miércoles, 19 de febrero de 2025

Bajo supervisión (Por E)

 



Iba de su mano. Parte del castigo era que no podía ir sola por la calle. O salía con él o no salía. 

Se lo había ganado a pulso después de la última niñería, y es que se le antojaron unas galletas a última hora de la noche, puso el horno y se quedó dormida con las galletas en el horno hasta las tres en el sofá. 

El olor a quemado y el humo lo despertó a él y se levantó enseguida y se encontró con el desastre.


- Se acabó Nena! Estoy harto de los caprichos, de los antojos de última hora y de tu falta de responsabilidad!


- Lo siento...


- Con sentirlo no vale!! Mira el humo que sale! Podríamos haber tenido un susto importante! 


Ella lo miraba arrepentida desde una esquina de la cocina mientras que él se encargaba de todo.


- Te dije que no eran horas de ponerse a hacer nada en el horno! Que estabas medio dormida ya! Pero la niña tiene que salirse con la suya siempre, verdad?


Lo veía realmente enfadado. Y es que despertarse a esas horas con el susto encima no era muy agradable.


- Lo siento Daddy...


- Créeme que lo vas a sentir. Ahora a la cama y mañana y hablaremos seriamente de esto. Tira!  - le señaló la puerta. Ella sabía que al pasar por su lado se iba a llevar un cachete, y por cómo lo veía flojito no iba a ser, así que intentó pasarse medio lado, pero le cayó igual. 

Fue fuerte, pero no sé atrevió a quejarse 


Se fueron a la cama en silencio y a ambos les costó dormirse. 


Él se despertó primero. Ya estaba más calmado, pero iba a zanjar ese comportamiento caprichoso que estaba adoptando últimamente.


Hizo café y esperó. Media hora después apareció ella por la puerta. Se acercó despacio intentando tantearlo.


- Buenos días Daddy...


- Hola Nena.


- Pudiste dormir...?


- Muy poco. Ya sabes que si me despierto de madrugada luego no duermo.


- Lo siento mucho...fue sin querer, de verdad...


Se la quedó mirando sin decir nada durante un rato. Ella no pudo mantenerle la mirada y bajó la cara avergonzada.


- Baby mírame.


Lo hizo. Tenía la cara roja.


- Esto no va a seguir así. 


- El qué Daddy...?


- Tú comportamiento caprichoso e impulsivo. 


De nuevo los ojos miraron el suelo. 


- Llevas casi un mes así Baby y no lo voy a consentir más. Haces lo que quieres, no obedeces a nada y tienes antojos y caprichos como una niña de siete años y esto se acaba aquí, me has entendido?


- Daddy...


- Me has entendido Baby? 


- Sí...


- Bien, pues ahora vas a desayunar y te vas a ir derechita al rincón a pensar en tu comportamiento y cuando hayas acabado le vas a pedir a Daddy que te dé una buena azotaina por lo de anoche.


- Daddy no...


- Vas a seguir desobedeciendo? 


- No...


- Pues venga. Desayuna y ya sabes. Mientras voy a pensar en unos cuantos cambios que voy a hacer. Se va a acabar lo de tener una caprichosa en casa.


No sé atrevió a contestar. Él le había preparado un café y su tostada y se lo tomó sin rechistar. Cuando acabó recogió las cosas y así, en pijama, se fue al rincón del salón donde la solía castigar. 


Le dió tiempo a reflexionar un poco. Tenía razón. El último mes se le había hecho muy duro en el hospital. Muchos casos, muchas responsabilidad, y su forma de liberarlo era dejando salir a su niña interior en casa. Había sido caprichosa, tozuda y lo había llevado al límite muchos días.


Toda esa situación le provocaba un sentimiento raro. Dejarse ir sabiendo que él estaba ahí de freno le daba mucha tranquilidad y la ayudaba a relajarse. Y verlo hoy tan firme le daba seguridad y a la vez la excitaba enormemente.


Estuvo en el rincón unos diez minutos. Tenía muy claras las cosas, pero le costaba reconocer en alto su comportamiento. 

