domingo, 12 de mayo de 2019
La tripita.
Una inoportuna gastroenteritis había hecho diana con ella y la pobre había pasado una noche toledana con vómitos y malestar. Cuando me levanté aquella mañana, le pregunté como se encontraba me dijo que fatal, que esperaría un poco a ver, pero que si seguía así llamaría al trabajo para decir que no iba. La conozco y sabía que si se estaba planteando no ir a trabajar es que realmente no podía ir. Yo me fui a trabajar y sobre las 9 la llamé. Me confirmó que seguía igual, que había llamado al trabajo y se quedaba en la cama. Durante el día de vez en cuando le envié algún mensaje a ver como estaba y me lo monté para salir antes y así poder estar con ella más tiempo por la tarde.
Cuando llegué a casa, estaba en el sofá tapada con un manta a pesar de que no hacía frio y en efecto la cara era el espejo de alma. Me senté junto a ella, no tenía fiebre y me dijo que no había vuelto a vomitar desde la mañana y que toleraba al menos el líquido, pero estaba floja y cansada por otra parte normal.
A medida que fue pasando la tarde se animó un poco e incluso se atrevió a cenar algo, un poco de arroz blanco que toleró bien, eso si antes de las 10 volvía a estar en la cama agotada pero al menos había tolerado algo sólido. Pasó buena noche y al día siguiente aunque yo era partidario que se quedase en casa, no hubo manera y fue a trabajar.
A medía mañana la llamé y le pregunté como estaba, me dijo que mucho mejor, que se notaba cansada, pero que había desayunado algo y le había sentado bien, pensé que era uno de eso puñeteros virus de 24 horas de evolución que te dejan hecho polvo unos días pero que tal como vienen se van. A mediodía volví a llamarla en plan paternal y ya ella me dijo que no fuera tan dramático que ya estaba bien. Como el día anterior me había ido antes, aquel día tenía retraso de trabajo y salí más tarde, llegué a casa que era ya casi hora de cenar. Ella estaba descansando, se le notaba aun cara de cansada pero hacía mucha mejor cara que el día anterior. Me di una ducha y al salir le dije:
-Que te hago de cenar nena?
-Puffff nada no tengo hambre, cena tú.
-Llevas casi 48 horas si comer más que un poco de arroz blanco, deberías comer algo.
-Jajajaja y quien te dice que no lo haya hecho ya?
-Has merendado?
-Siiii, estaba muerta de hambre la verdad.
-Eso es bueno, ¿que has merendado?
-Un poco de pan con pavo
-¿Nada más?
Se le escapó una sonrisa al escuchar mi pregunta y se hizo la loca, vamos que no me contestó.
-Nena...
-Jajajaja que cabrón, tenía antojo de chocolate....y me he zampado media tableta.
Me dio la risa.
-Bueno eso es que estás bien y no me extraña que no tengas hambre.
-Todo tiene una explicación jajjajajaj
-Mejor, prueba superada, pues yo si voy a cenar algo.
-Muy bien.
Me preparé algo de cenar, cené y luego estuvimos un rato charlando y viendo la tele antes de irnos a la cama. Nos quedamos dormidos enseguida, pero a eso de media noche me despertó mucho movimiento en la cama.
-¿Estás bien?
-Pufff no mucho me duele la tripa
-Vaya, pero si estabas bien
-Si he estado todo el día genial, pero ahora me duele, voy a tomarme algo a ver si se me pasa.
Me quedé dormido de nuevo, imagino que ella también , yo al menos no la noté inquieta más en toda la noche. La mañana siguiente me fui a trabajar como siempre y a media mañana le envié un mensaje.
-Como estás? se te pasó el dolor?
-Que va y sigue
-Pero tienes vómitos o algo?
-No que va, solo dolor y malestar
-Eso es el chocolate.
-No me lo recuerdes, que ganas tengo de irme a casa.
-Pues vete
-No puedo, hoy no....a aguantarse toca. Te dejo que tengo mucho trabajo, luego nos vemos. Un beso.
-Un beso
Ahí si empecé a pensar que tal vez esa falta de auto control merecía un toque de atención, pero decidí esperar a ver que tal al llegar a casa.
Y al llegar me la encontré en el sofá otra vez con la manta.
-¿Otra vez?
-Puffff no y si, tengo la tripa como hinchada y me duele
Me senté a su lado, le dije que se pusiera boca arriba, le levanté la camiseta y en efecto tenía la tripa un poco hinchada.
-Si es que parece que este de 6 meses.
-Exagerada...
Le hice un masajito por toda la barriga que le calmó algo, luego le dije si quería algo de cenar, me pidió una infusión y nada más y otra vez prontito a la cama. Al día siguiente la volví a escribir a ver como estaba y me dijo:
-Bueno hoy estoy ya de 3 meses solo, así que mejor
Me hizo reir, aunque me idea era echarle la bronca, ya no pude. Por la tarde en casa repetimos masaje y mimos y ya si cenó algo. Pero yo se la tenía apuntada, solo que no era momento, era cuestión de esperar a que estuviera recuperada del todo. Pasó el fin de semana, ya pudo descansar y como nueva. Así que decidí que aquella tarde de lunes tendríamos una conversación, sin decirle nada claro.
