domingo, 26 de julio de 2020

Fin de semana de mar.






La posibilidad de un nuevo confinamiento parecía cada vez algo más que un mal sueño y por momentos tomaba visos de realidad amenazante. De hecho algunos brotes en principio localizados habían hecho que las autoridades volvieran a tomar medidas restrictivas en principio muy locales, pero las noticias que iban saliendo día tras día hacían temer lo peor. Ante la larga sombra de esa posibilidad cada vez más creíble decidimos hacer una escapada el fin de semana, una salida, un cambio de aires por si acaso, nos tocaba volver al encierro y las restricciones.

Elegimos la playa, a mediados de Julio apetecía. La decisión fue rápida, el viernes conseguimos salir antes de trabajar, reservamos una casita en un pueblecito a unos 10 kilómetros de la playa para pasar un par de noches, hicimos las maletas la noche anterior y así era cargar el coche y ponernos en marcha. Pese a todo la primera noche era de trámite, llegamos nos instalamos y nos fuimos a descansar con la idea de aprovechar lo más posible el día siguiente.

No nos hicimos mucho los remolones, nos apetecía aprovechar el tiempo por si acaso, llamé a unos amigos que estaban por la zona y quedamos en ir a cenar aquella noche, teníamos el día por delante, cogimos los trastos con la idea de pasar el día en la playa y a ello fuimos al llegar, estaba muy cerca de un club náutico y a ella se le antojó que porqué no alquilábamos una barquita y pasábamos el día navegando, ella sabía perfectamente que yo tenía el título de embarcación de recreo y a mi no me pareció tampoco mala idea. Nos fuimos hacia el local de alquiler hicimos el trámite y poco rato después enfilábamos el canal de salida a mar abierto a bordo de una pequeña barquita, estuvimos navegando un rato hasta que en encontramos  una cala de aguas cristalinas donde fondeamos. Antes habíamos comprado provisiones, algo de comer, unas cervecitas (la barca tenía una pequeña nevera) me di un chapuzón en el agua fría aún para mi gusto y estando nadando alrededor de la barca, me di cuenta.

-Nena, ponte crema, empiezas a estar roja y en el mar no hay sombras.

Ella estaba tumbada sobre la barca escondida tras las gafas de sol.

-Si papá, ya voy y me dejarás bañarme después de comer o tendré que esperar dos horas....
-Yo aviso, que luego vendrán los lamentos.
-Que siiiii, ya voy papá...

Entonces vi como cogía la crema y me sumergí bajo la barca. Pasamos el día en el mar y a media tarde decidimos volver, debíamos pasar por la casa, darnos una ducha vestirnos e ir a la cena con aquellos amigos. 

Lo cierto es que no me di cuenta, hasta que la vi salir de la ducha, tenía las mejillas muy sonrojadas, con abundantes pecas y el cuerpo como a manchas, con alguna zona roja del sol y otras menos, cuando la vi me dio por reír.

-Buaaaa te has visto?
-Siiii joder y no te rías.
-A saber como te has puesto la crema y tiendes a blanquita, pero bueno ya aprenderás ya, seguro que la sensación te resulta familiar esta noche
-Muy gracioso el caballero, porque ponerme crema  no va a salir de ti.
-Jjajajaaj anda túmbate que te pongo.

Se tumbó en la cama vuelta y vuelta y empecé a ponerle crema de áloe vera, que generalmente usaba para otras cosas, lo cierto es que ella desnuda en la cama, el sobeteo de la crema...en fin que si no hubiera sido porqué ya habíamos quedado, seguro no salimos, pero era ya tarde para cancelar. Así que nos vestimos y nos fuimos al lugar de encuentro.

Era una terraza-restaurante en el mismo club náutico con vistas al canal, la noche era la típica noche de bochorno de costa, ella llevaba un vestido muy de verano y apenas maquillaje, pero el colorcito del sol en su cara, me la hacía especialmente atractiva. Tomamos unas cañas antes de cenar y nos echamos unas risas, aunque de vez en cuando ella hacía algún gesto de incomodidad en especial con los tirantes del vestido en los hombros que los tenía especialmente castigados, le lancé un par de miradas, como diciendo "es lo que hay", que fueron respondidas con otras miradas en plan "déjame en paz pesado". Después de cenar nos quedamos a hacer una copa, corría un poco de brisa, pero del todo insuficiente, más bien al revés algo recalentada y húmeda y ahí empezó a desafiarme descaradamente, respuestas secas, cortantes, tiritos....en fin ese tipo de comportamiento en plan te pongo a prueba, con la seguridad de estar protegida por estar con público. Empezaba a hacerse tarde y nosotros debíamos devolver las llaves antes de mediodía del domingo, además habíamos quedado en volver tranquilamente y sin prisas, así que en un momento dado aprovechando un silencio dije:

-Nena, nosotros deberíamos ir yendo, que mañana no quiero correr.
-Ya está el aguafiestas es como un abuelo, cuando llega la hora ya no vale para nada.

