sábado, 17 de marzo de 2018

Entre cuento y tontería (La libreta XI)





Otro fin de semana, la misma rutina al llegar el viernes salir de trabajar, coger el coche e irme a pasar el fin de semana en su casa, lo bueno que tenía todo aquel ritual, es que las cansinas y pesadas semanas laborales se me pasaban muy rápido pensando en el fin de semana.

Sabía que ella había tenido una semana difícil con lios de trabajo, no quise entrar a hurgar, pero se repetía el guión de siempre, que no es otro que a ella le cuesta entender que no todo el mundo es como ella, no todo el mundo se toma la responsabilidad del mismo modo, se lo había dicho ya mil veces era una causa perdida, tampoco pasaría nada si no fuera porque después es ella misma la que se castiga y no deja de darle vueltas al asunto. Así que iba con la idea de que el fin de semana sirviera para eso, para que desconectase, cargase las pilas y pensara en otra cosa.

Llegué a la hora habitual, como ya tenía llaves abrí la puerta directamente y me fui directo al comedor, allí estaba en su posición habitual en el sofá, mientras me desabrochaba la chaqueta, la miré, me sonrió con una sonrisa un poco forzada.

-Ya estas aquí?
-Eso parece vamos como no sea una aparición si ya estoy aquí.
-Muy gracioso, ya que avisé que no tengo....
-Ya, ya  no hace falta que lo digas, que tiempos aquellos en los que venías a recibirme a la puerta con esa ilusión.
-Ya sabes que la confianza da asco, además ya te dije que no sabía si era muy buen idea que vinieses y encima no me encuentro muy bien.
-Que te pasa?
-No se tengo frio y estoy cansada.

Me senté en el sofá al lado de sus pies tapados estaba tapada con una manta fina y suave. Le puse la mano en el frente y me la apartó de un tortazo. Me la quedé mirando.

-Solo quería mirar si estabas caliente, vamos si tienes fiebre.
-No creo....si quieres algo tú mismo como si estuvieras en tu casa.
-Pues si voy a por un cervecita, tu quieres?
-No paso...
-Quieres un café un vaso de leche con cola cao.
-Que no pesado, no quiero nada.

Me fui a la nevera a por una cervecita y de vuelta, me volví a sentar , la abrí le di un trago y me encendí un cigarrito.

-Bueno que, no dices nada?
-No
-Que estás viendo.
-Pues ni lo se...ya sabes la costumbre de poner la tele
-Pufffff como estamos
-Avisado estabas
-Es la tercera vez que me lo dices.
-Por si acaso no te ha quedado claro. ¿Sabes que voy a hacer? darme un ducha a ver si entro en calor
-Me parece muy bien y así a ver si de paso te despejas un poco
-Me voy a morder la lengua

Se levantó de golpe y se fue primero a la habitación y despues al baño. Yo me quedé allí haciendo la cervecita y pensando; la conclusión era clara del derecho y del revés la imagen que me venía a la mente era la misma: ella en el rincón con el culo rojo y suave como la manta que la cubría.

Espere a escuchar como dejaba de caer agua de la ducha y a partir de ahí conté 5 minutos tras los cuales me levanté y entré en el baño, se estaba peinando, llevaba el albornoz puesto, pero no abrochado por lo que veia sus pechos y su pubis en el espejo, me acerqué por detrás, la cogí de la cintura por la mano derecha por debajo del ombligo pegando su culo a mi cintura y con la izquierda le sobaba un pecho...

-Me encanta pillarte recién duchada.
-Pues yo no estoy para juegos, suéltame va...
-Estás segura?

Mi mano derecha empezó a bajar buscando su pubis. Entonces se zafó y se dio la vuelta.

-Vale ya!!!!!!!!! te he dicho que no me encuentro muy bien
-Jajajajaa pero si estás sonriendo.
-Y que?
-Pues eso que es pura cabezonería, vamos estás en plan niña que no quiere dar su brazo a torcer.
-Para de llamarme niña, me cansa
-Es lo que eres, cuando te comportas así
-Puffffff me estoy mordiendo mucho la lengua ya.
-Pues venga no te la muerdas más
-Sería ponértelo demasiado fácil y es lo que quieres
-Lo que quiero yo o lo que quieres ¿tu?

Ahí se quedó sin palabras un momento y entonces me dijo con cierto desdén.

-Venga va ve a tomarte otra cerveza y deja que  me peine tranquila.

Mi reacción fue inmediata, sin decir nada me fui hacía ella y antes que pudiera reaccionar ya la habia cogido de la oreja.

-Yo se como "curarte" y que se te pase la tontería.

Imagino que el efecto sorpresa hizo que no se resistiera, durante el trayecto del baño al comedor sin soltarle la oreja, solo se quejó un poco y eso si fue lista y dejo caer el cepillo que llevaba en la mano, ya en el comedor, me senté y sin mucho ritual la puse en mis rodillas.

-Desde que he entrado y me has dicho dos palabras, tenía muy claro como iba a terminar esto.

Empecé a zurrarle el culo, el albornoz tiene un grosor considerable por lo que amortigua bastante los golpes, así que no estuve mucho rato para levantarselo y poder ocuparme de su culo sin protección, seguí aplicándole la azotaina con un ritmo constante de palmadas ya a culo desnudo, pero tampoco me alargué en exceso, lo justo para que cogiese color, entonces paré. La hice levantarse, y volviéndola a coger de la oreja la llevé hasta la parte lateral del sofá que da a la puerta, allí la solté y le dije con voz firme.

