domingo, 4 de marzo de 2018

Para entrar en calor. (La libreta X)






Se estaba alargando más de la cuenta aquel invierno, eran los primeros días de Marzo y ya hacía semanas que el dia se alargaba cada vez más dando a entender que la primavera estaba al caer sin embargo, aquel tozudo invierno no tenía ganas de irse aún y había sido una semana muy fría.

Lo único bueno es que el viernes había podido escaquearme antes y poco después que ella estuviera ya libre, yo ya estaba allí, unas horitas de regalo para disfrutarlas juntos. Así que nada nos apalancamos en el sofá que es donde mejor se estaba y como de costumbre fuimos charlando enlazando un tema con otro y de vez en cuando lanzándonos alguna puyita, como cuando soplas las brasas para que prendan. Reconozco que me encanta su forma de provocarme, pero intento no caer a la primera, me gusta llevarla al callejón sin salida del saber parar a tiempo que digo yo, porque  una vez allí no se puede librar y además puedo saborear después el recalcarle que ha sido ella quien se ha metido los dos pies en el cubo. Pero aquella tarde no me hacía falta tirar de recursos, es más me apetecía más el factor sorpresa. Yo sabía que a las 7 tenía que salir un momento, me lo había dicho ya el día antes, media hora no más, tiempo más que suficiente.

A las 7 se vistió para salir ropa cómoda y mucho abrigo, hacia un viento frio y seco que cortaba, yo me quedé esperando y preparando.

Ni media hora pasó cuando ya estaba de vuelta, entró hasta el comedor donde la esperaba yo, con el "plumas" abrochado hasta arriba tapándole los labios y dando saltitos mientras se quejaba del frio. Yo la miraba desde el sofá con media sonrisa canallesca. Al desabrocharse el abrigo y dejarlo colgado de la silla, fue cuando se dio cuenta y su cara cambió al ver encima de la mesa la libreta abierta por una página en concreto, para la que hacía de separador la regla de madera larga, la de 60 cm. Me puso una sonrisa pudorosa.

-¿No me dirás que no lo habías previsto?

Su respuesta fue balbuceante.

-Si....pero..
-Si quieres ponerte cómoda, darte una ducha para entrar en calor, tu misma y si no, pues lo "arreglamos" cuanto antes mejor.

Estuvo un instante como sin saber que hacer, hasta que me dijo.

-Me voy a poner al pijama.
-Muy bien aquí te espero.

En esas situaciones en las que se juntan dos factores, uno el efecto sorpresa y otro la conciencia de "merecer" se que su resistencia es nula y que seguramente su cuerpo ya está reaccionando en forma de excitación mucho antes de cualquier contacto. Cuando reapareció en el salón llevaba puesto el  pijama y se quedo de pie apoyada con una mano en la mesa, en una pose y con una gesticulación muy infantil, la mujer desafiante y provocadora se hace pequeña por un momento.

-Bueno parece que por la página de la última semana se ve mucho rojo ¿verdad?.

Desde que empezamos con el juego de la libreta, decidimos que las anotaciones en azul o negro eran aquellas que indicaban progresos, retos superados, vamos cosas positivas y las anotaciones en rojo eran faltas o incumplimientos de nuestros pactos y aquella semana era monocolor rojo y diversas anotaciones, casi todas ellas se podían resumir con la mezcla de dos conceptos: orgullo+procrastinación.

-No te quedes ahí coge la libreta y ven.

Apartó la regla y con la libreta en la mano se acercó hasta mi, la escena por más que se repita me continua siendo excitante como el primer dia, yo sentado tranquilo con el control de la situación y ella de pie frente a mi, a remolque, esperando, intrigada, excitada, nerviosa. Sabe que va a pasar su cabeza puede imaginarlo, además me encargo que hayan siempre pistas, como la regla por ejemplo, ella también me conoce y sabe como me gusta resolver estas cosas, pero por más que su cabeza imagine, en ese momento está a merced de mi, yo decido como, cuando....

