sábado, 7 de septiembre de 2024

Nuevas rutinas

 


Fue ella quién de vuelta de vacaciones me pidió más disciplina. Se le estaban acumulando cosas y otras que se había cargado encima unida a su tendencia a procrastinar, eran cómo una bomba de relojería, así que me puse manos a la obra, ideé un plan de trabajo y una serie de normas, que incluían por ejemplo ir a dormir pronto. 


Así que la imagen de ella en el rincón con el culito al aire y rojo, empezó a ser casi parte de la decoración. Lo cierto es que la mayoría de veces no la castigaba por incumplir tareas, pero si por malas contestaciones, malhumor o ese sarcasmo tan afilado.


Aquella tarde lluviosa de Otoño, allí volvía a estar en el rincón junto a la mesita de noche, con el vestido levantado y las braguitas y las medias a medio muslo. Todo había empezado nada más llegar, aquel día por la lluvia yo había salido antes. Al poco de estar llegó ella.

Vino a saludarme... llevaban un vestido por encima de las rodillas botas altas y medias negras.

- Hoy has salido pronto.

- Pues si...que guapa estás

- Gracias...

- Voy a quitarme las botas por lo menos 

- Muy bien

Escuché sus pasos por el pasillo y de repente empezó a renegar.

- Buaaaa la ropa!!!!

- ¿Que ropa ?

- La que tendí esta mañana!!!!

- Jajajajajajaaj

- De que te ríes!!!!!

Dijo gritando.

- En vez de reírte podías haberla recogido!!!

- Si lleva lloviendo desde las 9 de la mañana, además yo que sé que habías tendido ropa.

- Podías haberlo mirado al menos!!!!

- ¿y? No ves que lleva sin parar desde las 9

- Pffffff que rabia!!!!!! Inútil!!!!

Me acerqué para el salón, había corrido la cortina y miraba el tendedero mientras seguía lloviendo.

- ¿Que has dicho?

- Lo siento perdona, he tenido mal día...

- ¿Tengo yo la culpa?

- No, ya te he dicho que lo siento.

- Ya y con eso ya vale ¿No?

Resopló.

- Mírame

Se dio la vuelta y me miró poniendo morritos y cara de pena.

- Señorita, aquí no se toleran las falta de respeto si has tenido un mal día, te sientas y lo explicas cómo las personas normales, pero eso de gritar y faltar al respeto se va a acabar. Dame la mano.

- Santi....va que tengo mucho trabajo

- Y tiempo también.

La cogí le brazo y caminamos hasta la habitación me seguía sin protestar, ya sabía cuál era su destino. Entré en la habitación cerré la puerta, la solté y me senté en la cama. 

- A que estás esperando...

- Pfffff 

- No quiero si un soplido más y otro día cuánta hasta tres antes de disparar.

No replicó más, se tumbó despacio en mi regazo, nada más ponerse le levanté el vestido, debajo los pantys negros y las braguitas. 

- Estamos a Jueves y ya has terminado dos tardes con el culo rojo a veces creo que te gusta. 

Empecé a zurrarle el culo con la mano, despacio alternando nalga y nalga para ir calentando, poco a poco fui subiendo la intensidad a la vez que la regañaba recordándole porque estaba allí. Un par de minutos después paré y le dije.

- Levanta el culo.

Lo hizo y muy despacio le bajé las medias, a medio muslo y después las braguitas siguieron la misma suerte. Ya empezaba a tenerlo rosadito. Se lo acaricié un poco y enseguida empecé a zurrarla ya con el culo desnudo, haciendo ese sonido tan especial de la piel con la piel. Poco a poco se lo fui enrojeciendo y a la vez subía un poco el ritmo hasta conseguir el efecto que quería y me detuve.

- Ahora jovencita lengua larga, te vas a levantar y vas a estar un rato mirando la pared al lado de mesita de noche. 

No dijo nada se levantó y allí se fue, las manos detrás de la espalda sosteniendo el vestido levantado por detrás.

- Ahora cuando te avise, te cambias y te pones a trabajar. 

Me levanté y allí la dejé. A los 5 minutos o así me llamaron por teléfono, era un compañero y nos pusimos a hablar, seguía hablando con él aún cuando fui a la habitación a decirle que ya podia salir. Pero vi algo raro, sólo tenía una mano detrás y parecía mirar algo.

- Dame un momento Jorge ahora te llamo

Entonces se dio cuenta que la estaba mirando.

