sábado, 4 de diciembre de 2021

Espejos, fotos y paleta.

 



Tenía que ausentarme una semana por un puñetero viaje de trabajo al Norte. Y yo sabía perfectamente qué me buscaría, antes de irme y así fue. Quien busca encuentra dice el refrán y me encontró. La noche antes de irme durmió boca abajo, tras una larga sesión de mano y cinturón por impertinente. Aunque cómo dice otro refrán: sarna con gusto no pica.

Tal vez lo que no esperaba es lo que le dije, cuando me despedía de madrugada, para no volver hasta el viernes.

- He estado pensando y ya que no voy a poder revisarte las marcas, cada noche antes de dormir, te haces una foto y me la envías.

- Que dices??? Y cómo me hago la foto a mi misma!!!

- Te buscas la vida, pero quiero cada día esa foto.

- Pffffff es humillante.

- No me vengas con cuentos que se te las vas a mirar igual, así que aprovecha y cuando estés frente al espejo coges el móvil y foto.

- Pffffff 

- Ayer cobraste por resoplar, ahora no tengo tiempo, pero te aviso, si no tengo la foto cada día, cuando vuelva te arrepentirás.

Se me echaba el tiempo encima, así que le di un beso, me despedí y salí con la maleta.

Cuando estableces una norma, sabes que en realidad estás empezando un juego, dónde la obediencia total, no tiene mucho futuro por lo general. 

Ya en Bilbao mi destino, los días se me hicieron largos y tediosos. Mi rutina era de lo más aburrido, ir a las reuniones que se alargaban y de vuelta al hotel. El único rato divertido, era el ratito que hablaba con ella y al terminar la conversación le pedía la foto. Me resultaba gracioso verla allí frente al espejo haciendo contorsionismo con el pijama en los tobillos y viendo cómo cambiaba día a día el recuerdo que había dejado en su piel.

A pesar de sus quejas diarias, sabía también, que eso la llevaría a un orgasmo después. 

Pero el Jueves pasó lo que suponía que pasaría y es que a la hora de hablar, cuando cogí el teléfono tenía un mensaje.

- Me duele mucho la cabeza y me voy a la cama, mañana avisa cuándo salgas buen viaje. Muaaaaaks.

Yo contesté con una frase que dejaba las cosas en el aire.

- Descansa y que te mejores, si mañana hablamos.

El último día en Bilbao, tenía una reunión de cortesía a primera hora y tenía que hacer tiempo para ir a recoger una documentación antes de volver. Así que me fui a dar un vuelta y acabé no sé cómo en un Decathlon. Entré para hacer tiempo sin la idea de comprar algo, pero para mí sorpresa, pasé por una sección que no había visto en otros Decathlon: la sección de pelota vasca, me pasee por ella para curiosear y de repente vi algo, que me iluminó. De un expositor colgaban unos instrumentos: paletas de pelota. Evidentemente lo que me puso una sonrisa no fue la idea de iniciarme en ese deporte, fue la idea de darle otro uso. Las habían de varios tipos, infantiles, adultos, perforadas...y en las especificaciones de todas ponía: fabricadas en madera de haya.

Estuve un buen rato tanteando varias, peso, largada, manejabilidad y una en especial me recordó mucho a algo que había visto repetidamente en páginas anglosajonas. Lo que ellos llaman paleta Jokari. Que no es más que una marca que hacía paletas para un juego infantil. Con ella en la mano me fui a la caja a pagar. 

Fui a recoger la documentación que me faltaba, hice el checkout en el hotel y emprendí el viaje de vuelta. Antes de salir le envié un mensaje, para avisarle que ya estaba de vuelta.

En un parada a repostar en una gasolinera ley su respuesta.

- No sé si estaré cuándo llegues, he quedado a tomar algo con unas amigas, pero no tardó, cuidado en la carretera. Besos.

Se me hizo corto el viaje de vuelta, pensando en el reencuentro.

Cuando por fin llegué hacía un viento infernal. No estaba en casa, deshice la maleta, me di una ducha, me puse cómodo y a esperar. 

No tardó mucho en sonar la cerradura y apareció, envuelta en un abrigo negro tres cuartos, que de quitó nada más entrar, me dio un beso y se sentó conmigo a que le explicase el viaje. Estaba muy atenta y risueña. Hasta que le pregunté.

- Cómo va tu dolor de cabeza?

- Bien, ya sabes durmiendo se me pasa.

- Ya y tú y yo, no teníamos un trato?

- Pffff ayer no estaba para tratos. 

- Y hoy? Hoy si estás bien 

- Pero bueno hoy ya estás aquí no veo la necesidad.

- Es verdad, pero podías habérmela enviado esta mañana, la que no me enviaste ayer.

Se quedó muda. Así que era el momento de arrinconarla.

- Mira señorita, ya sabes que no suelo pedirte mucho, pero cuándo lo hago es para que se cumpla y sabías porque te avisé que si no tenía la foto diaria tendría consecuencias. 

- Y yo que sé, habérmela pedido esta mañana.

En ese momento decidí no dar tiempo a reacción.

- Levanta y tráeme la silla roja del despacho.

- Que??? Pero por qué?

- Sabes perfectamente porque, tengo que ir a buscarla yo?

Se levantó toda digna y renegando fue a buscar la silla, la dejó frente a mí dando un golpe con ella en el suelo. La miré muy serio.

