domingo, 26 de mayo de 2019

Tiempo de flores






Existe la falsa creencia que en este juego hay una parte: la mía, cuya función es estar a la expectiva, a remolque atado de pies y manos hasta que desde la otra parte le envían una señal para actuar. Falsa percepción, no siempre es así , cierto que tal vez es lo más fácil, pero nosotros también jugamos y no siempre esperamos a salir del banquillo, hoy os voy a contar una de esas veces.

Ya llevaba días con ganas y para que engañarnos la primera reacción es la espera, del cazador, pero no siempre da resultado y a veces si quieres peces te tienes que mojar el culo, no me había dado "motivos", pero cuando hay ganas si no te los dan los buscas, así es el juego.

Hacía una preciosa mañana de Mayo, soleada con ese sol radiante que sin saberlo iba a ser mi aliado, el cielo azul y limpio indicaba que hacía algo de viento, pero aun así era una de aquellas mañana que invita a salir y una vez hechas las rutinas mañaneras decidimos ir al centro a mediodía a hacer el vermut y así aprovechar aquel regalo que nos brindaba la naturaleza.

Nos vestimos, nos preparamos y nos fuimos, sin ningún plan muy concreto más allá de buscar una terracita soleada, donde tomar algo en plan "esto es vida".

Salimos de casa y pusimos rumbo al centro de la ciudad, como de costumbre el problema de aparcar, pero finalmente encontramos sitio relativamente cerca después de unas cuantas vueltas y nos fuimos caminando a una plaza del centro con varias terrazas, no se si porque el día invitaba a ello, pero ella había elegido para la ocasión el blanco, sencillo unos vaqueros blancos de esos tipo segunda piel y un jersey tambien blanco de punto fino, lo único oscuro eran sus gafas de sol y probablemente la ropa interior.

Nos sentamos en una de las terrazas de la plaza y allí protegidos del viento por los edificios el sol pegaba con fuerza, nada  más sentarnos ella se quitó el jersey para quedarse en una camisetita de tirantes, toda una provocacion teniendo en cuenta que por alguna extraña razón los hombros femeninos me parecen tremendamente sensuales. Pedimos unas cañas y algo de picar.

-Que blanquita te has puesto hoy no?
-Pues si tenía ganas ya de algo más de verano, que tanto oscuro cansa también. Además a ver si cojo un poquito de color de piel.
-Eso te iba a decir vigila que el sol en este tiempo pega y con el vientecito ni te enteras.
-Jjajajajaja cuando te pones así en plan papá me generas contradicciones.
-¿Ah si? ¿Y eso?
-Por una parte me dan ganas de enviarte a algún sitio, pero por otra y negaré siempre haberlo dicho me gusta.
-Jajajajajaa vale me lo apunto.
-Ya te dicho que lo negaré, ha sido un momento de debilidad sincera, pero borralo de tu memoria.

Me reí ante la respuesta y seguimos charlando tranquilamente, cayeron alguna que otra caña más aunque ella cambió a vino blanco, algo más de picar, con lo que ya comimos y hasta hicimos café antes de volver. De camino ya al coche vio un centro de flores rojas en una floristería y se encaprichó de ellas así que las compró y al salir le hice una foto, el contraste de ella vestida de blanco con las flores rojas hizo que saliera una foto muy bonita.

Ya de camino al coche me pasó las flores, porque la calle era sombría soplaba más el viento y hacía fresco, se puso el jersey y ahí noté algo, y es que al ponérselo puso una cara como de incomodidad y como que se lo recolocó demasiado.

Cogimos el coche y subimos para casa, nada más llegar lo primero que hizo fue colocar el centro de flores, en la mesa del comedor satisfecha.

-Ya se que no van a durar mucho, pero me encanta.

Yo ya estaba sentado en el sofá y le dije.

-¿Sabes que me encanta a mi?
-Dime
-Esa curva hacia dentro que te hacen esos pantalones.
-Jjajaajaj te veo venir, pero yo tengo ganas de siesta ahora
-Bueno tenía que probarlo
-Ahora vengo.

Se fue al baño y desde el comedor la oí quejarse, sin entender muy bien que decía, hasta que apareció en el comedor si el jersey y con un bote de crema en las manos.

-Pufff ya decía yo que me notaba como los hombros muy calientes

Me dio el bote de crema poniendo morritos y claro me fijé en los hombros rojos como las flores del sol.

-Será que no te avise.
-Ya pero no parecía que diera tanto.
-Anda siéntate en el suelo entre mis piernas y quítate la  camiseta que eso tiene que doler.
-No lo sabes bien...

