martes, 18 de julio de 2017

El jefe (Por D.)




Verano, para la mayoría es sinónimo de vacaciones, de tiempo libre y relax. Para mi no, todo lo contrario, es sinónimo de trabajo, estrés y agobio.

El motivo, desde hacía algunos años me había metido en el negocio de la hosteleria y tenía un chiringuito con mucho éxito en la playa. Como cada año, me habia tocado hacer un casting para el personal. Algunos repetian de otros años, pero para otros era su primer año, muchos de ellos eran estudiantes que querian sacarse un dinerito para pasar el año y este año no era excepción, había varios de ellos. La verdad es que el ambiente era majo, pese a que por momentos el agobio y el trabajo eran inhumanos y yo tenía que mantener el orden en aquel lugar.

Desde el principio me llamó la atención una chica de las nuevas, alegre, simpática, desenfadada, pese a que como es lógico los primeros días iba un poco perdida y lio alguna, se mostraba eficiente y con ganas, me gustaba su forma de trabajar y ese golpe de locura que transmitía a veces, me reia mucho con ella y enseguida se ganó mi confianza y afecto. Lo que nunca pensé es lo que provocaría una anécdota con un cliente un dia.

Era un cliente fijo, pero también el típico gilipollas, poco respetuoso con el personal, en especial con las chicas, hasta el punto que más de un día le habia tenido que parar las pies, en algún momento pensé que no volvería, pero el tio insistía. Todo se desencadenó en dia, el cliente en cuestión se había puesto en una de las mesas que le tocaban a la chica. Y cuando pasé por allí le pregunté al cliente.

-¿Que tal todo?
-Bien muy bien, me encanta la chica nueva
-Verdad que si, es un encanto de chica, esta un poco loca, pero es parte de su encanto

Ella estaba allí presente y entonces el cliente dijo.

-Bueno si se porta mal ya sabes, le das una buena zurra en el culo y verás como no se repite.

El comentario me sentó como un tiro, pero no supe como reaccionar, me había tocado algo que me provocaba perturbación.Pensé que ella le soltaría una borderia con toda la razón del mundo y asunto arreglado, sin embargo reaccionó con una risa nerviosa poniendose roja y saliendo del lugar. Me sentí culpable porque era yo quien tuve que pararle los pies al cliente, pero entre el ajetreo del dia se me fue. Pasado un rato y justo antes del descanso, la llamé a mi despacho, le pedí perdón por no haber sabido reaccionar, ella le restó importancia al asunto y todo se quedó ahí.

Sin embargo desde aquel día se produjo un cambio en aquella chica, en el trabajo seguía siendo igual de eficiente y divertida, pero empezó a picarme cad vez que tenía al ocasión, vamos a meterse conmigo a hacerme bromas, del tipo paso por tu lado y te meto un cubito de hielo en la camiseta y cosas así.

Una tarde despues de un turno de comida muy movido a eso de las 6 estabamos descansando a la espera de una larga noche también. Algunos de los trabajadores se habían ido a descansar y otros nos quedamos, ella entre ellos, estabamos sentados relajados y charlando, cuando yo dije.

-Voy a hacer un café con hielo.
-Yo tambien quiero uno- dijo ella- ya voy yo

Sin darme tiempo se levantó y trajo un par de cafés con hielo al volver nos habiamos quedado solos, el resto se habían ido ya, menos la cocinera. Sin pensarmelo dos veces, le di un trago al café con ganas y un extraño y repugnante gusto me hizo escupirlo, enseguida resonó su risa partiendose, me habia puesto sal en el café la muy cabrona, mi reacción fue levantarme e ir a por ella, pero prevenida se puso a correr, sin dejar de reir, como no pude pillarla, me paré y entonces sin dejar de reirse me dijo:

-Me voy a dar una ducha, luego nos vemos, jajajjaajajjjaja

A mi tambien me dio por reir y pensé y la niñata esta, algo voy a tener que hacer.

Sobre las 8 se presentó todo el turno otra vez para las cenas, ella se mantenía a distancia aunque seguia riendo. Repartí las mesas y terminé diciendo.

-Dámaris tu ven a mi despacho un momento, que tengo una tarea especial para ti esta noche

Todo el mundo se puso a preparar, el despacho era una pequeña sala en la que apenas habia una mesa y una silla. Con esa sonrisa traviesa aún se vino hacía allí, la hice pasar y acto seguido cerré la puerta. Yo me apoyé en la mesa y le dije.
-Señorita, el tema bromas es muy divertido, pero he estado pensando y desde aquel día con el cliente aquel, es continuo ¿hay alguna explicación para eso?.
Volvio a salir la misma risa nerviosa que aquel dia y solo atinó a decir
-Es que es muy divertido jajajaajjaj
-No digo que no, pero igual aquel cliente tenía razón y de vez en cuando necesitas un poco de disciplina no crees.
Se volvio a reir, hasta que dije.
-Lo estoy diciendo muy en serio y me incorporé, le di la vuelta a la silla y me senté.
Ella se quedó sin saber que hacer, entonces la cogi directamente de la cintura de los vaqueros muy cortos que llevaba y a acerqué a la silla.
-Será cuestión de probar a ver si tiene razón.
En aquel momento, pensé que si me percepción era equivocada podía meterme en un lio enorme, que podía ser considerado como abuso, sin embargo su reacción no fue de huida, ni hizo nada defensivo cuando le desabroché el botón del short vaquero y bajé la cremallera, tirando de el hacia abajo hasta que por si mismo terminó en sus tobillos. Debajo llevaba unas braguitas muy infantiles y entonces le dije.
-Una buena zurra, tiene que ser siempre con el culo al aire y eso es lo que voy a hacer.
La risa nerviosa desapareció, pero tampoco hizo nada para evitar que las braguitas acabaran en su tobillos con los vaqueros cortos. Lo siguiente fue cogerla de la mano, ponerla a un lado y tumbarla en mis rodillas. Mientras la sermoneaba sobre las bromas y que todo tiene su momento. Al terminar empecé a azotarla con la mano, aunque había el ajetro tipico del trabajo, lo cierto es que las palmadas atronaban dentro del pequeño cuartucho que hacia las veces de despacho. Pese a todo me fui animando y azotandola cada vez con más ganas, mientras le decía que aquella noche iba a hacer el servicio con el culo bien caliente y que así pasaría cada vez que se portara mal. Me encargué que eso fuera así, de ponerle el culo bien rojo y bien caliente, para que toda la noche recordará quien era el encargado de la disciplina en aquel lugar. Cuando ya creí que era suficiente y que iba a estar toda la noche acordandose de mi. Paré la azotaina, pero antes de mandarla de vuelta al trabajo, la masturbé en mis rodillas, con mis propios dedos, hasta que se corrió. Solo entonces la hice levantarse y yo mismo le subí de nuevo las braguitas y el vaquero corto, abrochadoselo bien. Entonces le dí un beso y le dije.
-Venga a trabajar.
Salió del despacho roja como un tomate, pero más rojo aun estaba su culo. Durante todo el servicio, de vez en cuando y con disimulo le tocaba el culo. Aquella noche no me hizo ni una solo broma y antes de terminar el turno, le dije, que se esperara a que todos se fueran y que teniamos algo pendiente que resolver en mi casa.
El verano fue muy divertido, las bromas no cesaron en todo el verano, ni tampoco las zurras, de vez en cuando, fueron muchas las noches, que hizo el turno con el culo como un tomate y muchas las que acabamos la fiesta en mi casa despues

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