Cuando llegué la encontré ya con el pijama puesto sentada en el sofá con el portátil.
-Hola!!!!! ¿Que haces?
-Nada mirando chorradas para pasar el rato. ¿Que tal el día?
-Cansado, pero ya ha terminado.
-Genial, si te vas a duchar, hay toallas limpias, en la habitación.
-Si ahora iré, ¿Y tu ya recuperada del todo?
-Si claro, ya lo sabes
-¿Has merendado?
Me miró como extrañada ante la pregunta.
-No, ya sabes que no suelo
-Lo se, no sueles, menos cuando no debes.
Ahí ya se puso como más alerta, creo que me leyó las intenciones.
-No me vendrás ahora con la charlita, que han pasado muchos días.
-Apaga el portátil por favor.
-Puffff pues si, ya se que me vas a decir, nos lo podemos ahorrar.
-¿Que te voy a decir?
-Pues algo así como que fue una irresponsabilidad comer chocolate, el día siguiente de haber estado malita bla, bla, bla...
-No si cuando quieres las pillas a la primera.
-Será que te conozco algo
-¿Quieres decir?
-Totalmente.
-A ver si te voy a sorprender
-No creo, razón tienes, pero un poco a destiempo ¿no crees?
-No creo no, aquí quien marca los tiempos soy yo y lo sabes o deberías saberlo.
-Pero es que ahora de que sirve, ya se que hice mal, y de alguna manera ya lo pagué.
-Si y espero que te sirva de algo, pero de todas formas un recordatorio ahora que estás recuperada del todo no te vendrá mal. Apaga el portátil.
Resopló y cerró el portátil sin apagarlo. Yo lo volvi a abrir y le dije.
-Inicio, cerrar sesión y apagar. Ahora vengo.
Salí del salón, me fui al baño y en al armario busqué algo que precisamente ella me había conseguido, así que sabía que lo reconocería a la primera. Cuando volví a entrar en el salón, habia cerrado el portátil otra vez y estaba de brazos cruzados en el sofá con los pies encima, su cara cambió al ver el pequeño estuche metálico que llevaba conmigo y que dejé en el brazo del sofá.
-Levanta.
Rechistó algo, pero de levantó, seguía de brazos cruzados y ya no me miraba a los ojos. Yo me senté muy seguro y tranquilo abrí el estuche que contenía un viejo termómetro de cristal, de los de mercurio, que empecé a agitar, para que el mercurio descendiera, cuando paré, la miré y le dije. Ya tendrías que estar con el pantalón y los que lleves debajo si llevas bajado.
-No tengo fiebre y lo sabes, esto no tiene sentido.
-Yo no haga nada sin sentido. Y te aviso como tenga que hacerlo yo a la fuerza, te acuerdas de mi toda la semana.
Volví a agitar el termómetro sin mirarla, cuando volví a mirar ya con mirada amenazante, aun seguía vestida, pero bastaron 5 segundos de mirada, para que aunque quejándose, se bajase el pantalón del pijama, debajo no había nada que bajar. Dejé el termómetro, la cogí de la mano e hice que se tumbase en mis rodillas. Yo sabía perfectamente que no tenía fiebre, pero ponerle el termómetro, hacerla pasar por ese pudor, era parte del castigo que tenía en mente.
Cuando se tumbó con el culo desnudo, cogí el termómetro, con mi mano izquierda le separé un poco las nalgas y le metí el frio termómetro de cristal hasta la mitad, se quejó un poco, pero más de vergüenza que otra cosa, cuando estuvo en su sitio, empecé a acariciarle las nalgas desnudas y frías.
-¿Pensabas que te ibas a ir de rositas?
-Es que no se a que viene esto ahora.
-Ahora es el momento adecuado, la irresponsabilidad de comerte media tableta de chocolate el día después de haber estado mala de la tripa no puede quedar impune y menos en ti que tonta no eres.
-Pufff es que tenía mucho hambre
-Nena....y luego dos días con dolor de tripa? a ver si con el culo rojo la próxima vez piensas con la cabeza.
Esperé un par de minutos y le quité el termómetro, evidentemente no tenía fiebre, lo dejé en el estuche, aun pensaba usarlo otra vez, después de ponerle el culo como un tomate. Como mientras esperaba a que subiera el mercurio habia estado todo el rato sobándole el culo, ya no lo tenía tan frio así que empecé a azotarla con la mano, nada más empezar, hizo un intento de poner las manos, por lo que se las tuve que sujetar en la espalda y aquella provocación sirvió para que aumentara el ritmo de la azotaina, volvió a quejarse con el tema del tiempo y simplemente le respondí.
-Los castigos siempre son mejor en frio más efectivos.