Puse en cojín en el suelo, ella se sentó entre mis piernas a lo indio, se quitó la camiseta y yo ya de paso también le quité el sujetador, un pequeño grito cuando sintió la fria crema en sus hombros que desprendían toda la energía del sol y muy despacio empecé a ponerle el after sun por los hombros, era bien visible, el tirante en su piel, con la tontería del after sun fui dígamos que sobre pasando lo que era meros cuidados paliativos y mis caricias se extendieron a la espalda, el cuello, la nuca y también a sus pechos desnudos, que reaccionaron enseguida endureciendo los pezones...

-¿Tu no querías hacer la siesta?
-Eso es "quería" en pasado.

Yo seguía masajeándole ya solo los pechos.

-Pues si es en pasado, mejor levanta no y déjame ver otra vez esa curva de los vaqueros.

Se levantó enseguida y se quedó de pie junto a mi, me cogió con los dos brazos del cuello y yo me quedé quieto mirando esa curva que le hacían los vaqueros, hasta que metí los dedos de las dos manos por la cintura de los vaqueros la acerqué un poco y empecé a desabrocharle el cinturón primero, después despacio el primero botón, ella me acariciaba el pelo, uno a uno fueron cayendo todos los botones y así medio abierto el vaquero blanco contrastaba con el pequeño triángulo de encaje negro del tanga que se intuía debajo, ahí paré un momento y la miré, cambiando de actitud de repente le dije.

-Te avisé que te ibas a quemar y como siempre ni puñetero caso.

En ese momento empezaba a bajarle el vaquero despacio.

-Y ya sabes que les pasa a las "niñas" desobedientes verdad? que juegan con su salud....

Soltó una pequeña carcajada nerviosa, pero creo que estaba tan excitada que se dejó hacer, los vaqueros bajaron hasta por encima de las rodillas y enseguida los dedos de las dos manos fueron otra vez a la cintura esta vez para meterse en la gomita del tanga negro, que no era de encaje sino semi transparente, pasée los dedos por la cintura hasta los laterales y le dije.

-Por tu incosnciencia ahora tienes los hombros quemados y rojos, creo que es justo que tu culo corra el mismo destino.

Ahí le bajé de un tirón seco el tanga, hasta justo encima de donde estaba el vaquero. Ella simplemente se había dejado ir del todo, llevé mi dedo corazón entre sus piernas, lo pasé entre los labios estaba muy húmeda, suspiró mientras le pasaba apenás rozando con la yema de mi dedo por todo el canal entre sus labios, se lo metí hasta el fondo de tal forma que la palma de mi mano le apretaba el sexo hacía arriba mientras con un ligero movimiento de muñeca, la estímulaba más.

-¿Te gustaría, que siguiera?
-Ya que has empezado....
-Bueno tal vez termine en algún momento, pero ahora no, lo primero es lo primero.

Le quité el dedo, la cogí de la mano y de un tirón la hice caer sobre una solo de mis piernas, la izquierda, ya que las tenías separadas, con la derecha envolví las suyas y empecé a acariciarle el culo desnudo.

-Esta fresquito, creo que me a llevar un rato igualarlo con tus hombros.

Entonces empecé a azotarla con la mano directamente sobre su culo blanco y desnudo, aunque pudiera parecer que aquello era más en plan juguetón y empecé a darle sin mucha fuerza poco a poco fui subiendo el ritmo y si era un castigo, algo de irresponsabilidad había en aquello, así que paulatinamente fui aumentando el ritmo de la azotaina, hasta fijar un ritmo concreto de palmadas continuas y con la misma intensidad, a medida que le iba dando, iba viendo con su piel cambiaba de color, un ligero rosadito que fue pasando a un sonrosado uniforme y de ahí a un rojo cada vez más intenso, mi mano no daba síntomas de agotamiento fueron unos largos minutos de zurra continúa si pausa, pero si culo si ya tenía ese color rojo brillante que tanto me gusta y decidí parar. Lo primero que hice fue llevar mi otra mano, la que no castigaba a sus hombros que seguían irradiando calor y acto seguido de los hombros al culo, un apretón en cada nalga.

-Bueno parece que vamos igualando, pero creo que para conseguir la misma sensación que ahora tienes en tus hombros en tu culo para que te sirva de lección, habrá que insistír algo más y con algo más contundente, de momento vete un rato al rincón a descansar.

