sábado, 22 de junio de 2024

Control absoluto (Por E)

 




Llegó el jueves y acabó todo. Se había pasado desde es sábado por la noche sin parar. Trabajo, guardia, muchas horas de despacho en casa y muy pocas de sueño.

El cuerpo lo notaba. Le costaba pensar y reaccionar y solo quería dormir.


Durante estos días él se mantuvo al margen. La ayudaba en lo posible, le hacía la cena, la dejaba tiempo libre, pero no decía nada pese a tener una opinión bien formada, y es que se había pasado las dos semanas previas apremiándola para que empezara a adelantar cosas de la presentación. 


Cuando llegó a casa esa tarde se cambió, se puso el pijama y se echó en el sofá. Cuando quiso darse cuenta eran ya las siete y media de la tarde. Había dormido dos horas. 


Él estaba sentado en un extremo del sofá con un libro esperando que despertara. 


- Ufff ... qué hora es? Me he quedado frita...


- Son las siete y media pasadas, cuando he llegado ya estabas dormida.


- Estoy muerta Santi... necesito recuperar horas de sueño. 


- No te preocupes nena, cenamos pronto y aprovechas, vale?


Ahí quedó todo ese día. Cenaron y se acostaron sobre las once.


El viernes empezó como siempre. Se prepararon y se fueron a trabajar. Por la tarde dieron una vuelta y volvieron a cenar a casa. 

Cuando terminaron ella se dirigió al sofá. Eran las diez menos cuarto. Él seguía sentado en la mesa de la cocina. Ella estaba recogiendo. Al terminar se dirigió al salón 


- A dónde vas?


- Al sofá, vamos a ver la serie de estreno venga!


- Ya veré yo ahora qué veo, tú te vas a la cama. 


- Qué?


- Ya me has oído. Quedan quince minutos para las diez. A esa hora te quiero metida dentro.


- Sí, hombre! Es viernes Santi! Voy a ver la serie!


- Te he dicho que te vayas a la cama. No me hagas repetirlo.


- Pero por qué Santi??!! Es viernes y llevo una semana de mierda!


- Precisamente por eso. No creo que te queden muchas dudas de por qué te mando a dormir.


- Ya recuperaré mañana Santi...- su voz empezaba a sonar a súplica.


- Tranquila que mañana vas a irte a la misma hora. Este fin de semana me voy a encargar de que aprendas para la próxima vez. - él se mantenía completamente en calma y eso, a ella, la ponía más nerviosa.


- Que no Santi! Voy a ver la serie. Déjate de juegos! - su tono estaba a medias entre rebelde y temeroso. En su interior sabía que no tenía ninguna probabilidad de ganar. 


- No es un juego. Estás perdiendo tiempo. Sí a las diez no estás dentro vas a dormir calentita, aviso. 


Su orgullo la perdía. Era incapaz de obedecer a la primera en esas situaciones. Así que se dió media vuelta, se fue al salón y encendió la tele. 


No le dió tiempo ni a sentarse. Enseguida notó su mano quitándole el mando, apagando la tele y llevándola del brazo al rincón mientras le azotaba el culo. 


- Lo quieres hacer por las malas? Muy bien. Saca el culo! - remarcó su mensaje con un azote sobre el pantalón del pijama. 


Arqueó ligeramente la espalda.


- Más! Y pon las manos en la pared.


Obedeció y enseguida notó cómo le bajaba el pantalón y las braguitas. 


No dijo nada, solo actuó. Empezó a darle palmadas sobre sus nalgas desnudas. Mantuvo un ritmo estable, rápido, alternando un lado y otro. Enseguida le puso el culo rojo. 


Unos minutos después paró y la dejó así.


- Ahí quieta. Cuando estés lista para pedir perdón por la pataleta e irte a la cama me avisas. 


Se sentó en el sofá y encendió la tele. Puso cualquier tontería y esperó, pero más que mirar la pantalla lo que observaba era su lenguaje corporal. 

Sabía que todavía estaba en ese punto de lucha interna entre su orgullo y su niña buena interior. 

Le dió espacio y tiempo,  y unos minutos después escuchó algo en un susurro. 

Quitó la voz de la tele y preguntó.


- Has dicho algo?


- Sí...- su voz ya había cambiado. Era suave y tierna, ya había más vergüenza que orgullo.


- Dime.


- Que estoy lista.


- Para qué?


- Para pedir perdón e irme a la cama...


Se imaginaba su cara roja y no se equivocó. La mandó acercarse a él. Caminaba despacito con la ropa en los tobillos y mirando al suelo. 

Se colocó de pie entre sus piernas. Él la agarró suavemente por sus caderas.


- Bien, mírame y dime.


