Llevaba casi 10 años colgando el mismo relato el día de Reyes, lo escribí por allá el lejano ya 2012 y creo que le toca ya una pequeña renovación, sin pervertir la idea original. Espero que los Reyes os dejen muchos regalos, este es el mio. Feliz día de Reyes
Tras la semana loca que cada año nos lleva del 24 de Diciembre al 1 de Enero, se produce como un pequeño impass, una pausa de medio normalidad, para culminar ya del todo el día 6, el día de Reyes, unos días que vienen muy bien para descansar, purificar excesos y relajarse. Pero no es el caso de ella, al revés precisamente esa semana, empieza su estrés navideño, el motivo: el dia 6 se impuso la tradición de hacer ella una comida familiar. Así que el día 2 ya está investigando recetas, haciendo listas mentales de compra, adecuando la casa etc. El problema es que eso empieza como proceso mental o sea, imaginativo, que se va retrasando y generando más estrés a medida que se acerca el día, porqué planes mentales hay muchos pero llevados a la práctica cero.
Como la conozco ya, se que esa semana es como una especie de leona enjaulada, irritable, malhumorada, insolente...por lo tanto me armo de paciencia, evito confrontaciones y espero que todo siga su curso inexorable, que culmina el día 5, donde todo son prisas y nervios.
Este año no iba a ser una excepción a la regla, y aunque por las restricciones, la comida se había reducido en aforo y sólo éramos los más jóvenes de la familia, en la práctica eso no supuso ninguna diferencia.
El día 5 amaneció frío y ventoso, y muy temprano, de hecho cuando me levanté ella ya no estaba en la cama, cuando solía ser al revés siempre. Me fui para la cocina y ya estaba desayunando, había café recién hecho y le dije en tono de broma.
-Debería ser Reyes cada semana...
-Que idiota eres, y que sepas, que no quiero un estorbo por aquí que tengo mucho que hacer.
-Ya sabes, que yo no me meto tu haz
-Y tu ya sabes a que me refiero, además te he hecho una lista de compra.
-¿Pero no fuiste ayer?
-Si, pero me olvidé de cosas, así que desayuna y vas que lo no necesito ya.
-Nena son las 8, hasta las 9 no abren
-Bueno, pero en cuanto abran vas
-Que si....¿Me puedo tomar el café tranquilo?
-Si, pero fumar en la cocina, ni se te ocurra fumar en el salón, hoy.
-A la orden mi capitán.
Ya vi en aquel momento que el día sería movidito, incluso intuía como acabaría. Al menos el desayuno fue tranquilo, me vestí, cogí la lista y me fui para el súper. Decidí ir andando está relativamente cerca, mala decisión, hacía mucho viento y aunque no debía cargar mucho un par de bolsas si. Llegué jadeante y con la cara roja del frio, dejé la compra sobre la encimera de la cocina, ella andaba en la habitación y me fui para allá. Estaba haciendo la cama y recogiendo.
-Bueno va cuéntame el plan
-Joder, pues no lo ves, hay que hacer toda la casa a fondo y quiero cocinar, que mañana quede sólo por hacer lo que es al momento, puedo adelantar mucho.
-Vale, pues líate tu con la cocina, yo limpio la casa y entre los dos adelantamos y podemos tener la tarde libre y todo.
-Ni hablar, no me fio de ti. Tu haz lo que de dije, vamos que no estorbes, con eso ya me ayudas.
La miré serio, ya era la segunda vez y eso que me estaba ofreciendo y que otras veces no lo hubiera importado nada, pero decidí no liarla más y me fui para la cocina, me calenté otro café y me encendí un cigarrito. Al poco apareció.
-Joder al menos podrías haber colocado la compra.
-Pero no dices que vas a cocinar, además yo que sé que vas a usar y que no, con tanto secretismo de menú.
-Pufffffffff ya estás estorbando sal del medio
-Estoy fumando
-Pues sal a la calle, por la casa ni hablar.
