinando a fuego lento su culo, hasta dejarlo en el punto de cocción ideal, rojo uniforme. 

- Levanta. 

Se levantó y nada más hacerlo, llevó las dos manos al culo suspirando. Le di un cachete en el muslo 

- Las manos encima de la cabeza!!!

- Pffff

Una mirada y se cortó el soplido las manos subieron a la cabeza. La miré un momento, no solía castigarla totalmente desnuda, pero aquel día no iba a hacerla vestir para después desnudarla. Tenía los pezones erectos y el pubis hinchado. Me levanté, arranqué las almohadas y las puse en el centro de la cama. 

- Túmbate sobre ellas.

- Santi...se me  va a hacer tarde...

- Quiero ver ese culo bien levantado o te quedas sin ir a cenar. 

Bajó la mirada y se tumbó, las almohadas debajo de sus caderas levantaban aún más de lo ya naturalmente abultadas. Cogí aire profundamente, me desabroché el cinturón, al susurro del cuero al estirar de él para sacarlo, le siguió el campaneo del hierro de la hebilla, lo doblé y el siguiente sonido fue el del cuero impactando rápido y veloz sobre la piel ya caliente y roja. Una docena de azotes con el cinturón. Una leve pausa, le di la vuelta a la cama para ponerme en el otro lado y repetí con otra docena rápidos y seguidos. 

Al terminar volví a ponerme el cinturón.  Pase mis dedos por las franjas de fuego que había dibujado el cinturón en su piel. 

- Levanta.

Cuando se levantó, la cogí le brazo y la puse mirando a la puerta, con la nariz pegada y las manos detrás de la espalda.

Abrí el armario, y puse sobre la cama un vestido, de manga larga por encima de las rodillas. A los pies de la cama unas botas hasta las rodillas de cuero negro, también un sujetador de encaje negro y unas medias autoadhesivas musleras negras. Entonces la llamé.

Se acercó. 

- Vístete y arréglate. Cuando termines te espero en el comedor.

Cuando sentí los pasos de las botas acercarse, levanté la mirada y sonreí. 

- Me gusta, y esta vez sin tener que escuchar "no sé qué ponerme"... acércate.

Se acercó cuando estuvo frente a mis rodillas...

- Date la vuelta

Lo hizo.

- Levántate el vestido y aguántalo.

Lentamente se levantó el vestido hasta la cintura, aún tenía el culo muy rojo y caliente cómo pude comprobar al pasar mis dedos por toda su piel. 

- Date la vuelta 

Lo hizo soltando el vestido. La cogí de la mano y la llevé de nuevo a mi regazo, le levanté el vestido, para descubrir otra vez sus nalgas.

- Tengo que asegurarme que te acuerdes de mí.

La sujeté de la cintura otra vez y le di una dosis de palmadas de recuerdo, para asegurarme que salía de casa con el culo palpitante. Cuando me detuve llevé mis dedos entre sus piernas y empecé a jugar con ellos, no sólo saldría con el culo rojo y palpitante, también con el sexo mojado. Entonces sonó el portero, ya estaban aquí. 

- Diles que ya bajas...que tardas un minuto.

Se levantó corriendo y cogió el telefonillo del interfono.

- Ya estoy, un minuto...y colgó.

Vino a coger el bolso. Le di un beso a la vez que le levantaba el vestido y jugueteaba unos segundos más con mis dedos entre sus piernas. 

- Venga va que te esperan...





sábado, 11 de octubre de 2025

A la cama calentita.

 



Salía de trabajar cuando recibí un mensaje.


- Me voy un rato al gimnasio, necesito desfogar. 

No me extrañó, sabía que estaba en un época de mucha presión y cargas, me fui para casa tranquilo, me di una ducha, me puse cómodo y empecé a preparar algo de cenar. Cómo suponía que había tenido un día difícil, preparé algo más elaborado y así poder pasar página al día. 

Estaba a medio hacer cuando llegó un aún con la ropa del gimnasio, me saludó sin mucho entusiasmo.