Su comentario provocó una risa general, una mirada por mi parte y una sonrisa pícara por la suya. Además del machaque del resto para que nos quedásemos un rato más. Sentencié con  "vale pero media hora", ahí se anotó una pequeña victoria pero yo anoté algo más. Cuando pasó la media hora y volví a decir que debíamos irnos, hubo un pequeño toma y daca pero finalmente cedió, nos despedimos con la promesa que si no nos confinaban volveríamos unos días más y nos encaminamos para el coche, que estaba aparcado en una calle de apartamentos aunque a aquellas horas estaba todo muy tranquilo, le dí al mando de la llave del coche cuando aún nos faltaban unos metros para llegar, cuando llegamos ella se sentó en el capó y se bajo un tirante del vestido.

-Puffff que ganas tengo de quitarme el vestido.

La miré tenía el bolso en el regazo, lo cogí y a ella del brazo con fuerza haciendo que se levantara.

-Jjaajaajaj ya que has picado? si solo jugaba un rato.

La miré sin soltarla y le dije muy serio.

-Me parece genial, pero a estas alturas deberías saber ya que jugar tiene sus riesgos.

Abrí  una de las puerta traseras del Peugeot familiar y le dije, sin soltarla.

-Túmbate boca abajo.
-¿Que?!!!
-Ya me has oído. A-ho-ra!!!!! y no voy a repetirlo.
-Pero ¿por qué? que he hecho?
-Ser una grosera, suficiente y no voy a repetirlo más.

La situación era curiosa, una calle llena de apartamentos turísticos pleno verano, osea ocupados, aunque la calle estaba desierta de la mayoría de ellos salía luz, incluso se escuchaba música de fondo, de vez en cuando pasaba algún coche, la solté de la presa que hacía mi mano en su brazo, hubo un momento de duda, pero al final se rindió creo quizás pensando que no me atrevería, allí en aquella situación y se tumbó boca abajo sobre el asiento trasero, no podía cerrar la puerta, los pies y las pantorillas sobresalían fuera del coche. Entonces empecé a levantarle el vestido despacio suspiró, pero no dijo nada, acababa de dejar la ropa interior al aire, cogí su bolso, lo abrí y saqué de el un cepillo de madera plano y cuadrado, desde el principio teníamos el trato que el cepillo iba con ella a todas partes, entonces si reaccionó y dijo.

-No, con el cepillo no, aquí no.

Mi reacción fue dejarlo sobre su espalda, metí mis dedos dentro de la cintura de su ropa interior por detrás y de un tirón se la bajé hasta medio muslo. Creo que eso aun la pilló más por sorpresa, no dijo nada otro suspiro.

-Mil veces te he dicho que tienes que aprender a parar a tiempo y no hay manera, costará pero aprenderás.

Cogí el cepillo y empecé a azotarle el culo desnudo, tumbada boca abajo en el asiento trasero del coche. Había poca luz, solo la tenue luz anaranjada de una farola cercana, se escuchaba ruido de fondo, música, conversaciones animadas en idiomas no conocidos y todo ello mezclado con el sonido continúo de los azotes del cepillo contra su piel desnuda. No fueron excesivos, tal vez una treintena, no era ni la posición más cómoda, ni el mejor lugar, pero si se los di con ciertas ganas, cuando terminé, guardé el cepillo en el bolso de nuevo, busqué algo más, algo que era la segunda cosa que siempre debía ir encima. Un pequeño plug de acero, de no más de 5 centímetros de largo, estriado y terminado en una imitación de piedra preciosa, no era el lugar para mucha parafernalia, le separé ligeramente las nalgas y se lo metí provocando un gemido. Al hacerlo le dije.

-Levanta.

Se levanto saliendo del coche, el vestido cayó por si solo, su cara era una mezcla de sorpresa e indignación y las manos se fuero directamente al culo a frotarse, la cogí de la barbilla haciendo que me mirara y le dije.

