sábado, 1 de febrero de 2025

La fiebre de la spankee

 



La fiebre de la spankee, es un extraño síndrome, que periódicamente se reproduce en todas y cada una de las spankees. Tiene un cuadro de sintomatología aguda. Que suel aparece de repente. Los síntomas más frecuentes son.

- Malhumor que incluye quejas generalizada

- Impertinencia e insolencia

- Actitud provocadora

- Pereza generalizada 

- Comportamiento caprichoso

- Actitud contradictoria y cambiante ( ¿Te apetece ir al cine? No, hoy no me apetece hacer nada. 10 minutos más tarde: estoy aburrida...)

- Soberbia 

- Enfado con el mundo

Afortunadamente existe un tratamiento muy eficaz de aplicación cutánea y de una sola dosis que en la mayoría de casos es suficiente para eliminar los molestos síntomas y que acompañado de algún otro tipo de medicación consigue que durante un tiempo, no se vuelvan a manifestar los  síntomas. Este síndrome es también conocido como: El síndrome de la caprichosa gruñona.

No llevaba ni media hora despierta, cuándo ya tenía claro que el síndrome empezaba a despuntar. Pero en estos casos a veces es bueno esperar a aplicar el tratamiento porque a veces desaparece por si sólo de forma espontánea. 

Lo mejor es armarse de paciencia y esperar a ver si los síntomas van en aumento o desparecen. 

Nos habíamos ido a pasar el fin de semana al monte,  a la casa que fue de mis abuelos. Allí no hay mucho que hacer, pero lo que buscábamos era precisamente eso, un par de días de tranquilidad y escapar un poco del estrés de la ciudad. Cuando llegamos el viernes por la tarde nada hacia presagiar la tormenta. Lo primero que hice fue encender la chimenea y la estufa-cocina de leña para calentar la casa. Nos pusimos cómodos y pasamos una noche agradable y tranquila.

Sin motivo, ni causa aparente, el sábado empezó a manifestarse el síndrome. Ya desayunando me soltó un par de impertinencias, tal vez ahí debí cortar por lo sano, pero decidí esperar a ver cómo evolucionaba. Un par de horas después, tenía muy claro que estaba en pleno brote. A todo lo que le proponía la respuesta era no, si le ofrecía la posibilidad de elegir alguna alternativa, la respuesta era seca y borde.

Antes de aplicar el tratamiento decidí, intentar un alternativa que a veces dan buen resultado: ignorarla. Ya que el tratamiento tiene algunos efectos secundarios, que no son graves pero pueden ser molestos. Me puse a ordenar un poco y demás. 

- ¿Aún estás en pijama Nena?

- Pues no lo estás viendo!!!!

- Deja de hacer la cria y empieza a mover el culo.

- Que prisa tienes!!! Hemos venido a no hacer nada y estoy cómoda 

Conté mentalmente a 10 y me puse a hacer un guisado para comer en la cocina de leña que lleva su tiempo. Cuando ya casi estaba , desde la cocina le dije. 

- Nena pon la mesa, que esto ya está reposando, 10 minutos y comemos. 

Ya de camino, la escuchaba resoplar y quejarse. 

- ¿Que has hecho?

- Un estofado super rico.

- Bufffff a mi no me apetece eso ahora.

- Pues la próxima vez cocinas tú y haces lo que quieras, pon la mesa y empieza a cambiar radicalmente esa actitud o esto va a terminar mal ¿ Entendido? 

No contestó, puso la mesa a desgana y volvió al sofá. Un rato después puse la cazuela en el centro de la mesa y un cucharón para servir.

- Va a comer , que el sofá va a coger tú forma.

- ¿Se supone que me debería hacer gracia?

Se levantó a desgana, se sentó y espero a que yo me sirviera cuándo lo hice, cogió el cucharón y se sirvió una cucharada.

- ¿Sólo eso vas a comer?

- Deja de estarme encima pesado!!!! Ya te he dicho que no me apetecía mucho y además tampoco tengo hambre 

Le clavé la mirada y se puso a comer. A veces este tipo de gestos consiguen calmar momentáneamente los síntomas.

