domingo, 3 de noviembre de 2024

Frases hechas.

 



- Cuándo llegue a casa te quiero encontrar allí esperando ¿Está claro?

- Tengo gimnasio hoy...

- ¿Y? No estoy negociando nada, si no estás te vas a arrepentir.

Silencio, soplido y colgó el teléfono. Estaba convencido que allí estaría. Esa frase o parecida en plan "espérame en casa" es una de las que más veces le he dicho, además el motivo por el cuál se la había dicho, era también bastante repetitivo; un pequeño intercambio de pareceres que terminaba en una salida de tono, impertinencia, insolencia...que depende del día me pillaba con más o menos tolerancia y aquel día, la tenía baja o más bien que llevaba unos días aguantando unas cuántas.

Además esa frase es toda una declaración de intenciones, ya que desde el momento que sale de mi boca, el final es más que previsible y con tiempo por delante para anticiparlo.

Salí de trabajar y me fui tranquilamente para casa, ya habían hecho el cambio de hora, así que ya oscurecía cuando entré en casa. Cerré la puerta y me fui para el comedor, allí estaba sentada en el sofá jugando con el móvil con ropa de calle.

- ¿De dónde vienes?

- Estoy aquí ¿No? Es lo que querías...

Le tiré una mirada sería, en plan; no sigas por ahí y la entendió.

- He ido un momento a comprar un material que necesito.

- Muy bien... ¿ Y tienes algo que hacer?

- No. No puedo ir a entrenar así que nada que hacer.

- Pues no te preocupes que no te vas a aburrir 

Abrí una de las puertas del armario y cogí el cuaderno de los castigos y un bolígrafo, lo abrí por una página en blanco y escribí: "Siento mucho haberte contestado así". 

- Ven aquí

Se levantó a regañadientes y medio protestando, se acercó.

- Me voy a dar una ducha, siéntate y empieza a copiar...

Resopló, otra mirada y se sentó. Yo me fui a la habitación, me quité la ropa, cogí ropa cómoda y me metí en la ducha, estuve unos 20 minutos, necesitaba una ducha muy caliente y relajante. Me puse el pijama y fui para el comedor. Allí estaba sentada copiando. Me senté en el sofá y esperé un cuarto de hora más o menos, de vez en cuando escuchaba sus suspiros, hasta que me cansé de oírla 

- Ven aquí y trae el cuaderno.

Se levantó, cogió el cuaderno y se acercó. Se lo pedí y me lo dio.

- ¿32 líneas en este rato?...¿Me estás tomando el pelo?

- Es que es aburrido...

- Pues igual hay que hacer que sea más "estimulante" ve a por la regla pequeña, la de 12 pulgadas. 

- Pffffff...

- Se acabó

La cogí del brazo y de un tirón la eché en mi regazo, entre quejas, nada más caer mi mano izquierda le agarró la cintura de los vaqueros y tirando de ellos hacia arriba. Y la derecha a golpearle rápido el culo. 

- Llevas todo el santo día caminando por encima del muro, hasta que te has caído. 

Mi mano no aguantó mucho, la tela dura de los vaqueros es lo que tiene, pero si lo suficiente para que empezara a bajar los humos.

- Levanta.

Se levantó, ya la cara había cambiado y se había aniñado.

- Bájate los vaqueros....

Se quedó quieta, un instante.

- ¿No me has oído?

Suspiró y puso los ojos en blanco un instante, entonces sus manos empezaron a desabrochar los botones y al terminar se cruzó de brazos.

- No te he dicho que desabroches, he dicho que te los bajes.

Otro suspiro y los vaqueros empezaron a descender, entonces vi algo extraño.

- ¿ Y eso? ¿Desde cuándo te pones leggins debajo de los vaqueros?

Me miró y se le escapó un sonrisa...y a mi un par de azotes.

- ¿Te crees muy lista? Bájate los leggins justo por debajo del culo.

