miércoles, 9 de abril de 2025

Aún estás así?





Aunque era sábado nos levantamos pronto. Yo tenía que ir un para de horas al despacho, por una cosa urgente y cuánto antes me lo quitase de encima mejor. Aunque tampoco cómo para madrugar y correr. Nos sentamos a desayunar tranquilamente. Había amanecido un día precioso, de invierno pero soleado y calmado y se me ocurrió proponérselo. 

- Que te parece si aprovechamos el día?

- Genial, estaba pensando lo mismo.

- Pues no se hable más. Hacemos una cosa, yo tengo un par de horas, me voy ya y al volver paro un momento a lavar el coche y te recojo, a las 12 estoy de sobra.

- Perfecto, yo recojo un poco la casa y te espero.

- Pues va, me voy así terminó antes. Te aviso cuando esté. 

- Muy bien.

Le di un beso fui a por el abrigo y las llaves y me fui. 

A las 11 ya estaba, al salir le envié un mensaje.

- Estoy cerrando la puerta, voy a lavar el coche y te recojo.

- Vale!!!! Pero tampoco corras. 

Me fui al lavacoches, lavado a fondo y me fui a recogerla, cómo tenía que dejar alguna cosa en casa subí a dejarlas. Dejé las cosas en el despacho y fui al baño, allí estaba maquillándose sólo con unas medias y el sujetador. 

- Aún estás así? 

- Me dijiste a las 12....

- Son menos diez 

- Pues eso...

La dejé y me fui a la cocina a fumarme un cigarrito mientras esperaba. La cocina estaba exactamente igual que cuándo había salido, al salir pasé un momento por la habitación, la cama sin hacer, un montón de ropa en la silla, me senté en el sofá apartando la manta arrugada y hasta los vasos de ayer noche seguían en la mesita, con lo cual empecé a mosquearme. Entonces apareció llevaba un vestido de punto justo hasta encima de las rodillas y unas botas marrones de caña. 

- Ya estoy gruñón...y no son ni y cuarto. 

Me la quedé mirando. 

- Bueno a qué esperas no tenías tanta prisa?

- Espero una explicación

- Una explicación a que?

- A qué has estado haciendo.

- No sé a qué te refieres 

- Pues que me fui hace tres horas y cuándo vuelvo no sólo tengo que esperarte sino que veo que no has hecho nada.

- Pffff claro que he hecho cosas

- Qué? A parte de procrastinar claro. 

- Ya estamos con la palabrita...

- Digo procrastinar por no decir, tocarte el coño. 

- Jajajajaja pues quién sabe.

- A mí no me hace ninguna gracia nena, yo no te he dicho que hicieras nada, pero al menos estar preparada, digo yo.

- No tengo ganas de discutir, si no quieres venir ya me voy yo. 

Cogió el bolso y se lo colgó.

- Se puede saber dónde vas?

- A aprovechar el día, aquí te quedas.

- Deja el bolso ahora mismo.

- Hasta luego 

Toda digna y desafiante se dió media vuelta y empezó a caminar en dirección a la puerta, me levanté y me fui a su búsqueda, cuando la tuve al alcance alargué la mano y la frené en seco cogiéndola del brazo. 

- No sí encima me vas a venir con humos. 

Le di la vuelta y tal y cómo se la di le solté tres o cuatro azotes. 

- Vuelve por dónde has venido, deja el bolso y vamos a hablar. 

Suspiró y empezó a caminar de nuevo hacia dentro, yo detrás. Dejó el bolso a mala gana en la mesa, mientras yo me sentaba y se quedó allí apoyada en la mesa de brazos cruzados.

- Ahora me vas a contar que ha hecho, estas tres horas y sin vacilar. 

Cogió aire y no contestó.

- Vamos nada, verdad?

- Es que me tumbado un rato en el sofá, me he puesto con el WhatsApp y....

- Ahora nos entendemos. Mira a mí me da igual, es más lo puedo entender y todo, lo que no entiendo es que al irme me digas: "voy a recoger mientras te espero" y al llegar no hayas recogido nada y el que tiene que esperar soy yo. Más que nada, me parece una falta de respeto. 

- Involuntaria 

- Peor me lo pones, si fuera voluntaria es que hay intención, pero ni eso, simplemente has gestionado mal el tiempo. Que se supone que tengo que hacer? Cómo los niños? Si no recoges la habitación castigada sin salir? 

Su rostro empezó a ruborizarse...

- Y ven aquí que te estoy hablando.

Se acercó el par de metros que nos separaban, hasta quedarse delante de mis rodillas.

- No tienes nada que decir?

- No...

- Muy bien, pues yo sí.

La cogí de la muñeca la llevé hacia mi muslo derecho y la tumbé cruzada en mi regazo. 

- Vamos a ver si así lo entiendes.

Puse mi mano izquierda en la parte baja de la espalda y una ráfaga de azotes cayó encima del vestido. 

- Se te ha terminado el procrastinar y una de dos o te organizas solita o lo haré yo.

Empecé a enrollarle el vestido sobre sí mismo, subiendo por los muslos, después las nalgas y para terminar sujetándolo con la mano izquierda en su espalda. Con la derecha agarré la cintura de los pantys y despacio empecé a bajárselos, lo justo y necesario para descubrirle las nalgas, debajo sólo llevaba un tanga, que también le bajé. Y una vez completado el ritual de descubrirle el culo, empecé a azotárselo sin protección y a conciencia. Todos los azotes perfectamente repartidos por toda la superficie, durante 5 minutos más o menos hasta que cogió un color rojo intenso y paré. 