- Lo siento, ya me voy a la cama.


- No, así no. Por qué me tienes que pedir perdón? 


- Por haber montado una pataleta...- era incapaz de mantenerle la mirada.


- Bien, pues quiero oírlo.


Ella se movía sobre sus pies y puso sus manos en sus brazos. 


- Siento haber montado una pataleta Santi. Estoy lista para irme a la cama.


- Bien. Pues dame un beso y a dormir. 


Le dió un beso en los labios y se fue a la cama.


Esa noche durmió del tirón diez horas. Necesitaba recuperarse. Había sido una semana dura. 


Cuando se despertó él aún seguía durmiendo. Se levantó, se puso un café y se fue al salón con el móvil.


- Buenos días, has descansado?


- He dormido genial, y tú? 


- Bastante bien también. Cuánto tiempo llevas con el móvil?


- No sé, un ratito, por?


- Deja eso, vamos a desayunar que nos vamos al supermercado.


- Ve tú Santi... siempre vas tú!


- No. Este fin de semana no te vas a quedar sola en casa. Vas a venir donde vaya yo. Hasta que no aprendas a ser responsable tendrás supervisión. 


- No te lo crees ni tú!


- Qué has dicho? No te pongas tonta y ve a vestirte. 


- Que no!! Odio el súper y lo sabes! Ve tú y déjame en paz!


- Te doy cinco minutos mientras preparo el café. 


Él se dió media vuelta y se fue a la cocina. Ella se quedó en el sofá enfadada y maldiciendo en bajito. 


Los cinco minutos pasaron y la llamó. No había ningún tipo de respuesta por si parte, así que salió de la cocina y se fue al salón. Ahí estaba en la misma postura. Sentada, con el pijama puesto y el móvil en la mano.


Fue suficiente. Volvió a la cocina y cogió la cuchara de madera. Con ella en la mano se dirigió amenazante hacia el sofá. 

Cuando lo vió empezó a recular.


- No...Santi, la cuchara no...ya me visto!


- Tarde!


La levantó a la fuerza y se la tumbó en sus rodillas. Empezó directamente sobre el pantalón del pijama con la cuchara.


- No!! Sin calentar no Santi!! Por favor...


- Bastante calentito me tienes ya!


Estuvo así algunos minutos que a ella se le hicieron eternos. Le ardía el culo, pero no le veía con intención de aflojar.

Cuando pensó que era suficiente paró.


- De pie. 


Se incorporó y se quedó entre sus piernas.


- Ha sido suficiente?


Ella miraba el suelo en silencio. Lo notaba enfadado.


- Contesta.


- Sí...


- Toda la semana agobiada, sin dormir, y a límite por no saber organizarte! Llevo diciéndote semanas que adelantaras la sesión, o no?


- Sí...


- Pero nada! Como siempre todo para el final!


Su cara estaba roja.


- No va a haber próxima vez! Si no sabes ser responsable ya lo seré yo por ti, me has oído?


- Sí...- su voz apenas se oía.


- Este fin de semana no te vas a separar de mi. No vas a estar sola en casa ni vas a salir sola a la calle. Te voy a organizar yo todas y cada una de las cosas que vas a hacer. Cuando me demuestres que sabes organizarte tú ya hablaremos. Lo has entendido?


- Santi...- no quería aceptar eso.


- Esa no es la respuesta que quiero oír. Lo has entendido o no?


- Sí...


- Muy bien. Pues quiero que te vistas para ir al supermercado. Y ya hablaremos a la vuelta de ese orgullo descontrolado!


Se puso de calle, desayunaron en silencio y se fueron al coche. Él la llevaba de la mano. No la dejó ni siquiera separarse en el super, y por supuesto decidió qué se compraba y qué no. Sabía que la estaba llevando al límite, pero quería hacerla sentir una cría y lo estaba consiguiendo. 

El peligro de eso es que haciéndola sentir así podía montar un numerito en cualquier momento.


Al volver a casa la dejó en la cocina colocando la compra. Luego le asignó varias tareas y tras acabar de comer le dijo 


- Recoge la mesa mientras friego y a la cama a dormir siesta.


- No quiero irme a la cama!


- No te he preguntado. Acaba de recoger y me avisas


- Santi!!


La tenía a mano. Un par de cachetes fuertes en el culo fueron suficientes.


- Sigo? 


Dió un pisotón en el suelo pero se puso a recoger.


- Ya estoy...


La cogió de la mano y la llevó a la habitación. La hizo ponerse la parte de arriba del pijama y la metió en la cama.


- Una horita. En un rato vengo a por ti, descansa, ok?


