sábado, 24 de septiembre de 2022

A la primera

 




Era la tercera vez que entraba a la habitación aquella mañana.

- Bueno que piensas levantarte ?

- Con lo a gusto que se está, que prisa tienes pesado.

- Ayer quedamos en hacer un montón de cosas y ya vamos tarde, no te lo digo más...

- Que síiiii, ya voy.

Salí de la habitación, llevaba levantado más de una hora, me había dado tiempo a preparar cafetera, desayuno, yo me había tomado ya una café, no soy de meter prisa y menos los fines de semana, pero la noche antes habíamos hablado que se suponía había que hacer un montón de cosas y me estaba empezando a impacientar y más cuando creo que de alguna manera me está provocando.

Me servi un segundo café y me encendí un cigarrillo esperando que apareciera la bella durmiente, pero no aparecía y mi paciencia se consumía cómo el cigarrillo. Cuando ya iba a ir me dije a mi mismo "Santi cuenta hasta diez" y lo hice, pero nada, así que ya con la paciencia en reserva me fui para la habitación y allí vi algo que aún me la agotó más y es que estaba perfectamente despierta mirando el teléfono.

- Levanta ahora mismo

- Vale ya voy.

- Ya voy no, ya!!!!

Le di un estirón al edredón, destapandola. 

- Joder que ya voy

Dejó el teléfono en la mesita de noche y se sentó en la cama bostezando y estirándose. Yo la miraba desde el otro lado serio y de brazos cruzados. Cuando avanzó hacía mi le dije.

- Dónde vas?

- A desayunar 

- Pues va a ser que no aún, te he dicho la tercera vez, que era la última así que (nombre completo) te quiero ver en el rincón del salón.

- Jajajajaa esa es buena

- ( Nombre completo) o vas al rincón ahora mismo por tus propios medios o te llevaré yo y no te va a gustar.

Al pasar por mi lado me sonrió desafiante y mi reacción fue rápida, la cogí de la oreja.

- Que haces? Suelta me haces daño.

- Te lo haces tú, deja de luchar, mira si es fácil.

Un par de pasos más tarde en dirección al rincón entendió que lo mejor para su oreja, era no hacer fuerza en sentido contrario y seguir mi ritmo. La guíe hasta la pared vacía sin soltarla de la oreja con la otra mano le indique un punto en la pared. 

- Manos en la cabeza y quiero ver la punta de tu nariz aquí. 


Resopló, mientras se frotaba la oreja, pero dos azotes repentinos y fuertes la hicieron reaccionar.

- La nariz aquí, ahora!!!

Resignada puso las manos sobre la cabeza y acercó la punta de la nariz hasta el punto indicado.

- Aquí quieta, que ahora vengo a ocuparme de ti. 

Me fui a la cocina, recogí dejando su desayuno ya frío y me fui de vuelta al comedor. Ella seguía donde la había dejado con una oreja bastante roja.

- Me acabo de levantar puedo ir al baño? Me estoy haciendo pis.

- Ve y cuando vuelvas trae el cepillo.

- Pero por qué?

- Todavía tienes el valor de preguntar? Ahora te explicaré porqué y pobre de ti que no traigas el cepillo.

Me senté a esperar, pero el tiempo empezó a pasar y algo me daba que me tomaba el pelo, así que entré en el baño, estaba sentada en el WC, con el pijama en los tobillos, pero tenía otra vez el teléfono en la mano. 

- Que haces? No sé puede tener ni intimidad o que?

El que suspiró fui yo ahora, le quité el teléfono de un manotazo, lo metí en el bolsillo y la levanté de la taza de la otra oreja, la que no tenía roja. Se quejó que no la dejase subirse el pantalón entre otras cosas.

- No lo vas a necesitar.

La llevé hasta detrás de la puerta y le dije.

- Coge el cepillo.

