sábado, 16 de marzo de 2019

Con la comida no se juega.



Los días cada vez más largo y los almendros floridos que podía ver de camino, anunciaban que la primavera estaba al caer, en eso pensaba aquel viernes camino de su casa. Viernes que como era festivo aquí por carnavales en había podido salir de buena mañana en su encuentro.

Un poco antes de llegar la llamé y quedamos en que pasara por donde daba clases y que saldría  un momento a darme las llaves. A poco más de las 12 de mediodía ya estaba allí, le puse el mensaje espere un par de minutos, salió con una sonrisa y me dio las llaves.

-¿Que tal?
-Bien ¿y tu?.
-Bien con ganas de salir ya.
-Bueno ya no queda mucho
-Pufff aun queda un rato.
-Oye, ya que llego antes y he desayunado tarde de camino, cocino algo y comemos juntos ¿no?
-Vale como quieras, en la nevera tiene que haber algo
-No te preocupes, ya me espabilo.
-Bueno va vuelvo
-Muy bien, nos vemos en un rato.

Nos despedimos y me fui con las llaves, antes de ir a su casa, pasé por el supermercado e hice algo de compra por si acaso. Ya en casa me instalé y calculando más o menos la hora que llegaría me puse a cocinar. Sabía que estaba otra vez con rollos de dietas y demás, pero un día es  un día.

Justo cuando estaba la comida reposando, escuché la llave girando en la cerradura, se abrió la puerta y apareció ella, fui a saludarla, con el delantal puesto aun, lo que le provocó una carcajada y un comentario irónico sobre el erotismo de los tios en delantal.

-Mmmm que bien huele.
-Pues venga vamos que está a punto.
-Déjame hacer un pis al menos jajaja y ponerme las zapatillas.
-Venga voy sirviendo la mesa pues.

Puse la mesa en la cocina, es una mesa pequeña para dos, con un par de taburetes para sentarse, serví dos platos, puse el pan y la bebida, cuando asomó aun estaba poniendo los cubiertos, llevaba unos vaqueros de color rojo gastado y una camiseta, se sentó en su lado de la mesa y empezamos a charlar de la semana y demás. Me fijé que sin bien cogió los primeros bocados con muchas ganas 3 o 4 no más, después empezó a hablar y a tontear con el plato, vamos a  moverlo, pero sin llevarse nada a la boca y dije.

-¿No está bueno?
-Si está riquísimo ¿por?.
-Bueno como veo que no comes.
-Puffff es que estoy llena
-¿Has comido algo a media mañana?
-Una manzana
-Entonces es imposible que estes llena
-Si de verdad, se me ha cerrado el estómago
-A que hora te has comido la manzana?
-A las 10 y media
-Son más de las 3...es imposible que tengas el estómago cerrado.
-Bueno es que has hecho pisto
-Ya y no te gusta?
-Me encanta, pero es todo frito
-Venga va déjate de tonterias y come
-No, no, ya está bien, ya si eso para cenar.

Hizo la intención de levantarse y coger el plato, pero le dije:

-Ni se te ocurra.

Tal vez mi tono serio y contundente no lo esperaba y se despertó su parte más rebelde.

-No empieces a tratarme como a una niña, no quiero más y punto.
-Pórtate como una adulta y te trataré como una adulta, mientras no te vás a levantar de la mesa, hasta terminarte el plato.

Directo, claro, pero calmado, y claro la parte rebelde salió más aun fue decirlo, levantarse, coger el plato y quitarlo de la mesa.

-Vuelve a coger el plato y a sentarte.
-Ya te he dicho que no y no es que no quiera es que no me entra.
-No te lo voy a decir más

No me hizo mi caso se quedó de pie apoyada en la encimera, entonces me levanté yo, cogí el plato y lo puse otra vez en la  mesa y le dije:

-Última oportunidad siéntate a comer.

Todo lo que pasó después fue muy rápido un gesto desafiante cogí mi taburete, lo puse delante de la mesa, me sentñe y tras un forcejeo, la puse en mis rodillas, se quejaba, no paraba de moverse, así que tube que usar mi pierna para sujetar las suyas y mi mano izquierda para aguantar las suyas detrás de la espalda. Empecé a azotarla encima de los vaqueros, no dejaba de hablar y de quejarse, que si era injusto, que si no podía obligarla a comer, que si sabiendo que estaba de régimen había hecho frito, bla, bla, bla...todo eso para lo único que le valió es para que aumentara la intensidad de la zurra, hasta que se dio por vencida, se quedó calladita y dejó de resistirse, aun así seguí  un rato con la azotaina. Entonces paré y le dije.