- Me voy a dar una ducha.

- Muy bien, yo voy terminando y pongo la mesa. 

No me contestó, estaba en su mundo, yo terminé de hacer la cena, puse la mesa y serví la cena justo cuando ella apareció ya con el pijama y se dejó caer en el sofá suspirando.

- Venga va siéntate en la mesa que se enfría.

- Pffffff no tengo nada de hambre.

- Ya sé que estás agotada, pero no cenar no va a solucionar nada, así que venga va.

- Que no joder!!!! No tengo hambre!!!

- Baja el tono de voz ¿quieres  que te prepare otra cosa?

- Pfffff ¿que parte de no tengo hambre no entiendes?

- Llevas todo el día fuera, has ido al gimnasio a la cama no te vas a ir sin cenar.

- Déjame en paz!!!! No soy una niña!!!!

- Nena...relájate, respira y cuenta hasta diez, yo no tengo la culpa, al revés me he puesto a cocinar con la intención de pasar un rato juntos y olvidar todo.

- Yo no te he pedido que lo hicieras, así que no me hagas sentir culpable.

- Estás siendo injusta y te estás comportando cómo una mocosa malcriada. 

- Que no voy a cenar nada!!!! Nada es nada ¿Lo entiendes? 

- Siéntate en la mesa cómo una persona adulta ahora mismo y no lo voy a repetir. 

Me ignoró totalmente, encima con esa actitud altiva y fría.

- ¿ Te has quedado sorda? 

Otra vez la callada por respuesta y mi paciencia tiene un límite. Me levanté y me fui para ella, la cogí del brazo e hice que se levantase. Nada más ponerse de pie le di un par de azotes, pero fueron sólo el inicio, a la fuerza me senté en el sofá, la tumbé cruzada sobre mi regazo, mi pierna derecha por encima de la suyas para que no escapase.

- Si buscabas esto enhorabuena y si no, otro día calcularás mejor.

Mi mano empezó a caer rítmicamente en sus nalgas, protegidas por el pantalón del pijama, pero caía con ganas, rápida y constante. 

- No te voy a tolerar más esta actitud de niñata caprichosa. 

Seguí durante unos cinco minutos sin pausa. Cuando paré ya no había resistencia.

- Levanta!!!

Nada más levantarse la cogí del brazo y la llevé hasta la esquina. 

- Ahora voy a cenar tranquilo, cuando termine, te sentarás a cenar y cuando vea el plato limpio recogerás y ya te diré que harás después, pon las manos detrás de la espalda.

Suspiró y lo hizo, nada más hacerlo le bajé de un tirón el pantalón del pijama hasta los tobillos. 

- Y no quiero oír ni un soplido, ni una queja ¿Está claro? . 

Me senté en la mesa, la cena estaba medio fría ya, pero cené, siempre con la vista puesta en ella, tenía el culo bastante rojo a pesar de que había recibido toda la azotaina sobre el pantalón del pijama. Cuando terminé un cuarto de hora más tarde, le dije que se sentará a cenar. 

Para mi sorpresa no contestó, ni se quejó, salió del rincón y se sentó a cenar en silencio. Al terminar me dijo.

- ¿Puedo subirme o quitarme el pantalón del pijama? Es muy incómodo recoger así.

- No, otro día te medirás mejor. 

Suspiró y empezó a recoger, y si debía ser incómodo caminar del comedor a la cocina con el pantalón del pijama enrollado en los tobillos. Cuando estuvo se acercó a mí. 

- ¿Estás?

- Si 

- Pues prepárate para ir a la cama que ahora voy. 

Fue al baño y poco después la escuché entrar en la habitación, entonces fui para allí. Estaba sentada en la cama.

- Dame el pantalón del pijama.

Terminó de quitárselo y me lo dio. 

- Ahora mientras voy al baño quiero, que pongas las almohadas  en el centro de la cama, te tumbes boca abajo y presentes bien el culo. Que te aseguro que hoy vas a dormir muy relajada y sin humos. 