- ¿Que tienes en la mano?

No dijo nada.

Te he hecho una pregunta.

Resopló y dejó el teléfono en la mesita.

- ¿Desde cuándo puedes usar el móvil estando castigada cara a la pared?

- Es que tardabas mucho!!!!

- ¿Y? Si estás castigada, estás ahí el tiempo que yo diga y punto, además te has movido para ir a buscarlo y sabes perfectamente que si te mando al rincón tienes totalmente prohibido moverte hasta que yo te diga ¿o no?

- Si...-dijo con voz muy flojita y bajando la cabeza-

- Dame el móvil

- Pfffff

Me lo dio y me lo metí en el bolsillo. 

- Lo que queda de semana te lo daré por las mañanas para ir a trabajar pero en cuanto llegues requisado. 

Entonces la cogí de la oreja, y la saqué del rincón. 

- Vas a aprender que los castigos se cumplen a rajatabla. 

Sin soltarla de la oreja, abrí el armario y cogí la zapatilla de los castigos, sabía que la odiaba la hacía sentir muy niña, muy castigada y además picaba de lo lindo...

Con una mano en la oreja y la otra llevando la zapatilla nos fuimos hasta el salón, allí dejé la zapatilla encima de la mesa, mientras sacaba una silla. La llevé hasta el centro y allí la dejé. 

- Pon las manos  detrás de la espalda. 

Me di la vuelta y fui a por la zapatilla, la cogí y la hice sonar contra mi mano.

- Suena bien ¿verdad? Pues mejor va a sonar en tu culo.

Me senté en la silla y la miré.

- ¿ A qué esperas? 

Tragó saliva y empezó el ritual de ponerse en mis rodillas. Esperé que estuviera correctamente colocada. Cogí la zapatilla que estaba en el suelo y la dejé encima del culo desnudo y ya rojo, mientras me subía las mangas. Al terminar cogí la zapatilla y le dije.

- Te lo voy a decir una vez, no pienso repetirlo, quiero ver ese culito travieso bien levantado y presentado, si tengo que avisarte, te lo voy a dejar morado ¿está claro?

Volvió a decir un si casi inaudible y entonces empecé a darle con la zapatilla, con ganas e intensidad. Era una converse de trapo con la suela de goma, que sólo la usaba para zurrarla cuando se portaba mal, tras un par de minutos paré. Tenía el culo ya como un tomate maduro, le pasé durante un rato la yema de los dedos por la piel, sensible al mínimo roce. Pero aún vi necesario recalcar la lección, así que cogí de nuevo la zapatilla y estuve otro par de minutos zurrándole bien el culo a base de zapatillazos. 

Cuando paré respiraba deprisa, tenía que tener el culo ardiendo. Pero no hubo caricias, dejé que sintiera bien el efecto de su comportamiento, cuando ya normalizó la respiración, la hice levantarse y quedarse de pie frente a mí sujetando el vestido levantado. 

Yo mientras me quite el cinturón, y cuando estuvo fuera se lo puse por encima de la cintura bien apretado para que sujetara el vestido levantado. 

Entonces le cogí de la mano y con la otra la silla. Nos acercamos a la pared y allí puse la silla con el respaldo pegado a la pared.

- De rodillas sobre el asiento.

Se subió.

- Brazos en cruz palmas hacia arriba.

Lo hizo y fui a por el Larousse francés/español y el Harper Collins inglés/español. Le puse un diccionario en cada mano y allí la dejé castigada cara a la pared, con los brazos en cruz y enseñando el culo rojo. 

Fui a por mí teléfono y marqué el número de Jorge.

- Perdona Jorge, he tenido que ocuparme de una cosa urgente ¿Dónde estábamos?

Jorge empezó a contarme y yo lo escuchaba en una de esas, me acerqué a ella, mientras hablaba por teléfono empecé a acarciarle el culo, pero inevitablemente me fui a su sexo, sonreí al notar la humedad resbalando poros muslos y empecé a pasar un dedo por la rajita empapada, ella aguantaba la respiración, entonces le metí un dedo y se le cayó uno de los diccionarios....

- ¿Que ha sido eso? -dijo Jorge-

- Perdona que se ha caído un libro de la estantería y hay otro mal puesto

Le di un golpe al otro que también cayó.

- Ya está perdona

Jorge empezó a hablar de nuevo, y yo le metí dos dedos que empezaron a entrar y salir, mientras seguía hablando por teléfono...






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