-Levántate

Lo hizo y nada más hacerlo, para no darle oportunidad de reacción y como en el poco espacio de la cocina, la tenía aprisionada entre mis piernas, busqué la cintura del vaquero y desabroché el primer botón, volvió a quejarse, pero seguí desabrochando botones, al terminar un tirón seco y vaqueros a medio muslo, los vaqueros ajustados tienen eso que cuando tiras de ellos las braguitas suelen ir detras y así quedaron las suyas a medio bajar y yo terminé de bajarlas, , la cogí de la mano, entre quejas de nuevo y la hice doblarse pero esta vez solo sobre una de mis piernas, la izquierda, de tal manera que tenía que apoyar las manos en el suelo. El culo desnudo tenía ya un color bonito y mas tono que cogío en cuanto empecé a azotarla sobre la piel desnuda, en esa posición tan infantil. Y así estuve un ratito más dándole color y calor a ese precioso culo desnudo sobre mi pierna. Cuando creí que era suficiente, le dije que se levantara y se volviera a sentar en la mesa, eso si con los pantalones bajados y el culo azotado directamente sobre el taburete. Cuando se sentó le dije.

-Que sepas que esto no es por no comer, es por tu comportamiento infantiloide, pero quieres jugar a eso, pues jugaremos. Hasta que no te  lo comas todo, no te vas a levantar.

Tal vez el picor de los azotes hizo cierto efecto, porque dio algún bocado más, pero enseguida volvió al tonteo, yo ya había terminado y la observaba con los brazos cruzados y mi paciencia se estaba terminando.

-¿Que vas a terminar hoy?
-Es que está frio...
-Es lo que tiene tontear, pero frio y todo te lo comes.
-Puffffff
-Puffff que?, no te lo piensas comer?
-No, ya te lo he dicho

No dije nada, me levanté la cogí de la oreja y la hice levantarse.

-Ya has agotado el cupo de paciencia hoy.

Si soltarla de la oreja, cogí el plato, lo puse en la encimera

-Ya tienes cena, pero tu te acabas el plato.

Y de la oreja, entre sus quejas la llevé hasta el salón con parada en el cuarto de baño, para coger el temido cepillo y directos al sofá, vamos yo, ella a mis rodillas.

-Ya verás como te quito la tontería, pero rápido además.

Sin más empecé a azotarla con el cepillo, ahora ya no hubo resistencia, se rindió o eso pensaba yo, estuve un buen rato dándole con el cepillo, vamos que le puse el culo como un tomate y ardiendo, pensé que era suficiente y le dije.

-Ahora te levantas y te vas al rincón un rato a pensar.

Al contrario que otras veces, no rechistó se levantó y solita se puso en el rincón con las manos encima de la cabeza, el pantalon, por encima de las rodillas enrollado y el culo bien rojo y bien visible. Estuve un par de minutos mirándola desde el sofá y como uno es previsor fui a buscar algo a mi maleta. Antes pasé por el baño y sigilosamente enté en el comedor.

-¿Se puede saber que haces?

La acababa de pillar en ese justo momento frotándose el culo. Aunque al escucharme había puesto de inmediato sus manos otra vez encima de la cabeza. No dije nada más me acerqué a ella por detrás y a su altura, me quité el cinturón, haciendo todo el ruido posible con el para que intuyera que venía ahora, lo doblé y sin decir nada y en la misma posición de pie en el rincón, le di una tanda de una docena de azotes seguidos con el cinturón, allí de pie. Cuando terminé de dárselos me puse otra vez el cinturón, la cogí de una de las manos e hice que me acompañara de nuevo al sofá, me sentë y la puse en mi regazo otra vez, con el culo bien expuesto.

-¿Sabes? tener una amiga enfermera tiene sus ventajas y ella me recomendó estos complementos alimenticios y ya que no comes por la boca, a ver si así te estímulo a hacerlo.

Cogí una cajita que había dejado en la mesilla, eran unos complementos alimenticios pero en forma de supositorio. Saqué uno del blíster, le separé las nalgas rojas y marcadas de la azotaina y sin mucho miramiento, le puse uno de los supositorios acompañado por mi dedo bien profundo, no se quejó, ni se movíó, es más al terminar, comprobé y literalmente chorreaba de la excitación, le di un par de azotes y le dije.

-Vuelve al rincón.

Se levantó roja como un tomate cara y culo y se fue al rincón, cuando estuvo allí le dije.

-Veo que, que te trate como una niña, despierta a la mujer, pues ya que estamos, vamos a despertarla del todo. Mastúrbate.

Me podía imaginar la mezcla de sensaciones, excitación, pudor, el escozor de los azotes, vergüenza, el sentirse observada, encima de pie, pero empezó, primero timidamente, pero poco a poco se dejo llevar, la prudencia se tornó lujuría y allí castigada en el rincón se corrió entre jadeos y apoyada en la pared. La dejé recuperar y la llamé, al darse la vuelta volvía a estar roja, la hice sentarse en mi regazo, se escondió en mi hombro, pero su humedad calaba mis pantalones....

¿Cenaría aquel viernes?

Continuará.




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