Cerré la puerta y me metí en el baño. Al volver a la habitación estaba tumbada boca abajo sobre las almohadas. Puse mi mano izquierda sobre la parte baja de su espalda.

- Levanta bien el culo y separa las piernas.

Le di un par de sonoros cachetes y lo hizo de inmediato, momento en el que empecé a ocuparme metódicamente de sus nalgas desnudas. Alternando mejilla y mejilla.

- Cómo ves lo único que vas a conseguir con esa actitud es irte a la cama "calentita".

Seguí durante unos minutos hasta que su piel empezó a enrojecerse y paré, empecé a acariciariarle las nalgas, calientes y enrojecidas, pero también los muslos y aprovechando que tenía las piernas separadas mis dedos fueron a investigar entre sus piernas....

-  ¿Señorita y este charco? Al final voy a pensar que te gusta, pero ya sabes que les pasa a las niñas traviesas que se mojan cuando las castigan ¿Verdad?

Yo sabía que ese comentario la mortificaba y ni aun enterró más su rostro en las sábanas.

Abrí el armario y cogí uno de mis cinturones, lo doble y lo dejé sobre la piel roja y caliente de su culo, un momento. Lo cogí de nuevo.

- Quiere ver ese culo bien levantado. 

Esperé un momento, arqueó ligeramente la espalda y elevé el cinturón para dejarlo caer seco cruzando su piel, de inmediato se dibujo una franja roja, que cruzaba ambas nalgas. Dejé pasar unos segundos antes del segundo, y el tercero y el cuarto, así hasta la docena. Dejé el cinturón en la mesita de noche, me senté en la cama y empecé a pasar la yema de los dedos rozando los bordes de las franjas del cinturón, al notarlos se relajó y se dejó caer sobre las almohadas...la piel se le erizó de inmediato.

- ¿Más tranquila? ¿Se te ha pasado la pataleta? .

Suspiró profundamente y seguí un rato con las caricias, que se fueron extendiendo a más zonas, hasta que mis dedos visitaron de nuevo el charco caliente que había entre sus piernas y empezaron a sumergirse en el y ya no salieron hasta hacerla gritar de placer. Después y en la misma posición, me tocó a mi, boca abajo, desde atrás con mi cuerpo pegado al calor de su culo travieso...






sábado, 4 de octubre de 2025

Algodón de azúcar

 




Ella sabía cuando le llegó la propuesta que iba a ser duro, pero ese sentimiento de "responsabilidad" tan interiorizado desde pequeña le hacía imposible decir que no. Tenia que preparar una asignatura completa en poco tiempo y no iba a ser fácil.

Me lo comentó y  cómo siempre, la apoyé en su decisión, pero me temía que eso iba a traer "problemas" aquel semestre.

Llevaba ya varias semanas. Eran muchas horas, más de quince por clase, y empezaba a pasarle factura ...

Estaba cansada, a ratos se arrepentía de haber aceptado y tendía a pagarlo conmigo. Hubo alguna que otra advertencia, pero nada serio hasta el momento.


Quise sorprenderla y sacarla de la rutina, así que organicé una noche de descanso. Eran fiestas en el pueblo y habría feria. 

La avisé con tiempo para que se organizara y el sábado por la mañana se nos fuimos para allá.

Tuvo que llevarse el portátil porque no le dió tiempo, pero esa noche se la tomó libre.


Ya la tarde fue convulsa. Le costó ponerse a trabajar, internet iba lento y su paciencia estaba ya al límite. Tuve que intervenir en un par de ocasiones, incluso la amenazó con dejarla castigada en casa si seguía por esa línea pero al final todo transcurrió normal. Hasta que le dije, que lo dejara y nos preparamos para ir a la feria.

Nos pusimos, ropa cómoda, vaqueros, deportivas y nos fuimos. 

Llegamos y era la típica feria de pueblo, con sus paradas de tiro, atracciones y demás, empezamos a pasear, aunque era ya Octubre no hacía nada de frío, ni tan siquiera fresco.

