domingo, 22 de septiembre de 2019
La cita.
La vuelta a las rutinas después de vacaciones es siempre dura, así que le había dado manga ancha las primeras semanas, aunque empezaba a colmar mi paciencia su tendencia a procrastinar a la que intuía un mínimo de mano izquierda es como si tuviera al necesidad de estar atada en corto.
Lo peor de todo es que no eran cosas que me influyesen a mi en exceso, de hecho era a ella a quien le acababan por afectar mucho más, volvía a ser un desastre con las comidas, su parte de las tareas de casa eran un caos, se enganchaba a cualquier escusa para no irse a dormir con lo que al otro día se levantaba de mal humor...Lo bueno es que todo aquello derivaba en sentimiento de culpa y frustración y la forma de gestionarlo era a través de las compras sobre todo online, no era por la cantidad de dinero gastado, siempre eran cantidades pequeñas, pero es que eso tampoco solucionaba nada, era un placer momentáneo que después derivaba en más culpa.
No quise ser muy invasivo, puesto que pensaba que era algo pasajero, pero si se me ocurrió algo sutil, como ella tenía unos ahorros y yo un amigo que trabajaba de economista en un banco, se me ocurrió concertar una cita con el y que le diera algunos consejos de como invertir el dinero o como evitar gastos superfluos y sacarle algún rendimiento. Mi amigo Javier era el típico lobo de la finanzas, un tio muy ocupado y demandado que accedió a tener esa cita por una cuestión de lealtad en la amistad, ya que el se movía por otras esferas y eso no lo suponía ningún tipo de beneficio.
Dio la casualidad que el día concertado ella tenía libre y Javier me dijo que me llamaría cuando tuviera un hueco pero el mismo día, con lo cual yo me fui a trabajar con normalidad. A eso de las 11 me llamó Javier me dijo que tenía un hueco a las 12 y podía estar con nosotros con calma. Le dije que allí estaríamos, fui a comentarle a mi jefe que me ausentaría un rato aunque ya estaba avisado y nada más montarme en el coche la llamé, me saltó en contestador como si lo tuviera apagado, me extrañó y llamé al fijo tampoco tuve respuesta, con lo que empecé a preocuparme, era bastante raro, fui para casa.
Al llegar abrí la puerta y todo estaba a oscuras con las persianas bajadas aún, me fui para la habitación y allí estaba al verla fue primero un alivio, pero después pasada esa primera sensación me empezó a subir el enfado, miré el reloj era ya imposible, no nos daba tiempo, tenía que levantarse, vestirse....imposible y Javier era un tío muy ocupado como para hacerle perder el tiempo, así que sin decir nada, me fui a la cocina me preparé un café y le puse un whatsap a Javier disculpándome que me había surgido un imprevisto de última hora y que cancelaba la cita.
El movimiento la despertó y apareció en la cocina.
-¿Que hora es, que haces en casa?
-Son las 12 casi...
-¿En serio?....buaaaa me he quedé dormida en el sofá y me fui a la cama tarde.
-Supongo que no eres consciente de la que has liado ¿no?.
Su cara cambió.
-No ¿que pasa?
-Pues mira pasa que me llamó Javier que a las 12 nos podía atender, pasa que yo he tenido que pedir un rato libre, pasa que esto lo habíamos hablado y que te dije que estuvieras preparada, osea vamos que nos has hecho perder el tiempo a Javier y a mi, mientras la señorita dormida como un angelito. ¿Y el móvil por que lo tienes apagado?.
-Pufffff lo siento, se me ha debido quedar sin batería, no lo puse a cargar.
Se acercó en plan gatita como para darme un beso o abrazarme pero no la dejé.
-Nena las cosas no se solucionan así, lo mejor es que me vaya a trabajar a ver si se me pasa el enfado, eso si cuando vuelva a la tarde quiero encontrar la casa recogida y en la mesa una carta de disculpa a Javier escrita de tu puño y letra ¿Está claro?.
-Joooo no te enfades, lo siento mucho.
-Ya sabes que tienes que hacer.
