sábado, 18 de junio de 2022

Vete a la habitación.

 




Estaba ya a medio plato de la cena, cuando la miré, no había probado bocado, sólo movía el tenedor por el plato. Ella se percató que la estaba mirando.

- ¿Que pasa? 

- Come ¿No? 

- No tengo hambre...

- ¿Aún estás así por lo de antes?

- No sé que me hablas...

Arqueé una ceja.

- Vamos a ver nena ¿Crees que te digo las cosas por molestar?

- No, pero escuecen.

- Claro que escuecenz precisamente por eso sabes que tengo razón. Así que deja de hacerte la niña ofendida y cena. 

Al decirle eso tiro en tenedor con mal humor en el plato. Me la quedé mirando. 

- Vete a la habitación, ahora. 

- No, venga que ya cenó.

- Te he dicho que te vayas a la habitación y no lo voy a repetir. 

Se levantó muy digna, se limpió con la servilleta que también tiró en el plato y se fue cerrando la puerta de la habitación de un portazo. Cogí aire, conté hasta cien y terminé de cenar tranquilo. Cuándo terminé, me fui a la habitación estaba tumbada en la cama viendo la tele. Me fui hasta la tele y la apagué. 

- ¿Que haces?!!!!

- Lo que tenía que haber hecho esta tarde y hubieras cenado la mar de tranquila.

Me fui para ella la cogí del brazo y la hice levantarse de la cama, ya de pie le solté tres azotes bien fuertes intentando acertar en el culo. 

- Voy a recoger, cuando vuelva te quiero ver con la nariz pegada a la pared ¿Está claro? 

Me fui sin ver si lo hacía. Imaginando que el golpe de autoridad haría efecto y lo hizo cuando volví a entrar en la habitación estaba allí de pie con la nariz pegada a la pared. Me fui directo hacia ella y sin decir nada de un tirón seco le bajé el pantalón del pijama hasta los tobillos.

- Ahí va a estar un buen rato y vamos adelantando. 

Me fui a la mesita de noche, abrí el cajón y cogí uno de los plugs de acero y el lubricante, le eché una buena cantidad de lubricante y me fui hacia la pared. 

- Póntelo

Se lo di y me senté en la cama, a observar todo el proceso. "La vergüenza es parte del castigo" dije cuando se quejó algo. Finalmente con la cara roja y el plug dentro, se refugió de nuevo en la pared.

- Voy a cepillarme los dientes y ponerme el pijama, ni se te ocurra moverte y cuando vuelva solucionamos esto de una vez. 

Estuve fuera de la habitación otros cinco minutos, de vuelta llevaba conmigo el cepillo de pelo cuadrado que dejé en la mesita, me senté en el borde de la cama y la llamé. Salió de la pared y caminó torpemente hacia mí con el pantalón del pijama en los tobillos. La hice pararse frente a mís rodillas y poner las manos en la cabeza. 

- Nena esto me pasa por flojo, si en vez de cortarlo a la primera, decido darte una oportunidad y tener paciencia el resultado siempre es el mismo, te vienes arriba en vez de ser humilde y admitir que te has equivocado y eso nos lleva siempre a terminar así, y cuando estás así sólo hay una manera de calmarte, no hace falta que te diga cuál ¿Verdad? 

No contestó, sólo suspiró algo altiva aún. Pero enseguida la bajé a mi regazo, que eso suele curar el exceso de orgullo, nada más ponerla empecé a acariciarle las nalgas sedosas, tiernas y... momentáneamente frías. También me aseguré que el plug estuviera correctamente alojado, lo estaba y ese comprobar casi sin querer también mis dedos rozaron los labios externos de su sexo, hinchados, rojos y mojados.

- Así reacciona tu cuerpo a la perspectiva de terminar con el culo morado y durmiendo boca abajo????

Suspiró, pero de inmediato lo que empezó a sonar fue el inconfundible sonido de mi mano cayendo sobre la piel desnuda de su culo. Es un sonido hipnótico, con un cierto orden a veces y otras con descontrol, cómo queriendo hacer una especie de sólo de percusión, cómo cuando insistes en un punto determinado antes de cambiar, a pesar de tener el culo bastante acostumbrado ya, a mis manos, no me llevó mucho tiempo ponerle ese color rojo y brillante que sólo lo da la mano y yo en sentir ese calorcito agradable en mi propia mano, momento en el que se impone descansar un poco.  Lo primero que hice nada más parar es volver a comprobar que el plug estuviera en su sitio, incluso jugué un poco a moverlo. Una vez bien comprobado acaricie muy suavemente la piel roja y caliente de sus nalgas, en especial las zonas más sensibles cómo el surco que divide glúteos de muslos y que conduce al sexo, pero sin llegar.

Poco rato después cogí el cepillo y empecé a cepillar su piel castigada, pasando las púas del cepillo muy suavemente varias veces por todas sus nalgas. Luego le di la vuelta para que sintiera la madera, dura y fría hasta que le dije.

- He pensado que van a ser 30, pero de cepillo o lo que es lo mismo que cada golpe cuenta como medio, cuando hayan recibido los dos cachetes entonces cuenta uno ¿De acuerdo?

Sin respuesta el primer golpe sordo cayó en su nalga izquierda la más cercana a mi y una traición del inconsciente le hizo decir.

- Uno...

- No señorita, es sólo medio así que volvemos a empezar.

Resopló y un nuevo azote dio exactamente en el mismo lugar que al anterior, a continuación otro hizo impacto en su nalga derecha.

- Uno...

- Ahora si....

Y seguí, izquierda y derecha y el número consiguiente hasta los 20 seguí un mismo ritmo dejando algo de tiempo entre azote y azote, pero los últimos diez fueron más intensos, muy seguidos y perfectamente apuntados a la zona de sentarse. Al terminar el 30, jadeaba e intentaba moverse, en sus nalgas habían dos círculos más oscuros en un fondo uniforme rojo, dejé el cepillo en la mesita de noche, comprobé de nuevo el plug. Y entonces le dije que se levantase y tumbase boca abajo en la cama. Lo hizo, yo me levanté y fui al baño, a por la crema hidratante. Y antes de subirme a la cama cogí alguna cosa más de la mesita, que dejé sobre la cama, una última cosa que hice fue desnudarme y terminar de quitarle los pantalones. 

Me subí en la cama y lo primero que hice fue darle besitos por todas las nalgas, el tacto de mi barba en esa piel ya de por si sensible, pero aún mucho más después de una buena ración de mano y cepillo la hacía retorcerse, luego pasé a algo más placentero, un masaje de nalgas con mucha crema refrescante. Entonces cogí una de las cosas que había cogido de la mesita, era un rosario de bolas anales, nada más y nada menos que diez bolas de menor a mayor grosor, las lubriqué bien y las dejé un momento, con mucho cuidado le quité el plug, y con la ayuda de un dedo volví a lubricar su agujero más oculto, entonces cogí el rosario y una a una sin prisa fui metiendo las bolas, hasta la mitad tienen un tamaño muy asequible, son las cuatro últimas las que si requieren de más paciencia y relajación, una vez el rosario entero dentro, con la mano que no había usado me fui a su coño, que era como una fuente, el índice y el corazón entraron en su coño, podía sentir las bolas al otro lado de la pared, lo que prometía muchas sensaciones para ambos, las bolas allí alojadas estrechaban el canal vaginal y eso hacía que hubiera más fricción. Jugué un rato a estimular y seguir excitando con mis dedos, pero sin provocar el orgasmo. Entonces me puse detrás de ella, entre sus piernas, guíe mi polla hasta el surco de sus labios, la pasé varias veces, pero estaba tan lubricada que entró sin esfuerzo en su coño, conforme iba entrando también sentida la fricción de las bolas a través de la pared en mi polla. Con la polla hasta el fondo, me quedé un rato pegado a su piel muy bien cocinada por mi mano y el cepillo, sentirla caliente y húmeda pegada a mí me excitó mucho y empecé a entrar y salir, las bolas estimulaban mi polla y a la vez mi polla friccionaba más ese punto rugoso tan sensible y placentero que hay unos pocos centímetros dentro del coño. 

Con esta información, es fácil intuir cómo terminó todo, orgasmos varios y terminar rendidos, sólo sacando las fuerzas para un último masaje de nalgas antes de dormir. Ni qué decir tiene que durmió boca abajo, con el culo al aire y muy muy relajada, relajación que le duró varios días y que si se olvidaba alguna vez sólo al sentarse se volvía a acordar al momento. 


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