sábado, 26 de noviembre de 2022

Atrasar, posponer, postergar...

 



Acababa de llegar y estaba sentado en la cama, pensando varias veces antes de atreverme a agacharme para desabrocharme los cordones de los zapatos.


Justo en ese momento escuché abrirse la puerta, un instante después entraba en la habitación.


- Hola 


- Hola ¿Cómo ha ido la reunión?


- Mal, a estas alturas del año, no podemos hacer cambios, después de las vacaciones vuélvelo a plantear y lo estudiamos. Eso me han dicho, no me han hecho ni caso, que rabia.


- Bueno algo de razón llevan...


- Vaya, gracias por el apoyo. 


- Nena...


- Ni nena, ni...- se mordió la lengua- 


- Vamos a ver, no estoy diciendo que no lleves razón, lo que digo es que igual has esperado mucho en plantear el tema, ya está.


- Sólo me faltas tú moralizando, me voy a dar una vuelta. 


- ¿Dónde vas? Ven aquí.


- ¿Para qué? Para tener que comerme una bronca!!!


- No te estoy regañando y tranquilízate. Esto ya lo hemos hablado varias veces este año y siempre te he dicho que creo que tienes razón, pero te pierden los tiempos. Ya vas tarde. 


- Pues cuándo he podido!!!


- No, y lo sabes. Lo has soltado cuándo ya no puedes más y necesitas solución ya, para ayer y eso no puede ser. 


- Pffffffff!!!!!


- Nena...no siempre aplazar, retrasar y postergar las cosas es una buena idea. 


- Me voy a que me dé el aire.


- Ahora mismo lo estás haciendo cómo no te gusta escuchar lo que te digo, solución: me voy. Es infantil nena. 


- Tu también lo haces!!!!


- No es necesario que levantes la voz y si lo hace todo el mundo, pero no nos enfadamos con el resto del mundo, ni nos pillamos una pataleta. 


- Y deja de llamarme niña!!!!


- Te he dicho que no levantes la voz 


Le dije mirándola muy serio. 


- Gritaré lo que me de la gana!!!!! -me contestó levantando aún más el tono de voz- 


Me levanté y la cogí del brazo.


- Mírame


Se puso roja y bajo la mirada.


- Que me mires te he dicho.


Me miró...


- Has visto, cómo no es necesario gritar para que te hagan caso - le dije sin levantar la voz, pero con firmeza- Ahora vete un rato a mirar la pared, cuentas a 100, 200 o 1000 y cuando te tranquilices hablamos. Tira!!!


Tiré de ella para delante y cuando la tuve a tiro, le di un par de azotes fuertes. 


Me la quedé mirando hasta que se puso cara a la pared, de repente toda la furia parecía haberse calmado, de un sólo golpe de autoridad. Me cambié de ropa, me puse algo cómodo y cuando terminé me senté en la cama, otra vez. 


- ¿Hasta cuánto has contado?


- No lo sé, no he contado.


- Pues cuenta a cien y vienes. 


No dijo nada. 


- En voz alta 


- Pfffff...


- Tu misma, de ahí no te vas a mover hasta que no te escuche contar.


- Uno, dos, tres, cuatro...noventa y siete, noventa y ocho, noventa y nueve, cien...


- Ven aquí - le dije señalando delante de mis rodillas- 


Se acercó, en su cara aún había enfado. 


- ¿Te he dicho que me gusta cómo te quedan esos vaqueros blancos?


Mis manos se fueron a la cintura de los vaqueros, buscaron el botón, bajó las manos para intentar impedírmelo, le di un tortazo en la mano.


- Ponlas detrás de la espalda. 


Lo hizo y le desabroché el botón y la cremallera. 


- ¿Sabes que va a pasar ahora?


Resoplido...


- Pues si, me temo que vas a resoplar bastante. 


Tiré con firmeza de los vaqueros y los hice bajar hasta por encima de las rodillas, allí se negaron a bajar más y simplemente se dieron la vuelta sobre sí mismos. Entonces metí los dedos por la cintura del tanga y siguió el mismo camino que los vaqueros. La miré.


- Te acabo de hacer una pregunta ¿Dónde está ahora esa boca tan impulsiva y orgullosa? ¿Que va a pasar ahora? 


Suspiró profundamente...


- Me vas a castigar...


