sábado, 22 de abril de 2017

¿Hacemos la última? (Diario de unos jugadores XXXIV)



Una de las cosas que más me gusta de estos juegos, es que puede jugar con lo que tienes a mano y en el momento. No necesitas de ningún "local" equipado, ni de tener que ponerte un disfraz para meterte en el "papel", ni tan siquiera de se incumpla alguna norma o regla. Muchas veces es simplemente aprovechar el momento y ese juego tan especial de la provocación. En el fondo la seducción sea del tipo que sea esta  en la provocación, cuando alguien provoca al otro en realidad esta iniciando una lucha por el control y eso otro cuando pica accede a ceder ese control, para luego intentar recuperarlo y llevar la iniciativa. Ese juego es que para mi es la base del erotismo, es muy visible en el spanking. Cierto es que el spanking también conlleva de un ritual,  y que se pueden utilizar elementos externos de apoyo o de potenciación del mismo, pero toda su fuerza se basa en ese juego de la provocación sin el todo lo demás no resultaría.

La idea de aquellos días era descansar y nos la habíamos tomado al pie de la letra. Cierto es que la climotalogía no estaba acompañando mucho y que llevabamos un par de días con tiempo lluvioso. La excusa perfecta para pasarnos el tiempo de la cama al sofá y viceversa. Lo cual todo sea dicho nos estaba sentando de maravilla, pero aquella tarde no había más remedio que salir, entre otras cosas porque nos habíamos quedado sin provisiones y no había excusa. Así que aunque tarde decidimos espabilarnos, vestirnos y pasarnos  por el súper a buscar lo básico para sobrevivir un par de días más. Una vez decididos nos arrancamos y bajamos dando un paseo hasta un plaza cercana donde había un supermercado. Una vez allí cogimos lo más básico, pan, bebida, algo de picar. Eso si estuvimos un buen rato dando vueltas por los pasillos buscando algo que no había manera de encontrar hasta que dimos con ello. Ya con la compra hecha y habiando pasado por caja, decidimos ya que habíamos salido sentarnos en una terracita de la misma plaza a disfruta del buen atardecer que se había puesto.

Sentados en una mesa, nos pedimos una par de cervecitas y nos dedicamos a conversar, echarnos unas risas y hacer algo que a los dos nos fascina: observar la fauna de la ciudad desde esa posición privilegiada. Así que entretenidos pedimos otra cerveza y continuamos con el entretenimiento cuando ya anochecia. Un rato después ya bien de noche ella me dijo:

-Hacemos la última?

Yo acepté y aun prolongamos un rato más en la terraza. Al final decidimos que era el momento de volver para casa. El problema es que todo el camino de vuelta es en subida y cargados con las bolsas, pues aun dificulta más. Cuando ella  ponía la llave en la cerradura para entrar en el piso los dos resoplabamos del esfuerzo aliviados. Nada más entrar dejé las bolsas que llevaba encima de la encimera de la cocina y me fuí a ponerme cómodo. Pantalón de pijama y una camiseta, de vuelta ella ya había colocado todo en su sitio y fue tambíen a ponerse cómoda. Yo improvisé algo rápido de cenar, corte la barra de pan en pequeñas rebanadas que puse en un plato y en otro puse unas porciones de  paté, lo llevé todo a la mesita del sofá cuando apareció ella, también con un pantalón de pijama y una camiseta blanca de tirantes, trajo consigo un par de latas de cerveza y dos jarras, se abrió una se la sirvió en la jarra y se sentó en su rincón mientras yo empezaba a  untar paté en una de las rebanadas.

-Vamos a cenar ¿no?.
-Puffff yo no tengo mucha hambre la verdad.
-Pues algo deberías comer
-Lo que debería hacer es ducharme, que tu ya estás duchado.
-Bueno comes algo y te duchas

Yo empecé a cenar, ella no comió nada, hasta que no terminó la cerveza y entonces picó un par de rebanadas sin demasiado afán. Cuando terminé le dije si queria más me dijo que no, recogí y de vuelta traje un par de cervezas más. Al verme me volvió a repetir lo de la ducha, le dije que primero el postre y luego la ducha y no tuve que insistir mucho, mientras saboreamos el "postre" nos enganchamos a ver un programa chorra de uno de esos canales temáticos, hasta el punto que debía ser media noche ya, cuando le dije:

-Bueno que?
-Puffffff que pereza ahora.
-Te propongo un trato, date esa duchita y de vuelta te traes la crema y te hago un masaje en los pies, ¿te parece?.

No tuve que repetírselo, se levantó de golpe y desapareció camino de la ducha. Un rato después aparecia con el bote de crema en la mano, se pusó enfrente de  mi, me miró con esa sonrisa juguetona.

-Venga va, lo prometido es deuda.

Como un rayo, la tenía recostada en el lado del sofá con los pies encima de mi regazo. Cogi la crema me llené ambas manos con un buen  chorro y cogiendo uno de sus pies empecé a extenderla desde los tobillos hasta la punta de los dedos. Una vez extendida empecé el masaje suavemente por toda la planta desde el nacimientos de los dedos, hasta el tendón de Aquiles, después con algo más de fuerza recorrido a la inversa, sin dejarme rincón del pie, entre los dedos, incluso los propios dedos los masajee a conciencia. Repetí ritual con el otro pie y volví a repetir una vez más en cada pie. Al terminar estaba ella totalmente relajada. Entonces todo sucedió muy rápido, un movimiento, la cogí de ambos tobillos, la estiré y le di la vuelta. Un par de segundos que no lo dieron tiempo a reaccionar y la tenía en mi regazo, bueno mas bien tenía su culo en mi punto de mira.

-Le parece bien srta Z. que tenga que hacerle "chantaje" para que haga las cosas?
-Eso no vale, es un trato!!!!!!
-Aquí digo yo que vale y que no vale.

Sin decir nada más empecé a azotarla por encima del pijama con la mano, apenas una docena de azotes cuando paré. Me estorbaba ya el pijama y se lo bajé hasta medio muslo, al pantalón le seguieron las braguitas y empecé a acariciarle suavemente el culo desnudo, aun se podian ver restos del juego del día anterior, donde habíamos estado, prácticando con la diferencia entre el cuero y la madera, de forma suave, ya que las marcas se limitaban a algunos puntos rojos en distintas zonas. Aquel día mi idea era la de usar un único matiz; el de mi mano  y me puse manos a la obra. Empecé a azotarla con la mano de forma rítmica y ordenada pero con cierta intensidad desde el principio, viendo como la acción constante de mi mano iba coloreando la piel de sus nalgas, a la vez que notaba como crecía mi polla justo debajo de su vientre ante la situación. Fue aumentando el ritmo e intensidad de la azotaina, hasta que en un determinado momento me detuve, le acaricie ligeramente los muslos antes de bajarle un poco mas el pantalón y las braguitas para despues separarle las piernas con energía. Una vez seperadas empecé a subir con mis dedos por dentro de sus muslos buscando comprobar el estado de su sexo, pero cuando estaba llegando en una gesto inesperado cerró las piernas impidiéndome llegar, mi reacción fue volver a separarle las piernas.

-He dicho abiertas y no lo voy a repetir

Inmediatamente le di tres o cuatro azotes en el coño, y volví a ocuparme de su culo, esta vez de forma distinta sin orden, iba dando tandas seguidas en la misma nalga y luego cambiaba a la otra, pero con bastante más ganas y fuerza, un largo rato, cuando paré tenía el culo ya totalmente rojo, se lo acaricié ligeramente, pero enseguida mis dedos fueron buscando comprobar que me decía si coño, esta vez mantuvo las piernas abiertas y los dedos llegarón a su destino, que estaba tal y cual esperaba: empapado, pero no me dio tiempo a comprobar mucho mas cuando de nuevo me cerró las piernas provocando. Las volví a separar, la cogí con el brazo izquierdo con fuerza de la cintura tirando un poco hacía arriba haciendo que arquera la cintura levantado un poco más el culo y le di una tanda de una docena de azotes seguidos en el coño:

-He dicho abiertas!!!!!!!!!