- Hala!!! Algodón de azúcar!!! Cuanto tiempo!!! Quiero uno!!!

- Nena son casi las 9, no sería mejor para después de cenar.

- Noooo!!! 

Y se fue disparada para la parada, yo la miraba desde lejos y me hacía gracia, además pensaba que al menos, estaba distrayendo la cabeza. Se acercó con el algodón de azúcar...

- Que dulce!!!! ¿Quieres?

- No gracias y claro que es dulce, es algodón de azúcar.

- Pues no lo recordaba así...

- Venga va, vamos a dar un vuelta.

Estuvimos media hora, paseando por la feria y yo empezaba a tener hambre, conocía una terraza cerca, donde se comía muy bien y le dije de ir. 

Nos sentamos en una mesa y nos dieron la carta, decidimos que cenar y al final, pedimos unas raciones variadas, para picotear. Nos sirvieron y empecé a cenar, y digo empecé, porque ella sólo movía el plato con el tenedor y hablaba.

- ¿No vas a cenar?

- Si algo picaré, pero no tengo mucha hambre.

- Ya te dije que esperaras al algodón de azúcar.

Entonces hizo algo que no esparaba, levantando la voz, dijo.

- Claro tú siempre lo sabes todo!!! El señor perfecto.

La miré serio y con calma sin levantar una octava, la voz le dije.

- Nena...baja la voz y el tono, que sabes que tengo razón.

- ¿Lo ves? Siempre con es tonito de superioridad, de sabelotodo 

Se cruzó de brazos, mirando en otra dirección y desde alguna mesa ya nos miraban.

- ¿Entonces no vas a cenar?

- Te he dicho que no!!!!

Dijo aún levantando más la voz. Ya no dije nada más, terminé de cenar, ignorándola, escuchando de vez en cuando algún suspiro. Cuando terminé, sin decir nada me levanté a pagar y salí.

- ¿Vamos?

Se levantó y la cogí de la mano, caminamos otra vez por la feria, pero en un momento determinado salí de ella.

- ¿Dónde vamos?

- Al coche

- ¿ Y eso? A mi me apetece quedarme un rato más. 

Miré alrededor para asegurarme que nadie nos podía ver y le di un par de azotes fuertes. 

- Pues haberte portado bien y no cómo una niña caprichosa de 6 años.

La cogí aún más fuerte y empecé a caminar rápido, al llegar al coche, me dijo 


- Llevo un mes sin parar. Sin descansar ni los fines de semana. Quería darme el gusto. Es eso un delito?? - seguía con un tono elevado. 

- Sube al coche y vete preparando cuando lleguemos a casa.

Nos montamos en el coche y dirección a casa. El trayecto hasta la casa del pueblo duraba 10 minutos, en silencio. Entramos en la casa y nada entrar, me dijo.

- ¿Estás enfadado? Lo siento, no debería haberte hablado así, pero llevo mucha tensión encima y...

La cogí del brazo y la llevé a la habitación, sin decir nada. Allí la solté y fui a su maleta, saque aquel camisón rosa y le dije.

- Levanta los brazos.

Me miró extrañada.

- ¿A qué esperas?

Lo hizo y le quite la camiseta.

- Te portas cómo una niña, pues así te voy a tratar. 

Le quité el sujetador, luego me senté en la cama y le quité las deportivas y los calcetines, y entonces le desabroché los vaqueros y se los bajé, quitándoselos también, supongo que estaba tan sorprendida, que no dijo nada y se dejó hacer, entonces la miré, fui a la maleta cogí unas braguitas más infantiles, que las braguitas de encaje negro que llevaba. Le quité las braguitas y le puse las que había cogido y después el camisón. Cómo a una niña pequeña, la vestí y la desvestí. Al terminar le dije.

- Ahora ve al baño, te lavas los dientes y te espero en el comedor.

Me fui y me senté a esperar en el sofá. Cinco minutos más tarde apareció, con la mirada baja y el rostro enrojecido.

- Ven aquí le dije, señalando mis rodillas.

Se acercó, la miré.

