Los jueves ella salía antes de trabajar y cómo yo quería cogerme el viernes libre, quedamos que después de que ella fuera al centro comercial, se acercaría a mí trabajo y después iríamos a cenar con unos amigos.
Sobre las 5 me envió un WhatsApp, con unas fotos, eran suyas, en un probador de una tienda.
- ¿Te gusta cómo me quedan estos vaqueros?
La foto era en dos tomas, una frontal y la otra trasera...
- Te quedan genial, me encantan
Le respondí, su respuestas fueron unos emoticonos de corazones y ahí quedó la cosa.
Un par de horas después, ya se había marchado todo el mundo y en la nave sólo quedábamos yo e Isabel, la recepcionista, una chica de unos 35 años, que también se quedaba unas horas más para librar al día siguiente.
Isabel me llamó por línea interna para decirme que tenía visita. La mesa de recepción estaba al principio de un largo pasillo y mi despacho era el último a la izquierda, imaginé que era ella y salí a buscarla, se la presenté a Isabel y nos fuimos para el despacho, entramos y cerré la puerta.
- ¿Que tal cómo ha ido la tarde?
- Muy bien!!! ¿Te queda mucho?
- Creo que menos de una hora, siéntate...si quieres, que envió unos correos.
Yo me senté, y me puse con el PC...
Ella empezó a inspeccionar el despacho.
- Pues es bastante espacioso...
- Si...pero ya sabes que llevo mal estar encerrado...
Empezamos a charlar sobre la decoración del despacho y demás, mientras yo iba haciendo y en un determinado momento, me dijo.
- ¿No me has visto nada diferente?
Levanté la vista de la pantalla y la miré, sin darme cuenta...
- ¿Has ido a la peluquería?
- Pffff hombres...te doy una pista, antes te he enviado algo.
Entonces me di cuenta, llevaba puestos aquellos vaqueros, con los que se había hecho unas fotos en el probador.
- ¿Te los has comprado?
- No que va...me los he llevado puestos sin decir nada.
- Nena, no ibas a cambiar....
- Si...pero los he visto y he dicho estos para mí, además me has dicho que te encantaban.
- Y mi encantan, pero creo que habíamos quedado, que después del viaje, las Navidades y las rebajas, se acaban las compras una temporada.
- Son sólo unos vaqueros y no es lo que me han costado, estaban muy bien de precio.
- No se trata de eso señorita, se trata de cumplir lo acordado...tienes más vaqueros que yo ropa, capricho innecesario.
- Pffffff siempre tienes que salir con ese rollo germánico, con lo que contenta que estaba.
- ¿Rollo germánico? No te equivoques, esto es algo que acordamos los dos. Así que ya sabes lo que toca.
- ¿Que toca?
- Devolverlos
- Que!!!!! Ni lo sueñes!!!! No pienso devolverlos, te espero fuera.
Se dió media vuelta con la intención de salir, pero me levanté rápido, cogiéndola del brazo.
- ¿Dónde crees que vas?
Y sin pensarlo le di un par de azotes y la llevé hasta un trozo de pared, que había al lado de un mueble.
- Si hay algo que soporto menos, que incumplas tus promesas es que encima, me intentes dejar con la palabra en la boca, voy un momento a decirle una cosa a Isabel, no se te ocurra moverte de aquí y cuándo vuelva, vamos a hablar muy seriamente.
La dejé allí mirando la pared, cogí las llaves, salí del despacho y cerré, fui hasta recepción y le pedí a Isabel que hiciera un par de cosas. De vuelta me fui hasta el despacho de nuevo abrí y cerré por dentro, sin decir nada la fui a buscar del rincón, la cogí del brazo y la llevé hasta delante de mi mesa.
- Inclínate sobre la mesa.
- Santi...por favor, mañana los devuelvo...
- No te lo voy a repetir...
- Aquí no...nos va a oír
En ese momento empecé a desabrocharme el cinturón, tiré de el para quitármelo y al verlo su cabeza cambió de actitud, apoyó los codos sobre la mesa, en ese posición los vaqueros aún le marcaban mejor el culo, doblé el cinturón.