- Ponla en el centro del salón y sin golpes.

Resopló, la cogió y la dejó muy suavemente.

- Aquí le va bien al señor?

No contesté, me levanté me fui hacia ella la cogí del brazo me senté en la silla y la puse con energía en mis rodillas.

- Seguramente, lo tendrás ya inmaculado y blanquito, pero que poco te va a durar. 

Entonces simplemente empecé a azotarla el culo sentado en la silla , mientras la sujetaba con fuerza por la cintura con el brazo izquierdo y mientras la iba azotando, iba hablando en plan sílabas.

- A-ho-ra-vas-a-a-pren-der-que- cuan-do-te-pon-go-u-na-nor-ma-es-pa-ra-que-la-cum-plas...

Así todo el rato, pero llevaba unos vaqueros ajustados, pero gruesos y empezó a picarme la mano y paré.

- Levanta 

Se levantó, resoplando otra vez y empezó a frotarse. 

- Las manos en la cabeza!!!

- Pffffff 

En cuanto las puso, mis manos fueron al botón de los vaqueros y los desabroché, ahí no hubo soplido, si colorete en sus mejillas cuando empezó a descender hasta las rodillas y aún más cuando el tanga siguió el mismo destino, al hacerlo en un acto reflejo se tapó y le costó un cachete en el muslo.

- Las manos en la cabeza, si eres desvergonzada para saltarte las normas, no tienes derecho a la vergüenza.

Y así la tuve un minuto más o menos con las manos sobre la cabeza frente a mí a la espera de que la pusiera otra vez en mis rodillas.

Cuando lo hice la puse bien, y antes de empezar le acaricié las nalgas desnudas. 

- Lo ves ya empieza a estar rosadito, pero hay que subirle más el color.

Y empecé a azotarle el culo desnudo con mi mano incansable, alternando cachete y cachete subiendo despacio el tono de piel, un rato después ya lo tenía rojo brillante y uniforme y volví a las caricias. Al empezar a acariciarla soltó un gemido.

- Te gusta señorita?

- Mmmm esto sí

- Y lo otro me da que también

- No, lo otro pica.

Llevé mi mano a su coño que goteaba.

- No mientas, te gusta que te ponga el culo rojo verdad?

No dijo nada.

- Vaya te has quedado callada, eso será que si te gusta.

Y empecé a azotarla de nuevo, una ráfaga rápida y larga. Cuando me detuve suspiró de alivio.

- Vete a poner el pijama y vuelve.

Le di una palmadita en el culo y enfiló para la habitación, yo la esperé sentado en la silla, cuando apareció con el pijama y se puso frente a mí. Sin decir nada de un tirón le bajé el pantalón hasta los tobillos.

- Ahora te vas un ratito a mirar la pared.

Se quejó, pero nada que no arreglaran un par de azotes más. 

Ya en el rincón, sin moverme de la silla, la estuve observando unos minutos, hasta que noté algún suspiro de impaciencia, me levanté y me acerqué por detrás. 

- Aburrida?

- Si -me dijo en tono de pataleta-

Entonces llevé otra vez mi mano a su coño.

- Antes te dije que no mintieras y yo lo que noto es que cuanto más tiempo estás en el rincón enseñando el culo rojo, más caliente se te pone el coño. 

Entonces la cogí de la oreja y la saqué, la llevé hasta la silla, le di la vuelta a la silla y le dije que se inclinará apoyando las manos en el asiento de la silla por encima del respaldo. Cuando estuvo en posición lo dije.

- No te muevas, que te he comprado un regalito en el viaje y lo vamos a probar.

Me fui a buscar la paleta de pelota que había comprado aquella mañana, de vuelta no pudo verla, así que sólo pudo intuir algo cuando le di unos golpecitos a modo tanteo en su culo ya caliente y rojo.

- Te voy a dar 10 sólo, aunque si te mueves o no los cuentas, siempre puede caer alguno más. Preparada?

El primer golpe sonó que me sorprendió hasta mi, seguido de un suspiro profundo y segundos después dos círculos más rojos en sus nalgas. Hice bien en comprar la infantil pensé. 

Le di los diez azotes, dejando pasar mucho tiempo entre azote y azote y cada dos le pasaba los dedos por los círculos cada vez más oscuros de sus piel. Cuando terminé los diez prometidos, ya vi que sentarse el fin de semana, no iba a ser muy agradable. Dejé la paleta en el sofá. Me acerqué por detrás, con mis pies separé sus piernas y comprobé la humedad de su coño por tercera vez. Seguía igual o más. La ayudé a incorporarse. Nos abrazamos y yo frotaba su culo sin parar.

- Venga va tumbate boca abajo en el sofá que voy a por la crema.

Me fui al baño, al volver estaba tumbada boca abajo en el sofá, estuve un buen rato ocupándome de su culo, crema, caricias y masajes, pero una semana era mucho tiempo y acabé por poseerla allí boca abajo en el sofá.

Y después en la cama repetimos cremas, caricias y masajes, pasado el tiempo el rojo efímero había desaparecido, pero quedaban las marcas que iban oscureciendo más.

- La semana que viene vamos a repetir ejercicio y cada día cuando llegues a casa me enviaras una foto al trabajo, al no ser que quieras repetir. 

Le di un beso en cada nalga y me sumergí en su intimidad otra vez. 


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