domingo, 9 de agosto de 2020

Tres palabras.





El casco antiguo de Tossa de Mar se conserva prácticamente intacto desde hace siglos, conserva las murallas que caen al mar, las callejuelas empedradas y empinadas, toda una postal en si. Había sido una escapada rápida de fin de semana caluroso y agobiante, aunque para nuestra suerte todo el tema del año, había hecho que lo que debía ser un pueblo abarrotado de gente el primer fin de semana de Agosto, resultara un lugar agradable, transitable, sin masificar, con un ambiente más propio de temporada baja de finales de Octubre que del pico turístico.

Habíamos pasado el día playa y chiringuito y al caer la noche decidimos vestirnos, dar un paseo por el casco viejo y cenar algo. Cuando salimos del apartamento ya había anochecido hacía rato, pero las noches del Mediterráneo a veces son caprichosas, calurosas y agobiantes aquella era una esas, conocía un pequeño restaurante coqueto en la antigua plaza de armas de las murallas para cenar y allí que nos fuimos, ella llevaba un vestido blanco vaporoso por las rodillas, entramos por la calle que da acceso al casco viejo y empezamos a subir la calle en pendiente y empedrada que ha acceso al patio de armas de la muralla, íbamos charlando cuando de repente se apoyó en mi, que tuve que sujetarla.

-Joder!!!! me he torcido el pie.
-Ya te he dicho que esos tacones no me parecían buena idea.
-Puffff no empieces y el culo que me hacen ¿que?
-Ilusión óptica, al final hay lo que hay
-Que puto borde, gracias!!!!
-Jajajajaaja no te lo tomes así, es broma ya lo sabes
-Si, si pero con bala
-Que no mujer. ¿te has hecho daño?
-¿Ahora preguntas?

A lo tonto, entre tiritos mutuos llegamos a la puerta del restaurante,  pedimos mesa y nos pusieron en la terraza. Una botellita de verdejo y dos copas para ir abriendo apetito, resultaba hasta sorprendente la tranquilidad del lugar, que cualquier otro año hubiera sido un hervidero de gente de todas partes del mundo, bullicio y flashes continuos para inmortalizarse. 

-¿No tienes el tobillo un poco hinchado?
-Ya puede ser
-Pido un poco de hielo
-No, gracias, no me he vestido así para acabar sujetando una bolsa del hielo en el tobillo.
-Buenooooo como estamos
-¿Yo? la mar de a gusto.

Entonces vino el camarero a tomar nota y pedimos la cena. Cuando se fue no pude estar de preguntarle.

-¿En serio purrusalda con este calor?
-Joder piensas estar así todo el rato, poniendo en duda todas mis decisiones, voy a pillar complejo de quinceañera tío
-No me hagas hablar.
-Ni mi higuis hiblir....
-Tranquila que ya no digo nada más.

Empezamos a cenar y tal y como imaginaba un par de cucharadas de  purrusalda y a alimentarse a base de verdejo, incluso pidió otra botella, cuando terminé el primero la miré, el plato seguía igual, la miré con esa mirada de "paciencia" entrando en zona peligrosa.

-¿No vas a comer más?
-No
-Vale

Vino el camarero nos retiró los platos y yo aproveché para ir al baño, cuando volví ya nos habían servido los segundos y entre aquello y el postre pareció establecerse una pequeña tregua, terminamos de cenar, ya era tarde y el tobillo al que no quitaba ojo estaba incluso un poco más hinchado. Le dije que entraba dentro a pagar y al salir llevaba un recipiente conmigo, que dejé sobre la mesa, se levantó sin percatarse y empezamos a caminar pero enseguida me di cuenta que a cada paso ponia un gesto de dolor y le dije.