Dicho esto cogí mis cosas y me fui a trabajar de nuevo con un cabreo importante. A medida que fue pasando la tarde, digamos que los visceral del mosqueo se fue transformando en cerebral. Estaba claro, que no podía darle manga ancha, que necesitaba estructura y disciplina y eso iba a tener. 5 minutos antes de salir le puse un mensaje:
"Espero encontrarme al llegar lo que te he dicho en 20 minutos estoy allí".
Yo sabia que ese mensaje decía mucho y los efectos que causaría en ella. Al llegar a casa me la encontré sentada en el sofá, recién duchada y la casa estaba impoluta.
-¿Estás cansado? quieres un cervecita.
-No quiero hablar contigo muy en serio. Levántate.
Se levantó y sin yo decir nada empezó a excusarse.
-Lo siento de verdad, me quedé frita en el sofá viendo la serie y ni puse la alarma, ni lo puse a cargar de hecho lo dejé en salón medio dormida, siento mucho lo de tu amigo de verdad.
-Eso ahora no me sirve de nada señorita, el tema está en que ya hace casi un mes que volviste de vacaciones, he intentado que seas tu misma quien se regule, entiendo que la vuelta a la rutina no es fácil, pero esto va cada a peor y como veo que eres incapaz de regularte tu misma como una adulta, lo tendré que hacer yo, me he cansado de excusas ya hace un mes, tiempo más que suficiente.
-Lo siento de verdad te prometo que a partir de hoy me pongo las pilas, de verdad
-Más lo siento yo, has tenido tu tiempo y me he cansado de promesas, así que a partir de hoy si van a cambiar las cosas si, pero porque no me dejas más remedio que coger las riendas. Duermes mal, comes peor, la casa ni hablamos, vamos solo el trabajo eso si...
-Lo se, pero es que...
-Ni peros, ni rollos, te comportas como una adolescente en fase de rebeldía y yo no soy tu padre.
No dijo nada, estaba roja como un tomate.
-¿Y la carta para Javier?
-No la he escrito
-¿Por que?
-Pues porque no le conozco que pongo...
-No es mi problema te dije que quería una carta de disculpa, que es lo mínimo que creo que deberías hacer.
-Pero es que no se que poner.
-Bueno ya verás como te vienen las ideas, pero lo primero que vamos a hacer es empezar de cero y cuando digo empezar de cero, me estoy refiriendo a crear una estructura, con sus normas y rendición de cuentas, si obtengo resultados, iré dándote libertad y si no serás castigada hasta que hayan resultados ¿está claro?.
-Puffff normas para todo?
-Normas para lo que yo te diga. Para empezar dame las tarjetas bancarias.
-¿Que?
-Ya me has oido
-Joder y si necesito dinero? pues lo pides te acompaño, sacas lo que necesitas y me la vuelves a dar.
-Pero a veces ves algo que te gusta o necesitas y no llevas dinero o simplemente para la compra...
-Me da igual, así aprenderás a ajustarte bien, las tarjetas y no voy a repetirlo.
Entre que era consciente que había metido la pata y bien y que me puse serio, fue al bolso, sacó el monedero y me dio las tres tarjetas. Las cogí y las puse en mi cartera.
-Ya sabes cuando necesites pides.
-Puffff me parece injusto
-Pórtate como una adulta y te las devolveré. Y por supuesto hoy estás castigada, ni móvil, ni tele y en cuanto acabemos de cenar a la cama ¿Está claro?
-Puffff sabes que me cuesta dormir sin la tele
-Pues vas a tener que acostumbrarte y ahora te vas al rincón y ve pensando en como te voy a poner el culo.
No le di tiempo a pensarlo mucho, me levanté la cogí de la mano y la acompañé al rincón, manos encima de la cabeza y allí quietecita a esperar. Yo me senté, pero solo un par de minutos, enseguida me levanté, lo primero que hice fue descorrer las cortinas, era prácticamente imposible que nadie viera lo que iba a suceder, pero tenía su plus, acto seguido despejé el salón cogí una silla de la mesa, la puse justo en el centro mirando hacía ella y me senté
-Ven aquí.