Terminamos de comer y se fue directamente al sofá. Recogí y me senté a tomar un café. Un rato después vi que seguramente haríamos corto de leña y fue a astillar unos maderos antes que oscureciera. Para acabar de completar el cuadro, la motosierra no iba y tuve que hacerlo a mano, aunque quizá me vendría bien algo de ejercicio y desahogo. Corté leña cómo para dos días y la empecé a entrar. Entre también un trozo de tronco sin astillar de unos 50 cm de ancho por 60 de alto más o menos, que no habia podido cortar y lo dejé en aquel misterioso armario que habia en el hueco de la escalera y digo misterioso porque nunca supe de su funcionamiento ni porque tenia cerradura con llave. 

Me había dado una buena paliza a cortar leña. La escuché bostezar en ese momento .

- ¿ Vamos al pueblo a tomar algo?

La miré asombrado, todo el día hibernando y ahora quería salir!!!

- Yo lo que necesito ahora es una ducha .

- Bufffff ¿Vamos a estar todo el día encerrados? - preguntó en modo reproche -

- No me lo puedo creer 

- ¿El qué? 

- Ya lo sabes, me voy a la ducha.

No quise entrar en discusiones. Me dí una larga ducha caliente al salir, puse algunas astillas en la estufa y la cocina. Eran ya las 8 de la tarde, que día más tonto perdido, pensé. 

- Nena, voy a empezar a preparar la cena ¿Te apetece sopa ? 

- Vale!!!

12 horas después de haberme levantado, obtuve la primera respuesta amable del día, parecía que la fiebre remitía el problema, es que yo empezaba a tener mi propia fiebre. 

Sobre las nueve ya tenía la sopa apunto.

- Nena pon la mesa

A diferencia de al mediodía vino y lo hizo sin quejas, ni soplidos. Cogí la sopera y serví un par de platos humeantes. Me senté y ella estaba con el teléfono sobre la mesa, mirando la pantalla. 

- Nena el teléfono.

- ¿Que le pasa?

- Que me lo des

Alargué la mano para cogérselo, pero fue más rápida.

- Dame el teléfono ahora mismo!

- Un momento que estoy chateando con María será un minuto. 

- Si me tengo que levantar, te vas a arrepentir. 

- Es un momento sólo.

- Ya sabes la norma, se cena sin teléfono y sin tele, además me lo pediste tú.

Entonces empujó el teléfono de mala manera casi tirándolo hasta mi.

- Joder!!! Tú y las malditas normas!!!!

Ni cogí el teléfono me levanté, la levanté cogiéndola de debajo de la axila y le solté dos azotes que me dolieron hasta a mí.

- Se acabó me has dado el día, pero la noche no me la vas a dar. 

La llevé en dirección al armario, sin soltarla abrí la puerta y acto seguido le di media docena de azotes más, de pie y sujeta del brazo cómo a una cría. 

- Entra y siéntate en el tronco. Ahora!!!

Entró y sentó sin mirarme  Encendí una pequeña bombilla.

- Te vas a estar aquí mientras ceno tranquilo, ya te vendré a buscar cuando toque ajustar cuentas.

Cerré la puerta con llave y ahí la dejé. 

Me senté a cenar, por fin algo de paz. Cené sin prisa, recogí todo su plato incluido. Al terminar la fui a buscar. Abrí la puerta y allí estaba de brazos cruzados mirando al suelo. La cogí del brazo y la levanté. La llevé hasta el sofá pero paré un par de metros antes de llegar a la pared. 

- Estos días ya me los conozco y el fondo todo es continuidad. Empiezan comportándote como una cría insoportable y terminan contigo llorando a moco tendido como una cría también. Le di un azote fuerte también y de pie sin soltarla, le dije.

- Saca el culo.

Resopló y se llevó 3 o 4 más 

- Nena, saca bien el culo 

Ahí lo entendió y se inclinó hacia delante un poco, nada más hacerlo empezó a caerle una lluvia de palmadas bien fuertes. 