Al segundo intento las mantuvo abiertas y mis dedos inspeccionaron cada pliegue de su sexo, con absoluta dedicación, hasta que uno de ellos se detuvo en su clítoris, que empezó a estimular con movimientos circulares y de arriba a abajo,  mientras ella gemía y empezaba a mover sus caderas frotandose con mis piernas, entonces con el pulgar busqué la entrada de su coño mojado y entró en el con la yema palpé su interior buscando esa zona rugosa que hay apenas unos pocos centimetros dentro y empecé a frotar esa zona suave, pero haciendo fuerza, sabía perfectamente que la técnica del pulgar era infalible y un par de minutos después me regalaba un bonito orgasmo, tras el cual me puse a acariciarle el culo un rato, hasta que lentamente fui volviendo a su coño, solo que esta vez volvió a cerrarme el paso....

-No lo digo más

Vuelta de nuevo al culo, con ganas, los azotes se sucedian, notaba como me picaba la mano, entonces ella intentó llevar un de sus manos, que neutralicé contra su espalda mientras seguía con la zurra sin descanso, insistiendo especialmente  hasta que la escuché gimotear, entonces paré, pasé suavemente mis dedos por sus nalgas de color púrpura, hice de nuevo la prueba esta vez no hubo más provocación, aunque mis planes eran otros. Cogí el bote de crema de la mesilla y le eché un chorro en cada nalga, que la hicieron estremecerse. Lenta y suavemente empecé a extenderle la crema, por ambas nalgas, la visión era clara, poco a poco el color púrpura que cubría la totalidad de ambas nalgas iria despareciendo de las partes mas alejadas para concentrarse en el centro y a buen seguro al dia siguiente dos grandes moratones cubririan parte de ambas nalgas, así como ciertas molestías al sentarse le recordarían que pasa cuando se provoca. Despues de las caricias pasé a masajear las nalgas y el masaje tambien empezó a afectar a zonas más íntimas y empezaron a actuar ambas manos al unisono, la derecha empezó a ocuparse de nuevo de su coño, mientras la izquierda jugaba entre sus nalgas, masajeándole alrededor del ano. Por aquel entonces yo pendiente de su placer había perdido la conciencia de mi excitación y concentrado en ella no notaba mi polla a punto de explotar debajo de su cuerpo. Empecé a torturarla de nuevo con el pulgar en su coño, pero esta vez le acompañaba por otro agujero, el de su culo, uno de los dedos de mi mano izquierda, con el pulgar jugando dentro de su coño, el resto de la mano me servia para frotar por fuera a la vez que le dedo de mi mano izquierda entraba y salía de su culo, ella movía las caderas con la respiración agitada, ya no había marcha atrás, quería ese otro orgasmo y me lo dio. Al terminar saqué todo lo que tenía dentro y mientras ella recuperaba el aliento le acariciaba suavemente el culo.

No me dio tiempo de mucho, de repente sin decir nada se incorporó se arrodilló entre mis piernas y liberó mi polla de su prisión, la sujetaba con una mano y empezó a lamerme la  punta suavemente mirándome, mientras pasaba la lengua por toda mi polla, así estuvo jugando un rato con su lengua, hasta que se la metió en la mota y comenzó a moverse despacio de arriba a abajo. Entonces me recosté del todo en el respaldo del sofá y cerré los ojos para concentrarme solo en sentir, ella seguía subiendo y bajando con su boca y yo empecé a acompañarla moviéndome también, la excitación era cada vez más fuerte, hasta llegar a ese punto, en que deseas que termine y entonces se la saco de la boca y continuo un instante con la mano, el suficiente para que un brutal orgasmo me dejase sin aliento, momento en el que volvía a sentir sus labios húmedos en mi polla. Fue tan intenso el orgasmo que me quedé en medio trance, del que desperté estremecido por el tacto de la  toallita húmeda con la que terminaba de limpiarme. Abrí los ojos la miré y sonreí, me dijo:

-Hacemos la última?

Le dije que si y fue a por dos cervezas más. De vuelta,  se volvió a poner en mi regazo boca abajo, y volví a aplicarle crema y a acariciarle el culo marcado de la azotaina, haciendo que se le pusiera la piel de gallina varias veces con mis caricias...

Continuará


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