Hacía un día de perros, más otoñal imposible, todo el día lloviendo a mares. Tenía ganas de llegar a casa, ponerme cómodo y relajarme. Pero un poco antes de salir, me envió un mensaje.
- ¿Te acuerdas que hoy salgo a las 6, por la reunión?
- Si, claro.
- ¿Te importa recogerme en coche? Con la que está cayendo me voy a empapar sólo yendo hasta la parada del bus.
- Claro que no, me importa.
- Gracias!!!!
- ¿Entonces te recojo a las 6?
- Si!!!!
- Se puntual, que con la que está cayendo si ya se normal no hay sitio para aparcar...imagina hoy.
- Tranquilo, a las 6 en punto salgo por la puerta, tengo una ganas de estar en casa en el sofá, que no te imaginas.
Entonces decidí que no valía la pena ir a casa, para bajar al centro en un rato y al salir me fui a tomar un café para hacer tiempo. Cuándo ya me monté en el coche para ir a recogerla, estaba diluviando, y si ya el tráfico es complicado a esa hora con la lluvia, se complica el triple. Aún así llegué puntual, me puse a buscar un parking, pero misión imposible, así que paré en doble fila con los warning, frente a la puerta, miré el reloj y eran ya las 6 y 10, abrí un momento la ventanilla para ver bien, pero no estaba y le puse un mensaje.
- Nena, no tardes, que estoy en doble fila...
En ese momento se paró a mí lado un coche de la policía municipal, me pusieron mala cara y claro arranqué y fui a dar la vuelta a la manzana. De nuevo frente a la puerta mal aparcado, decidí llamarla, dos veces y no me cogió el teléfono, vi las luces azules que venían de nuevo y antes de tener problemas arranqué a ver si encontraba un sitio para aparcar. Al final encontré un coche que salía y pude aparcar pero a unas cuatro calles más lejos y justo cuando aparcaba, me sonó el teléfono.
- ¿Donde estás?
- Acabo de aparcar...
- Pero ¿Donde?
- ¿Y tú dónde estás? Son las 7 menos cuarto y habíamos quedado a las 6.
- Me he entretenido un momento con una compañera.
- Tres cuartos de hora, no es un momento. Nena, he dado 300 vueltas a la manzana, me han llamado la atención dos veces por estar en doble fila...
- Bahhhh es igual , ya me voy a bus, nos vemos en casa.
Y me colgó el teléfono. No me lo podía creer!!! Encima la culpa era mía, pidiendo estar en casa tranquilamente. Arranqué y me fui para la parada del bus, con la idea de cogerla antes que pasara, pero la lluvia y el tráfico me lo impidieron, a lo lejos vi el bus que salía de la parada. Así que fui para casa, muy pero que muy calentito, que esa actitud y con la firme idea de que se había ganado una corrección a recordar.
Evidentemente llegué antes, de la parada del bus a casa hay unos tres minutos andando, así que no tardó en llegar. Abrió la puerta y venía empapada. Sin saludarme sólo dijo.
- Voy a cambiarme de ropa.
- Ven aquí un momento.
- Estoy empapada!!! Espera que me cambio y me seco.
Y se fue para la habitación y yo detrás, la alcancé la cogí del brazo y le di media docena de azotes bien fuertes sobre los vaqueros.
- Se acabó, no quiero escucharte hablar más hasta que no te comportes cómo una adulta, te vas a limitar a responder cuándo te pregunte y obedecer ¿Está claro?
Esperé 5 segundos una respuesta, no la tuve y otra media docena de azotes
- ¿Está claro?
Asintió con la cabeza y le dije.
- Vete a dar una ducha caliente que aún te vas a resfriar. Te pones el pijama y vienes que a verme que te daré unas instrucciones.
Ahí ya empezó a rebajar la actitud y sin decir nada cogió ropa seca y se metió en la ducha. Me senté a esperarla y mientras fui "diseñando" un castigo a la altura de la falta. La conclusión es que el castigo tenía que ser intenso, que esa noche durmiera boca abajo, que tenía que bajarle los humos y que no habría placer, por más excitada que estuviera.
Estaba pensando en ello cuando entró despacio en el salón y sin decirle nada, me dijo.
- Lo siento, perdona mi reacción, no he sido justa...
- Está bien, pero eso no te va a librar de la consecuencia y además tiene prohibido hablar sin que te pregunte. Así que ahora vas a coger tú teléfono y lo vas a dejar aquí (señalé el brazo del sofá) luego te vas a la habitación pones las almohadas en la cama, te bajas el pantalón y las braguitas, te tumbas boca abajo...ahhhh y coge el cinturón, ya sabes cuál, para cuando te le pida.