-No se a que esperas a empezar a leer

Otra ve balbuceante empezó a enumerar en voz alta y ruborizada cada uno de sus "pecados", en alguno de ellos ponía la típica excusa adolescente, que me encargaba de contraargumentar, quería que aquel día tuviera la sensación de castigo merecido. Cuando terminó de leer, suspiré profundamente y cambie a una posición aun mas relajada y mirándola le dije.

-Creo que alguna de esas faltas, la podría pasar por alto, otras en cambio, son mercedoras de un castigo exclusivo para esa falta, pero creo que lo mejor para tu culo es que las agrupemos todas en una sola causa, con su consiguiente castigo.

Me cuestan este tipo de discursos a veces creo que se me va a escapar la risa y ella lo sabe y lo intenta, aunque en el fondo desee que no ceda ni un milímetro. La seguí mirando fijamente esperando algún tipo de respuesta, ella jugueteaba ya con la libreta cerrada cada vez más infantil.

-Deja la libreta en la mesilla por favor.

Lo hizo y nada más hacerlo sin darle tiempo a reaccionar tirón y a mis rodillas, no luchó como otras veces, se rindió a expensas de mis decisiones. La coloqué en la posición ideal y empecé a azotarle el culo con la mano, por encima de la ropa, empecé despacio, sin prisa, el obejtivo era calentar, eso si con una cadencia constante, el rítmico plas, plas, plas....nuestras respiraciones y de vez en cuando el silbido del viento al golpear las persianas era la banda sonora de aquel momento.

Tras unos cinco minutos de calentamiento por encima de la ropa, procedí a unas de mi partes preferidas del ritual, el momento de retirarle la ropa, fue sencillo, la única ropa que llevaba era aquel pantalon de pijama a cuadros, cuando empecé a bajárselo si se quejó diciendo con interregación.

-¿Ya?

Como dándome a entender que era muy pronto, mi respuesta fueron dos azotes fuertes y la orden de que levántase el culo, para facilitarme la operación, algo que entendió a la primera. Le bajé el pantalon  hasta por encima de las rodillas, más que suficiente. Pero al descubrir su piel desnuda y que empezaba a tener ya un tono enrojecido, antes de proseguir me dediqué un rato a acariciar su nalgas suaves y algo calientes ya. Los instrumentos para mi son un añadido un extra, que sazona el juego, pero la mano sin que nada se interponga entre mi mano y su piel, es la esencia del juego, acariciarla suave y dulcemente con la misma mano firme y dura con la que pensaba ponerle el culo como un tomate es todo un deleite, tanto que fugazmente mi mano en aquel juego previo traspasó las fronteras de su culo, le acaricié los muslos y peligrosamente me acerqué a su sexo, el resultado de mis caricias fue su relajación y que consciente o inconscientemente ella misma separó ligeramente sus piernas y arqueó la espalda, como ofreciéndome que fuera más allá en las caricias y lo hice, cuando un dedo entró en su sexo cálido y humedo, pero uno me pareció poco y al poco fueron dos, que entraban y salían de su sexo, mientras la piel algo enrojecida ya de la frontera entre sus nalgas y sus muslos se erizaba. Estuve a punto de perder el sentido de aquel juego un parte de mi, me decía sigue, haz que se corra una y otra vez, pero en la mesilla veia la libreta teñida de anotaciones en rojo, cuando paré de jugar con mis dedos en su coño estaba a punto de correrse, y entonces cambié aquel juego lascivo, por azotes con la misma mano, unos azotes progresivos en fuerza y ritmo, una azotaina "in crescendo" cada vez más rápido y más fuerte, tras unos minutos de azotes sin pausa, empezó a mostrar incomodidad y cometió un falta, al poner una de sus manos para protegerse. Mi reacción fue inmediata detuve la zurra, y con la mano libre sujeté sus dos muñecas en la espalda, mientras le decía.

-Sabes que esto esta totalmente prohibido ¿verdad?, así que levanta más el culo que vamos a seguir un rato más.