Bajó las manos de la cabeza se dio la vuelta y se acercó despacio a la silla donde estaba yo sentado. La miré serio y le dije.
-Ahora esperaría de tu parte, un reconocimiento de tu comportamiento intolerable y que tu misma pidieras el castigo.
Se puso roja como un tomate, pedir el castigo era algo que sabía que le resultaba muy humillante.
-¿No tienes nada que decir?
-Que lo siento de verdad
-Eso me lo has dicho ya mil veces y no cuela, ¿nada más?.
Esperé medio minuto en silencio.
-Bien si no tienes nada que decir, ya puedes bajarte el pantalón del pijama.
Suspiró profundamente pero lo hizo, le dije que se detuviera dejando el pantalón por encima de las rodillas. Cuando lo hizo le dije que pusiera las manos encima de la cabeza
-Yo no tengo ninguna prisa, así podemos estar el rato que quieras y cuanto más tardes, más severo voy a ser, tu misma.
Allí estaba frente a mi, con el pantalón del pijama a medio bajar, las manos encima de la cabeza, roja como un tomate y a punto de pedir que le pusiera el culo ardiendo. Se volvió a hacer el silencio ahí ya era una lucha mental, entre su capacidad de rendición y mi paciencia. Entonces si esperarlo y casi susurrando dijo.
-He sido una irresponsable y merezco un castigo.
-¿Como? más fuerte que no te he escuchado
-Que he sido una irresponsable y me merezco un castigo.
-Así mucho mejor ¿Y que castigo mereces?
Resopló y se puso más roja aun.
-Que me azotes
-¿Donde?
Aun más roja
-En el culo
-Bien pues ahora en vez de por etapas, pídelo en condiciones y bien.
Exhaló aire profundamente y de carrerilla soltó.
-Debido a mi comportamiento de hoy, me he ganado unos azotes en el culo, me los das por favor?
-Encantado te los voy a dar, ponte en mis rodillas.
Yo creo que en aquel momento aquella "orden" fue una liberación, lo hizo sin pensarlo dos veces, se tumbó en mis rodillas, a un lado las piernas rectas y juntas apoyando solo la punta de los dedos del pie, en el otro lado, ambas manos bien plantadas en el suelo. Empecé a pasarle un dedo por la cinturilla del tanga y le dije.
-Señorita esta ropa interior no es adecuada de momento, hasta que no me demuestres lo contrario braguitas de algodón ¿está claro?
-Pero si no tengo ya lo sabes y además se marcan en la ropa.
-No te preocupes que mañana te traeré yo
Resopló, pero entonces empecé a bajarle el tanga, despacio hasta justo por encima de donde estaban los pantalones.
-Se puede saber que rechistas?
-Nada
-Mejor y ya puestos a rechistar que sea por algún motivo.
Sin decir nada más empecé a darle palmadas directamente en la piel desnuda pero apenas llevaba 4 o 5 y paré. Me dio por comprobar el tanga allí enrollado en la mitad de los muslos. Y le dije.
-Vamos te estoy echando la bronca, te estoy diciendo que a partir de hoy te voy a tratar como a una menor y mojas el tanga?
No dijo nada...
-Voy a tener que emplearme a fondo esto no es juego.
Y volví a ocuparme de su culo, durante diez largos minutos estuve azotándola con la mano sin parar, a ritmo constante cachete y cachete, pasó por todos los tonos de rosado hasta llegar al rojo intenso cuando paré. Estuve un par de minutos recreándome en la visión de su precioso culo bien rojo por culpa de mi mano, que por cierto me picaba lo suyo también, pasados esos dos minutos le dije.
-Ve la cocina y tráeme la cuchara de castigar.
Ella sabía perfectamente cual era, la habíamos comprado en una escapada de fin de semana en un mercado medieval, perfectamente tallada, de madera de boj, ligera pero dura. La ayudé a levantarse, se levantó y entonces le dije.
-Antes de ir mejor quítate todo lo de abajo, que aun te vas a caer.
Se quitó el pantalón ante mi mirada, se lo hice doblar y dejarlo en la silla. Después hizo lo mismo con el tanga aunque aquí le dije.