- He tenido muchísima paciencia hoy, demasiada igual, pero te aseguro que te vas a arrepentir, no sé porque he perdido el tiempo cortando leña ,cuando acabe contigo se va a poder calentar la casa con el calor de tu culo. 

Le estuve dando allí de pie sin soltarla hasta que empezó a picarme la mano. Entonces si decir nada la puse a mirar la pared y yo mismo le puse las manos en la cabeza. 

- Ni respirar quiero oírte.

Fui al armario cogí aquel tronco y puse frente al sofá, encima un par de cojines. Después subí la escalera y cogí mi cinturón, con el ya doblado bajé y me puse de pie cerca del tronco. 

- Ven aquí. 

Bajó los brazos y se dió la vuelta. Caminó hacia mí cabizbaja. 

- Descúbrete el culo, ahora. 

Suspiró metió los dedos por la goma del pantalón del pijama y empezó a descender, hasta quedar arrugado en sus pies. Me miró un instante pero enseguida las braguitas siguieron el mismo camino. 

- Colócate sobre los cojines del tronco. 

Cogió aire y lentamente se colocó. Al hacerlo dejé un momento el cinturón en su espalda, e hice algo que se que la da mucha vergüenza, retocar la posición exacta de la ropa, le subí un palmo por encima de la cintura la camiseta, las braguitas hasta las rodillas, la cogí de la cintura y le dije.

- Quiero ver ese culo bien alto, que te pueda dar bien de arriba a abajo y no de lado. 

Cuando terminé de colocarla cogí el cinturón y empecé el castigo, un sucesión rápida de una veintena de azotes y paré un instante para irme al otro lado, y desde allí otra buena tanda. Cuando llevaba tres tandas de cada lado paré un momento, le pasé los deditos por ambas nalgas un instante ante de ver a coger el cinturón y seguir. Un par de tandas más desde cada lado, en las que empezó a moverse, resoplar y quejarse. Tiré el cinturón al sofá. 

- Levanta

Se levantó resoplando y despacio. Le quité los cojines al tronco y también los tiré al sofá, le pasé la mano dos veces para asegurarme que no hubiera ninguna astilla. 

- Siéntate en el tronco.

Al sentarse hizo una mueca de dolor y cerró los ojos. Después de la zurra que le acababa de dar no debía ser nada agradable sentarse sobre un áspero leño sin pulir. Sentada fui a calentarle la sopa, puse el plato en una bandeja, cubiertos, servilleta, botellin de agua y una pera. Fui con la bandeja, se la puse en las piernas y le dije.

- Vas a cenar aquí castigada y en silencio.

Me senté en el sofá. Y fue empezar a cenar y a la vez sollozar. Y así estuvo hasta todo el tiempo que estuvo cenando. 

- ¿Has terminado? 

- Si....

Me levanté, le cogí la bandeja, la llevé a la cocina y volví 

- Ven aquí 

Nada más oírme se levantó, se abrazó a mí y rompió a llorar en mi hombro, la abracé fuerte , hasta que dejó de llorar.

Ya no hicieron falta las palabras, la cogí de la mano, me senté y la hice tumbarse boca abajo en el sofá sobre mi regazo. Cuando estuvo empecé a acariciarle muy despacio la parte baja de la espalda , los muslos, las caderas, pero en ningún momento los cachetes del culo, parte del castigo es sentir el escozor de los azotes sin interferencias, durante un rato. Lo tenía más incandescente que las brasas de la estufa y bien lleno de marcas del borde del cinturón.

Efectos secundarios más habituales.

- Enrojecimiento, sensación de calor y sensación urticante en las nalgas, que va desapareciendo las horas siguientes 

- Rubor en la cara

- En los días posteriores a la aplicación pueden aparecer hematomas en la nalgas y sentir dolor o incomodidad al sentarse

- Sensación placentera de relajación e incluso somnolencia 

- Suavizamiento del carácter y buen comportamiento 

- Lubricación genital y excitación sexual.






2 comentarios:

  1. El mejor remedio, sin duda; pero no en una sola dosis, lo ideal son dos y hasta tres seguidas 😅

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