No me sorprendió lo más mínimo, cuando me dijo que se había apuntado a un curso de costura. En realidad es un culo inquieto y necesita tener la cabeza ocupada, además siempre le han gustado mucho las manualidades y sé que de alguna manera la relajan. Además era un sólo día a la semana, que tampoco le ocupaba mucho tiempo, que a veces peca de querer abarcar mucho y luego se agobia y lo deja todo. Así que me pareció una buena idea ya que ahora también tenía más tiempo libre.
Empezó el curso y todo genial, era la más joven de las alumnas y eso nos hizo echarnos unas risas con las anécdotas.
Un domingo ya primaveral, decidimos salir a tomar el vermut a una terracita y ya aprovechamos para comer, al terminar para aprovechar el día soleado y espléndido le propuse ir a dar un paseo y sobre la marcha ver si por ejemplo había alguna cosa interesante en la cartelera del cine.
- Pfffff ya me gustaría ya, pero tengo que hacer los deberes para mañana.
- ¿Que deberes?
- Los de costura...
- Anda que ya te vale a última hora siempre -le dije con ironía-
Y nos fuimos para casa, al llegar nos cambiamos y nos pusimos cómodos. Ella se puso a preparar las telas y todos lo demás sobre la mesa y yo cogí la Telecaster y el amplificador pequeño para ponerme a practicar un poco con el portátil y el programa de afinación, con el volumen bajó al tres y sin distorsión, una vez afinada me puse a practicar acordes, hasta que la escuché resoplar.
- ¿ Que te pasa?
- Que así no me concentro, si al menos tocaras bien...
- Jajajjaja valeeee captado mensaje.
Recogí trastos y me puse con un libro, para no perturbar su concentración. Pero en vez de notar mejora, los soplidos fueron en aumento y entre ellos intercalando alguna que otra maldición.
- ¿ No te aclaras?
- Pfff no, le van a dar mucho por el saco...
- Es lo que tiene dejarlo para última hora, que te entran los nervios...y es peor.
- Pufffff si crees que así ayudas te equivocas.
- No se trata de ayudar, es simplemente constatar un hecho.
- Pues ya te puedes meter el hecho por dónde te quepa.
- Nenaaaaa....
- Ni nena, ni menos, parece que estés deseando que me salga mal para poder echarmelo en cara.
- Relájate que te equivocas.
- Me relajaré cuando me de la gana.
- Nena...ya vale.
En ese momento barrió literalmente con el brazo todo lo que había sobre la mesa, tirándolo al suelo, en una pastelera absurda en infantil.
- ¿Se puede saber que estás haciendo?
- Relajarme, me voy a fumar.
- Recoge eso y siéntate que pareces un cría.
- Paso.
Se levantó.
- ¿Dónde crees que vas?
- A fumar.
- Recoge eso primero -le dije poniendo por primera vez un tono de voz firme y enérgico-
- Ya lo recogeré después, no creo que te moleste.
- Después no, AHORA.
Y se perdió por el pasillo, dirección a la cocina toda digna. Dejé el libro en la mesa y me fui para la cocina, al entrar estaba con un cigarrillo en la boca apunto de encenderlo y se lo quité.
- ¿Que haces?!!!!
- Ya puedes ir a recoger lo que has tirado y no te lo voy a decir dos veces.
Entonces sentí un dolor en el pie, por un momento no me lo podía creer !me acababa de dar un pisotón!!!!!. Cuando la miré con cara de incredulidad, se había puesto roja, consciente de que se acaba de meter en un serio problema. Sin decir nada la cogí de la oreja y sin soltarla todo el paseo hasta el salón la llevé de la oreja y soltándole un cachete tras otro hasta llegar a la mesa. Allí la solté no sin antes darle un par más bien fuertes.
- Recoge y cuando termines vamos a hablar muy en serio.
Me senté a esperar en el sofá, despacio recogió y cuando terminó se quedó esperando.
- Ven aquí ahora.
Se acercó despacio y sonrojada.
- ¿Algo que decir? ¿Alguna explicación a lo que acabo de presenciar?
- Siento mucho haberme puesto así, no sé qué me pasado..
- Eso está bien, pero cómo podrás imaginar esto no va a quedar impune ¿Verdad?
- Lo imagino
- ¿Y cómo solventamos tú y yo las pataletas infantiles?
- Santi... por favor...
Metí mis dedos en la cintura del pijama y de un tirón hasta los tobilos
- Igual esto te da una pista. Responde a la pregunta.
- Me castigas...- su voz era un hilo.
- Exacto, te castigo. Te pongo en mis rodillas y te pongo el culo como un tomate por tener una actitud infantil, como si fueras una niña pequeña ¿Es así o no?
- Sí... - su rostro estaba rojo como un tomate, pero otra parte de su cuerpo también
- Pon las manos sobre la cabeza
Ella obedeció despacito. Al levantaros brazos también se elevaba la camiseta y su sexo quedaba del todo expuesto
- Ya estás mojada y acabamos de empezar? - a continuación llevé un dedo entre sus labios. Ella cerró los ojos al sentirlo e inconscientemente separó un poco sus piernas dándome mayor acceso. Sumé un segundo dedo y los pasé varias veces entre su sexo haciéndola arquear la espalda...
