sábado, 18 de septiembre de 2021

Terapia de choque

  




Nada más verla entrar, ya imaginé cómo estaría el ambiente, la cara que es el espejo del alma y además yo ya llevaba un rato en casa, cuando lo normal es que ella llegue antes que yo. 

Me fijé que llevaba unas botas altas y esos vaqueros standard que le sientan tan bien. Cómo la vi venir intenté conciliar.

- Que tal el día?

- Mejor no te cuento...

Dijo mientras dejaba el bolso en la mesa.

- Pues a mí no me importaría escucharte.

- Ya, pero no tengo ganas de hablar me voy a dar una ducha.

- Venga va, siéntate 5 minutos y sueltas te irá bien

- No estoy para terapias de psicoanálisis ahora. 

- Tu misma y si date esa ducha a ver si te calmas.

- Que me calme? Mira tío tu estás bien cómodo en el sofá, yo llevo un día de perros, comiéndome cosas, que no son de mi responsabilidad, luchando como una jabata, intentando que aquello funcione medianamente, regalando horas, encima mi familia que no deja de cargarme con cosas también y sólo me faltas tú, desde mi casa y mi sofá, dándome lecciones de moral y tratándome como a una histérica. 


Me sorprendió aquella reacción intuía que la cosa estaba tensa, sabía de su retentividad, pero no esperaba aquel ataque. Entonces vi que cogía otra vez el bolso y las llaves.

- Dónde vas?

- A tomar el aire!!!!

Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la puerta.

-Nena, ven aquí, que no pasa nada...

Su única respuesta fue abrir y cerrar de un portazo que retumbó por toda la escalera y si algo no soporto son los portazos. 

Pensé que en media hora estaría de vuelta, pero pasó media hora, una hora, una hora y media y seguía sin aparecer, así que cogí y el teléfono y la llamé, pero sonó en la mesa, se lo había dejado. 

Ya hacía rato que había oscurecido y salí a dar una vuelta con el coche para intentar encontrarla, pero nada y su coche estaba en el parking. Así que desistí pensé que igual había ido a casa de alguna amiga o compañera, subí a casa y me puse a hacer algo de cenar. Cuando terminé aún no había llegado, así que puse la mesa y cuando me iba a sentar para cenar, escuché la llave en la cerradura.

Al verla ya vi, que tenía otra cara.

- Estás mejor?

- Si....oye que siento mucho haberme puesto así...

- Donde has estado?

- Deambulando y luego aquí en un banco del parque.

- Quieres cenar algo?

- No, gracias me voy a poner cómoda y creo que me voy a ir a la cama.

- Espera un momento, que me gustaría hablar contigo antes.

-Dime 

- Nena sabes que en temas de trabajo no me meto nunca, cuándo me has pedido opinión te la ha dado y sabes que no soy de regalar los oídos. Si me pides opinión y creo que te equivocas te lo voy a decir, pero la decisión final es tuya, con los temas de familia aún mantengo más distancia, pero aún así cuando me has pedido opinión también te la he dado, pero algo muy distinto es nuestra forma de relacionarnos y antes me has hecho sentir como un intruso, así que te voy a hacer una pregunta, muy clara, que no admite matices, la respuesta es sí o no.  Estás cómoda en la dinámica de relación que llevamos, con todo lo que implica? Porque si no lo estás sólo tienes que decirlo y se acabó.

Cuando terminé la exposición, estaba incómoda y con la mirada baja, me acerqué y le levanté la barbilla.

- Mirame a los ojos y responde.

- Sí..

- Sí, que?

- Que estoy cómoda 

- Entonces entenderás que aún entendiendo tus motivos y sin tan siquiera entrar a juzgarlos, aunque hay cosas de las que ya hemos hablado y al final no me has hecho el mínimo caso, lo que no puedo pasar son las formas y toda tu actitud, desde que has llegado esta tarde es impropia de una adulta


Volvió va bajar la mirada. Le volví a levantar la barbilla. 

- Nada que decir?

- Lo siento...

Ahora vengo, fui un momento a la habitación y cogí algo que nunca creí tan útil; un reloj de arena. Con el me presenté de nuevo en el comedor, ella estaba sentada en el sofá.

- Levanta.

Se levantó, aquel día creo que no tenía fuerzas para resistirse, de hecho creo que necesitaba un castigo. Se levantó. Le di la vuelta y la puse mirando al sofá.

-Extiende las manos, con las palmas hacía arriba. 

Suspiró pero lo hizo. Entonces le di la vuelta al reloj de arena y lo puse sobre la palma de sus manos extendidas.

-Sujetalo, mientras ceno, sin moverte.

Ahí la dejé y me puse a cenar, el reloj tardaba seis minutos en completar el ciclo, tiempo suficiente para comerme la sopa. Cuando terminé me levanté y vi que el reloj estaba a punto de completar el ciclo, me acerqué por detrás, le desabroché el cinturón, los botones de los vaqueros, al empezar a bajarlos, maldije esos vaqueros que tanto me gustan, pero que tanto cuestan de bajar, se los bajé justo hasta las botas. Y seguidamente la bajé también el tanga que llevaba debajo justo hasta medio muslo. Entonces le di de nuevo la vuelta al reloj y me fui a recoger la mesa, lavé mi plato, vaso y cuchara, me fumé un cigarrito en la cocina y de vuelta, pasé por el baño a coger uno de los cepillos de madera, de la cada vez más amplia colección que tenía. Elegí uno pequeño, de mango corto y ovalado, eso sí de buena madera. 