Lo hizo, arqueó la espalda ofreciendo aun más el culo, para los azotes, pero en vez de volver a los azotes volví de nuevo a las caricias, rozando sus nalgas ya en llamas con la yema de mis dedos, haciendo que de nuevo se le erizase la piel, mientras la acariciaba no podía evitar hacer algún pequeño pero muy voluptuoso movimiento de cadera, entonces le di la señal en forma de sujetar con más fuerza sus manos y empecé de nuevo a aplicarle el mercido castigo, en esta segunda tanda, los azotes fueron a ritmo y fuerza constante y su culo fue cogiendo un color mas rojo y más intenso, de vez en cuando paraba y simplemente posaba toda mi mano en una nalga y despues en la otra como queriendo sentir el calor que irradiaban y podia ver su sexo expuesto desde atrás como brillaba de la humedad y entonces volvia a explorarlo con dos de mis dedos un momento antes de volver a soltarle  una nueva lluvia de azotes, hice una parada más larga de los normal, en la que estuve unos minutos acariciandole el culo y los muslos, observando la diferencia de colores en el recorrido de mis manos por su piel, del rojo intensisimo de sus nalgas, al rosado blaquecino de sus piernas. Entonces le dije.

-Levanta.

Se levantó quieta frente a mi, yo también me levanté y le dije que se colocara de rodillas encima del sofá mirando al respaldo, con las manos agarradas a el. Lo hizo, se subió de rodillas en el sofá mirando a la pared y con las manos agarrando el respaldo, desde atrás la cogí de la cintura e hice fuerza hacía atrás obligándola a adoptar una posición en la cual su culo quedaba totalmente expuesto. Yo me fui a por la regla de madera, empuñandola, la puse entre sus muslos y le di varios golpecitos a uno y otro lado de la cara interna de sus muslos, para que separase un poco más las piernas, lo entendió a la primera, entonces empecé a pasar la regla por su culo incandescente ya y entre esas pasadas de vez en cuando tambien pasaba el canto de la regla por su coño, entre sus labios, rozandole el clitoris, en un momento determinado, mientras le pasaba la regla entre sus labios, volvió a mover sus caderas lascivamente...

-¿Estás intentando librarte?.

Y volví a su culo a pasarle de nuevo la regla como calculado y tanteando, la zona de impacto. De vez en cuando levantaba la regla y notaba como se tensaba esperando el azote y volvia a pasarsela suavemente, pero un castigo es un castigo y uno de aquellos amagos se convirtio en azote real y tras ese cayeron media docena más, tras los cuales volvi a usar la regla como objeto de caricia en su culo y en su coño, para de repente continuar con media docena seguidos más, hasta completar tres docenas de azotes con la regla, en la última media docena sus gemidos y su respiración me hiceron entender que estaba llegando al límite.

Me fui a dejar la regla y de vuelta , la cogí de las manos, la ayudé a levantarse con delicadeza y la acompañé hasta el rincón, allí le puse las manos encima de la cabeza y el pantalón del pijama ya había caido hasta sus tobillos, ella siempre me dice que no entiende el rincón que no sabe para que sirve. Sirve para muchas cosas, la primera sentarme a mirar mi "obra" de arte, pero también para que se mezclen todas esas sensaciones en su cabeza, las que irradia su culo, el pudor de sentirse observada y castigada y despues cuando todo eso va de baja, la humedad chivata que moja su entrepierna y resbala por sus muslos. la niña traviesa que ha sido castigada, se fusiona con la mujer excitada que se moja sin poder evitarlo.

Cinco minutos después la fui a buscar al rincón, allí se quedó el pantalón del pijama, la llevé de nuevo hasta el sofa, yo me senté y ella de pie de nuevo frente a mi, le hice coger la libreta y firmar conforme las faltas habian sido "corregidas" y podíamos empezar de cero, mientras firmaba mis dedos jugaban de nuevo en su coño, de pie frente a mi, dejó caer la libreta y ahí  una vez cumplido el castigo, ya si podiamos dar rienda suelta a nuestra necesidad y eso hicimos allí en el sofá.

Mas tarde, desfogados, duchados y cenados, ya en la cama con la crema y con mis dedos resiguía cada una de las marcas del castigo, centimetro a centimetro de piel...

Continuará.....

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