domingo, 7 de junio de 2020

Confinados VI.




Poco a poco el confinamiento, se había relajado un poco, tal vez lo más importante, es que yo había podido recuperar la rutina laboral, algo es algo. Nunca hubiera dicho que me alegraría de poder ir a trabajar, pero así fue.

Ella sin embargo, seguía en casa haciendo algo desde casa, pero claro no es lo mismo y ya camino de dos meses de encierro, los nervios hacían mella. Nos habíamos perdido la primavera, por suerto no había sido una primavera muy buena, pero aquellas dos últimas semanas ya en pleno mes de Mayo, el verano llamaba a la puerta, días radiantes de sol y el calor cada vez estaba más presente. La noche anterior me dijo que aprovecharía para hacer el cambio de armario, de invierno a verano, yo ya había hecho muy parte, pero claro la suya era bastante más extensa, aproveché para picarla un poco, sobre el exceso de ropa y la necesidad de tirar cosas, que ya ni se ponía, ni tan siquiera le iban, me costó un poco pero al final arranqué una promesa de tirar algo, aunque tampoco le dí excesiva credibilidad a la promesa, es lo malo de conocerse.

Al día siguiente me fui a trabajar y allí se quedó, en su encierro inesperado. El día pasó rápido y ya de vuelta a casa por la tarde cansado y con ganas de relajar, encontré una caja fuera en la puerta, no puede ser me dije a mi mismo, era una caja de cartón con ropa de descarte!!!!!!!. Entré me saludó desde la habitación me dijo que ya estaba terminando, fui a la nevera me cogí una cervecita bien fresca y me apalanqué en el sofá, diez minutos.

Me encendí un cigarrito también, el ventanal estaba medio abierto pero aun hacía calor, todavía quedaban 2 horas largas de sol. Entonces apareció por el comedor, llevaba puesto un vestido de corte japonés, como de raso,  cuatro dedos por encima de las rodillas, lo reconocí enseguida.

-¿Te suena?
-Si claro, como no me va a sonar.
-He estado a punto de tirarlo, ya no se lleva, pero me ha dado pena.

La primera vez que salimos, se puso aquel vestido y fue una noche muy especial...Sonreí.

-No, no lo tires
-No lo iba a hacer, solo que me hacía ilusión que me lo vieras...
-Gracias!!!
-De nada, bueno ya estoy voy a ponerme cómoda.
-Muy bien.

Entonces se dio la vuelta, como de costumbre a mil cosas a la vez y no calculó que la silla estaba en exceso cerca, dándose un golpe en los dedos del pie...empezó a quejarse y a mi me dio la risa, acto reflejo, se sentó dolorida, agarrándose el pie y me dijo.

-Joder!!!!!No te rías!!!!!!!!!
-Jjajajaja a ver chica, eso te pasa por ir descalza te lo he dicho mil veces jajajajaa al final aprenderás.

Me llevé el cigarrillo a la boca para darle la última calada, cuando se paró el tiempo un instante, vi venir hacía mi a algo negro o eso me pareció directo a mi cara, el resto lo podéis imaginar, ceniza por el aire como plumas, algo que me quema los dedos....me quedó un segundo sin reacción, la miro, me mira primero con cara de susto, luego se empieza a reír me levanto y entonces sale disparada y se encierra en la habitación. Yo me levanto con mucha calma, voy al baño, me lavo las manos y la cara, me secó y voy para la habitación, intento abrir pero ella sujeta la puerta por detrás.

-Abre
-Noooo, ha sido sin querer de verdad, acto reflejo, joder es que me doy un golpe y encima te ríes y me regañas.
-Abre la puerta.
-No quiero....
-Sabes que si quiero abrir voy a abrir, pero vamos yo de ti, no forzaría.

Así estuvimos un ratito de negociación, hasta que la final abrió, me miró riéndose, pero se le quitó pronto la risa, cuando sin decir nada la cogí de la oreja...no abrí la boca, sin soltarla, mientras ella se quejaba un poco, la llevé de la oreja al salón, sin soltarla cerré la cortina y la puse allí mirando la cortina.

