martes, 6 de diciembre de 2022

La grieta (por E.)




Esta semana estoy de mini vacaciones por puente, así que voy a publicar un relato y un vídeo y la semana que viene vuelvo a las rutinas. Que disfrutéis el puente y del relato. Este es de E. 


Se levantó por la mañana y notó algo raro en la pared. Estaba abombada y con la pintura agrietada. Lo primero que pensó fue en preguntarle a él. 

Su casa era de alquiler y últimamente había tenido varios problemas, pero el casero era un poco dejado. Pagaba una pasta por esa casa y él siempre le decía que hablara con el casero y que se hiciera cargo, pero le daba apuro.


Le mandó una foto esperando que le diera la solución. Parecía una filtración de agua, ya le había pasado dos veces. 


- Nena, llámale y que avise al seguro.

- Otra vez? No veas la que liaron la última... qué pereza!

- Ya, pero avísale porque si eso sigue te va a dar problemas.


El tema quedó así. Pasaron los días y quedaron en verse el fin de semana. Él se quedaba en su casa.

Al entrar fue a dejar las cosas en la habitación y lo vió. Era bastante grande.


- Nena has avisado al casero? Esto tiene mala pinta.

- No, aún no...no he tenido tiempo.

- No lo dejes, la grieta es grande, te puede dar problemas en el salón. Quieres llamarle ahora?

- Que sí, ya le avisaré, no seas pesado.

- Luego no me vengas con prisas. Yo te aviso.


Pasaron el fin de semana tranquilos, disfrutaron de ese tiempo juntos y el domingo por la noche él se volvío a casa.


La semana empezó sin problemas, pero el jueves se presentó el problemón.

Al llegar del hospital vio el mueble del salón descolgado, caído sobre la tele y ésta rota.

Se veía la grieta en la pared. Había calado desde el otro lado.

Ella se agobió enseguida. Odiaba ocuparse de esas cosas y además el destrozo era importante y no era momento de gastarse más pasta.

Le llamó enseguida.


- Santi...se ha caído el mueble del salón y ha roto la tele. Está la pared destrozada! Yo no tengo tiempo ahora de ocuparme de todo esto...- sonaba angustiada.

- Pero qué ha pasado? Tranquila, va, mándame una foto y te digo. - intentaba tranquilizarla.


Ella le mandó las fotos. Estaba claro. Lo mismo que se veía en la pared de la habitación...


- Llama al casero ahora mismo y que avise ya al seguro. Tranquila que ésto lo debe cubrir el seguro.

- Santi! Odio esto, todo sale mal!!

- Venga va, llámale y vamos a arreglarlo.- ese "vamos" a ella le daba cierta calma, la hacía sentirse más segura.


Colgó, llamó al casero y quedaron en hablar con el seguro.

Ya por la noche, más tranquila, volvieron a hablar.


- Gracias por ayudarme Santi...

- No me des las gracias.

- Esto es lo que odio de vivir sola... Ojalá estuvieras aquí para solucionar estas cosas...

- De eso tenemos que hablar. No puede ser que pase ésto. El tema de la pared lo hablamos hace varios días...- sonaba más serio.

- Ya, pero no he tenido tiempo.

- Eso es una excusa mala. Cuánto has tardado en llamarle? Tres minutos? Y mira ahora la que tienes liada.

- ...- no dijo nada

- No me gusta que hagas estas cosas. Si me pides ayuda y te digo cómo solucionarlo lo tienes fácil, no?

- Ya Santi, pero estoy harta de los problemas de esta casa...

- Pues buscamos otra, pero hasta entonces tienes que ser más responsable. Si te pilla en casa cerca del mueble te podías haber hecho mucho daño. Piénsalo.

- No te enfades anda...

- No me enfado, pero esto lo vamos a hablar el fin de semana. - esa frase le empezó a hacer cosquillas en el estómago.



Hablaron un poco más y colgaron. Se fueron a dormir y llegó el viernes.

Esta vez iba ella. Su viaje en tren fue bien, pero no dejaba de pensar en aquella adevertencia...

Al llegar la esperaba en la estación. Se fueron a casa y se tomó su tiempo para dejar sus cosas. Después fueron al salón para ponerse al día y terminaron la noche de viernes tranquilos.

El sábado por la mañana mientras desayunaban ella recibió un llamada del casero. El seguro solo cubría una parte de los daños. La tele no la pagaban.  Ella empezó a enfadarse y a discutir de malas maneras con el propietario.

Él la miraba sentado en la mesa de la cocina. Le parecía curioso que en su trabajo fuera capaz de solventar situaciones difíciles y muy duras y en esas cosas se hiciera pequeñita y al explotar se comportara como una malcriada. Al colgar estalló.


- Este tío es subnormal! Con la pasta que le pago y es incapaz de solucionar nada! Estoy harta!!

- Tranquilízate nena.

- No, no me tranquilizo. Ahora voy a tener que estar pendiente del seguro, que van a poner la casa patas arriba con la obra. Lo dejarán hecho un asco y quién lo limpia?? Yo! Y encima tengo que comprar una tele nueva!

- En parte es culpa tuya. Si hubieses avisado antes probablemente no habría llegado a tanto, así que baja el tono. - él mantenía la calma, pero no tenía intención de darle la razón como a los tontos 

- Eso, tú encima mete el dedito! - estaba enfadada.

- No nena, te lo dije el otro día. Tienes que ser más responsable y asertiva con estas cosas. Si le hubieses llamado hace días ésto ya estaba arreglado. Y no grites que no tienes razón.


