jueves, 23 de marzo de 2017

"Vuélvelo a hacer otra vez" (Por A.)



Estoy segura de que tengo debe ser una de las spankees que más azotes previsibles del mundo ha recibido. El jefe dice que se nos ve venir, vamos como que a ellos no y son precisamente en esas veces en las que se los ve venir, cuando contra toda lógica me entra una irresistible tentación de tocar....eso con más ganas aún.

Por ejemplo yo sabía perfectamente, que cuando me llamaba por mis dos apellidos (son apellidos muy comunes) en vez de por mi nombre, es que estaba bordeando el límite, pero precisamente esa pista, si busca un efecto disuasorio, en mi consigue todo lo contrario, me suben mariposas por los pies se me pone cara de niña traviesa y solo maquino como seguir tocando eso.... El siguiente paso en la escala de la zurra previsible, es algo mas directo, en mi caso apellidos completos y alguna frase del tipo: "vuélvelo a hacer otra vez" o "no te lo voy a decir más". Entonces durante un instante sospeso pros y contras, si le hago caso ahí queda la cosa, y si no se lo hago se lo que va a pasar, y no se porque extraña razón tres de cuatro ocasiones, se impone la opción que sea lo que dios quiera o voy a probar a ver que pasa. Para explicarme mejor os voy a contar una batallita resumida de una de esas veces.

Estábamos en casa tan tranquilos, era una época donde el al salir de trabajar se venía a pasar muchos días la noche. Aquel día, hablamos a mediodía y me dijo que probablemente no vendría pues tenía trabajo atrasado que hacer desde casa. Sin embargo le convencí para que viniera y lo hiciera desde aquí, pero cometió un error: advertirme que necesitaba tranquilidad y desde ese momento no me digáis porque me entraron muchas ganas de molestar.

Llegó un poco antes de lo que solía llegar habitualmente, y estuvimos un rato tonteando, recuerdo que yo solo llevaba puestas una medias hasta la cintura, una camiseta y las zapatillas de estar por casa, muy sexy todo jejejeje, pero la confianza tiene estas cosas. Hasta que el me dijo: "venga va voy a ponerme un rato, cero ganas pero es lo que hay" sacó el portátil y se puso a currar, yo le pregunté si le importaba si ponía algo de música y me dijo que no, siempre y cuando no estuviera muy alta. Me fui hasta el equipo de música y puse algo a volumen tranquilo, aunque por dentro estaba ya maquinando del todo y mi actuación de buena niña era solo eso,  una actuación para que se confiara. Entonces empezó a sonar una canción que me gusta mucho y subí el volumen, al instante levantó la mirada y yo entendí el mensaje bajando el volumen, para a los pocos segundos ponerme a cantar y hacer que volviera a mirarme.

-Valeeeee ya paro.

´Volví a hacerme la chica buena, un par de minutos, pero ya no podía parar, me levanté y fui a buscar una bolsa de patatas fritas, que abrí ruidosamente y ruidosamente también me puse a comer patatas. Entonces la mirada fue un suspiro y mi sonrisa debió delatar mis intenciones, porque pronunció mis apellidos, seguido de un "¿me voy a tener que ir a la habitación o que?", que chafaba mis planes, porque vamos que se fuera a la habitación no era precisamente la reacción que esperaba. De vuelta a mi estado de niña buena disimulando mientras maquinaba, y lo que suele pasar cuando una juega con fuego que se quema y de la forma más tonta, porque fue un gesto sin intención traviesa lo que precipitó todo, cuando con mi pie empecé a juguetear con su pierna y me miró para decirme.

-¿Quieres parar ya? me quedan 20 minutos y ya estoy

Ya no pude evitar pasados un par de minutos volver a repetir lo del pie. Cuando vi que cerraba el portátil de golpe, se produjo aquella extraña contradicción.

-Vale, vale, que ya paro de verdad.

Pero era tarde mi destino eran sus rodillas y pese a mis intentos y promesas, allí acabe en una zurra en dos tiempos. El primero con la mano y encima de la ropa, cuando me anunció el segundo empecé a arrepentirme pero era tarde ya. Me toco ir a buscar el cepillo hizo que bajara las medias y las braguitas, fue la primera vez, las anteriores siempre se había encargado el, de esa tarea, y la situación fue tan excitante como vergonzosa. Puesta en sus rodillas con el culo al aire, me dio una buena de aquellas que cuando termina tienes la sensación de tener el culo incandescente y solo deseas algo que te calme. Ahí obró su venganza. Sin tocarme me envió al rincón ademas con unas instrucciones muy precisas.

-Nariz tocando al rincón.
-Manos encima de la cabeza.
-Silencio absoluto
-Y con las medias  y las braguitas en la misma posición de la zurra.

Y allí me tuvo 20 minutos, si los 20 minutos que se suponía le quedaban de trabajo. Aunque yo creo que hizo poco más que mirarme. Yo creo que para ellos el rincón es como una prueba, una forma de cerciorarse, que ya no quedan ganas de rebeldía  (otro día escribiré sobre eso), y por si acaso, me dijo que el cepillo lo tenía el.

La moraleja de la batallita es clara: spankers las advertencias lejos de ser persuasivas la mayoría de las veces, son todo un aliciente ¿verdad que también os pasa chicas?.

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