-El primer objetivo siempre de un castigo es apaciguar, pon las manos sobre la cabeza y cuando estés calmada hablamos.

Me fui a buscar otra cerveza, me senté en el sofá y me quedé allí mirándola, el bicho quieto, que paz...me encendí un cigarrito, el que no me había podido acabar de fumar antes, el silencio era absoluto, solo algún golpe de aire hinchaba la cortina, al terminarme el cigarro le dije.

-Levántate el vestido.

Resopló pero bajo las manos, cogió el vestido de los lados y empezó a levantarlo despacio. Hasta descubrir la ropa interior. Llevaba unas braguitas minúsculas negras, no era un tanga pero casi.

-Las manos detrás de la espalda, sujetando el vestido!!!

Lo hizo, entonces me levanté, me acerqué, le pasé un dedo por la cintura de las braguitas, hasta que metiendo los cuatro dedos de las dos manos por el elástico las bajé de golpe, hasta por encima de las rodillas.

-Separa las piernas!!!!!, no quiero que se caigan, más te vale.

Lo hizo, las piernas separadas tensaban la ropa interior, aguantándola ahí, y yo de vuelta a mi trono en el sofá. La escena habia cambiado totalmente, ahora ya no solo, estaba quieta, apartada mientras se apaciguaba, ahora estaba expuesta totalmente a mi mirada. Me imaginaba la sensación del aire rozando su piel desnuda, como seguro estaba ya mojada y como su cabeza empezaba a asumir, que dentro de un rato recibiría un castigo.

Me senté otra vez, sin prisa, quería que se sintiera observada y expectante, alargar la agonía de lo inevitable un poco más. Hasta que me cansé, fui a por una silla, la puse en el centro del salón, haciendo el máximo de ruido posible, para que sin ver, pudiera preveer. Me senté en la silla y la llamé, se dio la vuelta, la hice venir hacia mi sujetando el vestido levantado en todo momento, con la ropa interior a medio bajar, cuando estuvo a mi lado, la miré, no dije nada solo le señalé mis rodillas, se ruborizó un poco, pero no dijo nada, rendida se colocó en mis rodillas. La silla le da un toque más infantil, cuando estuvo en la posición, recoloqué las braguitas, que se habían caído un poco, terminé de enrollarle el vestido, la cogí de un muslo y separé un poco las piernas, le acaricié el culo con toda la mano suavemente y le dije.

-Al final siempre cobras por lo mismo, por orgullo.

Ya no dije más, mi mano empezó a golpear sus nalgas blancas rítmicamente, alternando cachete y cachete, en ese primer contacto noté su piel fría, seguramente del rato de exposición, no duraría mucho tiempo. Fui aumentando el ritmo, tanto en intensidad, como en velocidad, tras un par de minutos, ya tenía toda la piel sonrosada, paré un momento para volver a acariciarla y tomar la temperatura, ya empezaba a emanar algo de calor. Entonces seguí concienzudamente, repartiendo bien, sujétandola con fuerza de la cintura y obligándola a levantar más aun el culo. La segunda tanda, fue larga, muy larga, sin pausas continuada, el rosado fue cambiando a rojo intenso y uniforme, ella no dijo nada, ni se quejó. Paré algo cansado, las nalgas parecían dos cerezas maduras, rojo brillante y calientes al tacto. Me recrée en las caricias, a la vez que soltaba mi agarré con el otro brazo, estuve un buen rato acariciándole el culo, las caricias pasaron a más descaradas, investigando zonas  más ocultas del culo y de entre las piernas, tal y como sospechaba, chorreaba, hasta la cara interna de los muslos estaba mojada, entonces paré de repente, le di un azotito y le dije.

-Ve a por la zapatilla de los castigos.

Suspiró, le di un par de azotes fuertes con la mano.

-Es para hoy. Se levantó las braguitas cayeron hasta los tobillos y el vestido volvió a su sitio. La única concesión fue quitarle del todo la ropa interior, me la quedé. Se fue a la habitación, yo seguí sentado en la silla, apareció de nuevo, llevaba con ella una vieja zapatilla negra, tipo "plimsoll" que dicen los ingleses, era muy efectiva, picaba de lo lindo y encima tenía ese componente mental infantil, de niña traviesa. Me la dio, la cogí y la dejé en el suelo, le hice levantarse de nuevo el vestido y le dije.

