sábado, 1 de junio de 2024

Spank sin azotes (Por E)

 




Hoy os comparto un relato muy especial, ya que no hay una sóla escena de azotes, en cambio para mí, emana spank.



- Nada de dulce.


Esa fue la respuesta. Y es que llevaban hablando un rato largo y cuando era ya casi hora de dormir ella se puso caprichosa. Le entró antojo de azúcar y él ya sabía cómo acababan esas cosas... La culpa y el arrepentimiento pesaban más que el placer momentáneo y seguramente se acostaría contrariada, así que decidió ejercer su papel de poder para evitarlo. 


Ella intentó convencerle pero no tuvo mucho margen. 


- Y que no me enteré yo de que has comido dulces o hablaremos mañana. 


Así se despidió. 


Ella se quedó en el sofá dándole vueltas. Deseaba un trozo de chocolate, pero no era hambre, era capricho, y él se lo había prohibido. Leer su orden en el fondo le gustó, y de hecho parte del motivo de habérselo dicho era que él se pusiera al mando y no la dejara. Sentirle firme y sin fisuras. Pero eso activó su cabeza más de lo que estaba y al final sucumbió. Se comió dos cuadros de chocolate mientras que su cerebro imaginaba las posibles consecuencias...


Al día siguiente ya era viernes. Por fin acababa la semana. Los dos últimos días él había estado muy liado y no habían podido cruzar ningún mensaje, y el run-run de dentro iba a más. 

Al llegar a casa no aguantó y decidió confesar. Aún le quedaban un par de hoy para salir, pero ella al menos se lo quitaba de encima.

Con el "alivio" de haberlo contado se relajó e incluso se durmió veinte minutos.  Al abrir los ojos miró el móvil y lo leyó. 


- Te prohibí expresamente que comieras dulce, y sabes el motivo, así que imagino que sabes lo que va a pasar ahora, no?


- Santi... tenía mucho antojo...


- Y la cabeza para qué está? 


- Solo fue un poquito de chocolate...


- No es el chocolate! Es la desobediencia. Dije que no. Tú qué debías hacer? 


- Obedecer...


- Sin rabietas y sin tonterías.


- Santi...


- Santi nada. Y no te creas que por estar a distancia no te voy a castigar. Te quiero ahora mismo en el rincón con los pantalones del pijama y las braguitas bajadas.


- Por favor...


- Obedece. 


Se levantó y se puso en el rincón como le había indicado. Llevaba el teléfono en la mano para leer sus indicaciones. 


Pasaron unos minutos y él no escribía. 


- Santi...


- Nena, mientras estás en el rincón castigada nada de móvil. Cuando lo considere ya te avisaré. Deja el móvil en alguna parte, las manos a la espalda y el culo sacado. 


Al leerlo sintió vergüenza, pero le obedeció. 


Cinco minutos después sonó el móvil. Era un mensaje. 


- Sal del rincón y ve al despacho. No te subas la ropa. 


- Sí Santi ...


- Vas a copiar cien veces "Soy una desobediente y por eso estoy castigada".  Cuando acabes me avisas. 


- Santi ...


- Sin rechistar! Y quiero una foto para asegurarme de que haces lo que digo. 


Se dirigió al despacho con la ropa en los tobillos. Se sentó a la mesa y se puso a copiar. Al acabar le hizo una foto, en la que se veía también sus pies con la ropa en el suelo, y se la envío. 


- Me vas a mandar un audio leyendo la frase. 


- No! - la vergüenza podía con ella 


- Ahora mismo! Y otro audio más pidiendo perdón por lo que acabas de decir. Sigue sumando....


Sentía el cuerpo arder. La vergüenza de leer la frase y grabarsela era grande, pero a la vez sentía su cuerpo vivo. Un cosquilleo le recorría de arriba a abajo y su sexo estaba húmedo desde desde el minuto uno. 


Tardó un poco pero al final él recibió el audio.


- Soy una desobediente y por eso estoy castigada...- su voz sonaba bajita y dócil.


Un minuto después le escribió.


- Estoy esperando el siguiente. Nena, no me pongas a prueba.


Éste ya era más difícil. No tenía que leer. Debía pedirle perdón y le estaba costando.