Tras la puerta había un colgador de el colgaban varios cepillos y cogió el cuadrado más ancho, pero más ligero. Abrí la puerta y de la oreja con el pantalón del pijama hecho una maraña en sus tobillos la conduje hasta el salón, allí le solté la oreja y le cogí el cepillo. 


No le di tiempo a mucho, tirón rápido y eficaz y a mis rodillas una vez allí. La rodeé con mi brazo izquierdo de la cintura tirando hacia arriba para ponerla en la posición ideal para ocuparme de su culo y de inmediato pasé mi pierna derecha por encima de las suyas para poder controlarla bien.

- (nombre completo) La próxima vez que te diga que te vayas al rincón, a la primera y sin numeritos, ni juegos y para que lo tengas claro, te lo voy a grabar en el culo. 

Empecé a darle azotitos muy suaves con el cepillo directamente, eran apenas unos toquecitos, empezar en frío con el cepillo hubiera sido muy cruel y hubiera acortado mucho el castigo y mi idea era precisamente la contraria, el mismo resultado, pero un castigo largo. Muy despacio fui aumentando el ritmo, hasta que vi que la piel ya estaba preparada y ahí sí empecé a darle con la intensidad habitual y conocida cuando usaba el cepillo, además repartiendo bien por toda la superficie de sus nalgas, hasta llegar a ese punto dónde el dolor y el escozor empiezan a ser la única sensación y se nota. Ahí paré.

Tenía ya el culo bien rojo, es lo que tiene el cepillo, eficaz y cómodo. Entonces le dije.

- Ahora ve a desayunar y en cinco minutos te quiero de vuelta, así que espabila, si tengo que volver a ir a buscarte no te vas sentar en una semana.

Se levantó, dijo algo entre dientes que no entendí y con el pantalón del pijama en los tobillos fue hasta la cocina. Esta vez no tuve que ir a buscarla, en menos de cinco minutos estaba otra vez frente a mí. Se cruzó de brazos mirando al suelo.

- (Nombre completo) vamos a volver al punto de inicio, así que ahora te vas a ir cara a la pared y vas a pensar en tu comportamiento un rato. Cuando te avise vendrás, te pondrás en mi regazo con el culo ofrecido y recibirás tu castigo.

- Pero si ya me lo has dado, me quema sabes?

- Te he dado si, pero por no ir cara a la pared cuando te lo he dicho, todavía te falta el de no haberte levantado tras tres avisos. 

- Pufffff ( aún quedaba orgullo condensado ahí dentro, eso era señal que a su culo aún le faltaba bastante para llegar al límite)

Se fue a mala gana cara a la pared. Yo notaba algo incómodo en mi bolsillo trasero, era su teléfono, al sacarlo le di al botón de activar la pantalla y en ella algo que me llamó la atención tenía abierta una web de relatos....lo cual me hizo pensar. 

Tras unos cinco minutos cara a la pared la llamé. 

- ( Nombre completo) ven aquí.

Bajó las manos se dió la vuelta y caminó arrastrando los pies casi, los pasos que separan la pared, del sofá, con un gesto le indique que se pusiera otra vez tumbada boca abajo en mi regazo, lo hizo despacio, el orgullo iba cuesta abajo. Nada más ponerse volví a cogerla de la cintura y ponerla en la posición ideal. Me quedé un rato mirando fascinado su culo, los dos globos carnosos, la curva de las caderas y el color rojo intenso que ya tenía. Empecé a acariciarselo con la yema de los dedos y le dije.

- Y ahora dime (nombre completo) porque estás en mi regazo con el pantalón del pijama en los tobillos y el culo al aire?

- Por qué te has levantado con el pie izquierdo?

Mi respuesta fue una ráfaga de palmadas cómo una veintena seguidas y fuertes.

- Respuesta equivocada señorita, pero te doy una segunda oportunidad, por qué estás en mis rodillas con el culo rojo y al aire? Y te voy a dar un consejo piensa bien la respuesta, porqué tengo el cepillo a mano. 

