sábado, 26 de marzo de 2022

Pereza (Los 7 pecados capitales)

 






Ya habían pasado unos cuántas semanas desde que nos mudamos y ya estábamos empezando a hacernos del todo a la nueva situación, aunque todavía nos quedaban por solucionar alguno de esos pesados trámites burocráticos, una noche cenando...

- Está tarde me han llamado los inquilinos del piso.

- ¿ Y eso? ¿Que querían?

- Pues que tengo un montón de correspondencia...

- ¿No cambiaste el padrón?

- Pfff que va...con todo el trajín se me ha pasado, esta semana sin falta lo hago.

- Vale 

- Y ya mañana pasaré a por la correspondencia.

No sé porqué nada más decirlo, me dio que aquello de: "esta semana sin falta" no sería tan fácil, pero tenía que darle el beneficio de la duda. La semana fue pasando y ni pregunté, el viernes estaba trabajando y recibí la llamada de un número desconocido.

- ¿Si?

- Buenos días soy el inquilino del piso, es que me acaba de llegar una carta certificada a nombre de la propietaria y no me coge el teléfono. 

- No sé preocupe, ahora la llamo yo, muchas gracias y perdone la molestia.

- De nada.

Nada más colgar la llamé, pero no me lo cogió, al cabo de un rato me llamó.

- ¿Me has llamado?

- Si, me ha llamado el inquilino..

- Ya he hablado con él, he visto la llamada, al salir paso.

- Muy bien. Por cierto ¿Cambiaste el padrón?

- Pffff iba a ir hoy, pero dos compañeras positivas y no veas que mañana llevamos, imposible escaparme...

- Es lo que tiene dejarlo todo para última hora.

- Sólo me faltas tú calentando la cabeza, hasta luego.

Y me colgó, en plan borde. Aunque lo hubiera cambiado aquella semana lo más seguro es que la carta hubiera llegado a la antigua vivienda igual, pero el tema no era ese y estaba empezando a cansarme de es manía procrastinadora de dejarlo todo para el último momento, así que maquiné una lección de cara al futuro. 

Cuando ya salía de trabajar vi un mensaje de ella, en el que me decía que había ido a casa de una amiga que vivía a dos calles, que volvería enseguida. Llegué me di una ducha, me puse cómodo, preparé unas cosas que dejé en la mesita del salón y a esperar. Llegó un rato después. 

- Hola!!!

- Hola ¿que se cuenta Aída?

- Pues ahí está...

- Día complicado..

- Pffff no me lo recuerdes, aquí coge todo el mundo la baja y no pasa nada, pero las pringadas las demás. Voy a cambiarme 

- Espera un momento

- Santi, no tengo ganas ya iré el lunes 

- El lunes es otra semana ya, quedamos ESTA semana 

- Ya la idea era ir hoy, pero cómo iba a saber lo que ha pasado.

- Es lo que tiene dejarlo todo a última hora, que si pasa algo no tienes capacidad de reaccionar.

- Bueno tampoco pasa nada.

- Es la segunda vez que tiene que llamar el inquilino y creo que no tiene ninguna obligación de estar pendiente de tu correspondencia.

- Te dicho que la idea era escaparme hoy un momento, pero...

- Pero, no es ningún argumento que me valga, has tenido una semana y al final lo has fiado todo al azar, que es lo que pasa cuando procrastinas constantemente.

- Joder, tu y la palabrita...

- Si te gusta más pereza, tu misma. 

- Que no es pereza!!!!

- Entonces ¿Que es? Has tenido 5 días

- Pufffff no tengo ganas de aguantar sermones.

- ¿Se puede saber dónde vas?

- A ponerme el pijama.

- Ya te lo pondrás, antes quiero enseñarte que dejar las cosas a los caprichos del azar, no es propio de un adulto responsable.

- Que si, que ya lo sé, pero es lo que hay.

- Ya te he dicho que pero no es argumento y cómo se te ocurra dejarme con la palabra en la boca, te vas a arrepentir.

Lo dije con calma pero con una firmeza que dejaba entender que iba muy en serio, su lenguaje no verbal, cambió de repente. 

En la mesa hay tres cosas que me van a servir para que veas que pasa cuando se fía todo al azar ¿Que ves? Resopló y dijo.

- El reloj de arena, el cuaderno y un vaso con dados del parchís.

- Exacto, tenemos una certeza, el reloj, sabemos que tarda 6 minutos. Tenemos una incerteza, el cuaderno, no sabes que he escrito y luego tenemos el azar, los dados y va a ser el azar quien nos despeje la incertidumbre. 

- Santi...no sé qué juego pretendes, pero de verdad no tengo muchas ganas.

- No es ningún juego y me temo que la alternativa te gustará aún menos. Coge el cubilete de los dados.

- Pfffffff 

- Ya está bien!!! A la próxima queja o soplidos, me levanto y tiro recto ¿Estamos?

Suspiró

- Nena coge los dados 

Los cogió agitó el cubilete y los tiró. Salieron el tres y el cuatro. 

- Dame el cuaderno.

Me lo dio, lo abrí por una página.

- Lee 

- En la primera tirada el azar dictará cual va a ser el calentamiento, si la suma es inferior a 6 el calentamiento consistirá en un ciclo de reloj de azataina a mano con ropa, si es superior será con el culo al aire. Tienes la oportunidad de volver a tentar el azar, pero si vuelve a salir una cifra superior a 6 serán dos ciclos completos de reloj...

Al terminar de leer estaba roja cómo un tomate.

- Piénsatelo, puedes volver a fiarte del azar...

