martes, 21 de abril de 2020

Confinados IV






Llegó la Semana Santa más rara de nuestras vidas, no había planes, ni ideas, ni actividades programadas, el confinamiento seguía, por momentos todo aquello parecía como una especie de película de serie B que no terminaba nunca o de pesadilla de la que no despertabas. Si en circunstancias normales el último día de las mini vacaciones de Semana Santa ya suele ser depresivo, aquel confinados aun más, encima amaneció gris y lluvioso, ni tan siquiera nos daba la posibilidad de salir un rato a la terraza a tomar algo el sol y respirar aire de la calle.

Desde el último incidente, había puesto en marcha un plan de rutina y disciplina, para intentar llevar mejor aquella situación. Nos levántamos a la misma hora, habíamos hecho un plan de reparto de tareas, intentábamos matener el orden en horarios de comidas...y habiamos creado un plan de ocio, que incluía algo diferente, un dia alterno a cada uno le tocaba escribir un relato excitante y a una determinada hora, quien lo había escrito lo enviaba al correo del otro, que lo leía desde otro punto de la casa, cuando lo había leído le ponía el mensaje:

-Ya

Al otro y el otro comprobaba el efecto que en su cuerpo había provocado la lectura, es un tontería, pero una tontería que nos ayudaba a llevar mejor aquellos días y a dedicarnos un tiempo a algo tan divertido como darnos placer.

Aquel día le tocaba a ella, así que cuando llegó el momento, me fui a la habitación, recibí el mensaje en el correo, lo abrí me tumbé en la cama y me puse a leer, tengo la facilidad de leer rápido y también de memoria selectiva, pero memoria y aunque me gustó mucho, no se había algo sospechoso en el, así que antes de enviarle el mensaje, puse en el buscador del mail, alguna palabra peculiar poco común y salió un relato de 2016 sospechosamente muy parecido a aquel, vamos un calco, con alguna pequeña variación, entonces le puse el mensaje, el simple: "ya".

No tardó nada en aparecer, sonriendo...y buscándome pero la frené...

-Sabes ayer mientras escribías, escribí yo también te parece si hacemos doble...
-Mmmmmmmmmmm vale
-Pues te toca leer a ti, avísame cuando estés.

Me levanté y salí de la habitación, me senté a fumar, le envié el viejo relato y a esperar.  Me terminé el cigarrito y como no respondía me fui para la habitación, mi sorpresa fue encontrarla, con la mano dentro del pijama tumbada boca arriba, con las piernas entreabiertas y moviéndose entre gemiditos.

-¿Te ha gustado?
-Mmmmmmm ¿tu que crees?
-Que parece que si..
-No lo vas a comprobar.

Le cogí la mano, que tenía metida dentro del pijama, uno a uno le chupé los dedos....la miré, justo en ese momento la sujeté con fuerza de la muñeca, di un tirón para levantarla, la levanté, me senté, un pequeño forcejeo, pero terminó en mis rodillas, aunque se partía de risa.

-¿Te ríes? pensabas que me la ibas a dar
-Joder jajajaa como te has dado cuenta, que puta memoria
-Me lo pones muy fácil, y más si es algo que he escrito yo...
-Ya, pero cambié alguna cosa
-Bueno, no pasa nada, ya me encargo yo que la próxima vez que me la quieras dar, al menos te esfuerces un poco.

Entonces sin decir nada más le bajé el pantalón del pijama lo justo hasta medio muslo y se hizo el silencio, la fuerza que tiene en su mente ese gesto, el de bajarle la ropa es brutal, la perturba, la excita, se rinde....le acariaba la piel desnuda, suave, con esa textura tan de ahí y le dije.

-Así que ganas de jugar? pues vamos a jugar pero a mi juego (ahí aumenté en las tres últimas palabras el tono de voz, un poco más fuerte y sobre todo más firme)

Empecé a azotarla, no se resistió en ningún momento, supongo que en parte es lo que buscaba, sentir el calor de mis palmadas en su culo, no voy a decir que a mi tampoco me gustara, pero también me gustan las sorpresas o más bien sorprender, así que no fueron unas palmadas juguetonas salteadas y cachondas, al revés poco a poco fui aumentando ritmo y fuerza sin parar, sin darle  un respiro, seguido y constante, la piel se fue enrojeciendo y calentando cada vez más, hice una pequeña pausa más que nada para coger aire yo, mientras pasaba toda la mano por esa piel ya caliente y pensaba.

Mucha gente tiene un concepto erróneo de la mano como instrumento, lo ve como algo más erótico que otra cosa, muy llevadero y soportable; gran error, la mano es el mejor de todos los instrumentos, el que mejor puede modular, el más contradictorio, puede estar siendo terriblemente severa y en cuestión de segundos pasar a dar placer, es el que permite mejor evaluación directa de la situación, a fin de cuentas la mano también siente, puedes convertirla en un instrumento temible, capaz de dejar marcas y alargar y alargar el juego, incluso engañar a la mente, la tensión ante otro instrumento puede distraerla con la mano no pasa  y quien la ha probado sabe perfectamente que la sensación, el picor del momento, así como el calor residual que deja después es muy especial.

Cuando recuperé el aliento, la sujeté con fuerza de la cintura, con el brazo izquierdo, al darme cuenta que se movia cachonda a pesar de tener el culo bien rojo ya sobre mis piernas y le dije recalcando.

-No estoy jugando, pero tranquila que no te va a quedar ninguna duda.