-¿Y si llamo un taxi nos queda una caminata y no te veo con esos tacones?
-Puffff si mejor

Cogí el móvil llamé a un taxi, le di la ubicación y nos sentamos a esperar en el muro que hace de separación entre el paseo marítimo y la playa, ella estiró las piernas, le pregunté si por casualidad llevaba en el bolso papel y bolígrafo (sabía que solía llevar una pequeña libreta de notas y algo para escribir) me miró extrañada pero me lo dio escribí algo y justo cuando acababa, llegó el taxi. Yo me senté en el asiento del copiloto ella detrás, en cuanto arrancó le di el papel con lo que había escrito, sin dejar de mirarla mientras leía por el retrovisor.

"Cuando lleguemos vamos a hablar muy seriamente tu y yo, así que vamos a ganar tiempo, quítate las braguitas y levanta el vestido por detrás, quiero que tu piel toque el tapizado del taxi"

Miró al espejo, alli debió ver mis ojos, el taxista se me quejaba de la mala temporada, pero yo hablaba como un autómata, por el espejo miraba, vi como metía las manos por debajo del vestido como disimuladamente bajaba las braguitas hasta los tobillos, como se agachaba para cogerlas y las escondía en la mano, entonces mirándome con descaro me las dió y poniendo sonrisa de pícara, levantó sin mucho disimulo la parte de atrás del vestido, cruzó las piernas y sonrió. Yo metí la ropa interior en el bolsillo, reconozco que me sorprendió y que me corté yo más que ella, aunque no creo que el taxista se percatase de nada mientras callejeaba por callejuelas repletas de tiendas sin clientes. Pasamos por delante de un estanco y tuve un flash, estaba casi sin tabaco, así que hice parar al taxista donde pudo y bajé a comprar tabaco. Al salir pura serendipia, frente a mi una tienda de artesanía de cuero y un expositor de cinturones, con algo que me llamo la atención, uno de cuero vuelto gastado, con la hebilla metálica plateada mate, también como gastada, me acerqué lo toqué el olor a cuero me impregnó, lo cogí entré lo pagué, ni tan siquiera me lo probé pese a la insistencia del dependiente por si tenía que hacer alguna muesca de más, de vuelta al taxi con el cinturón escondido. Nos pusimos en marcha 10 minutos después nos dejaba en la puerta del apartamento, nos bajamos pagué la carrera y subimos.

Al tomar el ascensor ella estaba apoyada al fondo mientras subía, me sonrió y me dijo.

-¿Pensabas que me iba a cortar?

No le contesté simplemente metí mi mano debajo del vestido, buscando entre sus piernas, ella suspiró al notar mi dedo paseándose entre sus labios mojada.

-Mmmm reconozco que ha sido divertido me dijo.

El ascensor se detuvo, se abrió la puerta y salimos nada más salir se decalzó aliviada y caminó descalza hasta la puerta, abrí y entramos, ella se dejó caer en el sofá, yo dejé todo encima de una pequeña mesa.

-¿Y eso? -me dijo señalando el recipiente
-La purrusalda que te dejaste
-Jjajajaajjaa ni se te pase por la cabeza.

Me fui para ella la cogí de los dos brazos y la levanté.

-Joder tío el tobillo...

La cogí de la barbilla para hacer que me mirase.

Ella no solo me sostuvo la mirada sino que llevo su mano a mi entrepierna.

-Mmmmmm parece que tú también lo has pasado bien en el taxi ¿que imaginabas?
-¿Seguro que lo quieres saber?
-Pues mejor te hago una demostración práctica,

La solté un momento me senté, la volví a coger, tirón seco y a mis rodillas, empecé a acariciarle los muslos por debajo del vestido, sin decir nada separó las piernas y me dijo

-Subo un poco más...
-Crees que un ratito de comportamiento melifluo me va a comprar? deberías conocerme ya.