- Esto no va a quedar aquí, pero me da pena desaprovechar el día por tus niñerías, así que vete a cambiar a las medias, ponte unas musleras, nada debajo y ven que nos vamos.

Se levantó sin decir nada, se fue rápido a la habitación, al cabo de un rato volvió a aparecer. 

- Ven aquí

Se acercó.

- Date la vuelta y levántate el vestido. 

Suspiró pero lo hizo, le pase la mano por ambas nalgas rojas y calientes.

- Hoy vas a tomar el vermú con el culo caliente. 

Le quité las manos que aguantaban el vestido y se lo bajé. Sabía que el roce del punto directamente sobre la piel desnuda y sensible la tendrían un rato perturbada. En silencio nos fuimos. 

Un rato después la cosa volvió a la normalidad, estuvimos de cañas y tapas un buen rato, incluso nos dio tiempo de dar un paseo tranquilamente antes que se empezará a esconder el sol. Momento en el que volvimos a casa.

Al llegar fui al baño y al salir se estaba quitando las botas, momento en el que le dije.

- Y ahora señorita recoge la casa.

- Pfffff y no puede ser mañana.

- No.

- Bueno voy a cambiarme.

- Primero recoge. 

- Pfffff así vestida. 

Me fui hacia ella y la hice levantarse. Cuando estuvo de pie, le dije.

- Levántate el vestido.

- Ya voy joder!!!

- Que te levantes el vestido 

Lo hizo entre soplidos..

- Saca el culo 

- Pffff

Se inclinó un poco hacia delante arqueando la espalda, puse mi pierna delante de las suyas, la cogí de la cintura y allí mismo de pie le di durante un par de minutos con ganas, suficiente para colorearle las nalgas otra vez. 

- No lo tengo que repetir verdad?

- No 

- Pues ya sabes. 

La solté y salió del comedor, el vestido cayó sólo por la gravedad. La escuché en la habitación y en la cocina con sonido de cacharros. Hasta que volvió a aparecer por el comedor, para doblar la manta. Cuando estuvo me miró.

- Ya estoy...

- Apenas media hora, te ha llevado. En fin. Traeme el cepillo..

Otra vez quejas.

- Voy a buscarlo yo?

Treinta segundos después me entregaba el cepillo. Lo cogía y lo dejaba en el brazo del sofá. 

- Ahora vete un rato a mirar la pared y aguanta el vestido levantado por encima de la cintura.

Resignada emprendió el camino a la pared, se paró frente a ella y empezó a subirse el vestido despacio, cuando superó el final de las medias empecé a ver carne blanca que se volvía roja al superar la curva de sus nalgas. Así la tuve un cuarto de hora mirando a la pared y aguantando el vestido levantado, exponiendo el culo. 

La llamé, se dio la vuelta y se acercó, yo hacía sonar el cepillo contra mi mano. Cuando estuvo delante de mí, la hice volver a levantarse el vestido, pero de frente. Cuando lo tuvo levantado, su rostro también estaba algo rojo y más que de puso cuando mis dedos se pasearon entre sus labios y le mostré una humedad pegajosa sonriendo. 

- Así te pone que te zurre el culo? 

La hice ponerse de nuevo en mi regazo. Y sin mucho preelimar el sonido sordo del cepillo impactando constante contra la piel desnuda, la agarré de la cintura y la levanté un poco, sin parar en ningún momento, no tardé mucho en ponérselo bien rojo y entonces concentré los siguientes azotes todos en la parte dulce, esos cuatro dedos que van desde el surco de los glúteos hacia arriba, ya no paré hasta dejarle esa zona de un rojo más oscuro. 

Cuando dejé el cepillo esperé un rato, a que sintiera el aire en sus nalgas bien cocinadas, después mi mano empezó a pasearse por ellas, apretando en algún punto que intuía más doloroso. Hasta que le dije.

- Ahora te vas a la habitación, te quitas todo menos las medias y me esperas. 

Dejé pasar un buen rato antes de ir. Entré con el bote de aceite de coco para masajes. Ella estaba tumbada boca abajo a oscuras y sólo con las medias. Encendí la lámpara de la mesita de noche las dos me subí a horcajadas en la cama por encima de sus piernas, aún era muy visible en su piel los efectos del castigo. Dejé caer aceite en sus nalgas y empecé a extenderlo, masajeando suavemente a la vez. Al principio respondia a mi mano con algún gemido de incomodidad, pero enseguida se fue relajando y según por dónde circulaba mi mano su piel se erizaba y el gemido era más de placer. Y aún se intensificaron más cuando el aceite se mezcló con su humedad la extender el masaje a su coño, al que respondió arqueando la espalda.

Sonreí, me levanté un momento para desnudarme, le cogí los tobillos y separé sus piernas, me subí de rodillas entre ellas, y volví a jugar en su coño, pero esta vez no con mis dedos, con mi polla, hasta que terminó dentro del coño y mi pubis pegado a su culo caliente y aceitoso, pocas cosas mejor que un polvo boca abajo cuando aún sientes el culo caliente,contra tu pubis. 













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