sábado, 21 de enero de 2023

No me escuchas cuando te

 




Había tenido un día de aquellos tontos, en los que te levantas con el pie izquierdo y te pasas el día apagando fuegos que no son tuyos, sólo tenía ganas de llegar a casa, quitarme la puñetera ropa, ponerme el pijama, apalancarme en el sofá con una cervecita y estar un rato tranquilo en compañía.

Cuándo ya por fin salía, me envió un WhatsApp con un pequeña lista de compra, así que aún llegué más tarde. Nada más llegar cargado dejé las bolsas sobre la encimera. Me fui para el comedor y allí estaba le di un beso y fui a cambiarme de ropa, por fin cómodo. De vuelta pasé por la cocina y me cogí una cerveza. Al llegar me dejé caer suspirando, ella estaba en su mundo chateando con el teléfono, y aunque estaba la tele puesta, cogí el mando y cambie de canal. Genial, había partido de baloncesto. 

- ¿Que haces? 

- Cambiar de canal, estás con el móvil.

- Pero estaba viendo el programa.

- Si no me has visto ni a mi.

" - Por lo menos podrías preguntar.

- Nena, no estoy para tonterías, estás con el teléfono y sin prestar atención.

- Yo puedo hacer dos cosas a la vez, no soy cómo tú.

- Pues mira, en la cocina está la compra por lo colocar. Si te aburres ya sabes. 

- Si has tenido un día malo, el mío ha sido peor seguro y no lo voy pagando contigo, me voy a dar una ducha. Borde. 

La miré en plan "no tengo energía, pero tampoco tientes a la suerte". Se levantó toda orgullosa, puso a cargar el teléfono y se fue. La escuché por la habitación y luego en la cocina. Pensé que se había puesto a colocar la compra, pero apareció enseguida y se plantó frente a mí con los brazos en jarra, lo cual significaba que se preveía guerra y me soltó.

- Cuándo te hablo no me escuchas ¿Verdad?

- ¿Y esto a que viene?

- Te puse en la lista que trajeras acondicionador para el pelo ¿Dónde está?

- Ahhhh es que ni idea cuál querías.

- Pues el de siempre, el bote rojo...

- Pfff nena, eso mejor lo compras tú, que luego compro uno que no es y me montas el pollo.

- Joder!!! Es que lo necesito ahora!!!

Esta vez resoplé yo. 

- No te vendrá de un día. 

- No soporto que no me escuches, y si me viene de un día, ahora no puedo lavarme el pelo, pero claro como tú no tienes, de comprar cerveza que no estaba en la lista si te has acordado. 

- Para...llevas aquí mínimo dos horas ya, tienes un supermercado a menos de cinco minutos andando y me estás montando un drama por un puñetero acondicionador. 

Total que la cosa empezó a irse de madre y convertirse en una especie de partido de tenis, dónde las bolas se devolvían cada vez con más veneno, en forma de reproches, el tan estúpido y tú más en el que suelen derivar este tipo de discusiones absurdas y recordé aquella máxima que suelo aplicar en estos casos: el comodín de la última palabra que zanje una discusión absurda que no llega a ninguna parte.

- Mira nena, yo quiero terminar de ver el partido tranquilo y tú querías darte una ducha  ¿No? Pues cada uno a lo suyo. 

- Paso de ducha sin acondicionador.

- Pues en la cocina está la compra por colocar, así que ya sabes. 

- Ya sabes tú...

Entonces sin esperarlo cogió el mando y me cambió de canal.

- Vuelve a poner ahora mismo lo que estaba viendo.

- ¿Por qué? Antes que llegaras has cambiado tú sin preguntar.

- Dame el mando; ahora.

- No.

Sin pensarlo me levanté y le solté un par de cachetes en el culo que la hicieron saltar hacia delante. Le cogí el mando y lo dejé en la mesa, acto seguido la cogí le brazo.

- Se acabó, hasta aquí hemos llegado, ya veo que sólo se va a acabar esto de una manera, así que se terminó.

Sin soltarla y de pie le di un par de azotes más, y como estaba de pie, saqué una de las sillas de la mesa, la puse mirando a la tele me senté y a mis rodillas. 