Yo me levanté y me fui a la cocina, directo a la nevera tenía algo en mente hacía rato y lo hice. De vuelta ella seguía allí casi desnuda, sino fuera por el pantalón y el tanga a medio bajar, encima no llevaba nada, la espalda desnuda, cuyo color contrastaba con el rojo del sol en los hombros y el no menos rojo en el culo de los azotes. Me senté y la llamé, vino hacía mi de frente, cuando estuvo a mi altura me levanté y le dije.

-Tumbada por encima del brazo del sofá.

Ahí se se quejó un poco, me dijo que igual no era para tanto....no me moví ni un milímetro simplemente le dije calmado pero firme.

-Nena quiero ver ese culo bien expuesto sobre el brazo del sofá.

Resignada pero más de excitación que otra cosa, lo hizo, entonces cogí una de las flores rojas el centro que había comprado y la puse en su espalda desnuda.

-Esto me servirá de guia.

Entonces me desabroché el cinturón y mientras lo hacía le dije.

-Sabes, la sensación en tu piel del cinturón, se parece mucho a la que tienes en los  hombros y es lo que quiero.

Doblé el cinturón por la mitad, lo dejé sobre su culo desnudo y le dije.

-No que muevas que ahora vengo.

Fui a la cocina y traje lo que había estado preparando, que dejé encima de la mesa. Entonces cogí el cinturón ya doblado y de repente le di el primer azote, igual no lo esperaba, pero se estremeció y resopló, no tenía ninguna prisa esperé unos segundos y vuelta a armar el brazo y descargar el segundo azote, este no provocó tanta reacción, ni se inmutó, seguí usando el cinturón, una docena de azotes y lo dejé sobre sus muslos, cogí la flor que tenía sobre la espalda y la empecé a pasar suavemente sobre la piel de su culo, como acariciándola con ella, así estuve un minuto más o menos hasta que la dejé quieta sobre su piel.

-Mmmmm creo que aun le falta algo de cocción a tu culo, para llegar al punto exacto.

Volví a poner la flor sobre su espalda y cogí el cinturón, se tensó de inmediato, y así se mantuvo hasta el tercer azote, luego se volvió a relajar y continué una nueva docena de azotes con el cinturón impactaron sobre su piel desnuda cuando volví a parar y cambié la rudeza del cinturón azotando su piel, por la suavidad de la flor acariciándola.

-Ahora me gusta más, el color ¿Y la sensación, se parece a la de los hombros?

Me dijo un si entrecortado por gemidos mientras la seguía acariciando con la flor.

-Si yo también creo que es suficiente.

Puse la flor entre sus nalgas y le hice una foto preciosa, cuando la tuve hecha cogí la flor la puse de nuevo en el centro y cogí lo que había preparado en la cocina mientras ella estaba en el rincón.

-¿Sabes? para que la sensación sea completa falta algo.

En la cocina había preparado un tallo de jengibre del tamaño de un dedo, que había pelado y limpiado, lo cogí, le separé las nalgas enrojecidas y despacito se lo metí en el culo. Unos segundos después de haberlo metido empezó a hacer efecto.

-Ahora si, la sensación es completa.

Fui al baño me lavé las manos y volví, ella seguía en la posición de castigo con el jengibre dentro y suspirando, llevé mis dedos a su sexo antes de llegar ya notaba la humedad bajando por sus muslos, jugué un poco con mis dedos en su sexo, pero en aquella posición desnuda casí con el culo rojo, me empezaron a entrar unas ganas locas de follármela, vamos no lo dudé, me desabroché el pantalón, liberé mi polla que dolía de la erección que tenía, le terminé de bajar el vaquero blanco y el tanga hasta los tobillos para tener sitio me puse entre sus piernas y ahí contra el brazo del sofá me la empecé a follar, con la mano izquierda aguantaba el jengibre para evitar que se saliera con las embestidas, no tardó en correrse, yo sabía perfectamente lo que la llegaba excitar que me la follara desde atrás con el culo rojo después de una azotaina, yo tampoco duré demasiado, llevaba días juguetón y aquel juego me había excitado especialmente. Aun con mi polla dentro, alargué el brazo cogí el platito que había traido de la cocina en el habían dos cubitos de hielo que se estaban deshaciendo, le quité el jengibre y cuando notó el frio hielo se estremeció se le puso la piel de gallina, lo pasé despacio haciendo circulitos por su culo, para calmarle es escozor y tras un rato la ayudé a levantarse, nos dimos un abrazo mientras le acariciaba el culo y le dije.

-Vamos a la cama que necesitas crema en los hombros y en el culo.

Continuará....




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