- Lo siento...


- Sabes hacerlo mejor. 


Su cara, roja y ardiente, quería esconderse en algún sitio, y eso que él no la veía, pero imaginarlo al otro lado, tan firme y sin ceder le volvía loca.


- Siento haber dicho que no Santi...no volverá a pasar.


- Mmmm...mejor, pero sigues castigada, lo sabes? 


- Sí...


- De momento vas a seguir sin braguitas, con el culo bien expuesto. Ya te avisaré de cuando te puedes tapar. 


- Segundo.  Durante el fin de semana vas a pedir permiso para todo lo que no sea rutinario. Para salir, para comprar caprichos, para comer cosas que no debes, para todo, y por supuesto para tocarte.  Y no vas a usar el mail, me vas a mandar un audio de voz. Si digo que no, qué harás?


- Obedecer...


- Y si no qué pasará cuando nos veamos? 


- Santi...


- Quiero oírlo con tu voz, vamos. Qué pasará cuando nos veamos si vuelves a desobedecer? 


- Que me darás unos azotes...- se podía oír la vergüenza en su voz. 


- No serán "unos azotes"... Te voy a poner el culo rojo como un tomate!  Repitemelo!


- Si desobedezco cuando nos veamos me vas a poner el culo como un tomate...


Estaba muy excitada. Desnuda de cintura para abajo, teniendo que decirle con su voz en alto todo eso que tanto la excitaba, pero que tanta vergüenza le provocaba. 


- Me parece a mí que va a ser la única manera de que aprendas, poniéndote el culo rojo! 

Y ahora otro ratito de rincón.  Nariz pegada a la pared, las manos a la espalda y el culo bien fuera. Ahora te aviso. 


De nuevo la dejó unos diez minutos expuesta, si entiendo toda esa mezcla de sensaciones. 


Otro mensaje la sacó de su ensimismamiento. 


- Dime, qué has aprendido hoy?


- Que debo obedecerte Santi...


- Aunque esté lejos puedo castigarte, no lo olvides, y recuerda que algún día nos veremos. No me hagas hacer una lista de todas tus niñerías porque entonces no te sentarás un una semana.


- Sí Santi...


- Quieres subirte las braguitas?


- Sí...


- Antes quiero que te pases un dedito y me digas cómo estás...


- Santi no...!


- Quieres volver al rincón? 


- No...


- Pues vamos, te quiero oír bien claro!


Con su mano derecha se tocó y comprobó lo que ya sabía. Estaba muy mojada. Sentía una excitación intensa, pero la vergüenza le impedía hablar.


- Nena, sigo esperando. 


Le mandó un WhatsApp escrito.


- Es que estoy mojada Santi...


- Te he pedido un audio. No hemos aprendido a obedecer todavía? 


- Estoy mojada Santi...- se escuchaba con dificultad. Hablaba bajito y con mucho pudor. 


- Lo imaginaba... Mi niña es una cochina, no es así? 


Estaba subiendo el nivel y la estaba poniendo a prueba.


- Quiero oírlo.


- Eso no Santi, por favor...eso no. 


- Cuento hasta tres. Uno...dos...


Y enseguida recibió otro audio.


- Sí...soy una cochina Santi.


- Bien...ahora comprobaría con mis manos como estás y seguro que se resbalaba algún dedo en tu interior...

Me gusta que estés mojada y excitada.


- Santi...puedo acabar yo? - de nuevo se notaba la vergüenza en su voz 


- Eso quieres?


- Sí...


- Yo estoy aquí para enseñarte autocontrol... Ese control que no tuviste anoche y por el que vas a estar castigada todo el fin de semana, así que saca las manos de ahí, súbete las braguitas y que no me.entere yo de lo contrario...


Y así la dejó. Castigada sin jugar y tremendamente excitada, pero con la ilusión de seguir jugando ese fin de semana...


2 comentarios:

  1. Sigo pensando y deseando en tener a un Santy en mi vida.
    Excelente relato

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  2. Un Santi así, que castigue de esta forma en la lejanía, provocando mil mariposas, por el qué pasará en el futuro cercano cuando se vean las caras.

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