lunes, 10 de abril de 2017

Desobedecer para obedecer (Por Nadia).





Esta semana en la sección de traducciones, volvemos con una de las que se está convirtiendo últimamente en una de las protagonistas de la sección: Nadia. Le entrada de hoy es una entrada muy personal, pero con la creo que se pueden sentir identificadas muchas personas. Se titula: "désobéissance à obéir ", que podemos traducir como: Desobedece para obedecer. A ver que nos cuenta Nadia de esta a priori contradicción.


"El cliché de chica frágil y obediente, que se somete sin rechistar a los designios de su spanker, no va conmigo. Diría que más bien soy todo lo contrario, desafiante, rebelde y por supuesto desobediente. No me etiqueto tampoco como "brat", puedo serlo si me lo propongo, pero tampoco va con mi naturaleza, me sentiría sobreactuando y me gusta la naturalidad. Me refiero a que no es fácil hacer que me ponga en las rodillas (o posición que sea) de buenas y primeras, necesito que me convenzan e incluso durante el juego en si, muchas veces voy a seguir luchando y de alguna manera poniendo a prueba, la capacidad de convicción de mi pareja de juegos.

Creo que todo esto nace en mi niñez. Yo nunca fui azotada de ni niña, (tal vez de haberlo sido, no tendría esta fantasía),  sin embargo si que fui amenazada con ello  muchas veces, en especial por parte de mi madre: " Te estas ganando una buena zurra" o mejor aun " te estas ganando una buena zurra con el culo al aire". Siempre se quedaron en eso en amenazas, en parte porque me resultaban tan excitantes a la vez que aterradoras, que solían ser efectivas, tanto en cuanto eran efectivas para modificar mi comportamiento. Ese trabajo de imaginación en mi cabeza fue posteriormente corregido en la pubertad y su coctel de hormonas, que transformaron aquella excitación de miedo en excitación sexual. Eso si en mi imaginación de adolescente ya no era mi madre quien amenazaba, era el padre de una amiga quien no solo amenazaba sino que también actuaba. Y en aquellas primeras fantasías húmedas, solo podía sentir dos sensaciones: pudor y excitación, ambas muy juntas. Por ello sigo pensando que en muchos amantes del spanking, no se da aquello del placer en el dolor, es más bien esa mezcla de pudor y miedo excitante lo que lo carga de erotismo. 

Quizás debido a ello, necesito sentir una reminiscencia de aquella sensación que sentía ante aquellas amenazas nunca hechas realidad. Y por eso, no soy de las que agacha la cabeza a la primera y obedece sin rechistar normalmente. También es cierto que ha habido quien ha sabido conseguirlo lo que ha resultado ser una experiencia perturbadora a la par que excitante. Pero no es lo normal, lo normal es que ponga a prueba, como si tuviera la necesidad de que toda amenaza realmente se cumpla y no se quede en un brindis al sol. Por eso me aseguro y que mejor manera que la de oponer resistencia, además me es muy excitante en un momento determinado "obligar" a hacer uso de la fuerza para que me pongan en mi sitio. 

Es cierto, que no soy una kamikaze y necesito conocer para saber donde puedo llegar y eso lleva tiempo y pruebas, lo que es muy divertido, pero una vez conozco entonces me lanzo a buscar límites, los mios y los de la otra persona usando diversas tácticas, que pueden ir desde la seducción sexual, hasta la soberbia, con el objetivo de ver si esa amenaza va en serio y cuando se confirma entonces muchas veces me rebelo como si quisiera volver atrás.

Voy a compartir una experiencia que sirve a la perfección para explicarme. Fue durante un juego "normal", me resistí hasta hacer que usará la fuerza para ponerme en sus rodillas, una vez allí no dejé de luchar, pataleando primero, hasta que con su pierna inmovilizó las mías, después me tapé con las manos varías veces, hasta que me las sujetó en la espalda. Ya indefensa, saqué toda mi arrogancia, para hacer que fuera más intenso y me relajé haciéndole creer que había conseguido mi rendición y que se relajara el también, momento el que que volví a sacar mi yo más rebelde y volví a y taparme. Entonces cansado me luchar me amenazó: " como vuelvas a taparte las manos, te las azotaré....", aquella frase mi hizo un clik en la cabeza y no pude evitar comprobar si la amenaza iba en serio. Las puse y su reacción hizo que me rindiera. Paró la zurra, me  levantó a la fuerza, me quedé paralizada "va en serio" pensé. Lo siguiente que me dijo, fue que me desnudara del todo y de repente toda mi resistencia desapareció, toda la desobediencia que había mostrado se transformó en obediencia. Me desnude mientras el se desabrochaba el cinturón, lo siguiente fue pedirme que extendiera un brazo con la palma de la mano hacía arriba, y después la otra, tan solo fueron tres golpes en cada mano. Pero el pudor de estar totalmente desnuda, frente al miedo a lo desconocido, a esa sensación que no conocía de unos azotes en una zona no erógena fue como un shock. Terminado ese ritual y siguiendo sus órdenes obedientemente, ofrecí de nuevo mi culo tumbada en el sofá, para una buena sesión con el cinturón. Al terminar, no se si me quemaba más el culo, que la entrepierna. Esa sensación puede conmigo, esa mezcla de pudor, excitación, miedo y descontrol. Y esa solo la consigo desobedeciendo para obedecer.".

No voy a añadir mucho a la entrada de Nadia, solo que me suena y mucho lo que cuenta.


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