Seguí con la azotaina rítmica y constante, dándole colorcito a la piel, primero sonrosada, y conforme le iba dando cada vez iba subiendo el tono hasta llegar a ese rojo tan bonito e uniforme de la mano, que lleva su rato conseguir. Paré un instante, le pasé las uñas suavemente de abajo a arriba por las dos nalgas y le dije.
-Esto va subiendo de temperatura, luego te volveré a poner el termómetro no sea que te suba la "fiebre". Pero ahora vete a por el cepillo.
No me hizo caso, así que una tanda rápida de azotes con la mano y un:
-¿Prefieres que vaya yo?
Un suspiro, pero se levantó con los pantalones ya por los tobillos fue a buscar el cepillo que colgaba tras la puerta del baño y volvió con el me lo dio, algo enfadada yo había separado mis piernas y le indiqué que se pusiera solo sobre una de mis piernas, la izquierda, con el brazo izquierdo la sujeté pro la cintura, cogí el cepillo y empecé a pasárselo por la parte de lisa de la madera por los glúteos ya coloreados un poco antes de empezar a azotarla con el, los primeros azotes fueron muy delicados, apenas unos toquecitos pero poco a poco fui aplicando algo más de fuerza, tampoco mucha, no es necesario, solo que insistir con la fuerza justa vale para que el cepillo sea muy efectivo, colocada en posición sobre una de mis piernas solo, aun tengo más control y al sujetarla de la cintura podía levantarla un poco y evitar cualquier tentación de evitar los azotes. El cepillo es ideal para la mitad inferior del culo, pica más, es la zona de sentarse y es imposible errar el golpe, así que tras un rato de dosis de cepillo, esa mitad inferior del culo la tenía como una brasa, paré. Dejé el cepillo le pasé los dedos despacio por la rayita que separa nalgas de muslos solo rozando y a pesar del rojo intenso que tenía ahí, la piel se le erizó con el roce de mis dedos, le separé un poco las piernas, le acaricié la cara interna de los muslos, pero sin pasar la frontera de momento...cuando me cansé, un par de azotes con la mano y una instrucción muy precisa.
-Vete un rato al rincón a pensar sobre tu irresponsabilidad del otro día.
Se levantó y se fue sola al rincón. Yo la miraba desde el sofá, con las manos entrelazadas sobre la cabeza, los pantalones en los tobillos y el culo que de haber apagado la luz seguro que brillaba como la luz de un semáforo. Unos pocos minutos después me levanté, cogí el termómetro del estuche y me fui hacia el rincón donde estaba, al llegar le quité las manos de la cabeza, se las apoyé en la pared, la cogí de la cintura con las dos manos para hacer que echase ligeramente el culo hacía atrás. Le acaricié el culo de nuevo.
-Esto está muy calentito a ver si tendrás fiebre.
Le separé un poco las nalgas mientras volvía a agitar el termómetro y se lo puse de nuevo, una vez puesto, le cogí de nuevo las manos y vuelta a la posición original de pensar en el rincón. Yo volvi a sentarme a mirarla en esa posición ya de por si pudorosa a la que se unía el hecho de tener que aguantar el termómetro puesto en el culo y esperé dos minutos eternos. Cuando pasaron, me levanté, me fui hacía ella, le quité el termómetro, lo miré y claro fiebre no tenía, salvo en una parte muy localizada del cuerpo.
-Quédate aquí que ahora vuelvo.
Fui a lavar y guardar el termómetro al baño y de vuelta traje conmigo la crema hidratante, me senté y la llamé, al ver el bote de crema sonrió sin mirarme, sin decirle nada se puso en mis rodillas, al hacerlo le di una docena de azotes con la mano, que no esperaba
-Ahora si te pones sin rechistar...
Le eché un chorro de crema fresca en cada nalga y empecé a extenderla suavemente, recreádome con el tacto de esa piel fina, roja y calentita que la crema refrescaba, en determinado momento también le puse por los muslos y al hacerlo le separé las piernas, para tener mejor acceso a su sexo, me fui a investigar con mis dedos en el y como sospechaba estaba muy mojado, entonces me dio por darle una palmaditas ahí desde atrás suaves pero que hicieron que aun se mojase más y ahí empecé a masturbarla con mis dedos, primero jugando por todos los pliegues de la vulva, por todos esos rincones, hasta terminar con el pulgar dentro mientras índice y corazón le frotaban el clítoris al mismo ritmo que entraba y salía el pulgar, con el corazón de la izquierda fui bajando entre sus nalgas, buscando ese otro agujero escondido, mientras seguía masturbándola, le hacía un pequeño masaje en el ano y de vez en cuando le metía un poquito el dedo, hasta que terminé por metérselo todo a la vez que aumentaba el ritmo de la masturbación, ella también empezó a moverse y jadear y unos instantes después notaba como las contracciones de sus músculos pélvicos con mis dedos dentro de su cuerpo, en un largo en intenso orgasmo...Cuando se recuperó aun estuve un rato más dándole crema y acariciándola mientras ella en silencio se dajaba hacer.
Continuará...
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