- Te prometo que hay días que creo que es que lo necesitas, y para eso estamos, para darte lo que necesitas 

De forma brusca, la puse en mis rodillas, en la silla es más fácil controlarla, porque el equilibrio es el que es. 

- Has empezado cómo una cría gruñona, caprichosa y malcriada, pero verás que suave te dejo.

Brazo izquierdo a la cintura bien agarrada y mano derecha que empieza a caer a buen ritmo.

- Ya te prometo que un rato, ni estrés, ni malhumor, calma, paz y eso sí el culo en brasas. 

Cómo llevaba puestos unos leggins de estar por casa, no anduve con mucho miramiento y desde el principio me apliqué con ganas, al principio se resistió un poco moviendo las piernas, vamos pataleando un poco, pero cuando empezó a picar paró y un poco después paré yo. Metí los cuatro dedos de la mano derecha por la cintura de los leggins y tiré con fuerza para abajo, descubriendo lo justo, cómo llevaba un tanga de momento no vi necesario bajarlo y continué "cocinándole" el culo a mano un buen rato, hasta que empezó a coger un color adecuado y ahí paré.

- Levanta.

Cuándo se levantó, ya parecía que toda aquella furia había bajado.

- Las manos detrás de la espalda.

En cuanto las puso, leggins y tanga acabaron en los tobillos.

- Mírame y escúchame con atención, ahora te vas a la cocina y colocas la compra, te irá bien que se te enfríe un poco el culo y cuando termines vienes que aquí te espero.

Un par de azotes por si había alguna duda y enfiló camino de la cocina, con los leggins y el tanga en los tobillos y el culo rojo. Yo guardé la silla y me senté en el sofá a ver un ratito el partido. Pero no tardó mucho en volver a aparecer. 

- Ven aquí -le dije señalando mis rodillas- ¿Está todo colocado?

- Si 

- Las manos...

Las puso de inmediato detrás de la espalda. Y mirándola fijamente, pasé un dedo por su sexo...

- Mientras termino de ver el partido, vete a dar una ducha y no deja abierto, que te conozco. Cuándo termines te traes la crema y el cepillo. 

Se puso roja y suspiró, pero enfiló camino del baño. 

Me quedé viendo el final del partido, aunque hacía mucho ya que no le prestaba ninguna atención, escuché cuándo paro de caer agua, y al poco rato a apareció con el albornoz y en una mano el bote de crema y en la otra el cepillo cuadrado, le hice dejar las dos cosas en la brazo del sofá y acto seguido quitarse el albornoz y dejarlo colgado del respaldo de una silla. No era muy habitual tenerla totalmente desnuda frente a mí para un castigo. Apagué la televisión. Le indiqué que se colocara en mis rodillas totalmente desnuda. Nada más hacerlo empecé a acariciarle el culo, aún un poco rojo. Tenía la piel suave, olía a recién duchada, y antes había subido un poco la calefacción.

Cogí la crema hidratante, agité el bote y dejé caer un chorro en cada nalga que extendí suavemente, pero por poco tiempo, entonces cogí el cepillo.

- Ya sabes que en esta casa, las discusiones porque si, no terminan bien para tu culo y hoy no va a ser una excepción. 

Con la piel "engrasada" empecé a castigar sus nalgas con el cepillo, a ritmo lento pero constante, alternando nalga y nalga, la crema que alivia cuando ya no hay más azotes, tiene el efecto contrario si se azota sobre ella y aunque no eran azotes fuertes, a la veintena más o menos, ya volvía a tener un color más localizado y a moverse. Paré un instante y mientras le pasaba el cepillo por la cara interna de los muslos le dije.

- Toda esa soberbia de antes, la quiero ver ahora y que mantengas el culo bien presentado hasta que acabe.

La "ayudé" usando el brazo izquierdo, y una vez recolocada empecé de nuevo a trabajarle el culo con el cepillo, la escena se repetió un par de veces, en las que tuve que parar y hacerle presentar bien el culo, para seguir.

Hasta que decidí que era suficiente. Entonces la hice levantarse e irse a poner el pijama, sin alivio ninguno. Ya con el pijama puesto un ratito al a mirar la pared, eso si, con el pantalón en los tobillos y así también cenó y recogió la mesa.

Al terminar la esperaba en el sofá, y otra vez a mis rodillas, pero esta vez sólo hubo crema y caricias. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

"

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...>