- ¿Crees que ahora mereces un premio? - le pregunté sin para de mover mis dedos.
- No...- me dijo suspirando-
- Ni se te ocurra correrte o el castigo será peor...- pero lejos de parar mis dedos empezaron a entrar y salir cada vez más rápido de su coño
- Para o no respondo...por favor
- Vaya, vaya con la señorita carácter. Mal empezamos si estás así tan pronto.- Ahora sí paré y le mostré mis dedos empapados.- Te vas a ir al cara a la pared un rato, mientras pienso como voy a suavizar ese carácter.
Ella obedeció y se fue caminando el pantalón del pijama en los tobillos y la humedad mojando sus muslos
Tras unos diez minutos en el rincón la llamé. Al darse la vuelta me vió de nuevo sentado en el sofá. Tenía la cepillo ovalado oscuro en el brazo del sofá. Yo era consciente del efecto de ese cepillo. Tenía una relación amor-odio con el, por un lado le daba mucho morbo, pero cuando lo sentía sobre su culo, su efectividad hacía que lo odiara
Se acercó y de un tirón la puse en mi regazo. No tenia ninguna protección, estaba directamente con el culo al aire. Se lo estuve acariciando durante un rato, tranquilamente, en silencio, recreándose en él, en su tacto y las reacciones de su piel
Tras unos momentos en silencio empecé a azotarla con la mano. Los azotes caían rítmicamente sobre sus nalgas, primero más suaves, y poco a poco aumentando la intensidad. Tras unos minutos sin pausa ya tenía el culo bastante rojo, Ella lo aguantó en silencio, solo algún quejido bajito.
Tras esa primera racha paré y la hice levantarse de nuevo de pie frente a él.
- Quiero que te des la vuelta y me enseñes ese culo rojo.
Acababa de estar en mi regazo totalmente expuesta, pero tener que hacerlo ahora de pie le daba sabía que le daría aún más vergüenza, cuando lo hizo.
- Si que está rojito, si. - Lo dije en alto, recreándose, mientras le pasaba la misma mano con la que había estado azotándola por la piel caliente
- Dime ¿ por qué te estoy castigando?
- Pfffff...por mi actitud de antes
- Eso es, por comportarte cómo una adolescente enfadada con el mundo ¿Cómo definirías tu actitud?
- Caprichosa e impertinente - casi no se la oía en la sala
- Correcto, y qué hago yo cuando tu actitud es caprichosas e impertinentes?
- Me castigas...
- ¿Y cómo te castigo?- yo sabía que estaba forzando la máquina. Me imaginaba su cara más roja que su culo, que no paraba de sobar rojo y caliente
- Con unos azotes...
- Con unos azotes no, con una azotaina. Una azotaina en el culo y con el culo al aire. Y dime ¿crees que ha sido suficiente castigo la azotaina que te he dado?
- …..
- Vaya parece que la energía para darme el pisotón en la cocina ha desaparecido. Ponte en mis rodillas otra vez que el cepillo te lo va a explicar y quiero ver ese culo tan valiente cómo antes tu pie.
Cogí el cepillo del brazo del sofá, lo dejé sobre su culo, me subí las mangas de la sudadera, al volverlo a coger empecé a jugar con las suaves cerdas en su piel ya roja por el trabajo de mi mano, el cepillo oscuro, tiene forma ovalada pero es bastante largo, así que cuando lo giré y empecé a castigarla con el apunté especialmente a la zona dulce de sus nalgas, justo ahí donde nacen, fue un castigo en toda regla, una cincuentena de azotes sin pausas y que dejaron la mitad inferior de sus nalgas bien marcadas para unos días, de un rojo oscuro casi morado, que en al día siguiente serían dos grandes moratones en forma de círculo. Al dejar el cepillo la estuve acariciando un rato dejándola reposar pero no lo suficiente para dejar de sentir el ardor del castigo en sus nalgas.
- Levanta.
En cuanto lo hizo y para sus sorpresa le subir el pantalón del pijama.
- Ahora termina los deberes.
Se sentó sin decir nada en la mesa muy despacio y suave y se puso a terminar.
El resto de tarde noche, fue totalmente calmada, al terminar de cenar la envié a la cama y le dije que me esperase preparada, para ponerle crema. Recogí y fui a la habitación con la crema, allí estaba boca abajo con el pantalón del pijama a medio muslo. Dejé la crema hidratante en la mesilla de noche, me senté en la cama y empecé a pasar la yema de mis dedos por su piel, el rojo había desaparecido casi ya, pero los moratones empezaban a mostrarse. Cogí la crema y empecé a extendersela despacio y entonces le dije.
- Y que sea la última vez que me das un pisotón.
Entonces le di una veintena de azotes con la mano, para volver a enrojecer su piel.
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