Se dió media vuelta, fue a buscar su teléfono lo dejó en el brazo del sofá y en silencio se fue para la habitación. La hice esperar un buen rato, más de media hora, entonces me levanté y me fui para la habitación. Había sido obediente, estaba tumbada boca abajo sobre las almohadas, pantalón del pijama y braguitas a medio muslo y el cinturón en su mano. No dije nada, me limité a terminar de bajarle pantalón y braguitas hasta los tobillos y subirle un poco la camiseta. El detalle de rectificar la posición de la ropa, sabía que le provocaba muchas cosas.
En ese momento, me incliné, puse mi mano izquierda en su espalda y empecé a azotarla con la mano, la idea era calentarme un poco la piel, lo justo, cuando empezó a estar rosada, paré. Entonces le cogí con ambas manos de la cadera y la levanté un poco.
- Ahora quiero que mantengas el culo así, si lo bajas volveré a empezar de cero ¿Está claro?
- Si...
- Dame el cinturón
- Levantó la mano que lo sostenía y se lo cogí. Lo doblé y lo puse sobre sus nalgas, para asegurarme que estaba a la medida correcta.
- Vamos a empezar por una docena, los vas a contar y luego te haré unas preguntas, que con el culo caliente, sueles tener las ideas más claras.
Y empecé a azotarla con el cinturón de cuero, tal vez el instrumento que mejor suena juntos con la mano...ella contaba, los azotes, al llegar al número 12, dejé el cinturón en su espalda.
- ¿Dime como ha sido tu actitud de esta tarde?
- Caprichosa e infantil...
- Bien
Di la vuelta a la cama y cogí el cinturón por el otro lado.
- Pues vas a contar una docena más y además del número, vas a decir los siguiente "Gracias me he portado infantil y caprichosa".
Nada más terminar de decirlo, el cinturón cayó sobre su piel.
- Uno, gracias me portado cómo una niña infantil y caprichosa
Y así continuamos, hasta que al sexto o séptimo azote, bajo el culo.
- Ese culo bien levantado y si tengo que repetirlo empezaré de 0.
Automáticamente volvió a presentar bien el culo y le di los restantes hasta terminar la tanda...
Le di otra vez la vuelta a la cama, me senté y le puse la mano en cada nalga.
- Están muy calentitas ¿ Cual es el motivo?
No dijo nada.
- Vale, tú silencio quiere decir que igual necesitas un poco más de motivación.
Me levanté cogí el cinturón y le di una docena más de azotes, estos rápidos y sin hacerla contar.
Y está vez sin sentarme ni tocarla, le repetí la pregunta..con la voz entrecortada respondió.
- Están rojas y calientes, porque me he portado mal, he sido orgullosa e injusta contigo y me he enfadado sin motivo contigo.
- Ahora parece que nos entendemos. Ya puedes bajar el culo.
Lo hizo y terminé de quitarle el pantalón y las braguitas del todo.
- Ahora te vas a quedar aquí quietecita, con las manos sobre la cabeza, no sé que se te ocurra frotarte, voy a dejar la puerta abierta y pobre de ti sí te pillo aliviándote.
Me fui al salón, hice una llamada a un amigo y cuando terminé, fui a verla, seguía en la misma posición, el culo desnudo, tenía las inconfundibles marcas de una buena zurra con el cinturón. Me senté en la cama y le acaricié un poco las nalgas.
- Ahora señorita, te vas a poner con el culete en pompa, de rodillas encima de la cama, las piernas separadas y la cabeza apoyada en el colchón.
Esperé a que lo hiciera.
- Ahora vuelvo
Fui al baño y cogí el viejo termómetro de cristal. Al entrar me senté en la cama, y le dije.
- Te has puesto chorreando y no quiero que te resfries, así que voy a tomar la temperatura por si acaso.
Agité el termómetro, con la mano izquierda le separé las nalgas y se lo puse despacio, hasta la mitad...y esperé 3 minutos. Se lo quité y comprobé que no tenía fiebre.
- No, no tienes fiebre de momento, pero te lo voy a dejar puesto, mientras preparo la cena así que no te muevas. Y se lo volví a poner, como castigo o cómo parte del castigo.
Cuando estuvo la cena y la mesa puesta la fui a buscar. Se lo quité y nos sentamos a cenar, ella desnuda de cintura para abajo y con el culo rojo. Al terminar le hice recoger la mesa. Y al terminar, la hice ir a buscar el termómetro otra vez, colocarse en mis rodillas y le volví a tomar la temperatura, mientras esperaba, y aprovechado lo expuesta que estaba, le abrí el coñito... chorreaba. Pero no había premio. Le quité el termómetro, no tenía fiebre.
- Ve a limpiarlo y guardarlo y los próximos tres días, al llegar a casa y antes de irte a dormir te tomaré la temperatura ¿De acuerdo?
Volvió a asentir con la cabeza.
- Pues ahora dame un beso y a la cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario