miércoles, 24 de julio de 2024

Irritable e irascible. (Por E.)

 






Él se levantó primero. Ella había dormido regular, tenía un retraso de unos días y estaba incómoda, pero no era solo la molestia física, se notaba irritable e irascible, y le costaba controlar su genio así.


Él ya lo sabía, no era habitual, pero algún mes pasaba. Intentaba tener paciencia esos días y darle más mimos de lo habitual, pero a veces era necesario ponerse firme. Frente a lo que pueda parecer esa disciplina le venía bien, la sacaba de esa rueda y un poco de placer adulto calmaba sus molestias.


Hizo café y se tomó el primero en silencio disfrutando de ese día de primavera. 

Al rato se levantó ella. La escuchó en el baño lavándose la cara. Aún así entró con cara de sueño. Iba con un camisón corto de algodón. Se intuían sus pechos debajo y la braguita rosa del mismo material 


- Buenos días bella durmiente...


- Hola


- Has descansado?


- No


- Estamos poco habladoras hoy...


- Hay café?


- Sí, queda media cafetera.


No dijo nada, se puso el café con leche y se fue al sofá.


Él recogió la cocina y se fue a la habitación a vestirse.


- Hay que ir al súper, vamos juntos?


- No...ve tú. No me encuentro bien.


- No te tomas nada?


- Ya me he tomado un enantyum, pero hay que esperar... Odio estos días!


- Va, tranquila...en un rato estarás mejor.


- Sí, ya...


- Necesitas algo del súper?


- Cómprame chocolate.


- Jajaja! Seguro? No quiero dramas con el luego! - lo dijo de broma, pero ella lo interpretó a su manera.


- Pues no compres nada! No sé por qué preguntas si vas a hacer lo que te dé la gana!


- Vigila esa actitud que era una broma...


- Pues no estoy para bromas!


- Ya veo...me voy a comprar. 


Él se fue y ella se quedó en el sofá con su café con leche. Se notaba intranquila e irascible, y sabía que al final siempre lo pagaba con él y se sentía mal. 

Le escribió un mensaje.


- Santi siento mucho mi actitud de esta mañana. Estoy regular con la regla, pero ya sé que no es culpa tuya. 


Él lo leyó y le contestó con unos besos. Solía tener paciencia.


Volvió con las compras y parecía que la cosa se había calmado. Le recibió con un beso y un abrazo, le ayudó con más bolsas...en fin, que parecía que el sábado mejoraba.


Llegó la hora de comer y se sentaron a la mesa.


- Nena cuándo es la presentación?


- El jueves de la otra semana.


- Y has empezado?


- No me agobies Santi...


- No te agobio, todo lo contrario. Te pregunto porque nos conocemos...


- Santi! Ya!! - y usó un tono que no le gustó nada.


- Y ese tono? Desde cuándo me hablas así? - la cogió de la mano y tiró un poco de ella 


Se puso un poco roja, pero no reculó.


- Ya soy mayorcita para organizarme yo! 


- Me parece muy bien, pero ve cambiando la actitud porque es la segunda vez voy que te pones tonta conmigo y no voy a aguantar una tercera! Me has oído bien? - lo dijo tranquilo pero con ese tono de voz tan asertivo 


No dijo nada. Le rehuyó la mirada y siguió comiendo.


Cuando acabaron ella se quedó sentada tonteando con el móvil. 

Él había ido a la compra, había hecho la comida, había puesto la mesa y empezaba a cansarse de esa actitud de princesa. 


- Qué? Hoy estás en un hotel o qué?


- Me duele la tripa...


-  Y las piernas y los brazos, por lo que veo...


- Muy gracioso...


- Venga! Mueve el culo y recoge esto, me toca a mí descansar.


Se levantó de mala gana y empezó a recoger, pero en realidad lo único que hizo fue llevar las cosas del salón a la cocina. Ahí lo dejó todo mal apilado en el fregadero, el mantel arrugado en la encimera y cerró la puerta. 


Él al principio no se dio cuenta, pero unos minutos después entró a ponerse un café y vió el desastre. 


- Nena ven aquí.


- Qué quieres? 


Claramente estaba en esa actitud provocadora. Estaba buscando acabar llorando en el rincón con el culo rojo. Y la paciencia de él había llegado a su límite ese día.


- Aquí ahora mismo.


Y escuchó sus pasos acercándose.


- Qué quieres?


- Recoge esto.


- Santi...


- No te quiero ver por el salón hasta que la cocina esté recogida, me has oído?


- Santi...la recojo luego...tengo sueño.


- Ahora. Tardas diez minutos. Empieza, vamos!


- No! - y dio un pisotón en el suelo como si tuviera cinco años. Esa fue la señal definitiva de lo que necesitaba.


- Qué has dicho? 


Ella se echó hacia atrás y mas flojito repitió.


- Que ahora no Santi...luego...


- Cuento tres. Una...dos...


Normalmente valía con eso para hacerla reaccionar,  pero ese día su nivel de cabezonería estaba en máximos y no supo medir 


- Y tres! Ven aquí!


La cogió de la mano y tirando de ella la llevó hasta el sofá.


- Tenemos el día tonto, no? Pues ya verás qué prontito te calmas!