Y seguí, seguí azotando su culo desnudo sobre mis rodillas, en esa posición tan infantil, tan de niña traviesa, solo que con más ganas si cabe, como queriendo comprobar quien se agotaría antes si mano o su culo, del rojo fresa, al rojo cereza, para terminar con un rojo ciruela, de aquellas ciruelas rojas oscuras, con mi mano ardiendo y medio dormida y con ella que empezaba a retorcerse, pero esta vez no de excitación, le bajé un poco más el pantalón del pijama hasta las rodillas y empecé a acariciarle los muslos, nunca había visto aquel culo con un color más uniforme e igualado, ella respiraba agitada, pero enseguida se fue acompasando a mis caricias, imaginaba como incluso el mínimo movimiento de aire provocado por mi al mover el brazo debía sentirlo en su piel palpitante, empecé a acariciar también la cara interna de los muslos y mucho antes de llegar al sexo ya bajaba una especie de arroyo de líquido caliente, subí dos de mis dedos y se los metí, un momento, nunca la había visto tan excitada, al menos con el estímulo solo de mis azotes, entonces jarro de agua fría, sorpresa, saqué los dedos, le di un cachete sonoro en el muslo y le dije.

-Ve a darte una ducha
-¿Como?
-Ya me has oido

Rechistó y protestó sin mucho afán, el culo debía arderle y quizás no era el momento de más desafios, así que simplemente cogío un pijama limpio eso si con carácter y se metió en el baño, yo fui a la cocina un momento, podía escuchar el agua de la ducha caer, preparé algo que llevé a la habitación y esperé a dejar de escuchar el agua.

Entonces me fui para el baño, entré se estaba secando, dejé que terminase, me miró, la cogí del brazo desnuda, la puse frente al espejo de espaldas, para que viese como le había puesto el culo, estuvo un momento mirando como hiponotizada, incluso dejé que se tocase los puntos más enrojecidos, hasta que cogí el bote de aceite para la piel y el dije.

-Ahora te vas a portar bien y quietecita.

Me eché aceite en las manos, me puse de cuclillas y ella de pie, empecé desde los pies y fui subiendo por las piernas, haciendo una especie de masaje, sobamiento, al llegar a zona crítica me levanté más aceite en mis manos, y empecé el recorrido a la inversa de arriba a abajo, por los hombros, por los brazos, me entretuve un buen rato en los pechos, masajeándolos a dos manos, jugando con los pezones erectos, y continué ya por la espaldas sin prisa, hasta llegar al culo seguía rojo y caliente, alguna zona más que otra aquel color uniforme empezaba a desaparecer, le agarré ambos muslos con las dos manos subía y bajaba, hasta que en cierto momento pase mi mano entre sus piernas y la pasé de delante hacía atrás por su coño, ella suspiró y le dije mientras repetia varias veces el gesto

-¿Te gusta verdad? ¿Te gusta que te toque así desde atrás y con ganas?

Su respuesta fue un gemido mientras la seguía frotando así, desde atrás, pasando un dedo entre los labios por el canal húmedo, los labios rojos e hinchados como el clítoris, al que dí unos golpecitos con el dedo, ella respiraba excitada....y le dije.

-Ahora vamos a ir a la habitación. Si te portas bien, tendrás premio sino, tendré que castigarte otra vez.

La cogí de la mano desnuda, en la otra mano el aceite, al llegar en la cama ya había  una toalla por encima de los dos almohadones en el centro de la cama, no tuve que decirle nada, se tumbó boca abajo las piernas separadas, el culo expuesto, me senté a un lado eché aceite en las nalgas y empecé un largo masaje, primero en la zona castigada, después ya muy centrado en las zonas más íntimas sin prisa, por la parte exterior, del sexo, por los labios, por el perineo y por todo el contorno del ano, de vez en cuando jugaba a meterle solo la puntita del dedo en el culo y la sacaba y seguía con el masaje, solo que cada vez metía un poco más, hasta meterlo entero, ahí lo dejé un rato mientras el pulgar de la otra mano ya jugaba descaradamente entre los labios de su sexo. Entonces saqué el dedo del culo y cogí algo que había en  un platito en la mesita, era jengibre que había sobrado, había pelado completamente un tallo, lo pasé solo un momento entre sus labios, lo justo para que notase un poquito el calor, y seguí hasta el culo, despacio se lo fui metiendo hasta lo justo para sujetarlo con dos dedos, entonces con la otra mano empecé a jugar en su coño, le metí el pulgar, buscando el punto rugoso de detro y haciendo presión hacía abajo a la vez que frotaba, mientras el índice y el corazón seguían el mismo ritmo entre sus labios, con la banda sonora, de suspiros, gemidos y jadeos cada vez más intensos, a la vez que aceleraba el ritmo, hasta hacerla explotar literalmente y retorcerse en un orgasmo con contrajo todos sus músculos unos segundos eternos, en ese momento paré cualquier movimiento, para dejarla sola con el placer y cuando terminó reunudé pero mucho más despacio.

Pasaron unos segundos tal vez mintuos de silencio, hasta que me dijo...con media voz

-Uffff quitámelo por favor, quema....
-De acuerdo, pero sabes que solo hay una manera de calmar eso
-Hazlo, pero químatemelo.

Le quité el jengibre del culo, me desnudé, cogí aceite corporal, le eché un chorro entre las nalgas y otro en la polla erecta, lo extendí bien primero en la polla y luego en su culo, me subí a la cama por detrás, cogí sus manos, se las puse en las nalgas, lo entendió a la primera y las separó, llevé la punta de mi polla a su culo empecé  a presionar para entrar y así calmar el fuego del jengibre y así fue hasta correrme dentro de su  cuerpo y allí me quedé un rato dentro con mi piel contra su piel castigada.

Continuará.....

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