Se ruborizó un poco y los leggins descendieron despacio hasta más o menos medio muslo, la miré y le hice bajar también la ropa interior. 

- Ahora ve a buscar la regla. 

- Así apenas puedo andar!!!!

- Es tu problema, trae la regla

Otro suspiro, se dio la vuelta y empezó a caminar, y si debía ser difícil, con tanta ropa a medio bajar, difícil y hasta cómico, en especial a la vuelta . Me dio la regla y ahora sí estaba roja. La dejé en el brazo del sofá. Me di un par de palmadas en el regazo. Cogió aire profundamente y se colocó en el, mi brazo izquierdo rodeo su cintura. Terminé de colocar bien la ropa a la altura adecuada, lo suficiente para despejarle bien el culo. Y empecé a calentárselo a mano, sin prisa cubriéndolo bien y asegurándome que cuando cambiase a la regla estaba en el punto exacto. A los cinco minutos de trabajarlo bien con la mano, ya estaba de ese rojo brillante y uniforme. Entonces cogí la regla, es una vieja regla de madera de 12 pulgadas ( un par de palmos) que es ideal para usar sobre las rodillas. La dejé un momento sobre la piel desnuda del culo, para ya bajarle toda la ropa por debajo de las rodillas. Entonces mi mano izquierda se coló entre mis piernas y su vientre hasta el pubis y haciendo un poco de presión hice que levantase más el culo, pero sin llegar al sexo, cogí la regla y empecé a azotarla. Con la regla no repartí, me centré en la zona dulce de sus nalgas, de la mitad hacia abajo, asegurándome que al menos aquella noche sentarse no fuera especialmente cómodo. Y ya no paré hasta que empezó a moverse y rechistar. Entonces dejé la regla otra vez en el brazo del sofá y a acariciarle el culo, haciendo círculos con mis dedos alrededor de la zona más roja, así estuve un rato, hasta que la hice levantarse, yo también me levanté y cogí la regla con una mano y a ella con la otra, la llevé casi a rastras hasta la pared, allí dejé la regla en el suelo, algo separada de la pared. 

- Los pies por detrás de la regla, las manos en la cabeza y los codos tocando la pared. 

Al hacerle poner los pies separados de la pared y los codos apoyados, tenía que inclinar la espalda y eso hacía que el culo rojo y castigado quedará bien presentado y sacado. 

Me senté un rato a observar la escena, castigada cara a la pared, con el culo rojo y bien presentado. Hasta que me levanté y fui a la habitación, de vuelta me fui directo hacia ella y le dije.

- Apoya las manos contra la pared y separa las piernas. 

Lo hizo, le acaricié un momento el culo, rojo y caliente pero enseguida mis manos se fueron entre sus piernas...

- Vaya, vaya estás bien mojadita...

Volvió a suspirar pero esta vez era un suspiro diferente, mientras mis dedos jugaban en su sexo e inconscientemente se ofrecía más invitándome a seguir...

- Creo que te estás dejando llevar demasiado rápido y aún te queda mucho por demostrar que te has ganado placer adulto.

Entonces me pasé algo que llevaba en la mano izquierda a la derecha y apoyé la izquierda en sus nalgas, las separé un poco y apunté el plug con la derecha, presioné despacio y suavemente entró en su culo, al terminar le di unas palmaditas suaves...

- Ahora siéntate y cuando me hayas copiado 100 veces la frase, ya hablaremos...

Resignada se sentó con el culo rojo y el plug. Un rato después sin decirle nada se levantó y me trajo el cuaderno, lo cogí conté las líneas, al terminar lo cerré y lo dejé en mesilla. La miré estaba roja otra vez, mis dedos fueron de nuevo a su sexo, de pie frente a mí , al tocarlo suspiró y cerró los ojos, aún estaba más mojada, sonreí y le dije.

- No sé si la disciplina con estos efectos va a ser muy útil contigo, anda ve a buscar la crema.








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