-¿Te portas como una niña? pues nada, así que voy a tratar, ahora sentadita, detrás, como las niñas, el vestido levantado, con el culo desnudo tocando el asiento y ni se te ocurra subirte la ropa interior. Sujeté la puerta viendo toda la operación, como se sentaba, como levantaba la parte de atrás del vestido y se ponía el cinturón de seguridad. Entonces cerré, me subí delante, arranqué, puse bien el retrovisor interno para vigilarla y me puse en marcha. Se hizo el silencio de donde estábamos a la casita de fin de semana había apenas un cuarto de hora de trayecto,  la miraba por el espejo, tenía una expresión como ausente. Entonces le dije.

-Esto ha sido por tu comportamiento en la cena, pero cuando lleguemos te espera más por la irresponsabilidad con la protección solar.

No contestó, llegamos. Nos bajamos del coche, entramos en la casita, me fui directo al sofá, luces encendidas, ella frente a mi.

-Levántate el vestido y date la vuelta, quiero ver como tienes el culo.

Se puso roja, yo sabía de la vergüenza de aquella escena, por un momento intentó negociar algo, no le dejé ir a más, la frase:

-Hazlo o cojo el cepillo y te dejo el culo, que mañana vas a tener que hacer el viaje de vueltas tumbada.

Se dio la vuelta, se levanto el vestido despacio, la ropa interior seguía ahí a mitad de los muslos, pasé los dedos por la piel de sus nalgas, estaba bastante enrojecida,  apreté en algún punto, buscando alguna reacción, pero nada, también comprobé que el plug siguiera en su lugar.

-Quítate el vestido y el sujetador.

Lo hizo, en cambio no le permití tocar un centímetro las braguitas, me levanté y el toqué los hombros quemados por el sol, se quejó un poco.

-¿Sabes lo que más se parece a esa sensación que tienes del sol es mi cinturón y ya que estamos, creo que te irá bien así el próximo día no hacemos el tonto y nos tomamos en serio la advertencia. 

Me quité mi cinturón de cuero negro. El sofá que había  era un típico sofá  barato de casa turística. Se me antojo incómodo con un brazo de madera cutre. La cogí de la mano desnuda, pero con la ropa interior a medio muslo, en la otra mano llevaba el cinturón doblado amenazante, nos fuimos para la habitación, la solté, saqué los dos almohadones del cabecero y los puse en el centro, le indiqué que se tumbara boca abajo sobre ellos, que hacían que el culo le quedara bien expuesto y levantado. Dejé el cinturón sobre su culo desnudo fui al baño y cogí dos toallas, una la puse justo al final de la espalda la otra sobre sus muslos, ambas zonas las tenía bastante perjudicadas del sol y no quería que por error algún azote se desviara. Con las dos toallas no podía fallar. Tomé el cinturón y le dije.

-Hoy vas a dormir boca abajo.

Y empezaron a llover los azotes en su culo, dentro de la colección de cinturones aquel era especialmente rígido, así que tras media docena decidí, engrasarlo con crema para hacer que no fuera tan rígido aunque eso también lo hacía más pesado y hasta el sonido de los azotes cambiaba. Me apliqué a conciencia quería que al terminar, el culo le quemara más que los hombros del sol, así que fue una tanda larga de  una cincuentena de azotes. Cuando dejé el cinturón lo más coloreado de su cuerpo era el culo, con esas marcas inconfundibles de como franjas que se entrecruzan del cinturón. Cogí un bote de after sun y con mucho cuidado y sin prisa, le di por los hombros, la espalda, los muslos....hasta que en momento determinado le terminé de quitar la ropa interior para dejarla completamente desnuda, el único lugar de su cuerpo que no recibió alivio ninguno fue el culo. Volví a comprobar el plug y acto seguido mis dedos buscaron su coño empapado. Antes de salir ya me había quedado con las ganas, me desnudé, me subí a la cama por detrás entre sus piernas, pasé mi polla varias veces por sexo, antes de penetrarla y empecé a follármela así tumbada boca abajo embistiendo con fuerza, chocando en cada embestida contra su culo castigado, se incorporó un poco lo justo para meter su mano debajo de su cuerpo y ayudarse con ella no tardó en correrse nada la primera vez, pero ni paré seguí y hubo un segundo orgasmo, unos segundos antes del mio.

Entonces si cuando recuperamos el aliento, le quité el plug y le refresqué el culo, pero si aquella noche durmió boca abajo y todo el viaje de vuelta sentada con el vestido levantado y sin ropa interior.

Continuará.... 

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