miércoles, 8 de mayo de 2019

Mi rendición (Por Nadia).









Esta semana en la habitual traducción vuelvo a la canadiense Nadia, con  un artículo que en su momento me impactó mucho, por su claridad y el ejercicio de introspección que supone y que no es siempre fácil de hacer. De Nadia "Mi rendición"

"La formación de un bailarín de ballet clásico, como la que he seguido, es sin duda el mas duro entrenamiento físico al que se puede someter a un cuerpo joven. Día tras día, hora tras hora, te pasas el tiempo esculpiendo, formando, doblando y coaccionando el cuerpo, el abdomen y las extremidades, en formas y ángulos que van mucho más allá de nuestros límites naturales. Llega un momento que siempre quieres más, una extensión mas, mas vueltas, mas elasticidas, mas de todo. Este entrenamiento conduce a la mente a un tipo de experiencias que van mas allá de lo normal. Desde la edad de cuatro años he aprendido a enfrentarme a la vida a través de mi cuerpo, siempre al limite de la resistencia perpetua. Esa experiencia creo que me preparo el camino a la sodomía. Es la expresión de mi masoquismo físico. Que recrea en el baile extremo la disciplina, la busqueda de la perfeccion y mi forma de ser extrema". Ma reddition. Tony Bentley

Cuando leí el libro de Tony Bentley recordé una pregunta que me hizo cuando le conocí: ¿Has practicado ballet?, mi respuesta fue : si y la conversación pasó a otro tema. No le dije ninguna mentira, si hice ballet en un época de ni infancia, pero a diferencia de Tony Bentley nunca me gustó el baile, como otras tantas cosas en mi vida lo hice solo por contentar a otros. El baile es un actividad  exigente, sacrificada y que requiere de muchísima disciplina, pero para disfrutarla y que todo eso valga la pena, requiere también de dejarse ir y yo nunca conseguí conocer esa parte, siempre me sentí observada y atada por la presión de tener que demostrar a quien me observaba.

Cuando llegué a la adolescencia lo dejé, en lo que ha sido un constante en mi vida. Asumir retos y obligaciones para con los demás, de los cuales he vivido siempre si parte amarga, el sacrificio, la disciplina, el dolor, la renuncia y sobre todo el sentirme observada, juzgada y de alguna manera en deuda, con lo cual nunca he terminado de dejarme ir y al no tener recompensa al igual que me pasó con el ballet, llegaba un momento que agotada abandonaba. Descrito así puede parecer que haya pasado mi vida rodeada de dictadores exigentes y eso no es del todo cierto, es verdad que en algún momento me inculcaron una especie de obligación, pero la verdad es que me he pasado la vida compitiendo conmigo misma. Yo he sido a la vez bailarina y jurado, un jurado que cada vez me exigía más, mas dedicación, más disciplina, mas sacrificio, por lo que nunca había disfrutado de mis pequeños triunfos y progresos, siempre pensando que lo podía hacer mejor o más bien que podía haber elegido mejor. Para sobrevivir a esa presión aprendí a soportar el dolor con una sonrisa, algo que puede ser muy beneficioso en algunos aspectos de la vida, pero que te termina por hacer sentir sola muy sola, estás dolorida y sonríes, engañas al resto del mundo y después lloras amargamente en soledad porque nadie es capaz de ver tu dolor y cuando te derrumbas porque no puedes más, solo recibes incomprensión por una parte y por la otra tu orgullo te hace desconfiar de los pocos brazos abiertos que quieren recogerte.

Tal vez como dice la cita, sea mi personalidad extrema la que me llevó a esta sexualidad, pero a diferencia de el, yo no soy tan fuerte, ni busco la perfección, ni llegar un poco más lejos cada vez y transfiero eso mis juegos. Yo busco todo lo contrario, una disciplina que saltar sin tener la sensación de estar defraudando a nadie, no esconder mi imperfeccion, no ser infalible y sobre todo no tener que soportar el dolor con una sonrisa, patalear, quejarme, fallar. En los juegos la disciplina, el sacrificio y el dolor si me han dado una recompensa. La de poder dejarme ir. "

Ya me diréis si os ha impactado tanto como a mi.

1 comentario:

  1. Sí, entiendo tu punto. Es verdad, a veces, si nos amamos a nosotros mismos, deberíamos dejar algo.
    Besos

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