Cogí aire, apagué el cigarro y salí de la cocina. Me senté en el sofá a jugar con el móvil, total no me dejaba hacer nada. La escuchaba por la cocina trastear y un rato después escucho sus pasos por el pasillo, la veo entrar en el comedor en plan enfado total, con un bote de especias en la mano y me dice.
-Joder tío, te he dicho pimienta en grano, que parte de en grano no has entendido, esta es molida, no me sirve, joder para una cosa que te pido y no eres capaz. Me voy a vestir.
-¿Para qué?
-Para ir a buscar la pimienta
-Anda no sea niña, que ya voy yo...y vale ya, mi paciencia tiene un límite.
-No déjalo mejor voy yo, tu mejor te tomas una tila.
La gota que colmó el vaso, me levanté la cogí del brazo empezamos un forcejeo que duró poco, porqué realmente usé toda mi fuerza para domarla, hasta que conseguí rodear con mi brazo izquierdo su cintura, puse mi pierna delante de las suyas obligando a que se inclinara hacia delante de pie y empecé a azotarle el culo, por encima del pijama, mientras le decía.
-Ya veo que tradición en esta casa el día de Reyes es siempre la misma, tu terminas con el culo rojo, eso no falla, ningún año. Cuando dejó de resistirse paré un momento, de un tirón le bajé el pantalón del pijama, dejándole el culo al aire y algo sonrosado y empecé de nuevo a azotarla directamente sobre la piel desnuda mientras le decía.
-Pero este año va a ser diferente, no es que vayas a terminar el día con el culo rojo, es que vas a estar todo el día con el culo más rojo que el traje de Papa Noel. Estuve un par de minutos dándole y paré, le subí el pantalón y le dije:
-Voy a buscar la pimienta y cuando vuelva hablamos.
Cogí mi chaqueta y salí firme y decidido. Antes de cerrar la puerta miré hacía el salón y allí estaba frotándose las nalgas.
Otra vez a la calle con el viento helado, compré el puñetero bote de pimienta en grano y de vuelta. Al entrar estaba de nuevo en la cocina y se lo dí.
-Gracias....
-Siento mucho haberme puesto así, pero ya sabes, me estreso...
-¿Estás más tranquila?
-Si
-Pues voy a asegurarme que el resto de día esto sea una balsa de aceite, porqué no pienso aguantarte la más mínima tontería, lo que queda de día, te aseguro que vas a funcionar mucho mejor. Miré el reloj, las 12 del mediodía y no dije nada más, allí la dejé. Me fui al salón, cogí el móvil y puse la alarma una hora más tarde.
Cuando sonó la alarma, la llamé.
-Nena ven.
-¿Que quieres estoy atareada?
-Que vengas
Yo estaba senado en el sofá, se acercó, se quedó de pie frente a mi en un gesto en plan "que te pasa", automáticamente tirón del pantalón del pijama.
-Ponte en mis rodillas
-¿Que?
-Ya lo has oído
Hizo la intención de irse, pero se lo impedí, a la fuerza pero terminó en mis rodillas, con el pantalón del pijama en los tobillos y le dije.
-Esto lo vamos a repetir cada hora, hasta las 9, ya te he avisado que hoy iba a ser permanente el rojo en tu culo.
Le dí una azotaina rápida de un minuto, pero intensita, le subí los pantalones y venga a continuar.
La escena se repitió cada hora, a las 2, a las 3, a las 4....las primeras veces con algo de resistencia, después ya no, sin escapatoria, no lo quedó más remedio que aceptar. No eran azotainas muy largas, un minuto poco más, lo suficiente para que entre hora y hora sintiera el culo calentito y rojo. Tras la última de las 8 y con todo adelantado ya y sin más salidas de tono, nervios, mala contestaciones y demás. Nos dio tiempo hasta de picar algo y al terminar me dijo que se iba a dar una ducha, pero aún quedaba la última y la definitiva azotaina relajante.