Cuando llegué el reloj, ya había completado el ciclo. Se lo quité y lo dejé en el brazo del sofá, ella agitó los brazos entumecidos de sostener la posición, me senté frente a ella, expuesta, con la ropa a medio quitar, le hice poner las manos sobre la cabeza, la miré y sin decir nada, mi mano se fue a su pubis, un dedo se paseó entre sus labios, estaba mojada, así que sin pensarlo le metí dos dedos, no necesitaba ninguna lubricación y jugando un poco con mis dedos le dije.


- No sé cómo calificar lo tuyo, te comportas como una niña caprichosa, sabes que te voy a poner el culo como un tomate por eso y sin embargo, te mojas como una adulta.


Yo sabía, que eso la mortificaba, recrearme en su excitación ante la expectativa de un duro castigo, la perturbaba mucho. Saqué mis dedos de su coño lúbrico. La cogí de una muñeca la llevé al lado derecho de mi regazo y poniendo mi mano en la parte baja de su espalda la hice colocarse sobre el. Con el moviemiento el tanga, se había bajado hasta dónde estaban los pantalones, así que se lo volví a subir a medio muslo, en ese juego mental. Cuando estuvo justo en el lugar que deseaba, le puse el reloj de arena frente a su cara y mientras le acariciaba la piel suave y esponjosa pero fría de sus nalgas le dije.

- Cuando te diga le darás la vuelta al reloj, y te azotare el culito travieso, hasta que me avises qué ha terminado. Esta claro?

- Si... 

La seguí acariciando un rato, hasta que le dije que pusiera en marcha el reloj. En cuanto lo hizo, empecé a azotarla, el primer minuto fue de calentamiento, más suave y lento, pero en cuanto su piel empezó a coger algo de color y calor aumenté implacable, hasta llegar al ritmo que me gusta y sostenerlo lo que duró el reloj en terminar, en cuanto me avisó, paré. 

6 minutos de azotaina seguida a mano, más que suficiente para ponerle el culo cómo un letrero de neón rojo. Pasé la yema de mis dedos rozando su piel, que se erizó en especial cuando los pasé por la frontera entre muslos y nalgas. Entonces dejé las caricias y cogí el cepillo y se lo empecé a pasar por nalga y nalga por la parte de las púas como si las cepillarse suavemente. Y el dije.

- Cómo antes cuando te diga, le das la vuelta al reloj.

Más o menos un minuto después le di el aviso, esperé que le diera la vuelta al reloj y en cuento lo hizo, le di la vuelta al cepillo y empecé a azotarla metódicamente. El cepillo hacía poco más de un palmo mango incluido, y eso me permitía un uso muy preciso y poder repartir bien los azotes por toda la superficie, esta vez no buscaba castigar más ciertas zonas, quería que tuviera una sensación de quemazón uniforme y extensa. 

Aproximadamente cuando llevaba algo más de la mitad del tiempo, empezó a tensar los glúteos y yo le di una pequeña ráfaga en la parte alta de los muslos y le dije.

-Si eres tan valiente para salir dando un portazo, ahora quiero ver ese culo bien levantado, relajado y expuesto.

Al oírme se relajó de inmediato, apretó los puños y terminé el ciclo de 6 minutos de cepillo. Si antes el color de la zona era un rojo intenso, ahora eran dos globos escarlata. 

Dejé el cepillo en el brazo del sofá, pero no la acaricié, la tuve un rato en mi regazo, sin ningún tipo de estímulo que adulterase, lo que quería que sintiera, que no era otra cosa que el ardor punzante de la azotaina en su culo. Cogí el reloj de arena y yo mismo le di la vuelta, así la tuve otros 6 minutos, sobre mis rodillas con el culo incandescente y sin más sensación de la que sentía en sus nalgas.

Cuando el reloj completó el ciclo, la hice levantarse, no dijo nada, se quedó quieta mirando al suelo, se que pedía un abrazo y lo tendría cuando se lo hubiera ganado. 

- Ahora señorita carácter, te vas a la habitación y me esperas en el rincón, no hace falta que te diga, que no puedes frotarte, subirte la ropa, ni nada parecido, quiero que pienses bien en tu actitud de hoy y cuando entre lo hablamos.

No dijo nada, casi arrastrando los pies se perdió camino de la habitación cuando, la perdí de vista le di la vuelta por última vez al reloj de arena. Esperé a que terminase, en cuanto lo hizo me levanté, dejé el cepillo en su sitio y me fui para la habitación. Nada más entrar, la vi allí en el rincón, con la ropa aún a medio bajar, enseguida me fijé en su respiración, que me confirmó lo que suponía; estaba llorando.

Esperé un poco, no quería cortar el llanto, cuando entendí que ya por si mismo había salido todo, la llamé, se dio la vuelta, yo estaba sentado a los pies de la cama, se sentó en mi regazo y se escondió entre mi hombro y mi cuello, me mojó con la humedad de sus lágrimas, sin forzarla a nada sólo le dije.

- Mejor? Más tranquila?

Me susurró 

- Gracias, de verdad siento haberte tratado así

- Pschttt!!! Ya pasó, necesitabas sacarlo y ya...tampoco ha costado tanto

Se rió...

- Mi culo no piensa lo mismo, cualquier día desparece ese cepillo..

En ese momento mi mano bajó a su entrepierna.

- Creo que esto no son lágrimas, algo habrá que hacer, no crees?

Me dio un mordisquitos en el cuello y me miró por primera a los ojos, los suyos aún llorosos pero con una sonrisa.















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