- Bueno, aquí tenemos a una adulta, que se porta como una niña caprichosa y ya sabes que pienso, de esa actitud y cómo corregirla ¿verdad?

- Santi, ya te he pedido perdón y te he explicado los motivos, ha sido un momento, producto de la presión.

- Vaya, ahora hablas cómo una adulta, ahora que le ves las orejas al lobo...pero ahora es tarde y no me vale. No te voy a permitir que me levantes la voz en público, eso para empezar, tampoco que te portes cómo un cría caprichosa e insolente y no, la excusa de la tensión no me sirve. Bájate las braguitas.

Resopló, pero metió las manos bajo el camisón y se bajó las braguitas, que cayeron solas hasta los tobillos.

- Levántate el camisón

Volvió a suspirar y se levantó el camisón, justo, para que no se viera nada.

Le di un cachete en el muslo fuerte.

- Por encima de la cintura!!!!

Lo hizo, ahora sí con su rostro encendido.

- Mira a que lleva tu comportamiento, a no tener derechos, aquí estás con las braguitas en los tobillos y sin intimidad, sabiendo que te voy a poner el culo cómo un tomate. Ahora camina al rincón, con el camisón levantadito y sin perder las braguitas.

Esperé a verla cara a la pared y me fui a cambiarme yo. De regreso la fui a buscar del rincón, la cogí de la oreja y al llevé hasta el sofá, me senté. 

- ¿Ya sabes lo que va a pasar ahora?

- Que me vas a castigar.

- A castigar ¿cómo?

- Cómo a una niña caprichosa e impertinente.

- ¿Y cómo se castiga a las niñas con esa actitud?

Aún se puso más roja.

- Con unos azotes...

- Unos azotes ¿dónde?

- En el culo...-dijo con voz aniñada -

- Muy bien, pues ya sabes, preséntate bien en mis rodillas, para tu corrección.

Suspiró y se colocó sobre mis rodillas.

Nada más ponerse le di, unas palmaditas, en el culo suaves, mientras le decía.

- Te voy a dar un consejo adulto, aprende a decir que no. 

Ya no dije nada más, empecé a zurrarle el culo a mano, de forma progresiva y a ritmo constante de 3 o 4 palmadas seguidas alternas en cada nalga, poco a poco aumenté velocidad y fuerza, su culo se fue sonrosando y cogiendo color, hasta dejárselo de un rojo pálido. 

- Ahora señorita, te vas a ir a la habitación, sacas la zapatilla de los castigos del armario, la dejas sobre la cama y me esperas en el rincón. 

Le di media docena más de azotes y le dije.

- Vamos.

La zapatilla, era lo que usaba para este tipo de comportamientos infantiles y conocía perfectamente sus efectos. 

Cinco minutos más tarde, entré en la habitación.

- Ven aquí

Salió del rincón y se acercó. Le hice darme la zapatilla y le dije.

- Túmbate boca arriba y levanta las piernas 

- Santi...me da mucha vergüenza.

La cogí del brazo le di la vuelta y se llevó tres zapatillazos fuertes.

- ¿Lo tengo que repetir? 

No hizo falta. Se tumbó boca arriba, levantó las piernas, la cogí de los tobillos, en esa postura todo estaba a la vista y su sexo estaba muy hinchado y la rajita brillante de humedad. Pero tenía algo que hacer antes y empecé a zurrarle el culo con la zapatilla, mientras le decía.

- Cómo te portas cómo una niña caprichosa, además de dormir calentita hoy, vas a estar una semana castigada y siendo tratada cómo una niña, por las mañanas, te vestiré, cuando vuelvas a casa, te ducharé y te pondré el pijama y por supuesto, cuando termines de trabajar, nada de tele, ni ordenador, ni teléfono y a las 10 y media a la cama.

Terminé de ponerle el culo bien rojo y caliente a zapatillazos. Entonces sin soltarle los tobillos, dejé la zapatilla y me fijé en su sexo, aún estaba más hinchado y mojado, tanto que le metí un par de dedos.