- Bueno más que un castigo lo podríamos llamar una terapia, algo que necesitabas desde que has entrado por esa puerta y que no has parado de buscar, hasta que lo has encontrado. 


Cada vez su rostro estaba más encendido. 


- Ya sabes...


Yo sabía que en esos momentos de explosión, sólo tenía que aguantar y seguirla, que no era capaz de sostenerla mucho tiempo si en el momento adecuado la cortaba. 


Obediente se posó en mi regazo, con el culo perfectamente ofrecido. Apoyé mi mano izquierda en su cadera y empecé a pasarle los dedos rozando las nalgas desnudas.


- Esos vaqueros enrollados en tus rodillas te hacen un culo precioso, pero más bonito está al natural y más aún rojo como un tomate.


Mi mano derecha se puso a ello y la izquierda apretó un poco de su cadera hacia mi cuerpo. No hay instrumento que suene igual de bien que la palma de la mano contra unas nalgas desnudas. Cómo era un castigo de "relax" quería asegurarme que cumplía su objetivo y eso requiere de tomarse tiempo, ser progresivo e ir subiendo de nivel lentamente. Y eso implica también ir haciendo pausas, tocar y sentir lo que la piel transmite, cómo va cambiando de color, rosa pálido, rosado más intenso y de ahí a la gama de rojos, sentir el calor que emana esa piel en aumento y hacer alguna incursión a otras zonas que también se calientan y humedecen. La última pausa fue especialmente larga y precedida de un minuto muy intenso de palmadas rápidas, seguidas y fuertes. El culo le tenía que hervir y sentir ese calor/escozor. Durante unos cinco minutos la estuve sobando. 


- ¿Estás más tranquila?


- Si....


- Pues ahora es el momento de hablar de tu comportamiento. Levanta. 


Se levantó. 


- Voy a prepararme un café, mientras prepara las almohadas en la cama y el cinturón "especial". Cuando vuelva solucionaremos esa manía de levantar la voz. Así que te quiero en posición esperando. 


Salí de la habitación y la dejé allí, con tarea por delante. Lo de las almohadas es un segundo, pero el ritual de preparar el cinturón especial es bastante perturbador. Ya que tiene que engrasarlo y eso significa que la picadura es más intensa. Me preparé ese café, la hice esperarme un cuarto de hora y me fui para la habitación. Entré y miré que todo estuviera en orden. Ella tumbada boca abajo sobre las almohadas y el cinturón doblado y engrasado en la mesita de noche. Sin decir nada lo cogí, comprobé que estuviera húmedo. Lo dejé sobre su culo rojo. 


- Las almohadas no son para que descanses, son una guía para que presentes bien el culo, así que no quiero ver que tu cuerpo las toca,


Arqueó la espalda y apoyó las rodillas levantando el culo, cogí el cinturón de sentía bastante pesado, apunté bien, lo llevé detrás de mi hombro y golpe seco, sólo por el sonido del impacto, ya sabía que tenía que picar y mucho. A los cuatro o cinco ya bajó el cuerpo. 


- ¿ Ahora ya no eres tan valiente? Quiero ver ese culo bien arriba. 


Lo hizo, yo diría que incluso por orgullo y lentamente le di cómo una docena más, ahora ya no tenía el rojo intenso de la manoz era un tono más oscuro. Me senté en la cama dejando el cinturón y empecé a pasarle los dedos por la piel castigada...lentamente fue bajando el cuerpo hasta apoyarlo otra vez en las almohadas...empecé a darle besos en las nalgas, se sentían calientes y la piel se le erizó.


- La mejor terapia relajante...


Me levanté, me fui hasta los pies de la cama la descalcé y terminé de quitarle los vaqueros y la ropa interior, separé sus piernas, me desnudé y me subí a la cama entre sus piernas, ya pegado a ella le pasé mi polla dura entre las nalgas y por el coño, mojado y palpitante hasta que entró dentro de ese acogedor y húmedo agujero, así me quedé un rato con mi polla hasta el fondo de su coño y mi piel pegada a sus nalgas, se sentía un calorcito muy agradable, hasta que la agarré con las dos manos de la cintura y empecé a hacer que mi polla entrara y saliera de su coño, la escena nos había excitado a los dos, así que fue rápido, su orgasmo y el mío, aunque antes de correrme la saqué para correrme en sus nalgas rojas.


















 

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