- Si quedamos en algo, se cumple, no hay más debate y si no sé cumple, porque no sabes autorregularte, ya conoces las consecuencias.
Nada más terminarlo de decir, tres azotes con el cinturón, resonaron en el despacho, por suerte al llevar los vaqueros puestos, el sonido era bastante menos escandaloso, que su hubiera sido directamente sobre la piel.
- Y por supuesto, esas pataletas tipo "me voy" o "te espero fuera" no te los voy a permitir.
A partir de ahí, ya sólo habló el cinturón, le di una veintena de azotes con el cinturón sobre los vaqueros, allí apoyada sobre la mesa de mi despacho. Al terminar me lo puse y la hice levantarse y poner las manos sobre la cabeza. Entonces rodeé su cintura con mis brazos, busque los botones de los vaqueros, los desabroché lentamente y una vez desabrochados, le bajé los vaqueros hasta que se dieron la vuelta sobre si mismos bajo las rodillas, al terminar de un tirón también le bajé las braguitas. Al terminar comprobé que tenía la piel bastante caliente y con unas franjas rosadas del cinturón a pesar de llevar puestos los vaqueros.
- Tengo que ir momento a buscar una cosa a recepción. Y tú me vas a esperar mirando la pared, con las manos a la vista detrás de la espalda.
La cogí del brazo y le solté un par de cachetes en el culo desnudo, y estos si sonaron.
Esperé a que fuera caminando torpemente con los vaqueros y las braguitas enrolladas bajo las rodillas.
- La nariz pegada a la pared.
En cuanto estuvo, cogí una carpeta y salí del despacho, sólo que esa vez no cerré la puerta, la dejé abierta. Fui hasta recepción y estuve comentado con Isabel, al terminar me fui de nuevo al despacho y al entrar cerré la puerta, cogí la silla de enfrente de la mesa, le di la vuelta y la llamé. Salió del rincón y se acercó tímida y avergonzada.
La hice quedarse de pie frente a mí "la niñas grandes traviesas no tienen intimidad y son regaladas con las braguitas bajadas" solía repetirle esa frase a menudo.
- He estado pensando en varias medidas para evitar que cosas así se repitan. La primera es que he pensado que no vas a devolver esos vaqueros, a partir de ahora te los pondrás sólo cuando te lo diga y puedes estar segura que si te digo que te los pongas, es porque vas a acabar con el culo como un tomate. La segunda medida, es que ya que te comportas cómo una adolescente caprichosa y no sabes regular gastos, durante una buena temporada, te voy a requisar las tarjetas y te daré una paga semanal, como si fueras una niña de 14 años y te aviso si te portas mal, te quedarás sin paga y la tercera medida es que ahora mismo me vas a presentar el culo en mi regazo y me voy a asegurar que vayas a la cena con el culo bien caliente...Ahhh y me da igual si Isabel lo escucha.
Ya no dije nada más la "ayudé" a tumbarse en mi regazo sentado en la silla y allí en mi despacho y le di una azotaina larga, metódica y sonora, hasta ponerle el culo rojo y caliente cómo unas brasas.
Cuándo terminé, la hice levantarse, la dejé con la ropa bajada y las manos sobre la cabeza, mientras cerraba el pc y terminaba de recoger. Cuando estuve, yo mismo le subí las braguitas y los vaqueros.
Al salir tuvimos que pasar por delante de la mesa de Isabel que también recogía, aumentando su vergüenza al no saber si nos habia podido escuchar. Nos despedimos y nos fuimos.
La cena estuvo divertida, aunque ella estuvo algo incómoda sentada.
Al llegar a casa, la envié a ponerse el pijama y la esperé en el sofá.
Cuándo volvió con el pijama puesto, de nuevo le hice poner las manos sobre la cabeza, le bajé el pantalón del pijama y las braguitas, le hice darse la vuelta y empecé a acarciarle el culo, que aún estaba algo rojo...hasta que mis dedos fueron a investigar entre sus piernas y tal y como imaginaba, estaba empapada.
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