- Vaya, vaya ¿así te pone que te trate como a una niña y te ponga el culo ardiendo?

Cerro los ojos y mis dedos empezaron a entrar y salir, cada vez más rápido, a la vez que su respiración era también más rápida y empezaba a jadear, iba a parar, pero no me dio tiempo, se corrió entre jadeos...

Un rato después, ella estaba solo con el camisón boca abajo, las almohadas le levantaban el culo castigado y bien rojo y yo le estaba haciendo un masaje el culo con mucha crema hidratante. Pero yo también me había excitado mucho y aquella posición era ideal, para desahogarme y eso hice, follarmela desde atrás, chocando contra su culo rojo y caliente.


sábado, 27 de septiembre de 2025

La silla y el cinturón

 




La palabra para describir mis sensaciones aquel día, no era enfadado. Podríamos definirlo cómo disgustado y desde luego iba a tener consecuencias. 

Antes de meterme en la ducha coloqué la silla entre el sofá y la tele mirando al balcón y en el respaldo colgué mi cinturón de cuero marrón.

Aquel día había salido de trabajar bastante antes de lo normal y pensé que sería buena idea aprovechando que los días aún son largos salir a tomar algo, tal vez cenar o ir al cine. Le puse un mensaje y su respuesta fue.

- Vaya lo siento, tengo visita en la optometría...

- ¿No tenías la semana pasada? 

- Si, pero se me olvidó y me dieron hoy lo siento.

Al final por algún sitio y otro salía esa manía de procrastinar, y eso siempre lleva a consecuencias indeseadas.

Me duché, me pusé cómodo y esperé a que llegase. Al entrar en el salón y ver la silla, su cara cambió.

- Pfffff ya te he dicho que lo siento, además es una causa justificada ¿No?

Mi respuesta fue seca, fría e imperativa.

- Ve a la ducha, ponte el pijama y ven. 

Debí sonar muy convincente porque obedeció sin rechistar. Esperé pacientemente y en silencio, sin poner la tele hasta que la escuché salir de la habitación y caminar hacia el salón, antes que llegase me levanté y me senté en la silla. Se acercó tímidamente y dijo.

- No entiendo esto...

- ¿No lo entiendes? pues te lo voy a explicar pero vamos a ir por partes. Y para empezar quiero ver las manos detrás de la espalda.

Lo hizo y sin dudar le bajé el pantalón a cuadros de pijama y las braguitas hasta los tobillos.

- Así mucho mejor.

La miré y estaba roja.

- Y ahora dime ¿Por qué no fuiste a la optometría el día que tenías hora?

- Me olvidé...

- Ya....siempre tienes una excusa. Me olvidé, ya lo haré mañana, aún hay tiempo, tengo hambre...siempre hay algo, hasta que te pilla el toro ¿Sabes? A Alejandro Magno se le atribuye una frase: Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos". Eso dijo. Y en este caso, de alguna manera tú conducta y tu manía me acaban afectando a mi. Luego soy yo el que tiene que soportar tú malhumor, porque vas con el tiempo justo, o me toca cambiar de planes...Podría entender perfectamente que hoy me hubieras dicho que no te apetecía salir, nos quedamos y no pasa nada, pero que nos tengamos que quedar porque tenías que hacer algo, que se supone debía estar hecho, me parece una actitud infantil, caprichosa y en cierto modo egoísta y ya sabes que pasa cuándo te comportas así ¿Verdad?

Se hizo el silencio, la miré pero tenía la mirada en el suelo. 

- Te he hecho una pregunta 

- Si

- Si ¿Qué?

- Que sé lo que pasa.

- Pues dilo...

- .....que me castigas.

- Pues ya conoces el siguiente paso. 

- Pfffff te prometo que es la última vez....de verdad.

- Conozco tus promesas, así que pon el culo inmediatamente sobre mis rodillas.

Obedeció y se colocó sobre mi regazo en la silla. Puse mi mano izquierda en su cadera. 

- Espero que aprendas la lección.