Ella se vió acorralada. Estaba enfadada, en parte con ella misma por no haberlo gestionado mejor. 

Salió de la cocina y se encerró en la habitación dando un portazo. A él se le acabó la paciencia. Fue a la habitación, abrió la puerta y la cogió del brazo para llevarla al salón a la fuerza 


- Se acabó la tontería. Te avisé que íbamos a hablar seriamente de esto y vamos a hacerlo, pero parece que primero voy a tener que tranquilizarte un poco.


Ella seguía resistiéndose, pero la tenía sujeta por el brazo. Le dió dos azotes fuertes encima del pantalón del pijama.


- Estate quieta ahora mismo. 


Ella le miró enfadada pero dejó de resistirse.


- Vete a la esquina a pensar un rato en tu comportamiento y cuando estés más tranquila me avisas.


Se fue al rincón y se colocó con las manos atrás y la nariz pegada a la pared. Él la observaba desde el sofá.

Poco a poco fue calmandose. Verle a él así de estricto tenía un efecto relajante.

Tras unos diez minutos estaba lista. Mientras él se  había ido preparando.


- Santi...

- Qué, ya te has tranquilizado?

- Sí...

- Ven aquí.


Se acercó a él. Vió sobre el sofá el cepillo de madera. Se quedó de pie y mirándole tímidamente le dijo.


- Lo siento Santi. Debería haberte hecho caso.

Él la cogió una mano cariñosamente.

- Si, deberías... Te habrías ahorrado muchos líos. Eres muy cabezona. - ella bajó la mirada.

- El jueves te lo dije. Te voy a enseñar a hacer las cosas cuando toca. Y no me gusta nada que cuando te enfadas le hables así a la gente. Has sido muy grosera con el casero.

- Es un incompetente...

- Eso no justifica el tono que has usado antes con él y lo sabes. 

Ella cada vez estaba más roja, sin embargo notaba una humedad incómoda en sus braguitas.


- Sube las manos a la cabeza.


Ella obedeció y él le bajó el pantalón a los tobillos. Debajo llevaba unas braguitas pequeñas blancas con dibujos granates.

Directamente la tumbó en sus rodillas. Le puso la mano derecha en su culo y dándole unos golpecitos suaves le dijo.


- Prepárate.


Él primer azote cayó sobre su ropa interior. A ese le siguieron unos cuantos alternando ambas nalgas a modo de calentamiento. Iba aumentando la cadencia y la fuerza y lo iba reforzando con algún sermón más.

Tras cinco minutos a bien ritmo paró. Llevó las manos a la cintura de las braguitas y se las empezó a bajar despacio mientras le decía.


- Cómo te doy las azotainas cuando te has portado mal?


Ella no respondía. Estaba roja de vergüenza. Él la hizo responder con un azote fuerte.


- Con las braguitas bajadas.

- Eso es, con el culo al aire para que aprendas. 


Su nivel de excitación subía tan rápido como su vergüenza. Esta vez la humedad llegaba a la parte interna de los muslos. 

Él llevó un dedo a su sexo y lo pasó entre sus labios. Solo con el roce ella se estremeció.


- No sé yo si esto debería estar así durante un castigo...


Casi de forma inconsciente ella abrió un poco las piernas. Él se las hizo cerrar con una ráfaga fuerte de azotes.


- De verdad te crees que te voy a dar un premio después de tu comportamiento? 


Continuó ya sobre la piel desnuda. Su culo iba adquiriendo un tono rojo brillante y estaba calentito. 

Intentaba estarse quieta, pero empezaba a quemar un poco. Tras otros cinco minutos sin descanso paró y la dejó recuperarse.


- Vas a coger el móvil y le vas a mandar un audio de disculpa a tu casero.

- No! - le salió sin pensar.


Una nueva tanda de azotes la hizo recapacitar.


- Coge el móvil y que yo te oiga bien.

- Santi por favor...es humillante...

- Si hubieses controlado tu boca no tendrías que pedir perdón.  Vamos. 


Cogió el móvil y le mandó un audio corto pero sonaba sincero. Mientras lo grababa él con su mano le frotaba su sexo. La agitación de ella era cada vez más evidente. Cuando dejó el móvil él paró en seco. La estaba llevando al límite.



- Muy bien, pues vamos a reforzar bien este mensaje. Las cosas se arreglan a tiempo y ser maleducada se paga caro.  Entendido?

- Sí...


Se empezó a oír  el sonido de la.madera contra su piel. Su culo ya estaba muy rojo, pero quería que se acordara durante unos días. Le dió tres docenas alternando ambos cachetes. Cuando acabó estaba entregada del todo. Excitada y relajada como un guante. Capaz de hacer cualquier cosa que él le pidiera en ese momento.

Él lo sabía y la dejó tiempo. Ambos permanecieron así en silencio durante un buen rato, acariciandole la espalda y el culo.

Cuando empezó a estar más receptiva centró el masaje en la zona interna de los muslos buscando de vez en cuando su intimidad. Estaba empapada y con los labios hinchados. Esta vez sí metió su dedo entre sus labios y empezó a moverlos, casi resbalaban. Fue aumentando el ritmo y rozando su clítoris. Notaba su respiración más fuerte. Siguió poco más y sin mucho esfuerzo la notó correrse. 

Un poco después ella se levantó de su regazo. Le cogió de la mano y tirando suavemente le llevó hasta la cama. Tenía ganas de seguir jugando ...






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