Ya no dije más, empecé a azotarla con la mano por encima del vestido, no se resistió creo que se lo tomó por un momento como algo más juguetón, previo a otra cosa, hasta que le levanté el vestido. La noche era bochornosa los dos sudando ya, cuando empecé a azotarla sobre la piel desnuda y con ganas creo que empezó a entender que iba en serio, pero es aquello de piel contra piel, solo que la suya se iba sonrosando y calentando, tras un rato ya estaba claramente roja y de juego preliminar nada. Al revés la azotaina iba progresando en intensidad y velocidad, pero ya era tarde para resistirse, ya había vencido aquel punto. Pare un momento a descansar, jadeante y sudoroso, pasando la mano suavemente por su piel caliente, roja y reactiva, estuve así un rato, incluso pensando en dejarlo ahí y dedicarme a otras cosas pero recordé la serendipia del cinturón y la conveniencia de estrenarlo aquella misma noche.

La hice levantarse, en el salón del apartamento había como una especie de mesilla redonda, la cogí y la puse en el centro del pequeño salón, puse sobre ella un cojín, para hacerla más cómoda, le dije que se tumbara sobre la mesilla, lo hizo, se cogió de dos de las tres patas con las manos, le levanté el vestido de nuevo, fui hasta la mesa donde había dejado el cinturón, estaba enrollado, lo desenrollé, lo doblé por la mitad, comprobé la largada, demasiado largo, así que pasé un palmo por la hebilla acortando la zona de contacto, para evitar envolver al azotar, el azote debe caer sobre el culo, nunca envolver y golpear la cadera, jugué un poco con el tacto del cinturón en su piel, es algo que hago siempre y más con un "juguete" nuevo, cuando dejé de jugar y dejé caer el primer azote sobre su piel, analicé todo, el sonido, su reacción, la reacción de su piel, no era  un cinturón muy pesado, en cambio si cogía mucha velocidad y más cuando el azote cae desde arriba. Continué con un ritmo constante, ni muy rápido, ni muy lento, dejando pasar unos segundo entre azote y azote, las marcas en caliente del cinturón son muy especiales, como toda la piel queda dibujada como en una especie de tiras rojas rectangulares que cubren de nalga a nalga, al día siguiente solo suelen quedar algunos puntos rojos en algunas zonas y como mucho algún moratón en la zona de los bordes, pero en el momento dibuja unas marcas muy especiales. Le di como una treintena y paré, le acaricié el pelo, la nuca y el cuello pero no el culo, dejé que sintiera bien los efectos del cinturón nuevo en su piel.

Un rato después le cogí la mano la ayudé a levantarse, me fui para el sofá me senté, ella quedó de pie frente a mi, metí la mano por debajo del vestido, busqué su sexo, pasé la mano entera por el, la saqué húmeda.

-Quítate el vestido.

Fue fácil, dejo caer los tirante por los hombros y el vestido quedó en sus pies. La miré y le dije.

-Tócate.

Suspiró, lo sabía que eso que hacerla masturbarse conmigo mirando, era parte del castigo, no le quité ojo de encima, empezó tímidamente, hasta que le dije.

-¿Tengo que poner un límite de tiempo para que te corras y si no volver a  usar el cinturón?

El poder de las palabras, más que la amenaza en si creo que lo efectivo es el liberarla de cualquier responsabilidad, no tardó en apoyarse con una mano en mi hombro y masturbarse frenéticamente hasta correrse, allí frente a mi, para mi y con el culo rojo.

Cuando empezó a recuperar,  la cogí de la cintura, hice que subiera de rodillas en el sofá, con una pierna por cada lado, llevé mis dos manos a su culo marcado y caliente, suspiro profundo y empecé a saborear su sexo empapado, a comérselo todo, sin dejar un hueco o un rincón sin que mi lengua y mis labios saborearan, hasta que volvió a correrse.

Un rato después mientras le ponía crema en el culo, en mis rodillas otra vez le dije.

-Has tenido suerte, que yo también peco de melifluo a veces, mi idea inicial era sentarte ahora con el culo desnudo en la silla y terminarte lo que te dejaste en el restaurante, orgullosa....

Continuará....

1 comentario:

  1. Oh mais, ce sont mes fesses sur cette photo !! C'est mieux quand on crédite les photos ;)

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