Ya no dije nada más mi mano empezó a caer pesada sobre su piel desnuda, ni rápido , ni lento, constante en ritmo y fuerza. El piso estaba en silencio así que el sonido de las palmadas resonaba por todo el piso. Estuve un buen rato "cocinándole" el culo a fuego lento, que tarda más pero quema igual, sin pausas y sin palabras., hasta que empezó a picarme la mano y paré.

- Levanta.

Se levantó y se quedó de pie frente a mí cogí la silla y la puse mirando a la mesa.

- Siéntate.

Se sentó y fui a por el cuaderno, lo abrí y le dije.

- Copia: "Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos".

- ¿Cuantas veces?

- Ya te diré...pero no te duermas a bien ritmo, que si cuando te llame creo que no has copiado las suficientes, tú culo va a tener más problemas aún. 

Me senté en el sofá y puse la tele. La tuve media hora copiando más o menos y la llamé. Le pedí el cuaderno, me lo dió y conté las líneas, cerré el cuaderno y lo dejé en la mesita. Me levanté la cogí del brazo y caminamos hasta la silla. 

- Las manos sobre la cabeza. 

Lo hizo y entonces cogí el cinturón y lo doblé, pero antes lo sujeté entre mis piernas y le levanté la camiseta del pijama por encima del pecho, cuando lo hice le acarcié los pezones.

- Tienes el culo cómo un tomate y los pezones duros...seguro que estás bien jugosa...Mañana tienes cena con las compañeras, pues vas a tener que buscar un asiento cómodo.

Volví a coger el cinturón, con la mano izquierda la agarré del brazo y empecé a azotarla con el cinturón de pie...cuando llevaba un par de docenas de azotes se movió saltando hacia delante. De inmediato la cogí del brazo.


- Las manos encima de la cabeza, separa las piernas y saca bien el culo y como tenga que repetirlo te haré tumbarte sobre la brazo del sofá y te pongo el culo morado ¿Está claro? 

No hizo falta repetirlo, se colocó cómo le dije y le di una docena más de azotes rápidos con el cinturón. Al terminar sin decir nada la lleve el brazo cara a la pared. 

- Aquí castigada, hasta que te llame a cenar y no quiero oír ni una mosca.

Me fui a hacer la cena, puse la mesa y entonces la llamé.

- Siéntate a cenar.

- ¿Puedo subirme el pantalón y las braguitas?

- Sabes que no 

- Es que es muy humillante!!!

Me fui directo a por ella, la cogí del brazo , la llevé hasta el sofá, la tumbé sobre mis rodillas y empecé a azotarla de nuevo con la mano.

- ¿Aún te quedan ganas de contestar? En lo que queda de día vas a estar con el pantalón y las braguitas en los tobillos y no quiero más quejas hoy, limítate a obedecer o mañana te quedas sin cena castigada. 

La estuve zurrando el culo un par de minutos y luego la envié a sentarse a cenar. Está vez lo hizo, caminando con las braguitas y los pantalones en los tobillos y sentándose con el culo bien caliente directamente en la silla. Cenando en silencio. 

Al terminar la hice ir a prepararse para ir a la cama, mientras yo recogía la mesa y aún estaba en el baño, cuando le dije.

- Ven a trae la crema...

Enseguida la tenía allí con la crema hidratante, la hice ponerse en mis rodillas y estuve un buen rato sobándole el culo con mucha crema. Hasta que le quité del todo el pantalón y las braguitas y le hice abrir las piernas.

Imagino que esperaba que jugara un poco con mis dedos en su coñito, pero me limité a separarle los labios y hacer una especie de pequeña y vergonzosa inspección, cuando terminé cogí sus propias braguitas y la sequé. 

- Hoy no hay premio.

Y seguí acariciándole el culo, hasta la hora de dormir.




sábado, 20 de septiembre de 2025

Vamos a llegar tarde (vídeo)

 



Hace mucho tiempo que no comparto video y ya toca. Es un vídeo corto de una escena muy casera tanto en la forma, cómo en el fondo...seguro que a más de uno y una le suena.



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