-Entiendo que estés harta y cansada de la situación, pero eso no justifica la falta de autocontrol infantil de niña con pataleta. Así que voy a dar buena cuenta de ese comportamiento en tu culo, ya puedes colocarte.

De vuelta con el ritual, tal y como se coloca , cojo la zapatilla y la dejo sobre su culo, desnudo, expuesto y rojo, me voy a jugar un poco en su sexo, paso un par de dedos por los labios, me encanta hacerle sentir esa dualidad, por una parte avergonzada, aniñada, castigada, pero por otra cachonda sin poder evitarlo. Hasta que la vuelvo a agarrar de la cintura, cojo la zapatilla y empiezo a azotarla con ella, no es un instrumento inofensivo, pica y bastante, con la ventaja que a diferencia de otros, escuece tanto o más pero la posibilidad de dañar es mínima, es sobre todo un "juguete" de insistencia, llega un punto que el picor, es acumulativo y cada nuevo azote es suma un punto más de picor. Di buena cuenta de su culo travieso, un castigo en toda regla, que solo suavicé cuando empecé a notar como se retorcía en mi regazo a cada nuevo azote, hasta llegar a ese punto del que no conviene pasar, donde el dolor es la sensación dominante. Entonces dejé la zapatilla en el suelo, pasé mis dedos suavemente por su piel castigada, dibujando circulitos por la piel escarlata, mientras ella acompasaba su respiración.

Así estuve un rato, hasta que la hice levantarse yo tambíen me levanté, entonces le indiqué que se sentara en la silla, con el vestido levantado claro, lo hizo despacio, cerró lo ojos en el momento en que su piel sensible de la azotaina, tocaba la dura madera aunque caliente de mi cuerpo. Abrí una de las portezuelas del armario, cogí una libreta y un bolígrafo se lo di y le dije.

-Toma apuntes, que te voy a dar la  lección del dia. Vamos a hablar del castigo. El castigo cumple un función fundamental en la regulación de las relaciones sociales, su opuesto es el premio que cumple también su labor como armonizador de las mismas. El castigo es el medio para proteger el orden social. Ya sea simbólico/moral o físico. Por lo que podemos concluir que el castigo es un mal necesario. Para que sea efectivo debe cumplir con ciertas cosas. Debe ser un consecuencia racional, comprensible y predecible al acto que lo provoca y su uso más efectivo es para prevenir el desafio y el cuestionamiento del orden social y la autoridad.....

Seguí con mi explicación sobre el castigo un rato y al terminar le dije.

-Mañana cuando llegue a casa, quiero un redacción hecha sobre el tema, que me leerás ¿de acuerdo? si no, ya sabes tendrás una consecuencia racional, comprensible y predecible, llamada cepillo de madera en tu culo.

Me fui al baño, a por la crema, de vuelta me senté en el sofá, la llamé, se tumbó sobre mis rodillas le levanté el vestido de nuevo, le eché un par de chorros abundantes de crema en cada cachete y empecé a extenderla con las dos manos, ante su alivio, en un determinado momento cogí los cojines la hice arquear un poco la espalda para ponerlos entre mis piernas y su cuerpo, para seguir con la crema o más bien con las caricias, hasta que mi mano se fue a su coño empapado y más cuando empecé a frotarlo fuerte primero con toda la mano, para después jugar ya con mis dedos, en sus pliegues y agujeros, así un rato hasta que empezó a moverse, entonces el corazón y el índice se alojaron en su coño y el pulgar en su culo entrando y saliendo al ritmo de sus caderas que ya no estuvieron quietas, hasta que se corrió en mis rodillas con el culo rojo. Me encanta esas sensación de rendición y control, ante la que no tiene más remedio que dejarse ir.

Después de aquel orgasmo explosivo seguí con las caricias en el culo y en los muslos...

-¿Estás más relajada?

Su respuesta fue un gemido.

Continuará....

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