Él la ayudó un poco.


- Baby algo que decir?


- Sí...


- Pues ven aquí.


Se dió la vuelta y lo vió sentado en el sofá. Se acercó hasta quedar de pie entre sus piernas.


- Lo siento mucho Daddy... Levo un mes muy tonta y tienes razón... - al acabar de hablar estaba roja.


- Sí Baby, llevas un mes muy rebelde y éste no es el trato. Yo te cuido pero también pongo límites, y parece que necesitamos revisar ciertas cosas.


No dijo nada, solo se encogió en su sitio de pie.


- Qué pasó anoche?


- Que me dormí...


- Yo qué te dije?? Que era tarde, que no eran horas de poner el horno y que no fueras caprichosa, o no?


- Sí Daddy...


- Y qué pasó?? Que la cabezonería te pudo y casi salimos ahogados por el humo. 


- Lo siento Daddy...


- Desde hoy y hasta que yo diga vas a pedir permiso para todo. Si te portas como una cría pequeña así te voy a tratar. Nada de salir sola, nada de usar el horno, el ordenador, nada de ver la tele sin que yo esté delante... Me has entendido?


- Cuánto tiempo...?


- Hasta que yo decida. 


- Daddy... ahora estoy de vacaciones...


- Pues haberlo pensado mejor Baby. Desde hoy estás castigada. La próxima vez que quieras desobedecer a Daddy te lo pensarás mejor! Y ahora ya sabes. - se dió unas palmadas en sus rodillas.


Ella se colocó resignada. 


- Vamos a empezar el año recordando bien las normas Baby. 


Sin calentamiento ninguno le bajó el pantalón y las braguitas y empezó con la azotaina directamente en su culo. 


- Nada como un culo rojo para que obedezcas! 


Los azotes caían uno tras otro sin pausa. Empezaba a picarle, pero él no paraba.


- Y estos días no quiero numeritos. Sí Daddy dice A tú haces A o acabarás en la misma posición!


Se empezó a mover. Tenía ya el culo muy rojo 


- Quieta! Nos queda un buen rato aún!


- Duele Daddy...


- Tiene que doler! Es un castigo.  Levanta!


Se levantó con la ropa en los tobillos. 


- Tráeme el cepillo de madera.


- Daddy...


- Ahora!


Se fue al baño caminando torpemente. Cogió el cepillo y de vuelta al salón. 


- Aquí!


Se colocó de nuevo en su regazo 


- Por la calle a mi lado, en sitios con gente de mi mano. Y en casa ya sabes. Le pides a Daddy permiso para todo. Entendido?


- Sí Daddy...


- Y cuando vea que aprendes a ser obediente de nuevo ya echaré el freno, pero de momento te voy a llevar recta como una vara!


Y empezaron a caer los azotes con el cepillo. Cada vez estaba más excitada. Verlo así la ponía a mil. Su coñito estaba empapado. Él lo empezó a notar en su pantalón. 


- Y olvídate de jugar tú solita! Éste coñito está castigado también. Así que deja de gotear porque cuando acabemos te voy a subir las braguitas y si las mojas vas a estar así todo el día!


Le dió un par de docenas más y paró. La tenía en el punto donde la quería. Suave, calmada, mimosa y encendida como una bombilla. 


Empezó a acariciarle las nalgas rojas. 


- Mmm Baby... éste es el único lenguaje entiendes cuando te pones así...


Le abrió las piernas y metió su mano. Tal y como notaba en la tela de su pantalón se encontró un grifo entre sus piernas.


- Eres una cochina... Lástima que estés castigada. Pero vas a estar así todo el día. Con las braguitas mojadas por desobediente hasta que Daddy decida.  Ponte de pie!


Se levantó y se quedó así delante de él. Con el coñito expuesto y la cara roja.


Él le subió las braguitas y el pantalón y la mandó de nuevo al rincón a pensar.


- Espero que te portes mejor estos días o acabarás así las veces que haga falta...



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