-Eso mejor llévalo a lavar, señorita cachonda.
Se puso roja, casi más que su culo, con la mirada seguí sus pasos por todo el pasillo, con el culo bien rojo, de vuelta llevaba consigo la cuchara de madera "especial" esta era para cocinar exclusivamente su culo. Me la dio, le indiqué de nuevo mis rodillas, se colocó, nada más hacerlo le di con ella unos golpecitos en la cara interna de los muslos para que abriera bien las piernas sin el impedimento del pantalón y el tanga, en lo primero que me fijé fue en su sexo, con los labios hinchados, rojo por dentro y brillante de lo lúbrico que estaba. Puse mi mano en la espalda y empecé a darle con la cuchara si prisa, al ser pequeña y manejable me permitía repartir bien los azotes por toda la piel de su culo, pero como es costumbre insistí especialmente en la parte baja del culo y alta de los muslos, donde cayeron muchos más azotes que en el resto.
Aunque no use nada más y fue siempre en mis rodillas, fue una azotaina larga y dura, que solo detuve cuando vi que empezaba a retorcerse a cada azote y su piel presentaba ya tonos azulados en alguna zona. Dejé la cuchara un par de minutos más de observación y empecé a pasar la yema de mis dedos por las marcas, si apretaba un poco más la escuchaba quejarse, entonces llevé mi mano a su sexo, entre los labios, seguía igual o más mojada que al principio, pero no hice ningún comentario, le metí el pulgar en el sexo y jugué un poco con el, pero sin dejarla ir a más. Entonces le dije.
-Vete al rincón, mientras hago la cena, no quiero que te muevas ni un centímetro y mucho menos tocarte. Porque te prometo que cojo otra vez la cuchara, ¿está claro?.
No dijo nada la ayudé a levantarse y ella sola se fue al rincón.
Tardé como un cuarto de hora o 20 minutos en hacer la cena, eso si de vez en cuando iba a echarle un vistazo, allí seguía quieta, castigada, con el culo rojo. Puse la mesa, y nos sentamos a comer, ella con el culo desnudo y dolorido, cenamos en absoluta calma y silencio. A ella le toco recoger, cuando terminó, la esperaba, con un folio el boli y un sobre. Al verlo puso cara de desaprobación y lo que contesté.
-No creo que sentada estés muy cómoda, así que tu misma, cuanto antes la termines, antes te levantarás.
Me senté en el sofá a esperar, un cuarto de hora después me dijo que ya estaba, la hice venir a mi presencia y leerme la carta.
" Querido Javier
Siento mucho que por mi culpa perdieras el tiempo el día que habíamos quedado, me quedé dormida algo impropio de alguien de mi edad. Espero me disculpes y gracias por todo...."
-Bien ponla en un sobre e irás tu misma mañana a su oficina a entregársela
Resopló de nuevo entonces le dije.
-A partir de hoy yo voy a ejercer la autoridad, mañana tendrás unas normas claras y definidas. No voy a tolerar ni escusas, ni malas contestaciones, ni pataletas. Si no cumples alguna norma sin una justificación razonable te castigaré. Los incumplimientos los calificaré como graves y leves. Los graves se castigaran de inmediato, los leves todos los viernes por la noche haremos un recuento y dependerá del computo general de tu comportamiento si hay castigo o no. A medida que haya progresos en tu comportamiento irás recuperando privilegios y pero si hay retrocesos los perderás, así que en el fondo de ti depende. Yo por mi parte te doy mi palabra de que no voy a castigarte aleatoriamente, siempre habrá un motivo y seré consecuente con la gravedad de la falta y justo. ¿De acuerdo?.
-Si.
-No tienes nada que decir?
-No
-Pues a la cama que ya vas tarde.
Se acercó me dio un beso y se metió en el baño, luego la escuché meterse en la habitación, esperé 5 minutos y fui para allí, pero antes pasé a buscar la crema. Me metí en la cama, la destapé y le puse la reconfortante crema en el culo un buen rato, luego apagué la luz y a dormir y eso que los dos estábamos muy excitados pero aquel día estaba castigada, mañana sería otro día.
Continuará....
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