Se hizo el silencio un rato.

- Venga es para hoy 

- ....acepto 

- Muy bien. Prepárate y ponte en posición.

Su rostro aún se ruborizó más. 

Llevaba un jersey de punto blanco y unos leggins verde oscuros.

- Si tengo que hacerlo yo... será el doble.

Mirando al vacío y con algún soplido empezó a bajarse los leggins a medio muslo, cuando estuvo, hizo la intención de colocarse en mi regazo.

- ¿Dónde vas? El tanga también

- Pero si no tapa nada!!!!

- El azar ha dictado, sin ropa, así que ya sabes.

Más ruborizada aún y rápido se bajó el tanga.

- Dame el reloj y ponte.

Me lo dio y se colocó en mis rodillas con todo el cuerpo en el sofá. Le levanté el jersey a media espalda. Le acaricié las nalgas, suaves, esponjosas y frías. 

- Ahora le daré la vuelta a la certeza del reloj. 

Lo hice y nada más empezar a caer la arena, empezaron a caer también las palmadas sobre su culo desnudo, tenía 6 minutos por delante para ponérselo rojo y caliente, tiempo más que de sobra, para ser progresivo y sin prisas. Poco a poco fui subiendo el ritmo y la intensidad, mi mano rebotaba alternando los dos globos carnosos, que se fueron sonrosando, a medida que el reloj iba completando el ciclo, cuando vi que quedaba lo que venía a ser un minuto más o menos, aumenté el ritmo claramente, lo que terminó de dejárselo bien rojo y caliente, en cuanto cayó el último grano paré.

Y la misma mano venenosa se convirtió en reconfortante frotando y acariciando su culo durante un rato. 

- Levanta 

Se levantó sin mirarme.

- Tira otra vez los dados.

- Pffffff 

El soplido le costó un cachete en el muslo, de los que dejan los dedos marcados.

- Los dados, no te lo repito más.

Los cogió y los tiró. Le pedí la libreta, la abrí y se la di a leer.

- En la segunda tirada el azar decidirá con que instrumento va a continuar tu castigo, si el número es impar, irás a buscar el cepillo y si es par deberás quitarme el cinturón. Una vez tengas el instrumento, te irás cara a la pared, hasta que se te llame. 

- ¿Par o impar?

- Par...

Me levanté, para que me quitará el cinturón, con el que iba a seguir el castigo. Lo hizo y cuando lo tuvo, le indiqué la pared. Y allí bse fue con la punta de la nariz rozando la pared, las manos tras la espalda sujetando el cinturón y de paso mostrando bien el culo rojo. Cuando estuvo le di la vuelta al reloj, única certeza y allí la tuve en silencio los seis minutos, cuándo se cumplieron la llamé, le pedí el cinturón y que lanzará nuevamente los dados, un dos y un tres. Cogí el cuaderno y se lo di a leer.

- La tercera marcará el número de azotes que vas a recibir con el cinturón. Si la suma es tres o inferior, tu castigo será una docena de azotes, si sumas entre tres y nueve dos docenas y si es superior a nueve, tres docenas. Tienes la posibilidad de tentar al azar de nuevo, eso sí en ese caso la suma de más de nueve añadirá una docena de azotes extra. 

Suspiró y se quedó pensativa...

- Te vas dando cuenta que confiar en el azar, es complicado ¿ Verdad? 

Cogió los dados otra vez, pero finalmente no los tiró.

- ¿Te quedas con el resultado seguro?

- Si.

- Bien ponte en el brazo del sofá, piernas juntas y culo bien levantado.

Lo hizo, le levanté otra vez el jersey que tapaba medio culo. 

- Cuenta, alto y claro.

Doble el cinturón a la media exacta y empezó la cuenta, el sonido del cinturón tiene algo especial, que no dan los instrumentos de madera por ejemplo, dejé pasar unos segundos largos entre azote y azote, tras la primera docena, ya tenía la piel cubierta de franjas rojas. Hice una pausa algo más larga antes de empezar con la segunda, que aguantó estoicamente sin moverse y sin quejarse nada más que algún pequeño soplido después de decir el número correspondiente y eso que se los di con ganas. 

Al terminar me puse de nuevo el cinturón, estuve un rato jugando con mis dedos en su piel ardiente. 

- Ve a ponerte el pijama y ven.

Mientras se cambiaba fui a buscar el aceite de masajes. Cuando apareció ya con el pijama, yo estaba de sentado en una silla que había puesto en el centro del salón. La llamé frente a mí, le hice poner las manos sobre la cabeza, de un tirón le bajé el pantalón del pijama hasta los tobillos.

- Creo que le irá bien el fresco...Espero que te haya quedado claro, que procrastinar hasta última hora es dejarlo todo en manos del azar y que el azar es muy caprichoso...

Al terminar el sermón la hice ponerse en mis rodillas y estuve un buen rato poniéndole aceite en el culo, hasta que mis dedos fueron a investigar a su sexo... sonreí al encontrarlo cómo esperaba. Pero no seguí, la hice levantarse, y tirar un dado. Cogí la libreta y la hice leer de nuevo.

- La última tirada con un solo dado, marcará el número de ciclos de reloj que pasarás en el rincón.

Puse la silla mirando con el respaldo hacia la pared y la hice arrodillarse sobre la silla, las manos sobre la cabeza y mostrando el culo marcado, rojo y brillante del aceite. Y allí estuvo, las tres veces que le di la vuelta al reloj de arena. Al terminar la esperaba en el sofá para ocuparme de calmarle otros ardores. 

















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