-Ponte.

Ella sabía perfectamente a que me refería, que se tumbara por encima del apoyabrazos del sofá, con los pies en el suelo y la cabeza reposando en el sofá, no fue necesario forzarla, ni repetirlo, lo hizo y nada más hacerlo le levanté de nuevo el albornoz, dejándole el culo al aire y expuesto, con mis pies le di unos toquecitos en los tobillos para que separara un poco las piernas  y entonces me deabroché el cinturón de cuero gastado que llevaba, lo hice haciendo el máximo ruido posible, que sonase el ruido metálico de la hebilla , estirando con fuerza para sacarlo de las presillas y que también pudiera escuchar claramente el ruido de la fricción del cinturón al sacarlo, lo doblé  y lo posé en su piel desnuda y ya caliente de mi mano, gesto que repetí varias veces para calcular bien la trayectoria del cinturón y entonces empecé el castigo, a diferencia de otras veces no le daba un azote y esperaba un rato para el siguiente, uno detrás de otro seguidos y rápidos eso hacía que el sonido del cinturón cortando el aire para impactar en su piel desnudo inundara todo el piso, no los conté debieron ser unos 40 así seguidos y entonces paré, dejé el cinturón encima de su espalda, busqué el mando del tele y subí el volumen, me agaché entre la mesilla y el sofa, le acaricié la nuca y el cuello aun tenía el pelo húmedo.

- Esto es lo que querías no?, verme serio? que te zurrase pero bien? hasta acabar agotada ¿no?.

No me contestó, ni me miró, pero me pareció ver una sonrisa. Me levanté, volví a coger el cinturón, no hacia falta que me contestara, tenía muy claro que eso era lo que quería. Después de esa primera tanda tenía el culo muy muy rojo y con marcas visibles ya, pero a pesar de eso aún recibió una segunda tanda algo más corta 25 o tal 30 más, al terminar su culo parecía ya más una obra de arte postmoderno, con diferentes lineas y tonalidades. Ni la toqué, me volví a colocar el cinturón, después la ayudé a levantarse y ya con mucho más cuidado y de la mano la acompañé hasta el rincón, antes de darle la vuelta y ponerla contra la pared, deslice el albornoz por su hombros, me encantan su hombros y el albornoz cayó aplastado al suelo, entonces si le dí la vuelta, le puse las manos en la cabeza y totalmente desnuda la puse a mirar la pared, el culo debía quemarle, así que las manos en la cabeza evitaban tentaciones.

-Ahora si me voy a tomar esa cervecita -le dije

Con calma me fui hasta la cocina, a por la cerveza, antes de volver al comedor pasé por el baño a por unas cosas y me senté en el sofá a disfrutar de la cerveza pero sobre todo de aquella vista que antes había imaginado y ahora era real. Me encendí un cigarrito y me lo fumé dando algún trago a la cervecita, al terminar el cigarrito me levanté, con una de las cosas que había cogido del baño en la mano, ella seguía inmovil en el rincón, la cogí por la cintura con una mano y con la otra cogí una de sus manos haciendo que la apoyase contra la pared, despues hice lo mismo con la otra a la vez que empujaba su cintura hacía atrás haciendo que inclinara la espalda ofreciendo otra vez su culo y le dije

-Voy a aseguarme que lo que tenías era simplemente tontería.

Con la mano izquierda le separé despacio las nalgas y en la derecha llevaba un termometro de esos digitales, le di al botón de on y sin perder mas tiempo le metí el termómetro en el culo,  una vez dentro lo cogí una de las manos y la lleve hasta el extremo del termómetro y le dije

-Aguantalo tu misma cuando suene la alarma, ya vendré

Y la dejé alli en el rincón con una mano apoyada en la pared, y la otra sujetando el termómetro. Sabía perfectamente lo humillante de la escena, pero también sosprechaba que su coño era un lago con esa situación. Unos dos minutos más tarde sonó la alarma del termómetro, me levanté, le quité la mano que lo sujetaba y se lo quité.

-No tienes fiebre

Inmediatamente mi mano se fue a su coño desde atrás lo agarré con fuerza, me mojó toda la palma de la mano. La saqué del rincón y cogida de la mano la llevé otra vez al sofá y otra vez la puse en mis rodillas, cogi el bote de crema hidratante dejé caer dos chorros uno en cada nalga y los extendí despacio bastante cantidad, que quedara la piel bien empapada, y entonces dejando que se fuera absorviendo por si misma, busqué el manantial que fluia entre sus piernas, me encanta masturbarla así en mis rodillas despues de una buena azotaina, notar como su coño pálpita hinchado de excitación y como no me cuesta ni dos minutos que se corra, la masturbé varias veces así sobre mis rodillas y totalmente expuesta e indefensa a mis ocurrencias, después de darle tres o cuatro orgasmos, volví a su culo, estaba ya seco, habia absorvido toda la crema, así que volví a coger el bote y echarle un par de chorros más, esta segunda vez, me recree mucho más, no me limité a extenderla, sino que me pasé un buen rato masajeando y acariciando mi lienzo en su piel, la miraba desde mi atalaya tenía los ojos cerrados pero sonreía todo el rato, solo algún gemido al tocar alguna zona que había salido más perjudicada rompia momentaneamente esa sonrisa permanente y mientras seguía acariciándole el culo le pregunté.

-¿Se te ha pasado ya?

-¿Tu que crees?

Y siguió sonriendo.

Continuará.







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