Suspiró y ya con la voz más aniñada dijo:

- Por intentar vacilarte y no haberme levantado después del ultimátum.

- Esa respuesta me gusta más

- Y que te suele pasar cuando intentas vacilarme?

Volvió a coger aire con fuerza.

- Que acabo en tus rodillas 

- Mmmm no es correcta del todo, para que acabas en mis rodillas, para que te dé un masaje?

No podía ver su cara, pero la imaginaba más roja aún que su culo.

- Para que me castigues...

- Ha costado pero la respuesta es correcta.

Ahí empecé a azotarla con la mano, enseguida el sonido de las palmadas era lo único que sentía, constantes, rítmicas y firmes. Pero no tuve que sujetarla de ningún modo, es más a medida que iban cayendo se fue relajando y rindiendo. Seguí un ritmo muy concreto, entre dos y tres minutos de azotes, paraba y estaba cómo un minuto de caricias en su culo cada vez más rojo y caliente. Las caricias eran de todo tipo, suaves apenas rozando y de repente pasaba a frotarle la piel con energía o incluso agarrar con fuerza una nalga y estirarla exponiendo su intimidad momentáneamente. A partir de la tercera tanda de azotes, las caricias también fueron a otras zonas, la cara interna de los muslos y el sexo, que cada vez estaba más hinchado y mojado, tras la cuarta tanda también empecé va jugar con un dedo dentro de su coño y el ritmo de azotes y caricias empezó a invertirse. Cada nueva tanda de azotes era más corta y cada pausa de caricias más larga y mas erótica. Eso de que cuanto mas rojo tiene el culo, más le licúa su coño, me encanta, pero cuando ya la tenía a punto de caramelo, le dije.

- (nombre completo) aún tenemos alguna cosa pendiente que ahora vamos a aclarar.

Y empecé de nuevo a azotarla, con más ganas y más fuerte que durante todo el castigo anterior, en plan traca final, sólo paré cuando noté que tensaba los glúteos síntoma que el límite está muy cerca. Fue parar y volver a relajarse, tenía el culo rojo como nunca, aunque la mano no suele dejar marcas muy duraderas, dejé pasar un rato, sin hacer nada, simplemente que sintiera el efecto de los azotes en la piel y el poco alivio que podía darle el aire.

Entonces la hice levantarse. Le di su teléfono y le dije. 

- Léeme lo que estabas leyendo en la cama.

Creo que al escucharme, se le olvidó totalmente el escozor en el culo. Su rostro se puso rojo al instante.

- Lee o prefieres que vuelva a coger el cepillo?

Cogió aire otra vez y ruborizada empezó a leer, era una historia de disciplina doméstica, al poco de empezar a leer empecé jugar con mis dedos en su coño, mientras leía, goteaba literalmente y de vez en cuando hacía una pausa y gemía mientras mis dedos se paseaban por todos los pliegues y rincones externos e internos de su sexo. Pero sin dejar que llegase al orgasmo. 

El final de la historia era muy interesante, la chica agradecía su castigo de una forma muy especial. Al terminar de leer le di unas palmaditas en el coño.

- Así que ese ha sido el motivo de tu retraso?

La miré y seguía jugando con mis dedos en su coño.

- Pues casi has vivido en tus carnes, nunca mejor dicho lo que estabas leyendo. Sólo te falta agradecer tu castigo. 

Me miró por primera vez en mucho rato, se arrodilló, me desabrochó el pantalón, los vaqueros cayeron hasta mis tobillos, me bajó también el bóxer e hizo lo mismo que acababa de leer, empezó a lamer mi polla despacio y acabó haciéndome una mamada épica, mientras con la mano libre se masturbaba, hasta corrernos los dos, yo en su boca y ella en su mano. 

Al final no hicimos nada aquel día, más que masajes, cremas y disfrutarnos. 



1 comentario:

  1. Como cada sábado lo primero que hago al despertar es buscar el relato.
    Me tiene todo el día feliz
    Divino como siempre.

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