jueves, 22 de octubre de 2020

Honte III parte.

 



La semana pasada os compartí una serie de comentarios que surgieron en una página francesa, tipo foro a propósito de una pregunta que realicé sobre la vergüenza y los juegos o más bien la vergüenza en los juegos.

No os compartí todas las respuesta al hilo, sólo las que me parecieron más interesantes. Hay unas palabras que en cuanto las sacas a debate en este tema generan controversia, incluso reacción defensiva, palabras como: dolor, castigo, autoridad, disciplina y entre otras vergüenza. Hubo quien lo entendió como si era necesario sentir vergüenza por tener este gusto y está claro que no, pero en  un momento u otro todos la tenemos o hemos tenido, así que la vergüenza forma parte de la propia toma de conciencia del gusto y quien me diga que no la ha tenido, simplemente no lo creeré.

Pero yo me refería a la vergüenza como parte del juego y aquí si jugué a la confusión, porqué no es tan habitual como creemos. Lo que realmente a mucha gente le es excitante y me incluyo es el hecho de provocar o sentir pudor, que no es exactamente lo mismo que la vergüenza aunque muchas veces lo identifiquemos con la misma sensación. El pudor es una sensación hacía nosotros mismos y vinculada con lo sexual o erótico, vamos que el pudor nos lo provocamos nosotros mismos y depende de muchos factores, educación recibida, sexo(hombres y mujeres tenemos distintos pudores), entorno cultural, etc. La vergüenza es la sensación que nosotros creemos que en un momento determinado ven los demás de nosotros y va asociada al incumplimiento de las reglas sociales imperantes. Por lo tanto nos sentimos avergonzados cuando creemos, que hemos fallado, defraudado, cuando hemos hecho trampas y nos han pillado, cuando hemos mentido. En ambas emociones se producen una reacciones corporales que se parecen mucho a la excitación sexual: respiración acelerada, sudoración, aumento del ritmo cardiaco, enrojecimiento...

En el spanking jugamos con ambas, de alguna manera el spanker simula una especie de censor social, que fiscaliza el comportamiento de la spankee, entonces si de alguna manera la vergüenza está reflejada, en esa "falta" que conlleva el castigo, pero a partir de ahí lo que se  potencia realmente en los juegos y que incluso se considera parte del castigo es el pudor. Jugamos a hacer sentir pudor y a veces hasta niveles bastante extremos. Un ejemplo evidente, para la mayoría de gente es mucho más sencilla la desnudez absoluta en contexto de confianza y complicidad erótica, que una desnudez parcial, que muestra solo una determinada zona del cuerpo y que a diferencia de la desnudez total sobre la que tienes control, en la parcial no, el spanker decide. Todo lo demás, exposición, adopción de posturas determinadas y hasta cuanto se os ocurra, inciden en el pudor.

Curiosamente el pudor y la vergüenza son dos de las tres sensaciones que se conocen como dique de contención de la sexualidad, junto al asco. La teoría dice que esas sensaciones nacen de la necesidad de mantener a raya la sexualidad para armonizar la convivencia social. El hecho de pervertirlas o lo que es lo mismo darles la vuelta como a un calcetín, parece ser que es lo que las hace excitantes. Por una parte esta el atractivo de la transgresión, no solo me salto las normas sociales sino que además me excito haciéndolo y luego parece existir otra vertiente la de romper un miedo imaginario, algo que también puede ser muy excitante. Puedo con esto, puedo superar la prueba y disfrutar haciéndolo. 

Lo cierto es que teorías a parte, el pudor y la vergüenza en una escena de juegos lejos de ser un dique de contención, parecen ser todo lo contrario, una fuerza que alimenta la excitación.

¿Cómo lo veis?





1 comentario:

  1. Para mí, la vergüenza, aunque sea terriblemente confusa, puede ser un poderoso adyuvante erótico

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