Ya en la recta final de Agosto, por fin nos coincidieron unos días de vacaciones. Así que decidimos aprovecharlos, unos amigos míos tenían una casa en un pueblecito del Ampurdán y estaban de viaje así que no las dejaron aquella semana. Era el sitio ideal, para desconectar y estar en la más absoluta paz.
Nada más llegar, fuimos a un pueblo cercano más grande hicimos compra para pasar la semana y nos instalamos. Realmente allí había poco que hacer, más allá de bar y piscina, piscina y bar. Pero eso era precisamente lo que nos apetecía.
Fue el segundo día cuando se encendió la mecha, habíamos estado toda la mañana en la piscina, y volvimos a la casa, cuando más apretaba el sol. Yo me puse a cocinar algo y ella se dió un ducha para quitarse el cloro de la piscina mientras. Nos sentamos a comer al terminar , le dije que ahora iba yo a la ducha. Ya al entrar al cuarto de baño me mosqueo un poco verlo sin recoger , con el bikini colgado en la mampara por ejemplo, pero bueno me di la ducha y salí y ahí sí que no me gustó lo que vi. La mesa seguía puesta, sin recoger y ella estaba estirada en sofá llevaba una camiseta y unas braguitas y se había puesto un ventilador de pie .
- Muy cómoda te veo...
- Pues si...no te vienes.
- Si, pero antes recoge la mesa y lava los platos...
- Hay toda la tarde para eso, estamos de vacaciones, gruñón.
- Ya, pero estamos de prestado y en un pueblo de campo, no quiero que esto se llene de hormigas. Así que levanta y recoge y friega los platos...
- Podrías hacerlo tú, que estás de pie ya.
- Yo he cocinado
- Venga va una siesta y lo hago
- He dicho ahora, que parte de ahora no entiendes.
- Y yo que ya lo haré después.
Ya no dije nada más, me fui para ella, sin darle tiempo a nada la levanté cogiéndola del brazo, le di un par de azotes mientras cogia una silla.
- Cuando te digo algo, no es para entrar en debates, es para que lo hagas ya y de como has dejado el balón también vamos a hablar.
Me senté en la silla, la puse en mi regazo y empecé a azotarla con vigor por encima de las braguitas, justo en ese momento las campanas de la iglesia tocaban las 3 y media. Me estuve aplicando unos cinco minutos con energía y entonces paré.
- Ahora vas a recoger y vas a fregar los platos y cuando termines vienes ¿Está claro?
No dijo nada, se levantó y se puso a recoger, total eran dos platos, nos vasos, los cubiertos y una fuente. En 15 minutos lo tuvo todo recogido, fregado y estaba de vuelta.
- Ya está...
Las campanas tocaban las 4....
- ¿Te das cuenta? Ni un cuarto de hora , pero no, te tienes que comportar como una niña caprichosa y malcriada, pues nada, ahora te vas a ir a la habitación dormir la siesta y deja el teléfono aquí en la mesa
- Pffff me apetece quedarme en el sofá contigo!!!!
La miré serio y rechistando se dió media vuelta dejó el teléfono y se fue murmullando para la habitación.
Media hora más tarde me apeteció un café, la casa era muy sencilla, entrabas directo al salón, al final había un pequeño balcón y a la izquierda había un pasillo largo, donde estaban la cocina, el baño y la única habitación. La cafetera era una de esas de cápsulas, puse un cápsula y le di al botón, mientras se hacía el café me dió por ir a la habitación, supongo que con ruido no me oyó, encendí la luz y tenía la mano derecha dentro de las braguitas.
- ¿Se puede saber que estás haciendo?
- Nada....- me contestó a la vez que se ponía roja-
- Levanta.
Se levantó, me senté en el borde de la cama, la cogí de las caderas y la acerqué entre mis piernas, allí le bajé de un tirón las braguitas y le pase un dedo entre los labios, estaba muy mojada, tenía el clítoris hinchado y sensible.
- ¿Te estabas tocando cochina?
Se puso aún más roja
- Te he hecho hecho una pregunta
- Pfffff...es que cuando te pones así firme y sentir el culito caliente sin nada que hacer...
- ¿Desde cuándo si estás castigada te puedes tocar?
- No sabía que estaba castigada...
- No, claro te envío a hacer la siesta sin móvil y con el culo rojo, pero no sabes que estás castigada...¿Así te excita sentir el culo rojo?
-Santi....
- No te preocupes que lo vas a sentir mucho rato hoy.
No dije nada más, la cogí del brazo y la puse mirando al rincón, con las manos sobre la cabeza.
- Me voy a tomar el café, ahora cuando vuelva vamos a hablar muy en serio.
La hice esperar un poco y antes de volver fui al baño a buscar su cepillo, al entrar a la habitación me fui directo a ella, la saqué del rincón, me senté en el borde de la cama, la puse sobre mi regazo.
- Así que te pone cachonda que te ponga el culo rojo, pues igual tendré que ponértelo morado para que te portes bien y no como una niña cochina
En ese momento le pasaba el cepillo por las nalgas, que ya no estaban rojas, de hecho se veían las marcas del bikini. Hasta que empecé a azotarla con el cepillo, sin prisas, repartiendo bien los azotes por todo el culo, y poco a poco subiendo velocidad e intensidad y centrándome en la parte baja de las nalgas. Se lo dejé bien rojo, pero ahí paré, no quería que le quedasen moratones para la piscina.
Al parar sin decir nada le separé las piernas y le metí dos dedos que entraron sin dificultad alguna de lo mojada que estaba.
- Vaya parece, que si, que lo de ponerte el culo rojo te pone cachonda. Como no quiero situaciones incómodas en la piscina, he pensado en algo, que evite eso y que a la vez te enseñe la lección que no hay que tocarse estando castigada. Todas las tardes después de comer, recogerás la mesa, fregarás los platos y al terminar irás a buscar el cepillo y me pedirás que te ponga el culo rojo por cochina antes de hacer la siesta, todos los días mientras estemos aqui ¿Está claro? .
Mis dedos entraban y salían de su sexo y ella empezó a mover las caderas.
- Ni lo sueñes...si te portas bien, me lo pensaré, pero de momento no hay placer.
Paré de masturbarla, la hice levantarse y ponerse en el rincón otra vez, con las manos encima de la cabeza. Fui a buscar el ventilador y lo puse detrás de ella, a la altura del culo, para que el aire aliviara un poco el picor de los azotes y allí la dejé.
Cuando las campanas tocaban las 6 la llamé. Yo estaba sentado en el sofá y vino, frente a mí de pie y con las manos en la cabeza, le pasé unas toallitas húmedas por el sexo, después le hice darse la vuelta.
- Aún está bastante rojo, pero la gente va pensar que es el sol. Así que vete a ponerte el bikini y nos vamos a la piscina.
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