Ella se quedó allí de morros. Le había quitado el móvil y le había prohibido poner la tele, así que le quedaban pocas opciones para entretenerse, pero empezó a ser consciente de cómo estaba. Llevaba desde el viernes por la noche con su coñito mojado.

Verle tan estricto, tan firme y tratándola así la excitaba mucho aunque resistiera. 

De momento solo la había castigado. No la había tocado y necesitaba un desahogo...


Se puso boca abajo y colocó una almohada entre sus piernas. Se empezó a frotar suavemente contra ella pensando en él y en sus manos. Tenía los ojos cerrados y estaba en su mundo, así que no se dió cuenta de que tenía compañía.


Él se había acercado a supervisar y desde la puerta la observó. No había dudas de lo que estaba haciendo. 

La dejó hacer e incluso la dejó acabar, pero justo en ese momento encendió la luz.


Ella intentó subirse las braguitas rápidamente.


- Estate quieta. Deja las braguitas donde están.


Se acercó, la destapó y se encontró la situación. Ella con las braguitas a medio muslo, con la almohada entre sus piernas y completamente relajada...

Le miraba tímidamente desde la cama.


- Así duermes la siesta?


- No tenía sueño...


- Ya veo... Y has pedido permiso para jugar?


Ella escondió su cara en el colchón.


- Así que además de irresponsable eres desobediente? Qué regla tenemos sobre jugar por tu cuenta?


- Que debo pedir permiso...


- Y lo has hecho?


- No...


- Apoya las rodillas y sube el culo.


- Santi...


- Vamos.


Enseguida se colocó. La cabeza seguía apoyada en el colchón, pero su culo estaba expuesto, con la piernas semiabiertas dejándola completamente expuesta. Sus braguitas seguían a medio muslo.


Él se acercó por detrás y llevó un dedo a su coñito.


- Parece que lo has pasado bien...pero esto no es lo que yo de ordené, verdad?


- No...


- Y qué pasa cuando desobedeces?


- Que me castigas...


- Quiero que mantengas bien levantado ese culo porque te lo voy a poner al rojo vivo por desobediente, has entendido?


- Sí...


Escuchó su cinturón saliendo de las trabillas de su vaquero. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. 

Poco después notó el primer roce midiendo la distancia.


- Lista?


- Sí...


- No te muevas. El culo bien arriba o empezaré de cero.


Sín mediar más empezó a castigarla con el cinturón. Una franja roja se le marcaba con cada golpe. Al principio no se movía, pero a medida que avanzaba el castigo le costaba más quedarse quieta. 

Desde atrás se podía ver toda su intimidad expuesta, que seguía mostrando ese brillo en sus labios. Él estaba cada vez más excitado. 


Tras una larga azotaina paró, pero la dejó así.


- Vas a esperarme así sin moverte, de acuerdo?


- Sí...


Él se fue al baño y cogió el plug y el lubricante. Volvió a la habitación y entre regaños se lo puso. Después la puso al borde de la cama manteniendo la misma posición.


- Te da vergüenza estar así? Con el plug puesto y totalmente expuesta?


- Sí...


- Es lo que pasa cuando te portas mal, verdad?


- Sí Santi...


- Quién te castiga?


- Tú...


- Y por qué?


- Porque es la única manera en la que aprendo...


- Qué tienes que decir?


- Gracias Santi...


- De nada nena. Y qué me merezco por cuidar así de ti?


- Correrte dentro de mi...


- Con tu plug puesto?


- Sí...


- De quién es tu coñito?


- Tuyo...


- No tienes permiso para correrte, estás castigada, lo sabes, no?


- Sí...


La penetró con ganas. Sintió su coñito caliente húmedo y estrecho, con el plug en el culo. Era una delicia sentirla así. Se tomo su tiempo. Entraba y salía, a ratos se quedaba dentro de ella...y mientras tanto la regañaba para hacerla sentir más vergüenza. Estaba seguro de que volvía a estar excitada, pero está vez iba a mantener su palabra.

Poco después ya no aguantaba más y se corrió dentro en un orgasmo intenso.


Ella se mantuvo así hasta que le dió permiso para levantarse. La abrazó dulcemente y un buen rato y con un azote suave la mandó a la ducha a refrescar sus calores...


Así pasaron el fin de semana. Ella bajó su supervisión, con algunos intentos de rebelión sofocados de la mejor manera, con unos buenos azotes es ese culo travieso...


3 comentarios:

  1. Una verdadera maravilla, tener a alguien que te cuide así, que se preocupe por ti, que te castigue de esa manera.
    Uff
    Ya no existen
    Amo a Santy

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  2. Alguien como Santi en la vida de una spankee es muy bueno, la enseña y ambos reciben placer.

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