Ella se resistía, pero no tenía fuerza suficiente para deshacerse de su agarre.


La tumbó a la fuerza sobre sus rodillas y empezó a azotarla el culo con ganas. No tardó mucho en empezar a tranquilizarla. Bastaron unos minutos para que dejará de patalear y aceptara su castigo.


Cuando la notó en ese punto paró y la hizo levantarse.


- De pie frente a mi. 


Se incorporó y se colocó de pie entre sus piernas. En sus ojos ya no sé notaba ni pizca de rebeldía. 


- Te dije antes que no iba a tolerar una tercera impertinencia hoy, verdad?


- Sí...


Se movía en el sitio intranquila.


- Estate quieta y las manos a la espalda.


Obedeció.


- Y has seguido provocando.


Bajó la mirada 


- Me explicas tu actitud?


En esas situaciones le daba mucha vergüenza tener que hablar. Él conseguía hacerla sentir una niña castigada.


- No me encuentro bien...


Él llevó su mano suavemente a la parte baja de su abdomen. Estaba un poquito hinchada.


- Te duele, no?


- Sí...


- Y crees que la forma adulta de gestionar eso es comportarte así?


- No...


- Estando de mal humor, contestona y rebelde todo el día?


- No Santi...


- De quién es propio ese comportamiento?


Se quedó callada y de nuevo empezó a moverse en el sitio con la cara roja 

Él la colocó con sus manos en su sitio de nuevo.


- Contesta a la pregunta. Quiénes se comportan así?


- Las niñas pequeñas...- le costó decirlo.


- Exacto. Las mocosas malcriadas. Y te he dicho muchas veces que no quiero esa actitud en casa. Verdad?


- Santi...es la regla...


- No nena, entiendo que es un fastidio y que estás incómoda, pero has sido tú y solo tú la que has decidido portarte como una caprichosa malcriada. Y eso no lo voy a consentir.  Qué te mereces?


- Santi ...


- Contesta alto y claro o será peor. Qué te mereces ahora?


- Unos azotes...


- Te voy a poner el culo bien rojo, porque parece que es la unica manera de que escuches! No es así?


- Sí...


- Subete el camisón!


Se lo subió hasta por encima de las braguitas como tenía dicho.


Él llevó sus manos a sus braguitas y empezó a bajarse las. Lo hizo despacio disfrutando de sus expresiones.

Se las dejó por encima de las rodillas.


Se dió un par de palmadas en sus rodillas indicándole el lugar que debía ocupar.


Ella se colocó obediente. Cogió un cojín y ocultó su cara en él. 

Era lo que necesitaba. Sabía que iba a doler, pero sus rodillas era su lugar favorito y sabía que solo eso iba a calmar ese malestar que sentía.


Él le acarició durante unos segundos su culo. Tenia algo de color de los azotes anteriores.

Empezó la azotaina con su mano. No fue suave. Desde el principio se aplicó con ganas. 

Ella aguanta a agarrada al cojín. De vez en cuando llevaba la mano atrás pero sin tocarse, y las volvía a poner delante. 

Poco a poco el tono de su piel fue cambiando hacia un color rojo más intenso. 

Estuvo así un buen rato hasta que decidió hacer una pausa.


- De pie.


Se levantó como pudo con las braguitas bajadas.


- Más tranquila?


- Sí...- lo dijo mirando al suelo.


- Quiero verte en el rincón mirando a la pared y pensando en tu comportamiento de hoy.


- Sí Santi...


- Y quiero ver bien ese culo rojo castigado. Espera ahí hasta que te llame.


Se colocó en posición un poco inclinada hacia delante dejando bien expuesto el culo.

Ese rato en el rincón le provocaba vergüenza y aumentaba su excitación. Podía sentir sus ojos mirándola desde el sofá.


Unos diez minutos después escucho sus pasos acercándose. Poco después su mano derecha acariciaba su culo dolorido. 


- Has reflexionado?


- Sí...


- Mírame y dime qué has pensado.


Se incorporó y así, en el rincón, con más braguitas bajadas y el culo rojo tuvo que mirarle a la cara.


- Que me he comprortado como una malcriada Santi...


- Y qué más?


- Que me he ganado yo solita el castigo...


- Y crees que ha sido suficiente?


Ahí bajo la cabeza de nuevo. Esa pregunta siempre tenía truco.


- Sí...


Él le agarró fuerte del culo


- Seguro? 


- Sí...


- Yo creo que aún podemos recalcarlo más...


La saco del rincón cogiéndola de la mano. La dejó de pie al lado del sofá y se fue a la cocina. Volvió con la cuchara de madera. 

Se sentó de nuevo en el sofá y la volvió a colocar en sus rodillas.


- No quiero pataleos o empezaré de nuevo,de acuerdo?


- Sí...


- Tres docenas. Una por cada escenita de hoy. 


- Santi...por favor...


- Cuenta!


Y así acabó de ponerle el culo en llamas. Tres docenas contadas una a una. Acabó llorando y con el culo calentito, pero relajada y tranquila como necesitaba.


Al acabar la dejó un rato en sus rodillas recuperándose, pero en seguida la sentó en sus rodillas y la abrazó protector y cariñoso 


- Lo siento Santi...


- Lo sé nena, lo sé...


- Gracias...




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