Cuando salió de la ducha y se presentó en el salón, había una caja de regalo debajo del árbol.
-Mira que creo que se han adelantado los Reyes Magos.
Fue corriendo a abrir el regalo, pero su cara cambió cuando lo vio, era un cepillo desenredante de madera de nogal de la marca Mason Pearson, casi 70 euros la broma, pero le iba a sacar partido y para empezar aquella noche.
-¿Te gusta? me han asegurado, que es el mejor ansiolítico y anti .pataletas infantiles que existe y ahora mismo lo vamos a comprobar. Dámelo.
Me lo dio, sonrojada, pero con ese sonrojo, mezcla de incertidumbre, excitación....
-El pijama en los tobillos ya y a mis rodillas.
Un pequeño atisbo de rebeldía en forma de soplido, una mirada suficiente, lo hizo, el pantalón descendió hasta los tobillos, al soltar el nudo de la cintura. Debajo nada, la cogí de la mano, la hice dar la vuelta a mis piernas, para ponerse sobre ellas por el lado correcto. Le acaricié la nalgas, ni rastro de las pequeñas pero continuas azotainas previas, esta iba a ser diferente y empecé a demostrárselo desde el primer azote con la mano. Durante 20 minutos estuve trabajando la piel de su culo a mano, alguna pausa, algún cambio de ritmo, hasta conseguir ese color rojo brillante, tono Papa Noel. Entonces paré cogí el cepillo, se notaba la calidad de fabricación, lo pasé por su piel acariciando, hasta que empecé a usarlo contra su piel. Sonaba contundente y sus reacciones me hacían pensar que así era, pero me iba a asegurar, que en la comida de Reyes, recordara bien su comportamiento e igual el año que viene había suerte. Me lo tomé con calma, tandas cortas, para no agotar demasiado y en cambio estar seguro que el ardor duraría tiempo y al día siguiente, la incomodidad al sentarse estaría bien presente, pero la inversión resultó muy efectiva y apenas diez minutos después de haber empezado, ya tenía dos grandes círculos granates dibujados en cada mejilla de sus nalgas. Más que suficiente pensé.
Dejé el cepillo, me pasé un buen rato acariciando las nalgas castigadas, busqué también su coño mojado, sonreí al encontrarlo en ese estado a pesar de todo, imaginaba que todo el día había estado así, pero aquel día no tuvo el alivio de la crema, solo un rato después sentada en mi regazo la masturbé antes de irnos a dormir.
El dia de Reyes también madrugamos, nos repartimos los regalos, bueno uno ya lo había estrenado la noche antes y había dejado huella en su piel, lo colgamos tras la puerta del baño, visible y presente. Desayunamos tranquilos, nos vestimos y sobre mediodía empezaron a llegar los invitados, nos sentamos a hacer el vermut, yo no le quitaba ojo, cada vez que se sentaba, la miraba y se ruborizaba. Entonces con la excusa de ir a buscar más regalos, nos fuimos los dos a la habitación, ella sacaba las cajas del armario y yo la miraba sentado.
-¿Vamos?
Se escuchaban las risas y entonces le entregué un estuche de terciopelo
-Espera falta el último.
Lo abrió y se ruborizo al instante, en el habían tres plugs metálicos en forma de pica, de menor a mayor y le dije.
-¿Cual quieres estrenar ahora?
Ni protestó eligió el más pequeño, le ordené que se pusiera en mis rodillas, lo hizo, le levanté el vestido , le bajé las medias y la ropa interior, pasé los dedos por las marcas, antes de separarle las nalgas para introducirle el plug, ya dentro yo mismo le subí la ropa interior y las medias, esperé un instante que se le pasara el sofoco y fuimos con los regalos al salón dónde nos esperaba el grupo, ella roja como un tomate.
Fin.
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